Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Los endiosadores de las cosas

28/10/2017 - 12:03 am

Si alguien describió a los pintores escribanos de los códices prehispánicos de una manera poética fueron precisamente los mexicas. Según Miguel León Portilla, a los tlacuilos les llamaban “endiosadores de las cosas”. Ellos, con sus instrumentos y sus materiales, lograban “dialogar con su corazón”.

Por Margarita de Orellana

Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).- Creaban obras de arte únicas que aludían a su percepción de la vida cotidiana, de lo sagrado, del tiempo, de la naturaleza y de sus deidades. Hacían uso de este lenguaje visual, considerado la palabra divina, para apropiarse del mundo. El impacto visual de las imágenes que nos dejaron nos sorprende como a los europeos que los vieron, por primera vez, en el siglo XVI. Estos antiguos libros del Nuevo Mundo y su forma de escritura no fueron fáciles de descifrar, sobre todo al primer contacto. Sin embargo, en su época los códices fueron el medio de transmisión y conservación de muchos tipos de conocimiento. Este arte pictórico es parte importante de otras formas artísticas que nos legaron las culturas anteriores a la llegada de los españoles y que están ligadas entre sí, como la arquitectura, la cerámica, la escultura en piedra, las estelas mayas, la pintura mural, etcétera. Esas expresiones del universo prehispánico son parte de nuestro inmenso patrimonio artístico.

Por eso Artes de México ha tenido siempre entre sus planes explorar formas tan significativas de nuestra cultura. Códices prehispánicos ha sido pedido con insistencia por muchos de nuestros lectores. Gracias a la iniciativa y coordinación de Mónica del Villar, este ejemplar es un breve recorrido por algunos de los códices que se realizaron antes de la Conquista. Es esencial mencionar a Miguel León-Portilla como cómplice insustituible de esta pequeña aventura editorial.

Como huey-tlamatini (gran sabio en náhuatl), León-Portilla nos señala en su artículo cómo los códices no hablan del universo de los dioses y el destino de los hombres, así como de los fenómenos naturales; de la fundación y los orígenes de los pueblos, de sus hazañas, matrimonios y muerte, así como de su astronomía y sus calendarios. Los tlacuilos, pintores escribanos, plasmaban su escritura en soportes de piel de venado, en papel amate y otros materiales. Estos artífices adquirían sus habilidades en las escuelas de elites llamadas entre los mexicas calmecac, en donde se encontraban “las casas de libros”. A ellos no sólo se les dedicaron poemas, sino que su figura aparece representada de manera prominente en cerámica, bajorrelieves y en los mismos libros pintados. No debe haber sido fácil para los frailes que tuvieron contacto con esta escritura entender la fusión, en un solo enunciado visual, de lo que para ellos eran conceptos separados: letras, arte o pintura y un distinto concepto del tiempo. Hoy esa escritura aún es estudiada por los especialistas que buscan descubrir otras verdades ocultas en ellos.

Sólo cuatro de los muchos libros mayas, de acuerdo con David Stuart, se salvaron de la destrucción de los españoles. De entre ellos, el autor prefiere por su belleza el Códice de Dresde. Es el más antiguo y nos dice que para compréndelo nacieron la epigrafía y la iconografía mayas. Estos cuatro códices fueron la plataforma para estudiar el arte maya cuya continuidad persiste.

Ellos, con sus instrumentos y sus materiales, lograban “dialogar con su corazón”.Foto: RAM

El complejo grupo de códices Borgia, que comparten un mismo estilo artístico y coinciden en su contenido, son analizados por Elizabeth Hill-Boone. Se trata, sobre todo, de instrumentos de los que se valían los adivinos calendáricos para determinar los destinos de la gente y explicar a qué fuerza del cosmos correspondían los días, las semanas, los meses, los años, etcétera.

Johannes Neurath nos invita a entender el uso ritual de los códices, a preguntarnos nuevamente, a la luz de estos rituales, qué clase de objetos son estos códices, cómo entender el poder ritual de sus imágenes, cuál es la importancia que tienen los materiales que se seleccionaron para su elaboración, qué relevancia tiene que muchos de ellos hayan sido elaborados con piel de venado, cuál es la relación entre la piel del animal y el libro.

Además de explicar la variedad de estilos de los códices mixtecos, Manuel A. Hermann, a grandes rasgos, nos relata cómo es descrita en ellos la vida de un importante personaje en esa historia, el Señor 8 Venado Garra de Jaguar, que logró expandir su poder a toda esa región.

Y, finalmente, Xavier Noguez nos introduce a tres importantes códices del Centro México que asume son copias tempranas de piezas prehispánicas.

Sabemos que el tema es inagotable y que ésta es sólo una primera exploración. Tendremos que incursionar más en él. Nuestro espacio, como siempre, es muy limitado aunque ambicioso. Queremos despertar en muchos la curiosidad por estos libros pintados únicos, que forman parte de ese legado prehispánico tan rico. Que quienes contemplen estas formas hagas suyas esas expresiones escritas que, al parecer, todavía tienen mucho que contar.

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