ENTREVISTA | Con mi segundo libro nadé en aguas profundas: Zepeda Patterson

28/11/2014 - 12:04 am
En un amor una mujer es capaz de entregar todo, menos los hijos. Una clase de amor que difícilmente pueden experimentar los hombres. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
En un amor una mujer es capaz de entregar todo, menos los hijos. Una clase de amor que difícilmente pueden experimentar los hombres. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

Ciudad de México, 28 de noviembre (SinEmbargo).- Hay hombres y mujeres que cuando sonríen su rostro se transforma diametralmente, como si una luz los iluminara desde adentro del alma y los convirtiera en otro más poderoso, más expansivo.

El periodista y escritor Jorge Zepeda Patterson pertenece a esa especie aun cuando su estampa sea a menudo la de un hombre profundamente serio e introvertido y mucho más en estos momentos del país, donde reír, como diría una vieja canción de Luis Alberto Spinetta, “trae tanto frío”.

Por estos días, el profesional promueve su segunda novela Milena o el fémur más bello del mundo, con el que ha obtenido recientemente el Premio Planeta 2014, primera vez que lo gana un autor mexicano, algo que fue visto como un acto de enorme justicia para un país tan fructífero literariamente hablando como es el nuestro.

Zepeda, el fundador del periódico Siglo XXI en Guadalajara, ex director del periódico El Universal, comanda actualmente los destinos de SinEmbargo.mx, un verdadero fenómeno en los medios nacionales, con más de 800 mil visitas diarias comprobadas, que no deja de asombrar si se piensa que en el periodismo parecía ya estar todo dicho.

Consciente de nadar en aguas turbulentas tanto de un lado al otro de la orilla, nada que se parezca menos al otoño de un patriarca para este hombre de muy bien llevados 62 años, que hace yoga, escucha música y ama y entiende de futbol, una de sus grandes pasiones.

La entrevista con él no ha sido fácil de conseguir. La promoción por su nuevo libro es febril y lo obliga a viajar en forma constante.

Milena o el fémur más bello del mundo es un thriller vertiginoso en el que las mafias, el crimen organizado y la corrupción saltan de la española Costa del Sol a México siguiendo el devenir de una prostituta atractiva, portadora de una libreta negra más que comprometedora y deseosa de vengarse de todos aquellos que de ella han abusado.

–Eres un creyente del poder femenino, ¿verdad?

–Sí. Creo que las circunstancias obligan a las mujeres a ser más fuertes que los hombres. En última instancia todos los seres humanos somos víctimas, pero algunos son más víctimas que otros. Es verdad que los desprotegidos, los que no están en el ejercicio del poder, suelen ser víctimas dobles o triples, así que las mujeres y los menores de edad suelen llevarse la peor parte de los aspectos miserables de la vida.

­–En México existe además la paradoja de constatar a diario la fuerza de la mujer, generalmente la jefa del hogar, y que por otro lado sea el colectivo más atacado y sometido.

–Sí, pero es cierto que hay una gran fortaleza en las mujeres, sobre todo en los aspectos fundamentales de la vida y esa fortaleza no la tiene el hombre. Claro que estoy hablando en forma generalizada sin contar las grandes excepciones que hay de un lado y del otro. Las mujeres tienen ese músculo tan habilitado de la supervivencia. La sobrevivencia de sí mismas, de todo su entorno, de los hijos, la pareja, la manera en que se desdoblan para poder entregarse no es propia del género masculino. Pensar en alguien más que en sí mismo corresponde a una fortaleza de espíritu femenino. En un amor una mujer es capaz de entregar todo, menos los hijos. Una clase de amor que difícilmente pueden experimentar los hombres.

­–Las mujeres quieren y los hombres se dejan querer…

–No sé si darte alas después de esto…(risas)

­–¿Te ha salvado la vida alguna mujer?

–No, no lo pondría en esos términos.

–¿Corrió peligro tu vida alguna vez como para necesitar ser salvado?

–Las sensaciones de peligro han venido por el oficio, particularmente en Guadalajara, cuando dirigía periódicos allá y comenzaron a soltarse los demonios del crimen organizado. Son peligros derivados no por cuestiones personales, sino por gajes de nuestra profesión.

–Construir el personaje fascinante de Milena ¿te llevó a evocar a las mujeres que conociste, que se cruzaron por tu camino?

–En realidad, para mí esta segunda novela reclamó mucho más la incursión de un narrador. En Los corruptores hablé de un entorno que me resultaba mucho más familiar, con personajes detectivescos pero en paisajes que me son conocidos. Digamos que a nivel narrativo, Los corruptores fue una navegación de cabotaje. Como nadar a un metro de la orilla. En Milena o el fémur más bello del mundo es una entrada a la imaginación literaria, puesto que ni siquiera fui un hombre frecuentador de prostíbulos ni mucho menos. A diferencia de la política, a la que he observado toda la vida, este libro implicó un gran esfuerzo de documentación por un lado y por el otro de creación literaria. Con toda la modestia digo que fue ya una navegación en aguas profundas.

Una novela de acción y de amor que llegará en diciembre a México. Foto: Especial
Una novela de acción y de amor que llegará en diciembre a México. Foto: Especial

­­–¿Hay una preocupación por el estilo literario que se expresa más en esta segunda novela?

–No así tan consciente. Más que como periodista, economista o ahora escritor, yo más bien me defino como un lector. Es lo que he sido toda mi vida: un lector voraz. Y muchos de los mejores momentos que he pasado han sido frente a un libro, haciendo mías las vidas de los personajes narrados. Así que lo que intento es hacer un estilo que me satisfaga como lector. Que la lectura sea eficaz a los efectos del seguimiento de una trama, pero que también esté escrito con un estilo que no me defraude. Y esto va más allá de tener o no tener un modelo estilístico en el que basarme para contar mis historias.

­–¿No es un poco esquizofrénico esto de separarte para poder analizar tus propios textos como lector antes que como escritor?

–Sinceramente no. La verdad es que no sufro escribiendo. No sé si tengo el don de la escritura, pero sí poseo el don de gozar la escritura y eso es algo que le agradezco a la vida. Sé que para algunos escritores narrar constituye una experiencia tormentosa, pero no es mi caso. Sí, escribir es una experiencia profunda para mí. Hice una media docena de libros periodísticos, pero eso queda un poco fuera de mí. En la literatura lo que he encontrado es un trabajo de introspección, porque para ser verosímil se tiene que bucear dentro de uno y preguntarse por ejemplo qué son los celos enfermizos de Jaime, uno de mis personajes. Él convierte el odio al padre en el leit motiv de su vida y el narrador tiene que hacer creíbles a los personajes buceando en sus propios demonios, en sus propios pliegues. Al final del ejercicio ya no eres el mismo. Es como una larguísima sesión de diván.

–Hay una gran corriente de escritores que se suicidaría al escucharte decir que escribir es como una larga sesión de diván…

–Claro, el diván sirve también para muchas otras cosas. Lo usé como un símil para poder decir que, en efecto, escribir ficción es una especie de buceo sobre aspectos que no tratas cuando estás en un medio periodístico.

–Aunque también habrás encontrado goce escribiendo periodismo, cuando accedes por ejemplo a un razonamiento que consideras adecuado para contar la realidad…

­–Es cierto. Alguien ha dicho: “Escribo para saber cómo pienso”. A veces terminas una columna de la cual tenías una idea vaga cuando comenzaste a escribirla y la misma elaboración te devela cosas que no conocías. Aun así, esa escritura sucede fuera de ti. En cambio en la ficción hay un componente emocional que tiene la creación de personajes, la descripción de pasiones, de obsesiones, que penetra varias capas adicionales no involucradas en la experiencia periodística.

–Un lector decía el otro día que eras el heredero de Tomás Eloy Martínez, ¿te asusta esa comparación?

-Desde luego que es un saco que no me colocaría solo. Fui muy amigo de Tomás y en algunos aspectos pupilo y lo admiro profundamente. No me pondría el saco por el riesgo de que me quedara grande, desde luego. Tomás tenía un talento como pocas veces he visto para narrar. Una vez comimos Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez y yo. Tomás me llevó, obviamente, yo estaba ahí de colado porque esto fue hace aproximadamente unos quince años. Asumí en esa comida que todo iba a ser un diálogo Fuentes-García Márquez, con Tomás y yo como testigos. En realidad, todos comenzamos a escuchar a Tomás casi sin decir palabra y lo seguimos haciendo durante toda la comida porque era un narrador como seguramente ninguno de los otros dos era. Los otros eran escritores. Hay un Carlos Fuentes ensayista y novelista, un Gabo entrañable, pero el contador de historias orales era Tomás Eloy Martínez. Y yo estoy a años luz de ser alguien como él.

–A lo largo de tu carrera periodística, ¿tuviste varias libretas negras como la que guarda Milena con tanto celo en tu novela?

–Libretas metafóricas sí, todo el tiempo. La función como director de periódico, primero en Guadalajara y luego en México, te lleva a rozarte con cierta esfera del poder por razones profesionales y a vivir varias sobremesas donde mantienes charlas que no tienen salida periodística, porque no las puedes citar, no las puedes documentar…en efecto, eso es una especie de libreta negra. Saber cómo se corrompió un general frente al narco y como esa historia, docenas y docenas…

"La función como director de periódico, primero en Guadalajara y luego en México, te lleva a rozarte con cierta esfera del poder por razones profesionales y a vivir varias sobremesas donde mantienes charlas que no tienen salida periodística". Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
“La función como director de periódico, primero en Guadalajara y luego en México, te lleva a rozarte con cierta esfera del poder por razones profesionales y a vivir varias sobremesas donde mantienes charlas que no tienen salida periodística”. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

FASCINACIÓN POR LA NOTA QUE PARA LAS ROTATIVAS

­–¿Qué le pasa a un director de periódico cuando le llegan fotos como las de la muerte de Beltrán Leyva…su cadáver cubierto de billetes?

­–El animal periodístico que llevamos dentro hace que una nota trascendente produzca una suerte de salivación. Hay fascinación por la nota que “para las rotativas”. No hay grito más legendario para un periodista que el que le paren las prensas. Hay una especie de frenesí, de un vértigo que produce una especie de adicción. Luego, inmediatamente, sobreviene el sentido profesional: ¿Qué hago con esta nota? ¿Qué llevará o no mi competencia?

–En el balance de tu profesión, ¿tus equipos te han dado más resultados positivos que negativos?

–Me siento afortunado por los equipos con los que he podido trabajar. Hago balances extraordinarios de las experiencias en Siglo XXI, Público, Día Siete, El Universal y ahora en SinEmbargo. Si he tenido una bendición en la vida ha sido esa. Un director de orquesta es tan bueno como los músicos que la integran.

–Los músicos y las músicas, nunca te ha costado trabajar con mujeres…

–Lo dice una escena de la nueva novela. Cuando llega Tomás al diario y hace un repaso por la redacción, la mayoría es femenina. Esa es la realidad de nuestro periodismo. Las redacciones están formadas por más de la mitad de mujeres, pero las juntas directivas son todas masculinas.

–Para nosotras, siempre es difícil pasar la frontera de “El club de Tobi”

–Es verdad, se trata de una situación absurda.

–A menudo nos juntamos las editoras para caer en la cuenta de que muchas revistas que fracasan es porque no las dirigen mujeres…

–Tienen toda la razón. Estos periódicos tan masculinos, tan orientados a clase política, a espaldas de los intereses reales del hombre y la mujer de la calle; creo que tiene que ver con la insensibilidad y la obsesión por el poder que es una cosa tan de los varones.

–Frente a una taza de chocolate, Milena dice que no extrañaría muchas cosas de la vida. Tú, tan apasionado por la política, el periodismo, la música, el futbol, eres todo lo contrario…

–Absolutamente, la vida nos da un buffet de opciones y el que no las quiera ver está ciego. Desde el café que te tomas en la mañana y que para mí es una experiencia muy gozosa, hasta escuchar una canción que te gusta, vas a agradeciendo cosas al día y a la vida.

–Hablar de México me imagino que no te produce alegría en estos momentos…

–Sí y no. Vivimos una situación trágica, es cierto, basta con leer los periódicos todos los días, pero siempre puedes encontrar el colmillo brillante en el cadáver del perro, como dirían los Evangelios, aunque no soy creyente. La desaparición de 43 estudiantes es una cosa absolutamente atroz y te hace pensar, en efecto, en si esto tiene esperanza. Inmediatamente la vida te responde y por primera vez en años, salen muchos ciudadanos a la calle y te das cuenta de que pese a todo hay posibilidades. La tragedia trae debajo del brazo el germen de la esperanza.

–Es una situación ambivalente, es verdad, porque cuando la Primera Dama trata de explicar lo inexplicable y pone de pretexto a su familia sin solidarizarse con las familias de los desaparecidos uno puede ver claramente cómo es esta gente…

–Exacto. Y del otro lado, siendo tan penoso como fue, al final ella se estaba sometiendo a una especie de tribunal de la opinión pública. Dista mucho a cualquier cosa que se parezca a una rendición de cuentas, pero en cierta manera lo es.

–Y en términos de guerra demuestra que ellos van perdiendo

–Absolutamente.

­–Ahora, los Abarca saben qué pasó con los 43, ¿no te parece?

–Los Abarca son los autores intelectuales, digamos. Todavía está por descubrirse de parte de los sicarios últimos qué sucedió realmente. Escribí una columna hace dos o tres semanas para El País y que titulé “El 44”, tratando de imaginarme cómo pudo haber sido esa, su última noche. Pero, otra vez, se trata de una pieza de periodismo-ficción para poder meternos en la piel de uno de los 43 chicos, ¿no? Lo cierto es que nadie puede afirmar, todavía hoy, qué pasó realmente. Todos podemos suponer, después de tanto tiempo, que habrá un desenlace fatal, lo indica el sentido común, pero bien a bien, la escena final todavía no la tenemos.

Y UN BUEN DÍA LLEGÓ EL PREMIO PLANETA

–Y un buen día llegó el Premio Planeta…

–Sí…(risas)

–¿Y entonces?

–Todavía es muy pronto para saberlo, pero dicen que en la vida de un escritor hay un antes y un después de un premio de esta magnitud. Desde luego, se trata de una dotación económica muy importante que para efectos prácticos constituye un espaldarazo; quizás menos en mi caso que ya tengo una vida hecha, no es lo mismo que si lo hubiera recibido a los 28 años. Es un espaldarazo eso sí de certidumbre absoluta para el oficio…siendo mi segunda novela hay todavía una cuestión experimental no sólo en la manera de hacerla sino también sobre la vocación repartida entre el periodismo y la literatura. La plataforma de editorial Planeta, además, te permite llegar a una enorme cantidad de lectores. Digan lo que digan, no hay anhelo más grande para un autor que ese, el de tener muchos lectores.

–¿Y cómo fue esa noche?

–Hay un elemento que se mezcla entre un reality show y el Oscar en la noche del Premio Planeta. Dos semanas antes sale la lista con las 10 novelas finalistas y apareces ahí. Luego, para hacerme ir de México a España, me informan que estoy entre los de mayor puntaje en el dictamen preliminar. Y hasta ahí sabes. El resto es sorpresa absoluta y la noche transcurre en medio de un dramatismo absoluto, porque lo tienen organizado de tal forma que cada 20 minutos, el jurado, que está en un cuarto aledaño, va mostrando los resultados parciales y eliminando un finalista tras otro, hasta que se recibe el sobre cerrado. Quedan cinco, quedan tres, el draft final no lo ves en la pantalla…Es como las elecciones presidenciales de la segunda vuelta.

–¿Qué sentiste?

–Estaba con tres o cuatro escritores del sello Destino…no sé, al estar ahí, piensas que si te toca vas a decir palabras maravillosas sobre el hambre en el mundo, Nelson Mandela, la solución de todos los problemas y al final cuando te dan el premio sales con suerte a balbucear algo.

–Eres el primer autor mexicano que gana el Premio Planeta

–Una de mis sensaciones predominantes al respecto fue sentir un gran rubor, porque admiro a gran cantidad de colegas y compatriotas, pero por otro lado hubo una sensación de justicia al pensar en cómo pudieron omitir durante tanto tiempo a los autores mexicanos, con la gran producción literaria que tenemos aquí.

 

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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