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Jaime García Chávez

29/03/2021 - 12:03 am

AMLO: la avaricia política rompe el saco

No está demás decir que, como una reacción al oleaje neoliberal en el mundo, han surgido liderazgos con esas notas hasta en los más altos niveles del Estado y, a mi juicio, presentes en la persona del Ejecutivo federal.

Gilberto Guevara Niebla, integrante del movimiento estudiantil del 68.
“Resulta extraño que una visión tan aguda, proveniente de un hombre de izquierda como Guevara Niebla, empiece por dar testimonio de su conocimiento de las numerosas personas que lo rodean y que abandonan a AMLO”. Foto: Saúl López, Cuartoscuro

Antes, durante y después del 68 mexicano me tocó conocer, en suerte, a buena parte de los líderes juveniles que animaron el histórico Movimiento Estudiantil. Conversé con ellos y con algunos trabé amistad que todavía perdura. No fue el caso con Gilberto Guevara Niebla, distinguido como el que más, dueño de una notable biografía.

Él, por su participación como líder estudiantil, fue víctima de la represión y de la sentencia que ensombreció a la justicia mexicana, dictada por el Juez Eduardo Ferrer McGregor, con toda la gama de delitos que se diseñaron a modo para perseguir, por razones estrictamente políticas, a los protagonistas de ese convulsionado año. Entre esos delitos figuraban la sedición, la incitación a la rebelión, el acopio de armas y hasta el homicidio.

Este simple perfil nos habla de un joven comprometido. En su vida adulta ha realizado una amplia obra académica, de investigación social y educativa, que le abrió las puertas a cargos de alto nivel con gobiernos de diversos signo partidario, incluido el actual. Sus antecedentes profesionales recientes indican que fue, por segunda ocasión, subsecretario de educación básica entre 2018 y 2019, y que hasta hace poco fue coordinador de Vinculación y Gestión Estratégica de la Secretaría de Educación Pública.

Guevara Niebla recientemente publicó un relevante artículo que nos habla de su independencia de pensamiento y opinión, caracterizando al Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador a partir de sus propias contradicciones. El texto que comento, denominado “La decepción y la esperanza”, lo percibo muy revelador de la personalidad autoritaria y de la mentalidad punitiva del tabasqueño.

No está demás decir que, como una reacción al oleaje neoliberal en el mundo, han surgido liderazgos con esas notas hasta en los más altos niveles del Estado y, a mi juicio, presentes en la persona del Ejecutivo federal. Por eso no resulta extraño que una visión tan aguda, proveniente de un hombre de izquierda como Guevara Niebla, empiece por dar testimonio de su conocimiento de las numerosas personas que lo rodean y que abandonan a AMLO, y que además nos diga que la causa es “lo decepcionante” de su Presidencia.

Reseña un carácter autocrático, proclive a la militarización extrema y a la puesta en escena de políticas de odio. Todas las mañanas “agrede, insulta, descalifica, acusa, demoniza, humilla y ultraja a otros mexicanos que, simplemente, no comparten sus ideas”. Una raíz de esto es que no se trata de un Gobierno de izquierda, sino de corte, digo yo, neopriista, en cuyos orígenes se formó López Obrador en su temprana juventud.

Cuando Guevara Niebla participaba en el Movimiento del 68 y sufría la injusta prisión del Gobierno de Díaz Ordaz, López Obrador era un quinceañero. Su ruptura con el PRI se dio veinte años después, en 1988, durante el gran quiebre que se produjo con el liderazgo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y el Frente Democrático Nacional. Esos veinte años son los de su formación en el PRI, y su trasiego hacia la izquierda fue por afanes de oportunismo, que vistos en retrospectiva por el autor, ubicarían a López Obrador como un ciudadano que “nunca ha mostrado compartir los valores éticos que inspiran a la izquierda social-democrática”.

No me detendré en el elocuente análisis de Guevara Niebla sobre AMLO, haré una parada sólo en dos aspectos que me parecen importantes. Nos dice que López Obrador “no es un hombre bueno”, con toda la carga que supone ese concepto, en la larga trayectoria que ha ocupado las reflexiones de los mejores filósofos que han abordado la política y la ética. Por eso tampoco extraña que le reproche que no posee lo que es “la dignidad del ser humano”. Tengo en la trayectoria de estos dardos que han dado en el blanco de un problema esencial que padece el Presidente y que a todos nos afecta, tanto a sus simpatizantes como a sus críticos. Estamos en presencia de un problema de dimensiones enormes.

Finalmente, lo más grave no es ese talante presidencial, sino que no haya en el escenario político nacional ni opciones ni resistencias ni contrapesos. En especial, él deplora la que pudiera ser la existencia de una izquierda democrática, tan necesaria en esta hora de México. De que falta un proyecto de esas características, no hay duda, y la clave para construirlo es precisamente la formación de seres humanos en el complejo proceso de una educación para la formación de ciudadanos, nos dice el antiguo líder el Movimiento Estudiantil.

No hay la construcción de acuerdos, y mentir, contrario a lo que pregona, se ha convertido en la regla de la política presidencial. Pongo un ejemplo, quizás el más relevante de la semana que recién concluye: llama a los gobernadores a firmar un pacto democrático con motivo de las elecciones, y al día siguiente se deshace en agresiones al Instituto Nacional Electoral, ente que desprecia y que a la postre le puede resultar un hueso muy difícil de roer, cual sería su pretensión para acumular en su persona los pocos poderes que le faltan, sin darse cuenta que también la avaricia política rompe el saco.

25 marzo 2021

Jaime García Chávez
Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

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