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Francisco Porras Sánchez

29/05/2022 - 12:02 am

Construyendo lo común

“Los ejercicios de colaboración entre diferentes actores(as) son muchas veces presentados como si fueran experiencias fundamentalmente técnicas, basadas en conocimiento experto; cuando en realidad se trata de procesos que proponen objetivos compartidos de una manera que involucran a la inteligencia y a las emociones…”

Foto: Shutterstock

Hace algunas semanas, comentaba la interesante propuesta de Rigolot (2020) sobre la Transdisciplina Tipo 2. Para este autor, es impráctico o ingenuo esperar que todos(as) tengamos una visión compartida del mundo y de nuestra sociedad para poder co-construir soluciones en conjunto (Transdisciplina Tipo 1). Siempre es más factible tratar de generar dinámicas de Transdisciplina Tipo 2, concentrándonos en los problemas mismos con el mínimo de referentes comunes; los apenas suficientes para encontrar una primera solución, aunque sea limitada y perfectible. Como un buen amigo usualmente me dice, “la idea es alejarse del cero”. Es evidente que la Transdisciplina Tipo 2 siempre es un paso inicial que es parte de un proceso más amplio, el cual debe ser sostenible y sostenido en el tiempo (Leer aquí).

Sin embargo, incluso esta aproximación con expectativas relativamente bajas, puede ser terriblemente difícil de aplicar. Tan solo considérense las implicaciones de las Fake News para nuestras democracias y para nuestras capacidades para generar entendimientos compartidos. Innerarity y Colomina (2020), por ejemplo, han observado cómo muchos actores(as) políticos(as) populistas usan información incompleta, incorrecta o falsa como una manera de criticar a las élites, dentro de las cuales se encuentran los(as) expertos(as), académicos(as), cuyas opiniones dan forma a las discusiones en los medios de comunicación. El uso de estos “otros datos” o “realidad alternativa” se vuelve un indicador de independencia, e incluso de orgullo, frente al poder establecido y reconocido ordinariamente. El reto, como dice Rigolot (2020), es cómo integrar los saberes expertos de personas que saben cómo resolver problemas concretos; que siempre han estado en la primera línea de atención a éstos, pero que desconfían o simplemente no aceptan, el expertise “credencializado” y académico.

Ante este problema, Alatorre, Merçon, Rosell, Bueno, Ayala y Lobato (2016) nos ofrecen algunas intuiciones útiles en su guía Para construir lo común entre los diferentes. En ella se propone un modelo de producción de visiones compartidas de los problemas para, desde éstas, poder mantener procesos de colaboración de mediano y largo plazos. De entre sus recomendaciones y ejemplos, me gustaría resaltar dos, que pueden ser particularmente importantes para la Transdisciplina Tipo 2.

La primera es la relación que debe haber entre los anhelos comunes, los intereses particulares y la confianza. Los ejercicios de colaboración entre diferentes actores(as) son muchas veces presentados como si fueran experiencias fundamentalmente técnicas, basadas en conocimiento experto; cuando en realidad se trata de procesos que proponen objetivos compartidos de una manera que involucran a la inteligencia y a las emociones, yendo más allá de la simple suma de los recursos intelectuales, informacionales, materiales o financieros de todos(as). Los anhelos son más que simples objetivos a alcanzar, ya que implican un compromiso vital y de colaboración que estimula la resiliencia en la búsqueda del bien arduo. En este sentido, un anhelo tiene una dimensión utópica y sintética que fomenta la acción, no solamente la comprensión; o, si se quiere, un anhelo implica muchas veces entender a través del hacer, no solamente entender como pre-requisito de la acción.

De la misma manera, cualquier arreglo que excluya los legítimos intereses de los(as) actores(as) participantes será poco sustentable. La cooperación no debe basarse solamente en la exigencia del sacrificio del interés propio inmediato y presente por el bien común del porvenir. Es cierto que la cooperación requiere posponer, o incluso abandonar, la búsqueda del bien personal en algunas ocasiones. Pero un arreglo institucional que requiera constantemente que los participantes desarrollen virtudes heroicas es simplemente insostenible. La participación en la cooperación debe aportar beneficios tangibles, reales y presentes, a cada uno(a) de los participantes, sin permitir que la cooperación se vuelva un ejercicio de esperanza etérea, sin verificación cotidiana. La esperanza del porvenir en la cooperación se mantiene considerando los retos presentes y futuros, pero también los beneficios recibidos diariamente.

El segundo punto útil es el reconocimiento que la cooperación es imposible sin actores puentes o facilitadores. En efecto, la colaboración sostenida no es resultado de un acomodo espontáneo, completamente auto-organizado, sino que se trata de un proceso dirigido (timoneado, se dice en la literatura de la gobernanza), impulsando acuerdos basados en la confianza mutua. Esto, en la práctica, significa que actores(as) que no se conocen, o que no han interactuado previamente, son capaces de cooperar porque confían en actores(as) que fungen como intermediarios. A y B (que no se conocen) confían entre sí porque ambos(as) confían en C (a quien conocen bien). La profesionalización de la formación para la paz, en la práctica, debe preparar recursos humanos para fungir como puentes o facilitadores. De esta manera será posible generar soluciones comunes a problemas concretos.

Alatorre et. al. (2016) es una lectura obligada para todo(a) aquel interesado(a) en cómo construir lo común entre los(as) que somos diferentes.       

 

Referencias

· Alatorre, G., Merçon, J., Rosell, J., Bueno, I., Ayala, B., y Lobato, A. (2016) Para construir lo común entre los diferentes. Guía para la colaboración intersectorial hacia la sustentabilidad. Xalapa: Red de Socio ecosistemas y Sustentabilidad / Grupo de Estudios Ambientales, A.C. / Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Recuperado de https://www.uv.mx/personal/galatorre/files/2017/05/Para_construir_lo_comun_entre_los_diferentes_Gu%C3%ADa-para_la_colaboración_intersectorial_hacia_la_sustentabilidad_VD.pdf

· Innerarity, D. y Colomina, C. (2020) Introducción: desinformación y poder, la crisis de los intermediarios. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, 124: 7-10.

· Rigolot, C. (2020) Transdisciplinarity as a Way of Being: Complementarities and Creative Tensions. Humanities and Social Sciences Communications https://doi.org/10.1057/s41599-020-00598-5

 

Francisco Porras Sánchez
Doctor en Política y Estudios Internacionales por la Universidad de Warwick, Reino Unido. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores. Su línea de investigación es la Gobernabilidad urbana y regional contemporánea (finales del siglo XX y principios del XXI), con particular interés en gobierno, gobernanza y redes de política pública. Actualmente es profesor investigador del Instituto Mora. Twitter: @PorrasFrancisco / @institutomora

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