ACAPULCO: FIESTA VS. MIEDO

29/09/2011 - 12:00 am
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Apenas habían pasado las fiestas navideñas de 2010. En todo el país, los festejos fueron discretos, pues comenzaban a enquistarse el miedo y tristeza. Para iniciar el año, concretamente durante el Día de Reyes, el presidente mexicano Felipe Calderón no tuvo más remedio que aceptar, públicamente, que el año anterior  había sido el más violento de su sexenio. Entre diciembre de 2006 y diciembre de 2010, las víctimas por este desigual conflicto, ascendía a la terrible cifra de 35 mil caídos.

Dos días después de estas declaraciones oficiales, el puerto de Acapulco, al sureste del país, y uno de los lugares históricos de México para “hacer la fiesta”, vivía una de las peores jornadas de la llamada guerra contra el narco. En esta plaza, donde el recrudecimiento de la violencia había ido in crescendo a un ritmo acelerado y peligroso, a mediados de enero se le sumaron de golpe 20 asesinatos en tan solo una noche.  Dicen los periódicos que el 9 de enero de 2010 hubo 69 asesinatos en todo el país ligados al crimen organizado.

Así, con la cuesta de enero encima y con la inseguridad cercando a Acapulco, pocos ánimos había para celebrar con buenos augurios el inicio de año. Sin embargo, y ante esta desoladora perspectiva, un grupo de artistas decidió que para conjurar a la violencia y ahuyentar al miedo, lo que hacía falta en el puerto –y en todo México– era, precisamente, “salir a festejar”. Nada más. Pero tampoco nada menos.

 

Un nacimiento espontáneo

“La iniciativa nació una noche de enero de 2011. Fue algo espontáneo: algunas banditas se habían reunido en un bar para hacer un pequeño festival, un toquín manifestándose a favor de la paz y la no violencia, porque las cosa empezaba a ponerse realmente fea… Ahí me surgió la idea de hacer algo que no durara solo una velada, sino algo más grande, que involucrara a más gente. Esa noche surgió la frase”.

Abraham Chavelas es el creador de esta campaña. Promotor cultural, locutor y productor de radio con una amplísima trayectoria, se define a sí mismo entre risas, como un “Nini” de 32 años. Abraham reconoce que en este momento ni estudia ni tiene un empleo formal, y aunque el impulso a la campaña de “Más Música, Menos Balas” le absorbe prácticamente todo su tiempo, para él no es un trabajo: “Esto es una labor que he decidido llevar a cabo, ahora sí que ‘por puro amor al arte’ (…) porque no quiero estar preocupado por lo que sucede, sino más bien ocupado, intentando que la situación mejore”.

Por la situación del país, no hay mucho más que explicar. La frase y la propia iniciativa artística que respalda a “Más Música, Menos Balas” fue rápidamente adoptada por otras entidades de la República Mexicana: Xalapa, Mazatlán, la lastimada Monterrey y hasta Guadalajara se apuntaron y se subieron al mensaje. Tepic y el Distrito Federal están ya en el camino y siguen contando… la certidumbre del mensaje es clara y el momento que vive México lo pide a gritos.

Artistas plásticos, periodistas, músicos, escritores, fotógrafos, deportistas… nadie queda indiferente a la frase. Funciona, sin duda, porque es corta y contundente; porque resume lo que piden miles de ciudadanos a lo largo y ancho del país, pero también, y sobre todas las cosas, porque en su mensaje subyace un espíritu positivo, esperanzador, que según su creador y hoy dirigente de este festivo movimiento, es precisamente lo que necesitamos actualmente.

“¿Qué quieres que te diga? Tengo sentimientos encontrados por el éxito que ha tenido “Más Música, Menos Balas. Por un lado, me emociona mucho que los ciudadanos, los empresarios, los artistas y los comunicadores hayan hecho suya la frase (…), pero por otro lado, piensa: si Acapulco, si México no estuviera en esta terrible situación de violencia, no sería necesario ni que existiéramos (…) ¡Pero en fin! Lo verdaderamente positivo, es que hay muchísimos ciudadanos deseando trabajar para transformar este país”, comenta.

 

Revolución digital a la mexicana: ¡Fieeesta!

La idea de este movimiento social nació en El Bar del Puerto, un lugar muy conocido en Acapulco. A partir de ahí, cientos de escenarios y de eventos en diversas ciudades de México se han hecho eco del poderoso eslogan “Más Música, Menos Balas”. Sin duda, la fuerza de la frase ha hecho su parte, pero quizá todo este revuelo pacífico-artístico no habría salido de los confines acapulqueños sin la enorme capacidad de convocatoria que tienen las redes sociales

“Comenzamos por usar el Messenger (chat) y por abrir una cuenta en Twitter y una página de Facebook. Usamos estas plataformas para transmitir mensajes de paz, para hacer que la gente fuera pensando en positivo… para inspirar. “Publicamos música y otras expresiones artísticas y fuimos subiendo las primeras fotos de los eventos en los que participamos. Entonces la gente de todos lados se fue acercando y nos decían ‘¿Sabes qué? Yo quiero ser parte de esto. ¿Qué hay que hacer? ¿Cómo puedo traer la campaña a mi ciudad?’. La verdad es que “Más Música, Menos Balas” comenzó a crecer de forma impresionante por el mismo apoyo que fuimos recibiendo. Nos dimos cuenta de que esto era algo grande, que la gente necesitaba un respiro, ver una luz al final del túnel, y creer que las cosas pueden cambiarse con la acción”.

A partir de ese recibimiento, Abraham Chavelas, el motor de esta iniciativa, se ha dado a la tarea de dar forma a lo que fue, ni más ni menos que una inspiradora idea de “continuar la fiesta para contrarrestar la violencia”. “Más Música, Menos Balas” está ahora en proceso de convertirse en una Asociación Civil con todas las de la ley, y el logotipo, que ya ha sido usado, recreado y reinventado por los propios seguidores y artistas, tomó una definitiva y vigorosa imagen.

“Como comunicador que soy, sé muy bien que las palabras y la imagen deben hacer su propia labor. Deben llegar a la gente en el momento y de la manera correcta. Sólo así el mensaje será eficaz. Aunque el inicio fue muy espontáneo, muy de corazón, desde el principio nos dimos cuenta de que iba a funcionar, pero como artistas, como activistas, como trabajadores por la paz o como sea que quieran llamarnos, supimos muy pronto que el mensaje debía de ser muy claro: positivo, incluyente y a favor de la no violencia. En este tiempo, han aparecido posibles patrocinadores pidiendo que cambiemos el nombre, que quitemos la palabra ‘balas’, por ejemplo… ‘porque les parece agresivo’. Y yo pienso: ¿les violenta una palabra pero no lo que sucede en México? Y conste: he tenido que sacrificar un ‘buen varo’ a cambio de mantener el espíritu con el que nacimos”, explica.

 

Arte y la cultura… esos ‘lujos’ en tiempos de guerra

Voluntarios. Aquí todos son voluntarios. Desde el propio Chavelas hasta la gente que lo apoya en Acapulco o quienes se han sumado en otros lugares. Los más cercanos, incluso ponen dinero de sus bolsillos para llevar a cabo los eventos que de otra forma serían impensables si dependieran de presupuestos oficiales. De hecho, la campaña ha creado la figura de “Embajadores de Más Música Menos Bala”. Gente de todas las edades, de todas las profesiones y de varias ciudades de México y del mundo, para esparcir y hacer crecer un mensaje que es en realidad, un llamado a volver a la normalidad para evitar seguir por este camino donde “normalizamos lo anormal”: la violencia y la barbarie.

“Hay gente de todo tipo y cada vez de más y más lugares. Cada uno aporta lo que puede. Los artistas ponen su trabajo, o mencionan la campaña. Los compañeros de aquí o de otras partes ponemos nuestro dinero y nuestra energía para sacar copias, ayudar en la organización, invitar gente, mover el mensaje… lo que sea para lograr que la gente salga de nuevo de sus casas, que pierda el miedo y recupere los espacios públicos que son suyos por derecho. Esta es la cara bella de México. Este es el país que no se ha rendido ante la situación, y que no piensa sentarse a esperar a que termine, sino que está dispuesta a hacer su parte”, afirma.

De manera casi artesanal, “Más Música, Menos Balas” ha mandado a hacer camisetas y de lo más variopintos souvenirs para sufragarse los gastos de hacer algo por la paz en México. Su objetivo de “fomentar la educación y la inmersión en el arte y la cultura como medios de sanación y transformación de la sociedad”, se vuelve una labor especialmente titánica en un país que da pasos agigantados para convertirse en una “economía de guerra”.

Fuerte pero cierto. Si se aprueba la propuesta del presidente Felipe Calderón, México tendría en 2012 el presupuesto en seguridad más alto de su historia, con casi 155 mil millones de pesos, un aumento de 13% con respecto a la ya elevada cantidad ejercida en 2011. En su propuesta enviada al Congreso mexicano, el mandatario no solicita ningún aumento presupuestario para la salud pública, mientras que el gasto en educación plantea elevarse apenas en 1.9% , y el rubro de Desarrollo Social crecerá menos de 5 por ciento. Así las cosas. Y cuando las divisas se mueven en pro de la guerra, es seguro que habrá pocos dividendos para la paz.

La paz es melodía, la guerra suena mal y el miedo es silencio

Si es verdad aquella frase que dice que “el silencio también es un crimen”, entonces quizá habemos muchos mexicanos cometiéndolo ahora mismo. Callando. Temiendo. Encerrándonos. Desentendiéndonos. Dejando el paso libre para la voz de la violencia.

“Sí, soy consciente de que no podemos parar todos los males que existen ahora mismo. Lo que sí podemos y (yo creo que) debemos hacer es elegir vivir de forma valiente y no dejarnos llevar por el temor. Es una decisión personal y puede convertirse en una decisión colectiva (…) Ahora bien, sobre nuestra postura: me parece que no nos corresponde a nosotros decir quiénes son los ‘buenos’ y quiénes son ‘los malos’, porque a veces los buenos no lo son tanto, y los malos no son como los pintan. La ley o la historia harán su parte. Lo que nosotros queremos precisamente, es que todos seamos parte de la ley y de nuestra historia”, comenta Chavelas.

“A México lo salvarán la cultura y la educación, no las balas”. Esta frase, increíblemente similar a lo que afirma Abraham Chavelas, la dijo en una entrevista Juan Villoro, periodista, ensayista y literato, pero ante todo, mexicano. Por eso, porque vive y conoce la realidad del país, Villoro sabe de lo que habla. “(tal vez) –afirma- es más difícil superar los problemas de la criminalidad a partir de la educación y la cultura, pero es la única forma moralmente ética de hacerlo (…) la única forma duradera de conseguirlo”, dice el escritor.

Y esto es ni más ni menos, lo que propone esta singular y animosa campaña de “Más Música, Menos Balas”.

“¿Que si tengo miedo? –(Chavelas guarda un momento de silencio… lo medita un poco…)–. No. La verdad no había pensado en eso. No lo pienso. Mi decisión como la de todos es vivir. Y por ahora, vivo para hacer esto que estoy haciendo ¿Qué cuál es mi sueño? Pues… me encantaría que la campaña “Más Música, Menos Balas” se terminara. Mañana mismo o la siguiente semana. Que no tuviéramos éxito porque nuestra acción ya no es necesaria. Obviamente mi sueño es que haya paz en México y que volvamos todos a salir por ahí de fiesta… todos, a cualquier parte y a todas horas… sin miedo”, concluye.

Cristina Ávila-Zesatti
Es periodista especializada en temas internacionales y en el llamado ‘Periodismo de Paz’. Fundadora y editora general del medio digital Corresponsal de Paz www.corresponsaldepaz.org
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