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México: la economía de los meses sin intereses y sin cuentas de banco

30/05/2018 - 2:32 pm

Hoy Gonzalo es fundador y CEO de Clowder Tank, una empresa dedicada a asesorar y acompañar a otras compañías en la ruta hacia la transformación digital. Pero antes de eso, en el último año de la licenciatura en Comunicación, escribió un ensayo sobre un concepto que hace décadas sonaba a marciano y que hoy todavía es complicado de entender: la neutralidad de la web. Le llamaron de Microsoft, le ofrecieron pagarle el último semestre de la universidad y lo contrataron. Fue el encargado de traer a México Hotmail e Internet Explorer.

Por Ana Gabriela Jiménez 

Ciudad de México, 30 de mayo (Economía Hoy/SinEmbargo).– Una mujer cualquiera en una ciudad cualquiera de México se dispone a trapear. Pero antes de comenzar la repetitiva tarea de sumergir el mechudo en agua con detergente para pasarlo por metros y metros cuadrados de superficies polvorientas saca su Smartphone, abre una app, selecciona su telenovela favorita y lo acomoda en un pequeño hueco especialmente diseñado por ella, esculpido con la ayuda de un encendedor con el que moldeó el plástico de la cubeta. Ya con el teléfono debidamente colocado de manera que éste no se mueva de su lugar, le da al play y comienza la labor con la que sacará lo suficiente para pagar sus necesidades básicas, la mensualidad 15 de 36 sin intereses de su celular y, de vez en cuando, tiempo aire. Este es solo uno de millones de ejemplos que para Gonzalo Alonso, el primer director de Google en México, ilustran lo que él llama “la capa media de la tecnología social en México”. Se refiere con ello al fenómeno en el que millones de mexicanos tienen acceso a internet a través de teléfonos inteligentes, mediante financiamientos costosos y sin la posibilidad de explotar la tecnología que tienen en sus manos a su máximo potencial.

Si a esta capa de la población le preguntas “¿qué incentivo te puedo dar yo para que pruebes algo tecnológico? Te dicen ‘dame tiempo aire, o dame Netflix'”, asegura Alonso en entrevista para economiahoy. “Lo tienen clarísimo”.

Hoy Gonzalo es fundador y CEO de Clowder Tank, una empresa dedicada a asesorar y acompañar a otras compañías en la ruta hacia la transformación digital. Pero antes de eso, en el último año de la licenciatura en Comunicación, escribió un ensayo sobre un concepto que hace décadas sonaba a marciano y que hoy todavía es complicado de entender: la neutralidad de la web. Le llamaron de Microsoft, le ofrecieron pagarle el último semestre de la universidad y lo contrataron. Fue el encargado de traer a México Hotmail e Internet Explorer. Durante un sabático se dedicó a fundar Mercado Libre y luego Google lo fichó para ser su director de mercados de habla hispana. En el camino escribió el primer libro en español que explica el fenómeno de internet en América Latina: “La revolución horizontal”, y recibió un León de Oro en Cannes Lions por el desarrollo de la app AI Buddy, una especie de “amigo digital” para acompañar a niños estadounidenses cuyos padres habían muerto en la guerra.

La percepción común en México es que la gigante de las telecomunicaciones, América Móvil, es la gran responsable de que México tenga una de las mayores penetraciones de internet y smartphones de América Latina. “Pero no, es Coppel”, dice entre risas.

“Tenemos una plataforma muy sofisticada de estos aparatos porque hemos encontrado la forma en instituciones privadas, no públicas, de dar crédito con diferentes medidores a diferentes capas de la población”, explica. “Tenemos esta tele de cable con 18 canales de repetición de deportes y solo dos de repetición de telenovelas porque ¡claro! En América Latina los hombres se quedan siempre en casa y todas las mujeres salen a trabajar”, dice con sarcasmo. “La mezcla está perfectamente al revés. Si llegas y le das a una ama de casa tiempo aire ella sube una nueva app y la prueba, pero todavía tenemos una economía en la que todo es a cambio de 36 meses sin intereses. Están pagando cuatro veces el valor de su Smartphone con su crédito pero no están bancarizadas, entonces la mitad de las cosas que pudieran hacer ahí para facilitarles la vida no las tienen, no tienen tarjetas de crédito ni de débito para hacerlas”.

En un país de más de 120 millones de habitantes existen 29 millones de adultos que tienen un teléfono celular, pero no tienen una cuenta de banco. Sólo el 20 por ciento de los adultos cuenta con una tarjeta de crédito departamental y el 11 por ciento tiene una tarjeta de crédito bancaria según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2015. Un estudio de Mckinsey Global Institute indica que un mayor uso de servicios financieros digitales podría aumentar el PIB de México en 90 mil  millones de dólares para el año 2025. No obstante, apunta Alonso, en México hay más de 60 millones de cuentas de Facebook. “Estamos en una especie de jetlag digital”, lamenta.

COMERCIO ELECTRÓNICA: SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS

Uno de los temas que se están renegociando en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que tan “estresados” tiene a los mercados financieros en México, es el comercio electrónico, un mercado que hoy tiene en jaque a los grandes minoristas estadounidenses como Walmart o Sears, y que ha construido la fortuna del que hoy es el hombre más rico del mundo: Jeff Bezos, el fundador de Amazon.

Durante el último trimestre de 2017, tres de cada cuatro mexicanos con internet realizaron una compra en línea con un gasto promedio de 6,920 pesos, según la Asociación de Internet. El negocio del e-commerce en México es de alrededor de 17 mil millones de dólares anuales, mientras que en el vecino país del norte la cifra es astronómicamente mayor. Solo durante 2017 los estadounidenses gastaron 453, 460 millones de dólares, según cifras del Departamento de Comercio de ese país.

Bancarización aparte, Alonso asegura que en México “se ha hecho un trabajo muy decente” en cuanto a comercio electrónico. “Las tiendas ya están puestas, ya creemos en ellas, Mercado Libre ya hasta está dando créditos”.

El problema, asegura, es que aquí nadie quiere hacer el trabajo sucio. “La sangre, el sudor y las lágrimas del e-commerce en México está en la logística”. Para el fundador de una de las mayores plataformas de compra-venta en línea en América Latina hacen falta por lo menos 200 millones de dólares en inversión, “pero no en una nueva start-up, sino en alguien ultra tradicional que sepa hacer bien logística”.

Explica que entre empresas de paquetería como DHL y UPS los productos que en línea se encuentran a precios accesibles llegan a manos de los consumidores más o menos a tiempo. Llevar un producto de Amazon a una zona apartada de Hidalgo es un reto monumental.

“¿Quién va a querer invertir 350 o 400 millones de dólares en México en infraestructura cuando no puedes manejar las carreteras de punta a punta por el narcotráfico? En donde no tienes trenes ligeros que lleven mercancía emergente de un lugar a otro, que dispongan de inventarios activos. Lo que quiero decir es que si no arreglamos esa parte social que tenemos rota en México, todas esas puntas de lanza que funcionan increíble en Suecia, Inglaterra o Noruega aquí no van a poder llegar, porque si compras el Álbum Panini en línea no te garantizo que pueda llegar con tus estampitas antes del primer día del Mundial, entonces ¡de qué te sirvió tener el mejor e-commerce? Lo encontraste rapidísimo, lo compraste rapidísimo… te llegó dos meses después”. Es ahí en donde está la clave, afirma Alonso. En ese ‘impasse tecnológico’.

Menciona el caso de Estonia, en donde los ciudadanos tienen una credencial de identificación con un NIP que permite consultar su situación de seguridad social y hasta de impuestos. Se trata, desde luego, de un país con dos millones de habitantes. “Aquí somos 120 millones de mexicanos, pero mientras allá están jugando con estos modelos aquí tenemos 20 millones de compatriotas que no saben de qué van a comer en dos horas, es una situación que si no trascendemos, lo demás no puede trascender, porque la transformación digital solo le va a llegar al Chapo Guzmán si él se entera de que esa es una opción”.

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