La guitarra como ametralladora: La vida fantástica de Johnny Ramone

30/06/2015 - 12:03 am
Johnny Ramone cuenta su vida en el tono iracundo y desafiante que siempre lo caracterizó. Foto: Especial
Johnny Ramone cuenta su vida en el tono iracundo y desafiante que siempre lo caracterizó. Foto: Especial

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).- “Conducía yo plácidamente por las calles de Los Angeles cuando, de pronto, un tipo pasmado ante mí me suelta: ‘¡Eh!, ¿conduciendo un Cadillac…? ¿Qué tiene de punk conducir un Cadillac como éste?’ Le dije: ‘¿Pero qué diablos dices? Yo escribí el libro del punk y sólo a mí me ha sido dado decidir lo que es punk y lo que no lo es’.”

Suavecito no es. Concesivo, menos. Y aunque él mismo no se explica por qué, la ira y la reticencia hacia casi toda la especie humana fueron sus sellos distintivos. No sabía ser modesto y todo lo bueno que pasó con su banda Los Ramones, fue por él mismo a él mismo atribuido.

Así era Johnny Ramone, nacido en 1948 y muerto en 2004, cuando apenas tenía 55 años, víctima del cáncer de próstata y que lo cuenta todo según sus términos en la autobiografía titulada Commando y que ha comenzado a distribuir en nuestro país la editorial Malpaso.

“Es magnífico leer la historia de Johnny Ramone contada por él mismo. Es como si te recibiera en su casa. El relato posee su cadencia, su compás, su ritmo. Te engancha, se lee de un tirón, exactamente como a él le hubiera gustado”, dice en el prólogo Tommy Ramone, el último miembro fundador de la banda en fallecer (el 13 de julio de 2013) y quien es a menudo mencionado por Johnny.

El libro tiene imágenes prodigiosas y, de acuerdo, el estilo es ese que describe Tommy. No hay aquí grandes metáforas ni una palabra cincelada con pasión literaria. Es Johnny escupiendo. Es Johnny dando por terminado un debate antes de empezarlo. Es Johnny en blanco y negro, siempre salado, nunca dulce, porque ese era su sino.

Johnathan William Cummings fue uno de los míticos fundadores y guitarrista de la banda de punk los Ramones, desde su formación en 1974 hasta su concierto de despedida y cierre en 1996.

Fue delincuente juvenil y obrero de la construcción, hijo único de un matrimonio que parecía consentirlo en todo y el enojo constante fue su sello de distinción a lo largo de toda su corta vida.

Los Ramones, una banda mítica, cuyos integrantes fallecieron. Foto: Facebook
Los Ramones, una banda mítica, cuyos integrantes fallecieron. Foto: Facebook

“La verdad es que nunca sentí que perdía la cabeza: era sólo mi manera de vivir. Yo era el matón del barrio. Una vez, antes de que formáramos el grupo, le di una paliza incluso a Joey, nuestro vocalista, allá en nuestro barrio. Yo tenía 21 años y el 19; habíamos quedado para ir al cine, pero como llegó tarde le metí un buen puñetazo. Y es que no tenía ninguna excusa para llegar tarde”, se justifica Johnny.

Con el tiempo, muchas más serían las cosas que alimentarían las peleas entre Johnny y Joey, un enfrentamiento que alcanzó su punto extremo cuando Linda Michelle dejó al cantante por el guitarrista, un hecho por cual estos jamás volvieron a dirigirse la palabra.

La enemistad podríamos decir que literalmente duró hasta la muerte, pues cuando Joey Ramone falleció a causa de un linfoma, en 2001, Johnny ni siquiera fue a su funeral.

En su autobiografía, Joey no es bien recordado.

“Estaba, eso sí, el asunto obsesivo compulsivo de Joey, que si nos causaba auténticos problemas. Tenía un comportamiento errático, como el que va tocando cosas mientras anda por la calle y estaba siempre enfermo, incluso al principio del viaje, y ya en la carretera nos había forzado a cancelar giras. Además, llegaba tarde a todas partes. Teníamos que mandar a Monte a su apartamento una hora antes para conseguir que estuviera en la furgo”, cuenta Johnny.

“Para mí era imposible entender ese modo de ser, bajar las escaleras mientras lo esperábamos, no quería ni saber qué le pasaba porque lo único que me interesaba era resolver el problema y llegar al trabajo a tiempo. Esa era la gente con la que trabajaba y había trabajo qué hacer”, agrega al referirse a esa “banda de tres acordes” que desde el inicio tomó como su fuente principal de subsistencia.

Aunque hacia el final del libro y con el mismo estilo crudo y casi demente, Johnny levanta un estandarte en memoria de su antiguo compañero de agrupación.

“Joey era irreemplazable a pesar de lo pelmazo que era. Y aunque fue la persona más difícil que he tratado en mi vida, no quería que muriera y no quería tocar sin él al margen de cómo estuvieran nuestras relaciones: íbamos juntos en eso. Y él nunca se marchó. Rompimos y murió. Y ese era el fin de los Ramones porque yo no iba a tocar sin él”, dice.

“La verdad es que creí que no me afectaría pero sí lo hizo, por extraño que sea; supongo que empecé a echarlo de menos, pero su vida dejó huella así que aún está entre nosotros”, agrega.

NUNCA FUE NI QUISO SER UN BUEN TIPO

Johnny Ramone podría ser definido como un misántropo adaptado, un tipo que no fue ni quiso nunca ser una buena persona. Al menos su concepto de buena persona era peculiar y no seguía la ola social ni las tendencias. Poco dado a las mitomanías, no le impresionaba la fama del prójimo y su manera de enfrentarse al mundo era la de un hombre que se creía mejor que el resto.

Así lo refleja en Commando, un manual de cómo hablar mal de los otros y bien del autor, aunque en esto nunca se muestra tampoco con autoindulgencia y no tiene problemas, por ejemplo, en admitir lo pésimo que era musicalmente en sus inicios o lo mucho que le costaba la comunicación con los demás.

“Mientras tuvimos la banda, siempre me molestó tener tratos con gente con quien no quería tenerlos y me irritaba cuando pasaba. Ya tenía que estar siempre con los de la banda y con Joey me enojaba. Y otro tanto si iba a un club a escuchar a un grupo, tampoco quería encontrarme con gente que no me gustaba, ni quería ver gente del pasado. Si estábamos en 1982, no me gustaba encontrarme a alguien de 1977, quería avanzar. Era un sentimiento general a veces bastante rígido”, concede Johnny Ramone.

El volumen contiene decenas de fotos inéditas y un pintoresco surtido de materiales complementarios: desde una evaluación de los discos ramonianos hecha por el propio Johnny hasta varias páginas de sus legendarios “libros negros” pasando por unas listas donde consigna sus muy insólitas preferencias, desde los favoritos del Partido Republicano –al que adscribía con fervor-hasta la lista de sus mejores cantantes, encabezada –cómo no- por su ídolo Elvis Presley.

Lo mejor de todos los tiempos según Johnny Ramone: Béisbol / Rocanrol / Política / Elvis / Películas de terror / Cine / Películas de rock / Películas de ciencia ficción / Libros de consulta / Televisión

LA ENFERMEDAD DE JOHNNY RAMONE

En este tratado de honestidad brutal, sin duda el capítulo más conmovedor es el dedicado al cáncer de próstata que acabo con la vida de Johnny Ramone a edad temprana.

La enfermedad terminal le fue diagnosticada a un hombre que nunca había estado enfermo, que en los tratamientos dentales se negaba a ser anestesiado y que cuando tuvo una peritonitis casi mortal fue conduciendo él mismo, en un grito de dolor, rumbo al hospital.

“Yo era de Los Ramones, pero eso no sirve de nada cuando tienes cáncer de próstata”, se lamenta el guitarrista.

“En junio del 2004, desarrollé una infección que casi me mata. Ya no me encontraba bien hacia finales de mayo y ni siquiera me acuerdo de si me fui conduciendo al hospital, sino sólo que me encontraba peor”, cuenta.

Una autobiografía para fanáticos. Foto: Especial
Una autobiografía para fanáticos. Foto: Especial

“Estuve inconsciente todo el tiempo, una semana y lo que había pasado es que algo de lo que me habían dado, algunos de los tratamientos, me había envenenado. Le dijeron a mi mujer que iba a morir, que tenía menos de un uno por ciento de posibilidades de sobrevivir. Había una pizarra en la pared cuando desperté aquel día y Linda y Lisa Marie Presley estaban sentadas junto a mí”, agrega.

Johnny Ramone falleció el 16 de septiembre de 2004. Había perdido la batalla contra el cáncer. Junto a su cama, acompañándole, han estado hasta el final su esposa Linda, el cantante de Pearl Jam, Eddie Vedder, el guitarrista de Red Hot Chilli Peppers, John Frusciante, y el músico Rob Zombie.

En Commando, su íntima amiga Lisa Marie Presley lo recuerda así: “Johnny fue un querido amigo. Era gruñón y leal, de buen corazón, en el fondo blando, de maneras provocadoras y…gruñón. Jugó un papel paternal en mi vida y yo lo respetaba y lo quería hondamente. Johnny elegía cuidadosamente a los que quería en s mundo y me siento afortunada de haber sido una de ellas”.

Su esposa, Linda Ramone, la mujer de la discordia entre Joey y Johnny, también lo evoca con amor profundo: “Mi marido y mejor amigo durante 20 años, Johnny Ramone, siempre me decía: -Linda, soy único, soy una leyenda y siempre tengo razón- Y nos reíamos”.

“Todas las mañanas, mientras desayunábamos gofres con arándanos hablábamos sobre todo y sobre todos y si los gofres no estaban perfectos o no quedaban arándanos, me echaba una de esas miradas de las que sólo él era capaz y me decía: -¿Por qué, qué he hecho mal?- Y volvíamos a reírnos”.

“Conseguir conservar su legado vivo, algo que era tan importante para Johnny y ser presidente de Ramone Productions y de JRALLG (el ejército de Johnny Ramone) es lo más maravilloso que puedo hacer por él. Amo y añoro a mi marido y mejor amigo Johnny todos los días de mi vida.

Y la verdad es que era único, que es una leyenda y que siempre tendrá razón”.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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