Artes de México

CRÓNICA | Primera época de la revista Artes de México

30/06/2019 - 12:01 am

En esta segunda entrega se abordan otras etapas de la revista Artes de México, como los momentos complicados debido al fallecimiento de Salas Anzures, cómo la revista cambió de manos en 1968 iniciando la nueva administración con los números 92-93 hasta 1987 cuando la revista termina con una época.

Por Raúl Cano Monroy

NUEVOS CIMIENTOS (1964-1966)

En este tiempo, la publicación tuvo un momento complicado debido al fallecimiento de Salas Anzures por una enfermedad hepática. No obstante, Siemiacytki permaneció como gerente e invitó al escritor y crítico literario José Enrique Moreno de Tagle para estar al frente de la revista. Un año después, ya en solitario y con la disolución del patronato que otrora financiara parte de la publicación, Moreno de Tagle instaló la casa editorial en una antigua edificación marcada con el número 132 de la Calle Rosas Moreno de la Colonia San Rafael.

De nueva cuenta, el estilo editorial de la revista se renovó, volviéndose más un libro lujoso al aumentar su paginación de 120 a casi 230 páginas con más ilustraciones, textos especializados y fotografías a página completa. Asimismo se editaron monografías sobre las ciudades más importantes del interior de la república, dejando como testimonio la modificación urbana y la pérdida o destrucción del patrimonio de algunas de ellas, así como los museos y sitios turísticos e históricos. Una peculiaridad en esta etapa es la numeración doble. Es decir, unir dos números. En la época de Salas Anzures este recurso se utilizaba de manera alternativa. Así, la periodicidad de la revista fue bimestral o trimestral.

El consejo de redacción estuvo conformado por el propio Moreno de Tagle, el poeta Elías Nandino, Edith Muñoz y Jorge Yáñez. La revista, por primera vez, contó con un consejo de asesores, integrado por Rafael Solana, Manuel Barbachano, Arturo Arnaiz y Freg, Francisco Monterde, Eusebio Dávalos Hurtado, Jorge L. Medellín, Justino Fernández y Francisco de la Maza. Entre los colaboradores frecuentes de este periodo podemos mencionar a Francisco de la Maza, Xavier Moyssén, Electra y Tonatiuh Gutiérrez y Salvador Novo.

“Museo Nacional de Antropología”, antigua época de Artes de México, núm. 66/67, 1965.
“Pintura popular y costumbrista del siglo XIX”, antigua época de Artes de México, núm. 61, 1965

Esta etapa constituye una de las más breves y de la que menos se habla en la historia de la revista. No obstante, las ediciones bajo la dirección de Moreno de Tagle gozaron de una enorme aceptación. Entre ellas sobresale Pintura Popular y Costumbrista del siglo XIX, que comprendía el retrato civil, la pintura costumbrista o cotidiana, los retratos funerarios, la pintura religiosa iconográfica y los retablitos o exvotos.

También son dignas de mencionar las ediciones Vidrio, Cerámica y Metales, El deporte prehispánico, Mares mexicanos, las ediciones dedicadas a Puebla, Querétaro, así como la monografía del Museo Nacional de Antropología que fue el catálogo oficial de la nueva edificación proyectada por Ramírez Vázquez, recientemente abierta al público. El libro dedicado al Anahuacalli: Museo Diego Rivera fue especial porque constituyó una de las primeras fuentes bibliográficas de la apertura de ese museo. En él se relata la historia del recinto desde los intentos de Rivera por fundar dicho espacio que, desgraciadamente, no logró ver concluido. Para este número participaron quienes trabajaron en el proyecto museográfico y arquitectónico: Juan O’ Gorman, Carlos Pellicer y Ruth Rivera.

ABUNDANCIA EDITORIAL (1967-1979)

En el segundo semestre de 1967, la revista cambió de manos, iniciando la nueva administración con los números 92-93, Museo Nacional de Historia. Dirigida ahora por Virgilio M. Galindo y José Losada Tomé se formó un nuevo consejo de administración, conformado por René D. Galindo, Raúl Horta, Francisco Fernández Cueto y José Ordoñez de la Vega. La sede de la revista cambió esta vez al número 262 de la calle Amores, en la Colonia del Valle, al sur de la Ciudad de México. Ésta es la etapa más próspera de la revista, en la que se publicaron la mayor cantidad de números considerados bibliografía primordial para algunos especialistas. Muchos temas fueron inusuales porque no habían sido analizados desde el punto de vista artístico e histórico: Toreo en México, Filatelia, Historieta mexicana, Agustín de Iturbide, Fray Pedro de Gante, El itinerario de Cortés, La Charrería, Culturas de Occidente, La sierra de Puebla, El teatro en México, La época de Juárez, La Fauna en el arte, Netzahualcóyotl poeta, La dualidad en el arte prehispánico, Rito Mito y Hechicería, Reseña del retrato mexicano, Un siglo olvidado de escultura mexicana (siglo XIX), entre otros.

“Museo Nacional de Historia. Castillo de Chapultepec”, antigua época de Artes de México, núm. 92/93, 1967.
“La charrería”, antigua época de Artes de México, núm. 99, 1967

Al principio de este nuevo rumbo, la revista se suspendió dos meses por el cambio de editores. Esta ausencia fue justificada y advertida; a los suscriptores se les envió, a manera de compensación, un cuadernillo dedicado a Xochimilco, la iglesia y el convento, acompañado de un breve texto de Gonzalo Obregón.

También en esa época se dio la bienvenida a nuevos asesores, entre los que sobresalió Clementina Díaz de Ovando, única mujer en el consejo desde su instauración en los años sesenta. Se integraron además Paul Gendrop, Miguel León-Portilla, alternando con los colaboradores de batalla como Obregón, quien coordinó muchos de los números dedicados al arte novohispano, Teresa Castelló Yturbide, María de los Ángeles de las Vilas, Elisa Vargas Lugo, Eduardo Matos Moctezuma, Otto Schöndube, entre otros. La edición corrió a cargo de David A. Barr como responsable de redacción, mientras que el diseño gráfico y formación de la misma estuvieron a cargo de Sergio Dueñas. Años después, Sandra Sámano tomó la dirección del diseño.

La revista se abrió a historiadores, críticos de arte, antropólogos, etnólogos y a especialistas en otros campos que, a simple vista, no tenían relación con el arte y la cultura mexicana. Ejemplo de esto fue el número 171, Crónica del traje militar del siglo XVI al XX, que incursionó en la historia detallada y exhaustiva de la indumentaria militar. Joseph Hefter, un especialista en historia militar, fue el encargado de realizar esta investigación. En la edición desfilaron los tipos de guerrero de la época prehispánica, el aventurero hispano con armadura y montado a caballo de la Conquista, el mosquetero del Siglo XVII, las milicias urbanas del Siglo XVIII, las tropas insurgentes del XIX, las tropas revolucionarias de la primera década del Siglo XX, así como el miliciano de la segunda mitad del Siglo XX. De igual manera en el número 174 Caballos, se dio cabida a especialistas en la cría de equinos, mostrando una lista de las diferentes razas; en estas ediciones se incluyeron textos de autores como Luis G. Inclán.

Para la colección de 1968, la revista publicó números clásicos: Monedas de México, Flores mexicanas y Vírgenes de México, una compilación importantísima sobre las advocaciones marianas más veneradas del norte y sur del país: la Virgen de San Juan de los Lagos, Zapopan, Remedios, Rosario, Nuestra Señora de la Bufa y otras más.

“Flores de México”, antigua época de Artes de México, núm. 104, 1968
“El dulce en México”, antigua época de Artes de México, núm. 121, 1969.

Jaime Saldívar, el famoso pintor naif, coordinó las ediciones 107 y 108 relacionadas con la cocina mexicana, donde se mostró, desde distintos frentes, la historia y tradición del arte culinario mexicano. Estos números también revelaron recetas de cocineras y algunos menús de los principales restaurantes y casas de banquetes de nuestro país. Entre estos, sobresalió la muy famosa Mayita y, para condimentar la edición, se incluyó el relato culinario de Novo en su faceta como anfitrión del restaurante Teatro La Capilla.

Para 1969 se publicaron un par de números enfocados a dos de las tradiciones que aún permanecen en nuestro país: El dulce en México que mostraba la rica variedad artesanal que aún podemos ver en los mercados y tianguis de provincia y Juguete en México que recapitulaba aquellos juguetes elaborados de barro, madera y metal, los cuales han sido desplazados, en su mayoría, por los de facturación industrial.

Otro número que merece mención es el 131, Libros Mexicanos, en el cual se mostró una selección de incunables, algunos libros de la SEP, ejemplos de la producción tipográfica de la Escuela de las Artes del Libro y un estudio muy completo acerca de los ex libris mexicanos, material referente para los bibliógrafos mexicanos. Las canciones de infancia fueron un campo curiosamente abordado en la edición número 62, Lírica infantil mexicana, ilustrada con trabajos realizados por niños de las escuelas de educación artística del INBA, de la que egresaron algunos alumnos que posteriormente se dedicaron a la pintura de manera profesional.

Las rutas de comercio también fueron una temática que la revista trató en varias ocasiones desde la época colonial, específicamente las que se establecieron con Asia. El número 143 fue dedicado a El Galeón de Manila; en él se mostró el itinerario de esta embarcación que llegaba desde Filipinas al puerto de Acapulco, así como el intercambio de productos como las especias, poniendo particular énfasis en el marfil hispano-filipino, donde la imaginería religiosa fue protagonista (muchas de estas piezas se conservan en distintos museos actualmente). En 1977 se volvió a abordar este tema, ya que el número 190 fue dedicado al Arte en el comercio con Asia; en la portada aparecen tres cabezas de un Niño Dios y dos vírgenes talladas en marfil. Este número coincidió con el cierre de este ciclo de la publicación.

“Mitos, ritos y hechicerías”, antigua época de Artes de México, núm. 124, 1969.
“Libros mexicanos” antigua época de Artes de México, núm. 131, 1970.

ÚLTIMO RESPIRO (1979-1981)

A mediados de 1979, con los números 194-195, Zacatecas, inició el ocaso de la publicación. La dirección estaba a cargo de quien fuera patrocinador desde los primeros números y miembro honorario del consejo asesor, el director cinematográfico Manuel Barbachano Ponce. Junto con su consejo de administración, conformado por Adolfo Patrón, Augusto Elías y Enrique Hernández Pons, la coordinación editorial de Olga Clemenzó Queipo y la producción de Alfonso Romero Jiménez, Barbachano pudo acrecentar algunos números de la serie.

En este periodo, frente a la solicitud de algunos lectores deseosos de completar su colección, se hicieron facsímiles de los primeros números. Para lograrlo Barbachano tuvo que pedir a varios suscriptores y seguidores de Artes de México las ediciones, ya que la mayoría estaban agotadas o eran de difícil acceso. Los números que se consideraron fueron los primeros sesenta, que pertenecían a la llamada “Época de oro”, aunque finalmente sólo se imprimieron doce. Estos se anunciaron vía correo postal y los interesados podían apartar un ejemplar antes de que se agotara nuevamente.

Los números de Artes de México con los que se dio fin a esta primera época, que duró más de 27 años, fueron El Transporte en la historia de México, La pintura de Charrería, Monjas Coronadas, un clásico fundamental para los estudiosos e interesados en este género pictórico novohispano —me atrevería a decir que la mayoría de las investigaciones recientes toman la espina dorsal de esa edición —, preparado por Rogelio Ruiz Gomar, Guillermo Tovar de Teresa y Josefina Muriel, quien publicó una primera, pero pequeña investigación de la pintura de monjas en 1952. Finalmente el número Actualidad gráfica: Panorama artístico fungió como catálogo de la exposición constituida por el acervo de Cartón y Papel de México, presentada en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México en 1980.

“El galeón de Manila”, antigua época de Artes de México, núm. 143, 1971.
“La dualidad en el mundo prehispánico”, antigua época de Artes de México, núm. 173, 1974.

El último número merece una mención aparte: fue una edición con un tema extraño, tanto como para que fuera el cierre de la publicación: San Francisco de Asís y el arte en México, con el que también se celebró el octavo centenario del natalicio del santo. Este número, que fue coordinado por integrantes de la orden franciscana, se encuentra desconectado de la línea editorial, aunque profusamente ilustrado y alimentado con textos relacionados a la iconografía y al patrimonio arquitectónico franciscano de nuestro país.

La última sede de Amores #262, de acuerdo a Silvia Sierra, quien trabajó ese tiempo en el área de ventas de la editorial, continúo abierta durante casi ocho años después de que la revista dejara de editarse; los diversos números aún eran solicitados y la mayoría de las ediciones aún eran buscadas y utilizadas como material hemerográfico para investigadores y académicos*.

Barbachano puso en marcha el plan de buscar una segunda época para la revista. En 1987, este propósito se concretó. Pasaría tan sólo un año para que la nueva era de Artes de México empezara a escribir su propia historia, superando en años a la homenajeada en estas páginas.

*Esta información me fue proporcionada el año 2004 en la tienda de Artes de México (Córdoba, 69, Colonia Roma).

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