El divino arte de dominguear

30/08/2013 - 12:01 am

Domingo
(Del lat. dominĭcus [dies,], [día] del Señor).

1. m. Séptimo día de la semana, primero de la semana litúrgica.

2. m. Méx. Paga semanal que se da a un niño, generalmente el domingo.

Una vez liberada la bestia del viernes, donde todos los demonios se desatan, llega la calma y el remanso del sábado, que precede al día más pesaroso de la semana, por lo menos para muchos. El temido domingo. No sé cómo ni a qué horas, pero su nombre quedó manchado. Propongo una moción para reivindicarlo. Este sacrosanto día debe ser honrado.

El domingo puede ser un día entregado a todos los placeres del universo, a eso que consiste en el divino arte de dominguear.

Hay gente que nació con la sapiencia: saben cómo hacerlo, cómo desplegar todas las plumas, ponerse el mejor vestido, embadurnarse para ir a la fiesta, porque el domingo es una fiesta inamovible. Placer en su máxima expresión. Yo diría que es una habilidad artística, compleja y fascinante. Es concederse todos los permisos del universo, porque seamos honestos, no todos los días lo podemos hacer, de lo contrario sería una barbarie, una especie de bacanal endemoniado y no se olvide que tenemos que perseguir la chuleta, por consecuencia, dominguear es una actividad especial  y saludable para el organismo. El deber ser no existe.

Dominguear no consiste en echar la hueva. No. No es apoltronarse en el sofá a ver todas las películas del mundo y conmiserarse. No es latiguearse, ni atascarse, ni sufrir. No más drama.

Dominguear requiere cierta actitud. Si usted está dispuesto a deshacerse de las frases Godinezcas que han manchado la reputación del domingo, intente abrir su mente a nuevas ideas. La premisa es hacer lo que uno guste y mande. Explaye sus gustos, desbórdese en ellos, a pecar con lujuria y gusto. El domingo es, a partir de ahora, el día más opulento de la semana.

Uno abre el ojo por milagro. Al ritmo natural de la respiración, después de un sueño reparador, nos regodeamos en la cama una media hora. Checamos el plan del día. ¿Qué tengo ganas de hacer? Después, básico y vital, ¿con quién tengo ganas de hacerlo? Y, tercero, ¿qué opciones tengo?

Una vez contempladas las tres variables, las posibilidades crecen. No limite sus domingos a la contemplación infinita del televisor, a pedir el mismo tipo de pizza o ir a comer a casa de sus padres. Eso sí, para dominguear, requerimos cortar el cordón umbilical. Nada es por compromiso. El cuerpo deberá decidir por nosotros, ya sea para levantarse a correr, a tirar rostro en la plaza para entrar a misa de 10 o ponerse al corriente de todos los resúmenes de los resúmenes de la tercera jornada del fútbol mexicano (con sus consecuentes depresiones – y alegrías–, arriba mis Chivas).

Asuma su naturaleza. ¿Qué le va al América? Jálese con el equipo y vaya a echar porras al estadio. ¿Le fascina comer bien pero no tiene lana? Júntese con amigos y ase carne o verduras, destape la bebida de su preferencia y desate sus vicios, con moderación y cachondez. ¿Tiene perro? Perfecto, sáquelo a pasear porque no hay nada mejor para socializar que tener una mascota. Sí, esto va para los solteros.

Es el día perfecto para hablar por teléfono, tirado en el piso o en el sofá a comentar las últimas novedades de la semana. Le sugiero que lo haga por la mañana, porque la tarde le imprime nostalgia a las llamadas telefónicas.

Pruebe a variar los horarios de la comida, cambiar la rutina de la acostumbrada visita familiar o variar al proveedor de comida a domicilio. Si usted siempre cocina, al revés, mande a volar a sus hijos o a sus respectivas parejas y dígale que va a pedir aquello que se le antoje, o que bien, cada quien se haga quesadillas.

Nada como despertar y quedarse un rato en la cama. Pararse a poner el café, mezclado con un poco de leche y té chai, para lograr una mejor consistencia. Quedar para comer a las seis de la tarde con los amigos, lo que nos da siete horas de total aberración a las costumbres y responsabilidades. Así que uno empieza por leer la sección del periódico por la que generalmente NO EMPIEZA.

Explorar música nueva, ponerla a todo volumen en la casa mientras prepara el desayuno. Tomar un baño, salir de casa sin una gota de maquillaje, eso sí, decente, no se trata de ponerse las peores garras. El domingo es una fiesta y para ir a una fiesta, hay que hacerle honor al término.

¿Salir a qué? Bien puede ser a caminar, a colarse en algún teatro pequeño de la ciudad, hacer un picnic en el parque o explorar algún barrio viejo de la ciudad.

Dominguear no discrimina gustos ni preferencias, sólo tiene ciertos criterios básicos.

–       Prohibido asistir a centros comerciales.

–       Prohibido salir de fiesta.

–       Prohibido hacerle caso a su mamá.

Me encantaría saber qué actividades puedo sumar al arte de dominguear. Nada mejor para sacar las perversiones.

¿La mía? Espero sugerencias

@mariagpalacios

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