Avances de México, Perú y Chile contra refrescos y chatarra generarán un “efecto dominó” en la región: WSJ

30/12/2013 - 8:46 pm

Ciudad de México, 30 de diciembre (SinEmbargo).– Desde un impuesto en México a los refrescos hasta leyes que prohíben juguetes en las Cajitas Felices en Chile y Perú, “América Latina se está convirtiendo en un laboratorio para políticas públicas diseñadas para alejar a los consumidores de la comida procesada”, incentivos que “podrían arraigarse y expandirse a otras regiones”, plantea este lunes The Wall Street Journal.

En octubre pasado, destaca el diario neoyorquino, el Congreso de México aprobó un impuesto especial de 8% a los alimentos envasados como las papitas, además de un gravamen fijo de un peso (uno 0.08 dólares) por litro a las bebidas azucaradas. “El gravamen a las gaseosas es considerado por muchos como el intento más importante hasta la fecha por reducir el consumo de bebidas azucaradas en un país grande, tomando en cuenta que México es el segundo mayor mercado de Coca-Cola Co. por volumen de ventas. En Colombia, el ministro de Salud y Protección Social, Alejandro Gaviria, ya sugirió la implementación de un impuesto a las gaseosas en su país”.

También, dice el reporte de Amy Guthrie, se han propuesto regulaciones similares en países más desarrollados, aunque a menudo han sido rechazadas. “No obstante, en América Latina, donde muchos gobiernos se inclinan hacia la izquierda —y no siempre tienen las mejores relaciones con las empresas—, los incentivos para comer de forma más saludable podrían arraigarse y luego expandirse a otras regiones”.

De acuerdo con Barry Popkin, profesor de la Universidad de Carolina del Norte y autor del libro The World is Fat (algo así como El mundo está gordo), quien es citado por el periódico, el impuesto a las bebidas en México podría seguir el mismo curso que las políticas para disuadir el uso del tabaco, que han ganado terreno en muchos países. “Tendremos pruebas dentro de un par de años. Es entonces cuando se empieza a ver el efecto dominó”, dijo el especialista.

Por su parte, las multinacionales argumentan en reuniones privadas con funcionarios que los snacks son un alimento básico para los pobres.

“Las empresas también resaltan su papel de inversionistas, empleadores y contribuidores al crecimiento económico. No obstante, evitan poner trabas judiciales a leyes ligadas a la comida chatarra por miedo a ser consideradas malas ciudadanas corporativas”, expone WSJ.

“El tema de la imagen corporativa es importante, especialmente para una multinacional estadounidense”, plantea entrevista con el diario Manuel Solano, director del grupo de servicios impositivos internacionales para América Latina en Mancera, una firma mexicana miembro de Ernst & Young.

La presión de las empresas ha frenado iniciativas en algunos países. En Chile, los legisladores prohibieron juguetes en restaurantes de comida rápida como parte de una amplia ley para regular la comida chatarra. Sin embargo, cuando el Ministerio de Salud emitió las normas en julio de 2013, permitió a las compañías regalar juguetes y calcomanías siempre y cuando tuvieran una marca registrada.

“La industria está jugando a la política tras bambalinas”, apunta Ricardo Uauy, profesor de Nutrición y Salud Pública en la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical y también en la Universidad de Chile.

En tanto, Guido Girardi, senador y médico que redactó la ley para combatir la comida chatarra, prevé que Chile se vuelva más estricto con los alimentos procesados una vez que Michelle Bachelet, quien es socialista y pediatra, regrese a la presidencia en marzo. Además, espera ganar su apoyo para un impuesto a las bebidas azucaradas, expone el diario neoyorquino

A su vez, Woods Staton, presidente ejecutivo de Arcos Dorados Holdings, el mayor operador de restaurantes de McDonald’s en América Latina y el Caribe, dice que su cadena ofrece comidas balanceadas, con sal, grasa y azúcar agregados dentro de los límites dietéticos.

Staton plantea a WSJ que McDonald’s en América Latina atrae principalmente a familias de clase media en ascenso, mientras que la obesidad afecta de manera más fuerte a los más pobres de la región. “Esos niños no pueden permitirse venir a McDonald’s”, dice.

Los investigadores, agrega el periódico, ven una correlación entre los países con serios problemas de salud y alto consumo de snacks, gaseosas y otros alimentos industrializados. Los mexicanos destinan 45% de sus gastos familiares en alimentos a la comida envasada, según Euromonitor International, mientras que los chilenos gastan 63%. En ambos países, cerca de siete de cada 10 adultos, y casi un tercio de los niños, sufren de sobrepeso.

“México y Chile se creyeron la idea de que la modernidad era la comida chatarra y Coca-Cola. Ahora están pagando por ello”, afirma Enrique Jacoby, asesor regional sobre alimentación saludable y vida activa de la Organización Panamericana de la Salud.

Sin embargo, también considera que otros países de la región tienen una ligera probabilidad de recuperar sus tradiciones de comida integral y de frenar el avance de la obesidad y la diabetes.

En Perú, sólo 23% de los gastos familiares en alimentos se destina a la comida envasada y alrededor de la mitad de los adultos y un cuarto de los niños experimentan sobrepeso, destaca.

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