En un proceso de selección cuanto menos curioso la humanidad moderna decidió que las artes no eran tema de conversación relevante, mucho menos un espacio donde la especie podría asentar sus reales y vivir con gozo su propia condición.
Así nos va.
Mientras lees esto, hay quien piensa que los temas importantes son otros. Probablemente tú mismo y quien esto escribe piense que hablar de música o de pintura constituye una pérdida de tiempo frente a hechos más puntuales y específicos como, por ejemplo, la renuncia del ingeniero Cárdenas al PRD.
Así nos va.
A qué mentir, sin embargo. Quien esto escribe no piensa que hablar de música sea una pérdida de tiempo. Por el contrario, la música, la pintura, la literatura y todas las expresiones del alma son en realidad la esencia de nuestro estar en el mundo.
Ignorarlas, darles la espalda, nos convierte en autómatas y en seres poco interesantes, cuando no en asesinos psicópatas o en ricachones violentos, amantes de mansiones vacías, donde el lujo no tiene un solo matiz espiritual.
Por eso David Byrne, el ex líder fundador de Talking Heads, músico y ciclista, pensador y neoyorquino (cuando ser oriundo de New York representa casi una profesión) es un tipo interesante al que no sólo le gusta hacer música, sino también hablar de ella.
Así lo demuestra el libraco (hermoso objeto de portada blanca acolchonada, como si además de libro fuera almohada propulsora de sueños positivos) Cómo funciona la música, editado primorosamente por los amigos queridos de Sexto Piso.
“Un día frío, un buen lugar para leer un libro”: ¿recuerdan esa hermosa canción del brasileño Djavan?
De ser un libro, que sea este. Donde entre otras cosas, el bueno de Byrne plantea una teoría cuanto menos debatible, conmovedoramente discutible: “Suponer que en música existe algo así como progreso y que hoy es mejor de lo que era es típico del exceso de autoestima de quienes viven en el presente. Es un mito. La creatividad no mejora”, dice David.
Podría meter mi cuchara (y lo hago) y apuntar con cierto exceso también de autoestima que en el arte el futuro y el presente son valores sobrevalorados. Pa’refrendar el punto de mi muchacho y de paso picarlos con este libro que recomiendo con fervor musical.
Se viene la Navidad y es deseable que muchos de ustedes compren este objeto para regalarlo a sus seres más queridos, decimos en un impulso que no obedece a ninguna campaña publicitaria, sino al firme deseo de contagiar con lo que creemos es menester en esta época oscura: volver a la raíz de lo que somos como especie y nunca deberíamos haber dejado de ser.