Francisco Ortiz Pinchetti
30/12/2016 - 12:05 am
Feliz (¡gulp!) Año Nuevo
Reconocer los logros nacionales no es hoy políticamente correcto. Claro que las cosas no van a mejorar por arte de magia. Será necesario un ánimo nacional de superación y esperanza.
Por supuesto que estoy harto de la corrupción de nuestra clase política y que me gustaría ver tras las rejas a todos esos bandidos arropados por los diferentes partidos. Me asquea constatar el descarado reparto del botín entre los legisladores locales y federales. Es un hecho el agotamiento de un sistema podrido. Me preocupan las dificultades que enfrenta México y ante todo estoy en contra de la pavorosa desigualdad que acusa nuestra sociedad. Sin embargo, no soy de los que apuestan al hundimiento de nuestro país para sustentar la validez de sus críticas, o justificar sus posturas radicales, a menudo demagógicas.
Acepto que a pesar de todos los pesares soy un optimista irredento que cree en su país y en sus habitantes y que confía en que somos capaces de superar cualquier dificultad que el futuro nos depare, como efectivamente hemos superado otras calamidades del pasado. De no ser así no tendría cara para desearles un feliz año 2017. Faltaba más.
Para poder hacerlo, tengo que mirar el vaso medio lleno y valorar los aspectos positivos de nuestra realidad, que a menudo no se consideran. Reconocer los logros nacionales no es hoy políticamente correcto. Claro que las cosas no van a mejorar por arte de magia. Será necesario un ánimo nacional de superación y esperanza. Habrá necesidad de un cambio de paradigma que trastoque de manera positiva las estructuras sociales y económicas en un esquema de auténtica justicia social. Vamos a salir adelante, por supuesto. Digo esto a riesgo de parecer ingenuo. O bobo.
Espero, por principio de cuentas, que los miembros de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México sean capaces de anteponer los intereses superiores de la ciudadanía y doten a tiempo a la capital de una Carta Magna coherente y avanzada. Lejos del populismo y la demagogia, tendrá que ser un instrumento que facilite la convivencia, aliente el espíritu emprendedor y garantice derechos humanos fundamentales.
Aunque suene a inocentada, pienso que la situación económica tendrá que mejorar. En serio. Hay datos significativos para abonar el optimismo. Menciono tres. En noviembre pasado, el incremento de las exportaciones mexicanas permitió alcanzar el primer superávit comercial en 21 meses. La tasa de desempleo registrada en ese mes fue la menor desde 2007 y según los registros de afiliados al IMSS en los primeros once meses del año se crearon más de un millón de nuevos empleos formales en el país. Una cifra histórica. La afluencia de turistas a México rompe todos los records.
Confío que el temido arribo de Donad Trump a la presidencia de los Estados Unidos no resulte una hecatombe, como vaticinan –o desean— no pocos y que el feroz antimexicano resulte más de trompa que de maciza. No comparto el temor de las deportaciones masivas de migrantes ni la cancelación del Tratado de Libre Comercio. No hay loco que coma lumbre.
Por el contrario, la coyuntura internacional que se avecina será oportunidad única para que México dé el estirón que tiene que dar, gracias a un saneamiento de la vida pública, la competitividad, la capacitación y el incremento de la productividad, sin menoscabo de la preservación de nuestros valores esenciales. El peso tendrá una recuperación relativa, pero importante, y la inflación –índice muy importante--se mantendrá bajo control.
Tendremos, pienso, comicios competidos pero confiables y pacíficos en los tres estados en que se elegirán gobernadores en 2017 (Coahuila, Estado de México y Nayarit) y en Veracruz, donde habrá elección de 212 ayuntamientos, sin conflictos poselectorales de importancia. Habrá mayor equidad y desaparecerán prácticas ilícitas como la coacción y la compra de votos.
El proceso de selección de candidatos presidenciales en los diferentes partidos transcurrirá de manera civilizada, transparente, sin sobresaltos mayores. Tendremos alianzas y candidaturas independientes que harán más competitiva y democrática la crucial elección del 2018.
Se nombrará por fin un fiscal anticorrupción confiable y se hará realidad el funcionamiento de una Plataforma Nacional de Transparencia (PNT). Sueño con que por lo menos los siete gobernadores involucrados recientemente en actos de corrupción, además del panista sonorense preso Guillermo Padrés, serán encarcelados y procesados, confiscadas sus fortunas mal habidas. También se procederá, espero, contra legisladores traficantes de “moches” y se pondrá fin al reparto de bonos y canonjías, mientras tanto el PRI como el PAN, el PRD y Morena enjuiciarán y expulsarán de sus filas a sus militantes corruptos. Y se terminará, espero, con la descarada farsa del Verde Ecologista y el Partido del Trabajo, cuando menos.
El propio combate contra la corrupción redundará en una disminución notable, anhelo, de los índices de violencia en el país mediante una mayor participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida nacional, incluida la lucha contra la delincuencia, la inseguridad y el crimen organizado. Los gobernantes de todos los niveles dejarán de hacerse patos y asumirán por fin su responsabilidad en este campo.
Las diversas reformas constitucionales recientes empezarán a dar frutos. La reforma energética incidirá de manera paulatina en el crecimiento de la economía nacional. El “gasolinazo” que entrará en vigor el próximo día 1 de enero nos duele y nos encabrona. A pesar de eso, pienso que la liberación del mercado gasolinero en el país hará que los precios de los combustibles, que en un primer momento veremos dispararse, tendrán finalmente un reacomodo positivo gracias a la competencia que estimulará la apertura y a mediano plazo tendremos una amplia gama de opciones y mejores precios para el consumidor. Al tiempo.
México, en suma, tiene una economía robusta y sana que entrará en una etapa de crecimiento sostenido, con el consiguiente abatimiento de los índices de pobreza y marginación. Es en esta convicción que les deseo sinceramente un feliz Año Nuevo. Y conste que no, no escribo esto el 28 de diciembre. Válgame.
Twitter: @fopinchetti
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