México

Plomero de Hidalgo viaja a CdMx de aventón: “Si vienen de países a ayudar, ¿cómo yo no iba a venir?”

24/09/2017 - 7:00 pm

Juan de Dios Mondragón Bustamante viajó de aventón desde Huichapan, Hidalgo, para ayudar en el rescate de las víctimas atrapadas en el edificio de Álvaro Obregón 286 en la colonia Roma Norte.

Lo hizo por “amor al prójimo” y por servir a su país. Su argumento es simple: si los japoneses y los israelíes vinieron a México a ayudar, él que vive a dos horas de distancia de la capital del país no podía quedarse atrás.

Ciudad de México, 24 de septiembre (SinEmbargo).– Su cuerpo es menudo y su estatura mediana. Tiene 50 años y dice que aún tiene fuerzas para servir en el rescate de las personas atrapadas entre los escombros del edificio colapsado de Álvaro Obregón 286 en la Ciudad de México.

No es de la capital del país. Su hogar se ubica en Huichapan, Hidalgo, pero a Juan de Dios Mondragón Bustamante le llegó la noticia de que se requerían plomeros y electricistas en la zona del derrumbe para apoyar a los trabajos de rescate.

“Un Presidente de Estados Unidos dijo: ‘nunca digas qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país’. Yo pienso: ‘nunca digas qué puede hacer Dios por ti, sino qué puedes hacer tú por Dios’. Si han venido de otros países, de Japón, Israel, ¿cómo no voy a venir yo que estoy a dos horas?. El amor a mi prójimo me trajo”, dice el voluntario.

Juan de Dios llegó a la CdMx de aventón en un autobús porque no tenía dinero para el pasaje. Les dijo que venía ayudar a las labores de rescate en la Ciudad de México, y le extendieron una carta para que lo dejaran ir y venir gratis estos días.

“Llegué ayer en un Estrella Blanca. No traje mi herramienta, porque está pesada y no puedo cargarla conmigo porque no tengo en qué moverme; pero me sorprendió ver la cantidad de herramienta que tienen aquí”, cuenta.

Mondragón no estudió una profesión. Lo que sabe lo aprendió con la práctica, en “la escuela de la calle”, y no es la primera vez que ayuda, cuenta.

En Hidalgo ha sido voluntario en la construcción de vivienda para personas que lo necesitan. Es la primera vez que ayuda a víctimas de un terremoto.

Desde que llegó ha colaborado con cortar materiales con segueta. Está en la ciudad desde este viernes por la tarde y afirma que hace falta más ayuda para el “trabajo sucio y pesado”.

“Hay mucho voluntario, pero se necesitan albañiles, personas que sepan agarrar el cincel y el marro para trabajo duro. Se avecina el trabajo sucio, el sacar ese montó de escombro”, dice.

 

Rescatistas israelíes y mexicanos levantan con una grúa parte de un edificio derrumbado, mientras tratan de llegar a posibles sobrevivientes atrapados en el inmueble de oficinas en Roma Norte. Rebecca Blackwell, AP

LOS VOLUNTARIOS INCANSABLES

Como Juan de Dios hay voluntarios y voluntarias incansables que han dejado sus labores para ayudar a las víctimas y a los damnificados del sismo de 7.1 grados en la escala de Richter del 19 de septiembre pasado.

Los arquitectos han revisado edificios, las amas de casa cocinado sopa, arroz con pollo, tamales, tortas, chocolate, café y champurrado.

Los jóvenes han salido a las calles e invadido las zonas de derrumbes para ayudar a acarrear cubetas con escombros, hacer cadenas humanas, llevar y traer agua, pasar horas bajo el sol gritando que se requiere alcohol, gasolina, gasas, vacunas, madera y clavos.

Frente al edificio derrumbado de Álvaro Obregón 286 los negocios han abierto sus puertas. Han servido alimentos y bebidas gratis. Han ofrecido sus baños sin costo alguno, su electricidad para cargar celulares, como lo hacen sin descanso las dueñas de una estética que se ubica por la calle Oaxaca, casi enfrente del inmueble colapsado.

Como Juan de Dios, la vocación por servir salió a las calles durante estos últimos cuatro días y viajó desde otros estados y latitudes.

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