México

Con permiso de los capos

"Fue humillante", dice Delia. Así entró a los campos de exterminio en Tamaulipas

10/10/2021 - 12:05 am

Un kilo y medio de cenizas son extraídos diariamente del campo de exterminio La Bartolina, cuenta Delia Quiroga, líder del colectivo 10 de marzo, que desde el 12 de agosto pasado ingresa al crematorio clandestino, cuando se reactivaron las actividades de búsqueda después de que familias de personas desaparecidas tuvieron que “pedir permiso” al crimen organizado para poder acceder al lugar.

Ciudad de México, 10 de octubre (SinEmbargo).- La voz de Delia baja de intensidad abruptamente y, casi susurrando, suelta el puño de palabras: “Humillante. Fue una humillación”. En una tierra sin ley, en Tamaulipas, Delia tuvo que pedir permiso al crimen organizado para ingresar a un campo de exterminio para buscar a sus seres queridos.

Delia Quiroga Flores es activista y líder del colectivo 10 de marzo. Desde el año 2014 busca a su hermano Roberto, desaparecido en Reynosa, Tamaulipas. Ella, como muchos familiares de personas desaparecidas sentía que en La Bartolina, un campo de exterminio localizado desde hace cinco años en Matamoros, podría haber indicios de sus seres queridos; sin embargo, las diligencias eran pocas y el acecho del crimen incesante.

Abrumada por la búsqueda de su hermano, las escasas diligencias de las autoridades y desesperada por encontrar respuestas, a Delia e integrantes de su colectivo no les quedó de otra: pidieron permiso al crimen organizado de Tamaulipas.

Primero escribieron una carta que se hizo pública. La misiva iba dirigida al líder de los Ciclones, grupo armado del Cártel del Golfo (CDG) que controla la plaza en Matamoros. Luego grabaron un video.

“Le pido, le ruego y suplico tengamos una tregua de paz. Esto con la finalidad de un día, si encontramos a nuestros desaparecidos, poder morir en paz”, dice Delia en el video donde da lectura al escrito respaldado por más de 200 familias.

La grabación se compartió y un día ellas tuvieron respuesta. El crimen les “permitiría” buscar en La Bartolina.

“Nos dijeron que podíamos ir, que sacáramos lo que tuviéramos que sacar y que nos fuéramos, pero que no nos querían en ningún otro lugar más, o sea que no podemos ir a buscar a otros lugares”, narró la buscadora a SinEmbargo.

Delia explica que para ellas como familiares fue “humillante” tener que pedir permiso, pero aclaró que a eso las ha orillado la impunidad, corrupción y completa falta de estado de derecho en Tamaulipas.

“Imagínese que uno tenga que llegar a humillarse y sobajarse para poder encontrar lo que estamos buscando. Es lamentable que uno tenga que llegar a ese grado, pero ¿sabe qué? aquí en Tamaulipas los que mandan son los cárteles. Son ellos los que mandan, los que hacen, deshacen; los que deciden, porque la autoridad está ausente totalmente. No hay un estado de derecho”, detalla.

Foto: Twitter @Busqueda_MX

La Bartolina es un predio que ha sido reconocido por las autoridades como “un sitio de exterminio”. Fue localizado en la administración de Enrique Peña Nieto, luego de la detención de Filiberto Caudillo Salinas, conocido como El Fili o Ciclón 40, líder en ese entonces de los Ciclones.

En ese lugar se han extraído al menos media tonelada de restos calcinados, de acuerdo con el Informe Semestral de Búsqueda e Identificación de Personas que presentó la Comisionada Nacional de Búsqueda el 7 de julio pasado en una rueda de prensa brindada junto con el subsecretario Alejandro Encinas y la comisionada Karla Quintana.

“En 2017, se dio el hallazgo de un sitio de cremación clandestina de dimensiones muy grandes, cerca de Matamoros, Tamaulipas, muy cerca de la frontera con Brownsville, en un lugar conocido como La Bartolina, esto es un brazo de mar que está muy cerca de la costa, aproximadamente a 12 kilómetros. Desde 2017 a la fecha (julio 2021) se han recuperado al menos 500 kilogramos de restos óseos calcinados”, detalló Quintana en conferencia.

La comisionada resaltó que inicialmente fue la Fiscalía de Tamaulipas la que intervino el lugar, pero desde hace dos años, la FGR y ahora con la CNBP en coordinación con la Fiscalía estatal son quienes procesan la zona.

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Delia Quiroga narró que poco después de la mitad de este año, las autoridades ya habían detenido el procesamiento del lugar, ya no querían seguir sacando restos, pero, además, se negaron a brindar seguridad a los colectivos que pidieron apoyo para continuar con acciones de rastreo. Fue entonces que ellas optaron por apelar al crimen –en concreto a los Ciclones – y pedir una tregua para ingresar.

Las diligencias en la Bartolina se retomaron el 12 de agosto. Las familias de personas desaparecidas (ya con la respuesta del crimen) ingresaron acompañadas por autoridades de los tres niveles, quienes son los que procesan el campo, en tanto que las activistas acuden como observadores.

Un kilo y medio de restos hechos cenizas son encontrados a diario en ese lugar, según explicó Delia.

“En más de 40 días que llevan de procesar, se saca un kilo y medio de cenizas. Ahí también se han encontrado prendas de personas, incluso hasta de niños. Tan solo ayer que nosotras (madres de desaparecidos) buscábamos un lugar para ir al baño, vimos unas calcetitas de bebé”, narró.

Restos incinerados y algunos huesos brotan de La Bartolina. Foto: CNBP

Aunque la información oficial de la CNB señala que desde el 2017 se encontró este lugar de exterminio y desde entonces se han sacado más de media tonelada de huesos, sin embargo, información periodística detalla que este lugar fue localizado en 2016 y era nombrado como “La Brecha de la Muerte", aunque se desconocía su magnitud.

El 8 de abril de 2016, el periodista Enrique Lerma fue de los primeros en dar a conocer –medios y en sus redes sociales– el hallazgo de este predio de la muerte.

En ese mismo año, el periódico Breitbart Texas reveló que, en ese sitio ubicado cerca de la playa, el líder de los Ciclones, El Fili, “hacía que sus hombres usaran tambos de 55 galones para incinerar a sus víctimas. Después de que los restos fueran incinerados, los sicarios esparcían las cenizas en el piso o en las orillas cercanas del Río Grande para borrar todo rastro de sus víctimas”.

Los Ciclones, una célula del CDG, sostienen una larga y sostenida disputa con los Metros en Reynosa desde el año 2015, de acuerdo con el laboratorio de análisis Insight Crimen.

“Los Ciclones obtienen gran parte de su influencia a partir del control que ejercen sobre el cruce fronterizo entre Matamoros y Brownsville, Texas, por el cual, según Borderland Beat, hay un flujo de drogas, armas y bienes de contrabando. Después de un estallido de violencia en 2015, los Ciclones al parecer estuvieron apaciguados hasta 2021, cuando efectuaron un ataque en Reynosa, apoyados por los Escorpiones”, explica el laboratorio.

La Bartolina, un campo de exterminio del que no dejan de brotar cenizas. Foto: CNBP

¿OTRO CAMPO?

La Comisionada Nacional de Búsqueda, Karla Quintana, informó a finales de septiembre ante medios de comunicación que en Nuevo Laredo se encontró una “zona de exterminio” que aún estaba activa. El lugar se encuentra cerca del kilómetro 26 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, una zona donde precisamente se ha perdido el rastro de los celulares de la mayoría de las 100 víctimas desaparecidas en lo que va de 2021.

Por su parte, familias de personas desaparecidas denunciaron que la Comisión Nacional de Búsqueda no fue quien encontró un nuevo campo donde el crimen organizado incineraba a sus víctimas. Juana María Prado, portavoz del colectivo y cuyo esposo desapareció el pasado 23 de abril en Nuevo Laredo, aseguró que desde días antes ellos como familiares ya tenían conocimiento del campo, el cual fue descubierto desde el 22 de agosto, por la Comisión Estatal de Búsqueda.

No obstante, integrantes del Colectivo 10 de marzo consideran que este lugar, anunciado como un posible crematorio clandestino, podría haber sido en realidad un campo de entrenamiento en el que sicarios adiestraban, con víctimas reales, a sus nuevos integrantes.

Delia Quiroga explicó que hasta el momento las familias de las personas desaparecidas de Tamaulipas no han acudido al lugar en mención, ya que se ubica en una zona altamente peligrosa, sin embargo, por reportes que tienen del Ministerio Público y autoridades consideran que ese lugar, más que un campo de exterminio, pudiera tratarse de una “escuela de exterminio”, un centro de reclutamiento del crimen organizado para sicarios.

En el lugar, según detalló Delia, se han localizado fosas con cuerpos enteros y, por evidencias que han encontrado las autoridades, todo indica que era un campamento del crimen, aseguró la activista.

Se estima que en Tamaulipas se han detectado o documentado la existencia de al menos 57 campos o sitios de exterminio, de acuerdo con un reportaje escrito por Carlos Manuel Juárez para Elefante Blanco, el pasado 27 de julio.

Los lugares documentados o detectados como “centros de exterminio” o crematorios clandestinos tienen en común que solían tener una importante presencia de Los Zetas y el Cartel del Golfo, de acuerdo con análisis de InSight Crime.

“Estos grupos estuvieron involucrados en varios episodios de violencia extrema que cobraron la vida de miles de víctimas; además, contaban con importantes vínculos con las autoridades locales de esta región. [...]Aunque Los Zetas y el Cartel del Golfo han sido debilitados y se han fragmentado, hoy en día sus remanentes siguen atemorizando a la población”, señala el laboratorio en una publicación del pasado 7 de agosto.

Una zona de alimentación en un sitio de exterminio. Foto: Carlos Manuel Juárez.

¿QUÉ PASA EN TAMAULIPAS?

Tamaulipas ha sido un punto neurálgico para el tráfico de drogas, armas y migrantes por tener una entrada marítima del Golfo de México y por ser frontera con Estados Unidos. Aunque en este estado la disputa entre cárteles precede a la administración de Felipe Calderón, no fue hasta la llamada “guerra contra el crimen organizado” cuando la violencia y terror se disparó, siendo su punto más álgido entre los años 2010 y 2015; posteriormente, las cifras oficiales de violencia homicida en la zona muestran altibajos, según explicó la analista Guadalupe Correa Cabrera, profesora en la Universidad George Mason y autora del libro Los Zetas Inc: Criminal Corporations, Energy and Civil War in Mexico.

Correa Cabrera destacó que en Tamaulipas existe un deterioro grave de las instituciones, no solo de Gobierno estatal, sino de otros poderes como el Legislativo y el Judicial, e incluso en sindicatos, como el del magisterio.

La académica consideró que, ante el nivel de contubernio y corrupción, se deben desaparecer los poderes en Tamaulipas “para volver a empezar de nuevo y reconstruir el tejido social, reconstituir el andamiaje institucional y que se haga justicia en los casos que todavía se encuentran abiertos”.

“Se podría pensar que no sea tan malo está desaparición de poderes porque los poderes están fallidos”, apuntó.

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Sugeyry Romina Gándara
Ha trabajado como reportera y fotoperiodista de nota roja en Chihuahua. Los últimos años, ya radicada en CdMx, los ha dedicado a cobertura sobre temas de desaparición, seguridad y víctimas de la violencia.
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