Con Casimiro, Cosío –personaje al que da vida en Gentefied– ha logrado algo más que mostrar una postura política al respecto o ampliar sus horizontes en la actuación, sino que ha podido contar su propia historia.
Ciudad de México, 4 de noviembre (EFE).- “Me gusta mucho la gente”, confiesa el popular actor mexicano Joaquín Cosío en entrevista con Efe, y asegura que esa podría ser la razón por la cual el público lo ha abrazado a pesar de ser un hombre fornido y acostumbrado a tener personajes de moral cuestionable.
"Yo tengo un gusto por el público. Me gusta la gente y tal vez eso puede hacer que se note en la pantalla o que la gente pueda reconocerlo, (...) pero no hay mayor intención en mis personajes que cumplir con un trabajo y hacerlo lo más verosímil posible", dice este jueves Cosío (Tepic, 1962) en entrevista.
Un narcotraficante, un luchador violento, un general que vela por sus propios intereses, han sido algunos de los personajes que ha interpretado en la pantalla grande con los que ha construido una exitosa carrera en México y el extranjero.
"Me ha tocado la suerte de hacer personajes ambiguos y un poco contradictorios, por un lado son personajes rudos, pero que tienen un gran corazón", cuenta el actor, quien encarnó al violento narco Cochiloco en la película El infierno (2010).
POP, UN PERSONAJE DIFERENTE Y CON CAUSA
Pero esa ambigüedad se desdibuja en la serie Gentefied, de la plataforma Netflix, con su personaje de Pop, o Casimiro, pues la balanza se desnivela cuando de este hombre destaca por su "bondad, generosidad y dulzura".
"Yo tengo una cara muy singular, de maleante, que me ha hecho hacer personajes distintos. Pero Pop no tiene nada que ver con eso y precisamente eso me ha permitido abrir mi gama como actor y mostrar que dentro de mis posibilidades dramáticas hay un personaje como él", dice Cosío.
Un barrio en Los Ángeles experimenta la gentrificación y dicho fenómeno social pone en riesgo la taquería de Casimiro, un inmigrante mexicano, padre y abuelo de familia, que lidia con el miedo y la posibilidad de ser deportado.
El tema de la serie es claro, y según explica Cosío, la función social busca hacer una reflexión sobre este tipo de casos, por lo que considera que, incluso, hace política desde el entretenimiento.
"Retrata una manera de vivir de un sector que no siempre es visible (...) del rechazo legal por parte de un país para que entres, lo que implica no tener papeles para trabajar y poder vivir, todo eso está en Gentefied", dice el actor sobre la serie, que estrena su segunda temporada el 5 de noviembre.
Pero con Casimiro, Cosío ha logrado algo más que mostrar una postura política al respecto o ampliar sus horizontes en la actuación, sino que ha podido contar su propia historia y la de su familia desde ahí.
Nacido en Tepic, Nayarit, en 1962, Cosío conoce el contexto fronterizo mexicano al haber crecido en urbes como Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, y El Paso, Texas (EE.UU.).
"Pareciera que le escribieron la historia de Pop a mi padre. Es inmigrante y fue un referente inmediato para mí al interpretar a Casimiro. Mi padre lleva 50 años en Estados Unidos y tampoco habla muy bien ingles, como Pop", explica sobre su conexión con el personaje.
TRIUNFAR EN EL CINE SIN BUSCARLO
Al inicio de su carrera, las aspiraciones de Joaquín estaban puestas en el teatro, pero el camino lo llevó a la pantalla grande, con algunos personajes pequeños en el 2002 y a partir del 2004 con su personaje de El Mascarita, en la cinta Matando Cabos, su carrera comenzó a despuntar.
"Yo ni si quiera pensaba hacer cine, el cine aparece casi como una casualidad. Me llegó una propuesta de un productor dije que sí, después vino una telenovela y mi vida cambió. Mi expectativa era teatral, pero ahora soy muy feliz haciendo cine", asegura.
Su trayectoria de casi un centenar de trabajos audiovisuales, comprende filmes nacionales como Rudo y cursi (2008) o Pastorela (2011) y títulos internacionales como Savages (2012), 007 Quantum (2008), o la más reciente The Suicide Squad (2021).
Si bien ha cumplido el sueño de muchos artistas, Joaquín se mantiene fiel a los proyectos en los que considera serán del gusto del público, pero más importante aún, en los que cree sin importar el país en el que se realicen.
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Eso lo aprendió cuando eligió Matando cabos en lugar de otras dos prometedoras películas con directores más reconocidos en aquel entonces, le atrajo el peso de la historia que leyó en aquel momento y sus posibilidades actorales.
"Aspiro a lo mismo, a contar historias con personajes que me diviertan. (...) Ese personaje (Mascarita) fue todo un fenómeno en mi carrera que sigo disfrutando y que me permitió entrar a producciones americanas en personajes que la gente ha recordado", finaliza.
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