En los estadios de América Latina, la violencia de las barras bravas lleva empañando el deporte desde hace décadas. Contrariamente a lo que ocurrió en Europa en los años 80, los gobiernos latinoamericanos no han implementado medidas para controlar el problema.
Por Farid Achache
Francia, 20 de marzo (RadioFranciaInternacional).– Es una plaga del futbol latinoamericano. Enfrentamientos entre hinchas dejaron por ejemplo 26 heridos el pasado 5 de marzo en el estadio de Querétaro, en México. Las imágenes de la pelea entre aficionados del club local y los del Atlas, vigente campeón, se volvieron virales.
Al día siguiente, en la ciudad brasileña de Belo Horizonte un hombre murió de un balazo en enfrentamientos entre hinchas del Atlético Mineiro y del Cruzeiro. Esa misma noche en Colombia, la pelea se dio en el estadio de Cali, en un partido entre el América y el Deportivo.
Países como Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú han decidido castigar la violencia con penas de prisión y vetando personas de los estadios, lo cual no ha tenido mucho efecto.
“La violencia en los estadios se debe a que los representantes políticos de Sudamérica, a diferencia de Europa, no se toman en serio el problema", dijo a RFI Enrique Sacco, redactor jefe de TNT Sport en Argentina.
COMPLICIDAD DE NEGLIGENCIA
El periodista explica que hay cierta complicidad de negligencia entre los directivos del futbol, los políticos y la policía. El sistema está tan contaminado, dice, que no es posible tomar decisiones importantes para detener la violencia en los estadios.
Sacco recuerda como en la década de 1980 el Gobierno británico prohibió la entrada de los hooligans al estadio. El gamberrismo quedó marcado en 1985 por la tragedia de Heysel, una de las más impactantes del mundo deportivo, que dejó 39 muertos y más de 400 heridos.
Durante la final de la Liga de Campeones de 1984-1985 entre el Liverpool y la Juventus, un muro y unas puertas divisorias se derrumbaron bajo la presión y el peso de los aficionados. Ahí se culpó a los hooligans ingleses fueron señalados.
Sin embargo, no fue hasta la tragedia de Hillsborough, en 1989, cuando se puso en marcha en Inglaterra una "verdadera" política global para los hinchas, aunque la tragedia no estuviera relacionada con el gamberrismo.
En Latinoamérica hubo medidas que se inspiraron del antigamberismo europeo como la identificación biométrica o la videovigilancia en los estadios. Aún así la violencia en los estadios persiste y la cifra de muertos sigue siendo muy alta: 157 muertos en Brasil entre 2009 y 2019, 136 en Argentina en los últimos veinte años y al menos 170 en Colombia entre 2001 y 2019, según diversos estudios académicos y de asociaciones.
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“En Argentina, el Estado no es responsable por la seguridad de los estadios. Son los servicios de seguridad capacitados por los sindicatos o los aficionados", explica Enrique Sacco. Por otro lado, en las gradas populares hay muchas zonas de pie, con entradas que no son nominativas. Esto hace que sea imposible rastrear a las personas que hayan cometido actos violentos y vetarlas.
En 2018, el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores entre los dos clubes de Buenos Aires, River Plate y Boca Juniors, tuvo que trasladarse a Madrid después de que los hinchas de River Plate atacaran el autobús de los jugadores de Boca.
Según Sacco, Chile ha avanzado, pero Argentina, Brasil y México siguen teniendo grandes problemas de violencia.
"No hay una cura milagrosa para acabar con la violencia en el futbol, pero se puede reducir. Para ello, necesitamos una política pública más amplia", declaró a la AFP la académica brasileña Heloisa Reis, autora del libro “Futbol y violencia”.
Tras los disturbios de Querétaro, México prohibió la entrada a estadios de hinchas visitantes, una medida que ya aplican en Argentina, Brasil y Colombia, pero que, según algunos expertos, sólo traslada la violencia a las calles.
En Brasil, por ejemplo, desde el 12 de febrero se han registrado al menos nueve incidentes de violencia, entre ellos la muerte a tiros de un aficionado del Palmeiras y el apedreamiento de autobuses del equipo, en el que resultaron heridos varios jugadores.