El aprendizaje visual de la historia se debe a la fotografía: David Martín del Campo

04/06/2023 - 12:00 am

El escritor y periodista David Martín del Campo dijo que “las novelas más que hablar de los héroes, deben de hablar de los antihéroes, de la gente que tiene pérdidas”, como sucede con su personaje Axel Moritz, quien se enfrenta una serie de tragedias como la muerte suicida de su mujer, la muerte de su hijo, el rescate del cadáver de su madre en el incendio del bombardeo de Dresde, pero sobre todo a una que lo lleva a recorrer su pasado: el cierre, en el año 2003, de la fábrica de Kodak.

Ciudad de México, 4 de junio (SinEmbargo).– “El aprendizaje visual de la historia se le debe a la fotografía, entonces yo quise homenajear a ese oficio”, comentó en entrevista el escritor y periodista David Martín del Campo, quien acaba de publicar con el Fondo de Cultura Económica su novela Ahí viene el lobo, en la que cuenta la historia del fotógrafo Axel Moritz, un alemán con un pasado sombrío, que busca “rescatar la heroicidad de un oficio que ya no es y al mismo tiempo reflexionar sobre su propio yo y lograr una redención personal”.

“Se me ocurrió que fuera alemán porque yo de chico tuve dos vecinos que eran alemanes y me acordé que en aquel apartamento, cuando yo tenía nueve años, me dijeron ‘ven a ver, ven a ver’, y en un cajón abrieron y había una caja, y había una cruz que le llaman 'una cruz gamada', que es una medalla a un combatiente de la guerra. El padre de ellos había sido héroe de guerra nazi en Alemania y lo guardaron”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.

En ese sentido, David Martín del Campo dijo que “las novelas más que hablar de los héroes, deben de hablar de los antihéroes, de la gente que tiene pérdidas”, como sucede con su personaje Axel Moritz, quien enfrenta una serie de tragedias como la muerte suicida de su mujer, la muerte de su hijo, el rescate del cadáver de su madre en el incendio del bombardeo de Dresde, pero sobre todo a una que lo lleva a recorrer su pasado: el cierre, en el año 2003, de la fábrica de Kodak en Rochester que acabó con su forma de hacer fotografía.

“Esa crisis que sufre él es de alguna manera una crisis que está sufriendo o que sufrió mucha gente en el medio cuando le dijeron que ya no iba a haber discos, que ya no iba a haber películas en DVD, qué se yo, no se hable más de los cassettes”, comentó. “El personaje digamos que asume está pérdida cultural y entonces me permito hacer un ejercicio de reflexión en torno a lo que significó el invento de la fotografía durante dos siglos”.

En ese sentido, David Martín del Campo consideró que “de alguna manera Axel Moritz es un caballero andante que anda queriendo rescatar la heroicidad de un oficio que ya no es” y lograr una redención personal, “porque él está cargando una culpa, eso es, es una novela de la culpa que trae desde los años de su adolescencia, por eso decidí que fuera un fotógrafo, porque además son personajes que se mueven mucho, andan en muchas partes, y eso permite que la novela se mueva”.

Del Campo compartió que él, de hecho, se preparó en la vida para ser fotógrafo: estudió en tres escuelas de fotografía, estuvo en la escuela de cine de la UNAM, en el CUEC. “Me había preparado para ser fotógrafo pero por cuestiones del azar no fui fotógrafo, fui reportero, así ingresé al diario Uno más uno, y yo lo agradezco mucho porque como reportero, para mi formación como escritor, aprendí muchísimo porque tuve muchas experiencias. He conocido a mucha gente en entrevistas, viajes, crónicas, he sido corresponsal de guerra, en fin… cantidad de paseos por la vida, que de alguna manera sirven para el bagaje que después viertes en la novela”.

David Martín del Campo señaló en ese sentido que su novela Ahí viene el lobo no es una novela histórica, como le han llegado a comentar, sino una novela que navega en la historia “porque el 95 por ciento de las cosas que se cuentan en mi novela son ciertas, el bombardeo de Dresde existió, la conversación que narro yo ahí, dos noches antes del 2 de octubre en la residencia de Los Pinos con Gustavo Díaz Ordaz, existió, y así todo lo que voy contando ahí, el famoso periplo de Adolfo López Mateos hacia Chiapas buscando a su padre, existió, las andanzas de su hermana Esperanza, que era bastante tremenda, existieron”.

Portada de la novela Ahí viene el lobo. Foto: Especial

“Solamente la invención es la del propio personaje, que Axel Moritz, que bendito el cielo podría ser primo de Walter Reuter, es mi aporte, y eso me permite volcar muchas de las conversaciones que he tenido yo a lo largo de la vida con todos ellos, con Héctor García, con Salvador Novo, con Elenita Poniatowska, en fin, y de alguna manera acompañan al personaje para explicar estos 50 años últimos del siglo XX, que coinciden, digamos, con el declive y la decadencia de lo que fue el régimen de la Revolución Mexicana, el PRI, sin que sea una novela cronológica, es más bien una novela que homenajea la memoria”, expresó.

De igual manera, mencionó el autor, hay un aspecto de la novela, que disfrutó mucho, el elemento erótico, el momento en el que se relata como Axel Mortiz tuvo encuentros y tiene reencuentros con mujeres que amó en su madurez, en su juventud, y a quienes se encuentra: “hay algunas que lo reciben con una bofetada y otras que le abren las sábanas, yo digo, bueno, ‘cupido no tiene edad’, y ese es un aspecto muy alegre de la novela”.

“La novela tiene humor, me preocupé mucho porque tuviera humor, porque una novela sin humor es una novela podrida”, apuntó.

Como parte de ese humor, el lector conocerá la relación entre Moritz y Rudi, su perro, con quien el protagonista comienza a hablar y “el problema está cuando el perro empieza a responder, y no nada más responde, el perro se vuelve el que lleva el discurso y le empieza a cuestionar, el perro se vuelve sabio y él dice que están pasando dos cosas, una, que está perdiendo la razón y la otra es ‘que tengo que hacer callar al perro’”.

“Es una especie de su escudero, que lo va acompañando y que le va dando consejos”, refirió.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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