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Alejandro Páez Varela

25/09/2023 - 12:08 am

Qué hacer con Xóchitl

Las últimas noticias dicen que el Frente prepara un equipo de “voceros” para defender a Xóchitl Gálvez. Es como si el gerente de un restaurante le subiera a la música cuando los comensales se quejan del ruido de las cumbias, en vez de aceptar que las cumbias no son música para un desayuno en familia. Los voceros, si se anuncian, son para defender a la Xóchitl que canta cumbias a gritos. No suena tan inteligente. Pues que les vaya bien con los que esperaban un desayuno en familia: ahora, cinco gritones iguales que ella (del tipo Germán Martínez o Javier Lozano) le harán coro en todos los rincones del restaurante. Qué horror. Para salir corriendo sin dejar propina.

Hubo un silencio que cualquiera podría argumentar que fue planeado. Ni el coordinador de la campaña, Santiago Creel; ni quien le prepara a Xóchitl Gálvez el proyecto de Nación, José Ángel Gurría; ni el encargado del plan de seguridad, Francisco García Cabeza de Vaca; ni Beatriz Paredes, ni Enrique de la Madrid o los dirigentes nacionales de PRI-PAN-PRD intervinieron a su favor cuando se desataron los escándalos sobre el plagio y sobre sus propiedades.

Claudio X. González tampoco tomó párrafos de columnas, como suele hacerlo, para decir algo en voz de otros; porque además –fue notorio–, los periodistas y columnistas identificados con la precandidata panista, salvo por allí algunos despistados con poco peso en la opinión, le entraron al asunto.

Haya sido planeado o no –es decir: una actitud asumida por consenso–, el silencio refleja fisuras al interior del bloque opositor. Una muy evidente es que la mayoría de los que podrían salir en su defensa fueron competidores de ella y los bajaron por la mala, salvo De la Madrid, pero ni él salió en defensa de Xóchitl. Otra fisura es que la coordinación del Frente Amplio por México está atorada en burocracias: Marko Cortés, Jesús Zambrano y Alejandro Moreno aparecieron para echarle fuego a su otro frente, Samuel García, pero el dirigente priista mandó señales el viernes, al finalizar una semana horrible para Gálvez, cuando publicó fotos de una reunión con Beatriz Paredes como para decir: el PRI está listo para sustituir a la Senadora.

En el fondo, sin embargo, el verdadero ruido no lo hace la falta de respuesta del bloque opositor ante los escándalos; tampoco los evidentes casos de presunta corrupción –moral, legal o ambos– de su abanderada les hacen ruido, porque la corrupción es un tema que se obvia dentro de la alianza: si tocan a uno (parafraseándolos a ellos mismos) es muy probable que todos salgan salpicados. 

Lo que en el fondo subyace es un problema mayor, que desgasta a Xóchitl Gálvez hora por hora: los rumores constantes de que las élites ya lo decidieron y trabajan en su reemplazo. Y como el PRIAN es una mezcla de intereses; y como en el PRIAN hay muchas carretas jalando hacia su propio lado, entonces no hay quien coordine una respuesta para desmentir lo que se dice: que hay reuniones a puerta cerrada para analizar quién puede dar el ancho y cómo justificar que el globo se les ha desinflado sin despegar del suelo.

Lo que se asume en el colectivo es que los rumores tienen razón; que no los desmienten porque ya no tiene caso. Incluso el hecho de que la panista no deje su lugar en el Senado se interpreta, en estas horas horribles para ella, como si estuviera guardando su lugar para defenderse una vez que se le saque de la carrera presidencial.

Las últimas noticias dicen que el Frente prepara un equipo de “voceros” para defender a Xóchitl Gálvez. ¿De quién?, pues de ella misma. Sonó durante todo fin de semana, y sonó a una broma terrible porque se suponía que ella no necesita voceros o asesores; que parte de su encanto es que su “espontaneidad y frescura” –como dijeron– la volvían suficiente. La señal que se mandará con esa supuesta vocería conjunta es que no se necesita cambiar de estrategia sino reforzarla. Van a salir a defender a ésa Xóchitl; no se van a encerrar con ella para reeducarla, reorientarla.

Es como si el gerente de un restaurante le subiera a la música cuando los comensales se quejan del ruido de las cumbias, en vez de aceptar que las cumbias no son música para un desayuno en familia. Los voceros, si se anuncian, son para defender a la Xóchitl que canta cumbias a gritos. No suena tan inteligente. Pues que les vaya bien con los que esperaban un desayuno en familia: ahora, cinco gritones iguales que ella (del tipo Germán Martínez o Javier Lozano) le harán coro en todos los rincones del restaurante. Qué horror. Para salir corriendo sin dejar propina.

También puedo suponer que no está fácil asesorar a alguien como Xóchitl, que se vende a sí misma como un ejemplo de éxito en eso que se llama vivir. Lo que ella ha tocado se volvió oro, según su propia historia. Hasta la mariposa que se posó sobre ella para ungirla cayó por su peso en oro sobre el maizal. Quién puede decirle que su estrategia no funciona si antes se le dijo –los intelectuales le dijeron– que era lo más cercano a la virgen María. Difícil sugerirle, supongo, que para ganarse a un país de realidades tan duras se necesita algo más que fantasías y payasadas.

El Frente está atrapado dentro de los muros que construyó para Xóchitl. Está imposibilitado para removerla, incluso, porque ella y las élites vendieron un fenómeno tocado por la divinidad y Dios, como suponemos, no se equivoca. El PRIAN se compró la patraña de alguien externo con superioridad moral y resultó como cualquiera entre ellos, corruptos impunes: ¿cómo van a asesorar a una enviada del cielo sin reconocer que se equivocaron? ¿Cómo se atreven ahora a reeducarla o, como se rumora, reemplazarla, si ella representó “la esperanza” entrecomillada?

(Y aquí es donde los fenómenos concurren. Xóchitl es más cercana a Marcelo Ebrard de lo que cualquiera de los dos quisiera reconocer. A ella la vendieron como el plan A, irreversible. Él se construyó ese mismo personaje sin punto de inflexión. Y los dos se alejan de la Presidencia conforme intentan, ellos o su entorno, aferrarse a la idea. Curiosa manera de construirse un destino común).

Panistas, priistas y perredistas tiene frente a sí una de las peores tragedias, y parecen no darse cuenta. La alianza PRI-PAN-PRD es un fiasco que les han vendido como “exitosa” los mismos que la sugirieron y no se atreven a reconocerlo. Xóchitl Gálvez no es inmaculada ni la representación de la virgen de Guadalupe ni nada que se hayan comprado: es otra pieza en el ajedrez de las élites con cada vez menos posibilidad de moverse en el tablero, salvo que la enroquen. Y cerrarse a la verdad no es opción, vean:

El PAN quedó con 22.27 por ciento de los votos en 2018 y casi todas las encuestas dicen que tendrá entre 9 y 12 por ciento en 2024, es decir, sacará la mitad si bien le va. El PRI obtuvo 16.40 por ciento en la anterior elección presidencial y ahora la intención de voto lo coloca entre 7 y 8 por ciento, es decir, la mitad. Y el PRD, que tuvo 5.23 por ciento en 2024, ahora enfrenta su desaparición. Esos son sus números. Cerrar los ojos no es opción. Necesitan cambiar de estrategia, no maquillar, lo que han hecho hasta hoy. Han pasado tres semanas desde que Gálvez fue electa por las élites, ¡tres semanas! Y la idea más brillante es buscarle voceros para que hablen por ella. No, pues qué horror. Para salir corriendo.

Las únicas encuestas que han salido ya con Xóchitl como abanderada de la oposición indican que no crece. Panistas, priistas y perredistas deberían darse cuenta y buscar fuentes alternativas para informarse, porque la prensa que les simpatiza mintió durante décadas y les miente ahora. Los militantes de esos tres partidos necesitan conocer su verdad, porque en seis años habrán pasado de perder la Presidencia a enfrentar su propia extinción. Y no esperen que esto se los cuenten los intelectuales, los académicos, los empresarios o los medios que se identifican con ellos; todo lo contrario: les mentirán porque es la única manera de prolongar un poco su propia extinción. No esperen que Claudio X. González reconozca que se equivocó; tampoco Marko, Moreno o Zambrano, o los aguilarescamines o los enriqueskrauces.

Que ahora van a presentar voceros para Xóchitl. Puros parches, puras ocurrencias, pura payasada sin inteligencia. Como lo fue nombrar a las tres secretarias generales de PRI, PAN y PRD como las que escribirían el proyecto de Nación y luego, sin explicación alguna, entregarle la tarea a un neoliberal sin buena fama: Gurría. Como lo fue nombrar a un prófugo de la justicia, Cabeza de Vaca, encargado del proyecto de seguridad. Como todo lo que han hecho hasta ahora, incluyendo anunciar una “elección ciudadana” sin ciudadanos y sin elección. Como nombrar a Xóchitl candidata sin que las bases panistas, priistas y perredistas pudieran decir si les gustaba o no.

Mientras veo militantes y líderes opositores adormilados, me imagino lo difícil que les resulta, en esta hora amarga, estar a la expectativa cuando las élites deciden si se aferran o no a la Senadora Gálvez. Qué difícil para cualquier militante de cualquier partido hacer entender a una cúpula que para ganarse a un país con realidades tan complejas se necesita algo más que fantasías y una candidata a la que se le paró una mariposa en una mano. Difícil, para todos ellos, enfrentar su realidad: que tres semanas (¡tres semanas!) fueron suficientes para demostrar que se equivocan y que, además, son demasiado soberbios como para aceptarlo.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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