Alejandro Calvillo
11/05/2024 - 12:05 am
Psicópatas gobernando el mundo
En 2019 el Foro Económico Mundo firmó con la ONU un Marco de Asociación Estratégica para colaborar en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Con ello, las corporaciones se hicieron ya de un espacio institucional dentro de la ONU, como un Caballo de Troya, se han introducido para ampliar sus capacidades de cabildeo e influencia.
https://youtu.be/x6eYMD_9AiM
De acuerdo con el diagnóstico de personalidad del Manual de Desórdenes mentales de la Organización Mundial de la Salud las características principales que definen a un psicópata son: la cruel indiferencia por los demás, la incapacidad de mantener relaciones duraderas, un fuerte desprecio por la seguridad de los otros, mentir y engañar repetidamente a los demás e incapacidad para ajustarse a las normas sociales.
Al revisar las características del psicópata y referirnos a quienes gobiernan el mundo, seguramente pensamos en algunos presidentes y primeros ministros. Aquí no nos referiremos a ellos, aquí lo haremos a las instituciones que se han convertido en las más poderosas en nuestro tiempo.
Las grandes corporaciones globales han concentrado tal poder que han acumulado una riqueza superior a la de la mayor parte de las naciones logrando dictar las políticas económicas y comerciales globales al beneficio de sus intereses económicos. En el trabajo de Joel Bakan, en su libro La Corporación, convertido en el excelente documental del mismo nombre, se aplica el Manual de Desórdenes Mentales de la OMS al comportamiento de las corporaciones encontrando que cumplen con todas las características de una personalidad psicópata.
El asunto más preocupante es que estas corporaciones, de naturaleza psicópata, han adquirido un alto nivel de interferencia en las políticas de gran parte de las naciones y están penetrando ya a la propia Organización de las Naciones Unidas como comentaremos adelante.
Revisemos rápidamente esas características psicópatas y su cumplimiento por las corporaciones. Las corporaciones se dirigen a cualquier parte del mundo que les ofrezca mano de obra barata y seguridad y si las condiciones son mejores para sus intereses se desplazan de una región a otra, lo mismo ocurre con las materias primas que requiere, si se agotan o hay problemas en su extracción, se trasladan a otra región. Los impactos en los trabajadores y al medio ambiente no importan, son externalidades que no cuentan en las ganancias de las corporaciones, es decir, tienen una cruel indiferencia por los demás e incapacidad de mantener relaciones duraderas. Por otro lado, las corporaciones ocultan los daños que generan con sus prácticas productivas o a través de los productos que ponen en el mercado, desde una gran cantidad de productos químicos hasta el tabaco y las bebidas azucaradas, negando sus impactos en la salud y el medio ambiente, comprando para ello a científicos e instituciones que argumenten a su favor. Es claro el profundo desprecio por la seguridad de los demás, sus recurrentes mentiras y engaños y, por lo tanto, su incapacidad de ajustarse a normas mínimas sociales, cumpliendo así todas las características de la personalidad psicópata.
El deterioro de las condiciones de los sistemas vivos del planeta y la crisis civilizatoria que vivimos se encuentra en la naturaleza de las corporaciones, donde las externalidades de las prácticas de producción y de los productos mismos que introducen al mercado no son de su responsabilidad, se cargan a la salud de las personas y el planeta hasta llegar al umbral de crisis civilizatoria en que nos encontramos.
Existe una fuerte resistencia a la interferencia de las corporaciones en las políticas nacionales y organismos internacionales, para lograr políticas que impidan, regulen, minimicen la producción de estas externalidades. Sin embargo, la estrategia por parte de las corporaciones es muy poderosa y se enfoca ahora en introducirse en la propia Organización de Naciones Unidas.
La mayor iniciativa pública organizada por las grandes corporaciones para influir a gobiernos es, sin duda, el Foro Económico Mundial que se realiza cada año en Davos, Suiza. En enero pasado lograron la presencia de 50 jefes de Estado y 300 Ministros, además de premios nobel, académicos y artistas reconocidos. Esta instancia está financiada por alrededor de mil corporaciones globales y es atendida bajo invitación para un evento que tiene un costo de más de 70 mil dólares, sólo para entrar al evento. Es el mayor desfile de los más lujosos jets privados. Se trata de una élite formada por individuos que representan a corporaciones con un gran poder económico, que comparten una ideología y un gran ideal: lograr una gobernanza global donde las fronteras y los gobiernos no sean más obstáculos a sus negocios. En Davos, fortalecen sus vínculos y estrategias.
El objetivo de las corporaciones es establecer un “nuevo sistema de gobernanza mundial” en el que las corporaciones tengan el mismo reconocimiento que los Estados-Nación. Lo anterior está dibujado ya en el documento “Global Redesign” estableciendo unas Naciones Unidas Público-Privadas. Argumentan que el modelo de gobernanza más efectivo para enfrentar los retos globales es un sistema conformado por corporaciones, gobiernos y sociedad civil. Lo que significaría la penetración, aún mayor, de los intereses de lucro en la gobernanza global, comprendiendo la democracia, agudizando la violación de los derechos humanos. Hay que subrayar que cuando las corporaciones se refieren a sociedad civil, se trata de organizaciones muy bien financiada por ellas para la protección de sus intereses, apareciendo como representantes de la sociedad civil.
En 2019 el Foro Económico Mundo firmó con la ONU un Marco de Asociación Estratégica para colaborar en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Con ello, las corporaciones se hicieron ya de un espacio institucional dentro de la ONU, como un Caballo de Troya, se han introducido para ampliar sus capacidades de cabildeo e influencia. La respuesta desde las organizaciones de la sociedad civil, no manipuladas por estas corporaciones, a la cual se han sumado actores importantes de la propia ONU, como diversos relatores especiales, ha denunciado el riesgo en el que entraría la independencia de este organismo quedando atrás toda una larga historia de Naciones Unidas para resistir la interferencia de los intereses económicos.
La debilidad de la ONU, como organismo multilateral, se agudizará y el mundo entrará en un caos mayor si los intereses de lucro interfieren de manera institucional en este organismo. Intereses de lucro de parte de las corporaciones que tienen una muy alta responsabilidad en los mayores retos que enfrentamos como civilización. Si las corporaciones han actuado para negar sistemáticamente sus daños a la salud y el medio ambiente, desde negar que el tabaco provocara cáncer ocultando durante decenios los documentos que las propias tabacaleras tenían y comprobaban ese daño, hasta la negativa durante otros decenios de las grandes petroleras al cambio climático, diciendo que no existía o que no tenía que ver con el consumo de combustibles fósiles. Existen miles de casos de productos y prácticas que han sido prohibidas después de años de negativas por parte de las corporaciones y cuya prohibición vino por estudios independientes realizados por organismos de Naciones Unidas. Podemos imaginarnos lo que puede pasar si esos intereses, como un Caballo de Troya, entran más profundo en las Naciones Unidas:
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