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04/02/2025 - 12:05 am
Buscarles en vida: una posibilidad que no decae
La búsqueda en vida sostiene la esperanza y el anhelo de que un día, por utópico que parezca, podrán ver regresar a sus seres queridos.
Por: Alejandra Ramírez y Ángel Ruiz
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, es una consigna política que ha acompañado la lucha de las familias que buscan a sus seres queridos desaparecidos en México y toda América Latina, es una exigencia desde que la desaparición inició como práctica criminal de represión estatal en el siglo pasado. Dicha consigna es un planteamiento político que fija la postura que debe existir ante la desaparición de una persona: les buscamos en vida, les nombramos en tiempo presente. Este principio se ha fijado como el estándar a nivel internacional, pues los Principios Rectores para la Búsqueda de Personas Desaparecidas del Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada establecen como primera pauta que “La búsqueda de una persona desaparecida debe realizarse bajo la presunción de vida”, independientemente de las circunstancias de desaparición, el momento en que desapareció la persona o el tiempo de inicio de su búsqueda.
En nuestro país, la desaparición de personas se ha vuelto una práctica criminal enquistada en los territorios y que impacta no solo en el paisaje social cotidiano, sino en el modo de vida de quienes, sin tregua con el olvido, buscan a un ser amado pese a que, en los casos de larga data, el paso del tiempo se experimente en su efecto implacable. “Vivos les queremos” expresa el reclamo público y político para hacer regresar con vida a quienes, forzada y cruelmente, fueron arrebatados de sus hogares. Si bien, la búsqueda en vida es una fuerte llamada de atención hacia las instituciones y autoridades correspondientes para darle un lugar de relevancia a esta modalidad de búsqueda (ya que su realización suele ser menor a la de búsqueda en muerte), para las y los familiares conlleva esfuerzos titánicos en los que se juegan la posibilidad de ver regresar a quienes quieren y extrañan.
Tal es el caso del colectivo “En Búsqueda de Verdad y Justicia”, cuyos integrantes se organizan para exigir –como su nombre lo muestra– la localización de sus familias, acceder a la verdad de lo ocurrido y que quienes perpetraron el crimen respondan por ello. Dicho colectivo sigue una lógica un poco distinta a la de otros, puesto que su génesis fue el encuentro de exigencia de las familias ante la entonces Procuraduría General de la República (FGR). Sin que hubiera alguna característica geográfica, de género o de perpetración criminal que les uniera más que el compartir el dolor de la ausencia y la lucha para que sus familiares regresaran a casa, las y los integrantes de este colectivo se encontraron en el camino y decidieron seguir juntas y juntos desde hace más de 11 años.
Pertenecientes a los estados de Hidalgo, Puebla, Guerrero, Sinaloa, Ciudad de México, Estado de México y Nayarit, quienes integran este colectivo se encontraron en 2014 –varias de ellas con un andar propio desde 5 años antes– y, tras exigir una mesa de diálogo con la entonces PGR, lograron junto con más familias, la creación de la primer Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas que terminaría derivando en lo que hoy es la Fiscalía Especializada en Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada.
En días pasados, del 27 al 30 de enero, el colectivo realizó una diligencia en la cual llevaron a cabo diversas acciones en la ciudad de Oaxaca. Entre ellas, la pega de fichas de búsqueda en las calles del centro de la capital, la visita al centro penitenciario no. 2 de Villa de Etla y al CERESO varonil de Tanivet. Más allá de lo extenuante en términos físicos y la demanda emocional que conllevó dicha labor, estas acciones permitieron la visibilización de las personas desaparecidas y, a la vez, provocaron la reacción de la población a través de gestos sensibles como detenerse a ver las fichas, hacer preguntas al respecto o, en el caso del CERESO, que algunos presos al detenerse a ver la fotografía con el rostro de las personas desaparecidas, expresaran a las integrantes del colectivo frases como: “no pierdan las esperanzas”, “que Dios las ayude y las bendiga”, “que tengan suerte”.
Los esfuerzos que, a lo largo del país, de forma sistemática y organizada emprenden los colectivos y comunidades en búsqueda, son el músculo político y social, la digna voz que encabeza la resistencia para dar con el paradero de las más de 115 mil personas que nos hacen falta. En ese sentido, es clave recuperar y reconocer las experiencias y saberes que las familias han adquirido a través de años en este caminar (por el que nadie debería transitar) y que son destellos de luz en un contexto de violencia generalizada y extrema que por momentos se muestra caótico y paralizante.
La magnitud y agudización de la desaparición, la multiplicidad y complejidad de las formas y fines para los cuales se desaparece a las personas, así como la ambigüedad ante la no certeza de vida o muerte, orilla a quienes buscan, a implementar diversas modalidades de búsqueda que puedan abarcar todos los escenarios posibles, a organizarse, accionar e incidir a través de nuevas y viejas aristas para lograr encontrarles. La obligación del Estado y las instituciones es responder y activar búsquedas integrales, eficaces y bajo una coordinación interinstitucional que facilite la participación de las familias garantizando en todo momento su seguridad. La búsqueda en vida sostiene la esperanza y el anhelo de que un día, por utópico que parezca, podrán ver regresar a sus seres queridos. Acompañemos su andar, de la forma que nos sea posible, porque “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
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