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Jorge Alberto Gudiño Hernández

09/02/2025 - 12:01 am

Mentir

"Nos convencemos de que somos más valiosos de lo que en realidad sucede, nos decimos que el próximo cigarro no nos hará daño o acomodamos nuestro discurso en cuanto vemos que nuestras predicciones fueron falsas".

Mentir por Jorge Alberto Gudiño Hernández.
"Somos las víctimas ideales del sujeto que nos habita y que, sí, cada tanto, miente". Foto: Magdalena Montiel, Cuartoscuro

Mentimos todos. Incluso los que aseguran que no. Y lo hacemos por distintas razones: para salir de un problema, para justificarnos ante algún reclamo, para convencer a alguien, para obtener una ganancia, para reducir el daño y hasta por placer. Es tan natural la mentira que, probablemente, ni siquiera estemos conscientes de todas las veces que la utilizamos. Sobre todo, con nosotros mismos. Somos las víctimas ideales del sujeto que nos habita y que, sí, cada tanto, miente.

Este tipo de mentira particular (la que usamos con nosotros mismos) bien podría servir para no enloquecer, para no desbarrancarse en el abismo de la culpa o para sostener el concepto que tenemos de nosotros mismos. Nos convencemos de que somos más valiosos de lo que en realidad sucede, nos decimos que el próximo cigarro no nos hará daño o acomodamos nuestro discurso en cuanto vemos que nuestras predicciones fueron falsas. Son mentiras, pues, que nos estabilizan, que nos definen casi esencialmente.

Interesan, por supuesto, todas las mentiras que se asocian a la intriga dentro de la ficción. En ese páramo, falsear la verdad implica utilizar al máximo las capacidades verbales para liberar al personaje de todo lo que le acecha. Son mentiras falsas, es cierto, en el sentido de que no pertenecen a la realidad y, por eso mismo, bien podrían no estar dañando a nadie ni lesionando los pactos de confianza entre las personas. Sin embargo, hay algo que las vuelve poderosas. No es la romantización del criminal al que hemos asistido durante años. Es un acto de inteligencia y se le reconoce como tal. ¿Acaso no admiramos a Edmundo Dantés cuando, con el fin de vengarse, arma el engaño del conde de Montecristo?

Es en ese punto donde la mentira cobra nuevos bríos, cuando modifica la realidad. Desde la aseveración un tanto indignada de “yo nunca dije eso”, que no esconde sino desesperación, hasta los relatos presidenciales que aseguran que lo sucedido es otra cosa, lo cierto es que corremos el riesgo de dejar a un lado la comprensión de lo sucedido.

Y no es que se apele al argumento que señala como algo indefinible a la verdad o a lo real. Sucede que, desde siempre, hemos accedido a esos conceptos tanto por la experiencia como por el relato. Confiar en la experiencia es natural: nada tan cierto como el ardor en la piel tras una cortada. Confiar, en cambio, en los relatos que provienen de todas las fuentes es cada vez más complicado. Antes, bastaba sospechar de una excusa para confrontarla con hechos. Las noticias falsas, los discursos políticos, las teorías de la conspiración, los argumentos de los terraplanistas y demás astucias se ubican más en el plano de lo zafio que en el de la inteligencia. Ya es tan burda esa clase de mentira que nos estamos condenando a ese otro desbarrancamiento: el de no tener idea de lo que en verdad sucede.

Lo grave, es evidente, radica en que con esos insumos, con ese acceso a una realidad distorsionada es como debemos tomar decisiones. Las fáciles y las difíciles. Las cotidianas. Las trascendentales. Y, también, es a partir de esa información, en que seguimos construyendo el andamiaje de verdades, engaños y mentiras que nos configuran.

Siempre hemos estado hechos de relatos y éstos, a su vez, tienen componentes falsos. Nunca como ahora. A ver si no terminamos convertidos en seres de ficción.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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