Alejandro De la Garza
08/02/2025 - 12:02 am
Política, delito y trastorno mental
"Para el venenoso, Trump encarna a la perfección el bárbaro capitalismo imperialista y depredador al que hemos llegado".
El sino del escorpión abusa del título del libro de Enzensberger, Política y delito (1965), donde el intelectual alemán indaga en la zona oscura existente entre la legalidad y la ilegalidad en los espacios de la política. Pero el alacrán añade también el tema del trastorno mental para hilar estos tres elementos y mostrarlos encarnados en un solo personaje: el Presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, (im)político y delincuente consumado con trastorno de personalidad narcisista y culpable de al menos 34 delitos probados. Por otra parte, desde 2016 también se insiste en cuestionar su salud mental. Varias asociaciones psiquiátricas y de sicoterapeutas han mostrado con pruebas documentales los síntomas de los trastornos mentales de Trump, en vivo y en directo, para empezar, su claro trastorno narcisista de la personalidad (TNP), pero en Trump se muestran aún síntomas de otros trastornos.
El libro de Han Magnus Enzensberger (1929-2022) indagaba en los nexos, vínculos y complicidades entre política y crimen a partir de nueve ensayos. Por ejemplo, se ocupa del dictador dominicano Leónidas Trujillo; luego de Al Capone y los gánsters, de la sangrienta Camorra napolitana y de los conspiradores contra la Rusia zarista. Enzensberger señala con Freud que el acto político original coincide con el primer crimen: los hijos se rebelan y devoran al padre despótico, y este crimen funda las relaciones sociales, las limitaciones morales y la religión. De esta manera muestra que entre crimen (asesinato) y política existe una dependencia antigua, estrecha y oscura, basada en los cimientos mismos de todo poder, aquí el autor coincide con Elías Canetti: “ejerce el poder quien puede dar muerte a los súbditos, el gobernante es el superviviente”.
Para el venenoso, Trump encarna a la perfección el bárbaro capitalismo imperialista y depredador al que hemos llegado, es el verdadero héroe americano de hoy. Heredó una fortuna de su padre, es un estafador y extorsionador nato desde joven, famoso por evadir impuestos, una celebridad que navegaba por la vida nocturna de Nueva York, hacía cameos cinematográficos, programas de televisión —en particular un reality show del que fue conductor por años—, además de organizar concursos de belleza femenina y fiestas de celebridades. Estafaba con empresas inmobiliarias y luego las declaraba en quiebra. Fundó una universidad fraudulenta, quebró Casinos y hoteles, vendió carnes finas Trump, lociones y hasta un Vodka Trump. Ahora vende monedas conmemorativas, relojes Trump, Biblias Trump impresas en china, tal como sus gorras donde el letrero MAGA no oculta la etiqueta Made in China. Y todas estas actividades siempre han sido sospechosas. ¡Qué ejemplo tan gringo del self made man!
Pero falta lo más interesante: a sólo tres días de tomar posesión como primer mandatario creó su propia Criptomoneda Trump y también una Criptomoneda Melania (¿por qué no?, ya entrados en gastos). Se sabe que las criptomonedas son el lado oscuro de las finanzas, ahí el dinero se lava y seca rápido y nadie puede rastrearlo. Ahora mismo, la Criptomoneda Trump tiene ya miles de millones de dólares: los más ricos del mundo financian y manejan su delirante aventura política, cuyo objetivo es desmantelar buena parte de las oficinas de gobierno de su país, sus medidas regulatorias, purgar la administración de miles de empleados que no son de su movimiento, además de extorsionar a otros países (qué son los aranceles sino un chantaje) o incluso invadirlos y, en un descuido, intentar una limpieza étnica en Palestina para que su yerno construya una turística Riviera Gaza.
Este gran delincuente estadounidense es hoy el Presidente de ese país, declarado culpable de cargos de falsificación de registros comerciales en el juicio por pago para silenciar a una testigo en el tribunal penal de Manhattan. Trump es el primer presidente en la historia de Estados Unidos condenado por un delito grave. Enfrenta un cargo en virtud de la Ley de Espionaje, así como cargos de obstrucción de la justicia, destrucción o falsificación de registros, conspiración y declaraciones falsas. Es investigado también por los supuestos esfuerzos que realizaron él y sus aliados para anular las elecciones de 2020. Otros de los cargos en contra de Trump incluyen uno por violación de la Ley de Organizaciones Corruptas Influenciadas por Mafiosos (Ley RICO), tres más por solicitar la violación del juramento a un funcionario, otros dos por conspiración para perpetrar declaraciones y escritos falsos, un cargo por presentación de documentos falsos y dos más por declaraciones y escritos falsos.
En cuanto a la salud mental de Trump, la discusión se inició desde su primer mandato, cuando un manifiesto público apoyado por unos tres mil psicoterapeutas, advirtió sobre la alta probabilidad de que estos ataques de trastorno narcisista de la personalidad aumenten conforme su mito personal de grandeza vaya confirmándose (desde su propia perspectiva). A ese desplegado le han seguido varios más, así como una petición de change.org (encabezada por el psicólogo John Gartner), otra publicación de una asociación de psicoterapeutas y más y más llamados literales a la cordura. Hay incluso una carta enviada por 35 psiquiatras, psicólogos y otros profesionales a los directores del New York Times, donde advierten que las palabras y los actos de Trump demuestran “su incapacidad para tolerar puntos de vista diferentes a los suyos, pues estos desencadenan su ira. Sus palabras y su comportamiento sugieren una profunda incapacidad para empatizar. Los individuos con estos rasgos distorsionan la realidad para que encaje con su estado emocional”.
La discusión también tiene que ver con la defensa que hacen de Trump sus seguidores al asegurar que no se puede calificar de trastornada mental a una persona sin hacerle exámenes serios y profundos. Pero la respuesta documentada de los psicólogos es que en el “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” (DSM-5) se especifican claramente las actitudes, acciones y síntomas de diversos trastornos, y que, en el caso de Trump, saltan a la vista. Así por ejemplo, su sentido grandioso de la propia importancia: cuando la verdad o la realidad no encaja con la idea grandiosa que tiene de sí mismo, cambiará la realidad por “hechos alternativos” o “noticias falsas” con el fin de que ese concepto grandioso sobre sí mismo no se vea alterado.
Revisemos otras expresiones de su trastorno: el narcisista Trump no es simplemente bueno, es el mejor. No es grande, es el más grande. No es honesto, es el más honesto. No es humilde, es el más humilde. No construirá un muro con México, construirá el muro más grande y más bonito que se haya visto y nadie construye muros como él. Le encanta considerarse el mejor negociador del mundo. Piensa que es la persona más militarista que ha existido y que sabe más sobre ISIS que los mismos generales. Cree que podría ser la persona más presidencial que jamás haya existido, aparte de, posiblemente, Abraham Lincoln. Insiste en que es un genio probado. Se vanagloria de que es muy rico: “Soy rico. Soy increíblemente rico. Y puedo usar mi dinero para hacer que la gente haga lo que yo quiero que hagan. Lo sé porque lo he hecho muchas veces. Así funciona el sistema”, declara con cinismo amenazador. El arácnido sólo añade: a confesión de parte, relevo de pruebas.
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