María Rivera
27/02/2025 - 12:01 am
Futuro
Más vale que México empiece a pensar, nuevamente, qué va a hacer con su vecino a largo plazo, se replantee completamente su relación, y no sólo se prepare para resistir a las marejadas y tsunamis de los próximos cuatro años.
Como en un mar encrespado y lleno de peligros, navega el Gobierno de la Presidenta Sheinbaum. Cada vez más delineadas las verdaderas amenazas que se ciernen sobre el país, el Gobierno de México tiene que maniobrar para sortear las olas que a veces parecen tsunamis. Especialmente, con Trump, como lo sabe todo el mundo.
La designación de Trump de los cárteles mexicanos como grupos terroristas sigue el guión anunciado desde hace semanas y muy probablemente éste avance hasta concretarse en algún golpe espectacular contra los cárteles de la droga en México, para consumo interno de las bases trumpistas. No se entiende la medida si no es para usarla como un arma propagandística, querido lector. Porque convertir a los cárteles en grupos terroristas no elimina, ni eliminará el tráfico de las drogas hacia Estados Unidos, y mucho menos lo haría una intervención militar en nuestro país para “aniquilarlos”, tipo las intervenciones que Estados Unidos ha llevado a cabo en Irak o Afganistán. De hecho, ya sabemos que descabezar cárteles no sirve más que para aumentar las cabezas de la hidra y sumir a nuestro país en un horror sangriento.
La Presidenta Sheinbaum ha sido muy enfática al declarar una, y otra vez que México es un país libre y soberano, lo que me parece muy bien, como a todos los mexicanos. El problema es, evidentemente, la realidad más allá del discurso. Bien podría ser (y yo lamentablemente creo que así sucederá) que Trump utilice su guerra contra los cárteles mexicanos como una demostración de poder, un mensaje tanto para el pueblo norteamericano como para el mundo entero.
Intervenir militarmente en nuestro país no tendría un costo muy alto para él, al contrario, tendría beneficios en su política interna. Del mismo modo que se orquestó el secuestro del Mayo Zambada, violando todos los tratados internacionales, en un futuro puede llevar a cabo operaciones ilegales en nuestro país, amparado en sus leyes y decretos, en los que la justicia y los derechos humanos sencillamente no figuran. Así, Estados Unidos ha asesinado a quienes se les ha antojado en el mundo, bajo el argumento del terrorismo. Así, ha encarcelado y torturado presos políticos en
Guantánamo, sin darle cuentas a nadie.
El asunto será cuánto necesitará Trump de un golpe propagandístico y en qué momento. No hay nada que México pueda hacer para evitarlo, querido lector, porque esta decisión, de darse, no obedece a las pocas o muchas medidas que lleve a cabo el Gobierno de México para combatir el narcotráfico, sino a necesidades políticas internas del Presidente de Estados Unidos. Lo mismo sucede con los aranceles, los cuales los determinará Trump, según sus necesidades y prioridades económicas. No hay ni rastros de una negociación real, sino imposiciones de la fuerza y juegos macabros. Trump hará lo que sea para poner de rodillas a los distintos gobiernos que tengan relaciones de dependencia con Estados Unidos, como está haciendo con Ucrania y Zelenski. Ladrón, aprovechado y mentiroso, ese es Donald Trump. Y es que hay que recordar que fue Rusia quien invadió a Ucrania y comenzó la guerra, no al revés como el mendaz Presidente de Estados Unidos ha dicho.
El verdadero meollo del asunto, para México, es qué hacer frente a estas amenazas. Es evidente que México no puede librar una guerra contra Estados Unidos. Muy seguramente, tendríamos que tragarnos la humillación, como históricamente ha sucedido. Por ello, el Gobierno de la Presidenta Sheinbaum tiene que estar preparado para el escenario, aunque lo consideren remoto. Esa carta ya está sobre la mesa, querido lector, bien abierta.
Mal haríamos en no ver, clarito, que, aunque Trump suele blofear para negociar bajo amenazas, también ha dado pasos consistentes para poder justificar un ataque contra el Gobierno mexicano y los cárteles de la droga, dentro de nuestro país. Le caerá muy bien la Presidenta Sheinbaum y hasta puede seguir llenándola de elogios por su campaña antidrogas, pero lo cierto es que la Casa Blanca ha declarado que el Gobierno de México está aliado a los cárteles, que ahora son grupos terroristas. Claramente, Trump ha estado sentando las bases para poder justificar un ataque a México, y no
verlo ya es hasta ocioso.
Por supuesto, todo parece cosa de ficción, y exageraciones y uno esperaría que al episodio trumpista lo revierta rápidamente el tiempo, que en cuatro años todo termine. Pero lo cierto, querido lector, es que no parece que esto vaya a ser solamente un episodio delirante de la historia. Si Trump logra sentar las bases de su movimiento y genera cuadros los suficientemente fuertes, como los que ya tiene, y los ciudadanos norteamericanos lo apoyan mayoritariamente, esto podría ser el inicio de algo verdadera y prolongadamente grave de consecuencias imprevisibles. El inicio de una nueva
era. O bien, los estadounidenses recapacitan, y botan a su movimiento en las próximas elecciones y más o menos corrigen el rumbo.
Hoy, sin embargo, el panorama no es nada alentador y pareciera que nos queda Trumpismo para rato. Más vale que México empiece a pensar, nuevamente, qué va a hacer con su vecino a largo plazo, se replantee completamente su relación, y no sólo se prepare para resistir a las marejadas y tsunamis de los próximos cuatro años. Bien podría ser que para entonces el mar ya no vuelva a ser el mismo de antes.
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