Alejandro De la Garza
15/03/2025 - 12:05 am
Los columnistas, la barbarie criminal y el CJNG
De forma natural, las columnas periodísticas, como espacios de opinión, son terreno para las confrontaciones políticas e ideológicas.
El sino del escorpión ha fatigado las informaciones de los periodistas de campo sobre la barbarie criminal llevada a cabo en el Rancho Izaguirre de la comunidad de La Estanzuela, municipio de Teuchitlán en Jalisco. Gracias al esfuerzo de las organizaciones de buscadores y a estos reporteros, todo el país ha atestiguado la magnitud inhumana de ese crimen. Pero el escorpión quiere aquí referirse a lo publicado por los columnistas de la prensa nacional, a quienes cabe exigir interpretaciones lúcidas, entendimiento profundo, datos que ubiquen el fenómeno en su contexto social y político, para que también se demanden acciones y respuestas institucionales prontas por parte las autoridades responsables y los involucrados.
De formas natural, las columnas periodísticas, como espacios de opinión, son terreno para las confrontaciones políticas e ideológicas. Son campo de batalla de un enfrentamiento en proceso entre bandos, facciones y partidos; entre intereses económicos, poderes fácticos, criminales y los poderes gubernamentales estatales, municipales, regionales y federales. Ahí parecen expresarse las filias y fobias del columnista por sobre los hechos criminales mismos.
Gracias a los reporteros de a pie, que a pesar del riesgo personal nos informan desde el lugar de los hechos (ahí donde “las banquetas siempre son más estrechas”), nos enteramos de los pormenores de la dolida historia de terror vivida por tantas víctimas en ese campo de reclutamiento y secuestro, de entrenamiento y exterminio, de muerte e inhumaciones en hornos crematorios, apenas a 60 kilómetros de Guadalajara. Las imágenes de los restos óseos, las prendas de vestir, los objetos personales, los recados y listados fúnebres, la cantidad de zapatos apilados, recuerdan los campos de concentración nazis, se insiste, pero también remiten a la Franja de Gaza de hoy, donde se apilan y arden cuerpos víctimas de la limpieza étnica desarrollada por las fuerzas militares de Israel.
En tanto, los columnistas expresan de manera unánime y veraz su indignación, su rabia, su frustración, pero cada cual canaliza sus legítimas emociones ante el horror criminal hacia su chivo expiatorio predilecto: desde el expresidente Felipe Calderón y el exgobernador local Enrique Alfaro, hasta el expresidente López Obrador, el Fiscal Gertz Manero y la misma Presidenta Sheinbaum, pasando por funcionarios locales como el exfiscal Méndez Ruiz, el coordinador de seguridad Ricardo Sánchez, el secretario de Seguridad Pública, Juan Bosco Agustín Pacheco; el titular de la Guardia Nacional, David Córdova; el reelecto presidente municipal de Teuchitlán, José Murguía, o la titular de la Fiscalía de Desaparecidos, Blanca Jacqueline Trujillo.
En esta confrontación, parece cobrar mayor relevancia el sentido político de la interpretación de los columnistas y su denuncia en ese sentido, que los hechos criminales mismos, el sufrimiento de las buscadoras y los buscadores, el dolor de las familias que han perdido a alguien, el destino doloroso y trágico de tantas personas jóvenes engañadas por las estructuras delictivas y su ejército de sicarios. No se tome a la ligera al venenoso, pues ha participado y protestado ante estos horrores criminales desde mediados de los años noventa, cuando el fenómeno terrible de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez fue calificado como crimen de lesa humanidad, tanto por el accionar inhumano de los asesinos como por la negligencia y negación de las autoridades.
Luego de aquellos feminicidios, siguieron la reportada disolución en ácido de más de 300 cuerpos en La Gallera, Tijuana en 1996. En 2010, la matanza de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, y más y más fosas clandestinas halladas en La Barca, Jalisco en 2016; en Tetelcingo, Morelos y en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, en 2019. En 2020 se encontraron las fosas de Salvatierra y Cortázar, en Guanajuato. Pero sobre todo, se recuerda con dolor la irresuelta desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014, cuando el alacrán marchó varias veces junto con tantísima gente con la esperanza de que algo así no se repitiera. ¿Se detendrá esto alguna vez?
Jalisco es el estado número uno desapariciones. De acuerdo con el Registro Estatal de Personas Desaparecidas (REPD), en Jalisco hay 15 mil 426 personas desaparecidas, de las que 13 mil 656 son hombres y mil 770 mujeres. Zapopan es el municipio con mayor número, ya que hasta el pasado 28 de febrero había dos mil 774 personas sin localizar. Otros municipios con altos índices de desaparecidos son: Guadalajara, con dos mil 653 personas sin localizar; Tlajomulco de Zúñiga, con mil 500 desaparecidos; San Pedro Tlaquepaque, con mil 236; Tonalá, con 655, y El Salto, con 512 personas que continúan desaparecidas.
¿Tiene la Fiscalía de Jalisco, sus policías estatales y municipales la capacidad para enfrentar la indetenible ola criminal del Cartel Jalisco Nueva Generación? El líder de esta organización criminal, considerada ahora terrorista por el gobierno estadounidense, es Nemesio Oseguera, “El Mencho”. Su hijo de 35 años, Rubén Oseguera, “El Menchito”, fue sentenciado apenas en febrero pasado a cadena perpetua y a pagar una multa de 6 mil millones de dólares por la Corte del Distrito de Columbia, en Washington, para la que “El Narcopríncipe”, como también se le conoce, es un narcotraficante “extremadamente violento” que lideró los asesinatos, secuestros y torturas para convertir a su organización criminal en un imperio.
También en febrero pasado, el tío de “El Menchito”, Abraham Oseguera, “Don Rodo”, hermano de Nemesio Oceguera, fue detenido en Tonaya, Jalisco, acusado de uso de arma de fuego y cartuchos de uso exclusivo del Ejército, así como por delitos contra la salud. Su caso está en evolución y solicitó ya un amparo para no ser extraditado a Estados Unidos, tal y como acaba de ocurrirle a su otro hermano, Antonio Oseguera, “Tony Montana”, quien fue arrestado en Tlajomulco en diciembre de 2022 y formó parte de los 29 narcotraficantes enviados por el gobierno mexicano a Estados Unidos el pasado 27 de febrero.
Finalmente, quien acaba de salir libre es Rosalinda González Valencia, esposa de Nemesio Oseguera. Obtuvo su libertad en febrero, tras cumplir más de la mitad de la sentencia de cinco años de prisión, que se le impuso en 2023 por el delito de lavado de dinero. “La Jefa”, como se le conoce, había sido detenida por primera vez en 2018, pero salió en libertad controlada. Fue reaprehendida en 2021 por no acudir a firmar el libro de procesados, por lo que fue enviada al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) femenil, en el municipio de Coatlán del Río, Morelos, de donde finalmente salió al cumplir más de la mitad de su condena y por buena conducta.
@Aladelagarza
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