Han pasado más de cinco décadas desde la desaparición forzada de Jesús Piedra Ibarra. La tragedia marcó, en paralelo, el nacimiento de una lucha incansable encabezada por su madre, Rosario Ibarra de Piedra, quien se convirtió en un símbolo moral, referente en la búsqueda de personas desaparecidas y figura histórica de los movimientos por los derechos humanos en México. Doña Rosario murió el 16 de abril de 2022 sin encontrar a su hijo.
Ciudad de México, 18 de abril (SinEmbargo).– Jesús Piedra Ibarra, joven estudiante y activista integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, cumple este viernes 50 años como víctima de desaparición forzada a manos de elementos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), en el contexto de la llamada "Guerra Sucia" en México. A medio siglo de ese crimen de Estado, el país enfrenta una nueva crisis, pues decenas de miles de personas han sido desaparecidas en un contexto distinto, pero con un elemento en común: la participación o aquiescencia delos propios agentes del Estado mexicano.
“Se nos ha ido la vida en esta lucha. La mayoría de los que quedamos ya somos viejos. Ha sido una lucha tremenda [...]”, expresó en entrevista Claudia Piedra Ibarra, hija de Rosario Ibarra de Piedra y hermana de Jesús en el aniversario 50 de su desaparición.
Jesús Piedra Ibarra nació el 17 de febrero de 1954. Era hijo del doctor Jesús Piedra Rosales y de la activista Rosario Ibarra de Piedra. Desapareció a los 21 años tras ser detenido por miembros de la DFS.
Han pasado más de cinco décadas desde aquel hecho que marcó el nacimiento de una lucha incansable encabezada por su madre, Rosario Ibarra, quien se convirtió en un símbolo moral, referente en la búsqueda de personas desaparecidas y figura histórica de los movimientos por los derechos humanos en México. Rosario murió sin encontrar a su hijo el 16 de abril de 2022 en Monterrey, Nuevo León.
"Es es muy triste que poco a poco se han ido las madres que que fundaron Eureka, porque también este 17 de abril se cumplen 48 años de la fundación del Comité [Comité ¡Eureka!, fundado por doña Rosario en 1977] y quedamos las hermanas, los hijos, los nietos de los desaparecidos; los demás ya se nos han ido, ya no están acá y es muy frustrante ver que hayan pasado tantos años de esta de esta indolencia y de este falta de de respeto por el por los derechos de de los de los ciudadanos", expuso Piedra Ibarra en entrevista con SinEmbargo.
El pasado 16 de abril se cumplieron también tres años del fallecimiento de Doña Rosario Ibarra, fundadora del Comité ¡Eureka!, colectivo emblemático en la exigencia de justicia para los desaparecidos.
Claudia Piedra recordó no sólo la persistencia de la lucha familiar, sino también la deuda que el Estado mexicano mantiene con la verdad, la justicia y la memoria de miles de personas desaparecidas. Desde el inicio, dijo, su madre enfrentó una dura batalla contra la incredulidad de una sociedad que se negaba a aceptar la existencia de desapariciones forzadas en el país.
Los primeros años estuvieron marcados por la negación, la manipulación mediática y la represión hacia quienes exigían justicia. Las familias fueron despojadas de su derecho a saber qué había pasado con sus seres queridos. La pérdida de figuras clave, como doña Rosario, y la constante invisibilización de los desaparecidos han dejado un vacío inmenso.
“Primero tuvimos que luchar contra la incredulidad de que hubiera desaparecidos en México. Y ahora, aunque ya hay más conciencia, siguen los ataques. Los medios quieren aprovecharse de lo ocurrido en el sexenio de Felipe Calderón para montarse en un supuesto movimiento de defensa de derechos humanos. Si ahora, cuando ya mucha gente ha abierto los ojos, siguen cometiendo tropelías, imagínese cómo fue hace décadas. Enfrentamos constantemente la mentira oficial, la manipulación mediática, ese intento por silenciarnos. Fue muy difícil”, relató la heredera de la lucha incansable de su madre.
La exigencia principal, dijo, no ha cambiado: se demanda una investigación real, profunda y seria. No informes archivados ni verdades a medias, sino procesos forenses que permitan esclarecer lo ocurrido. En este sentido, la hija de Rosario Ibarra expuso en la charla con este medio de comunicación que con la llegada de la nueva administración de Claudia Sheinbaum Pardo se logre finalmente una respuesta contundente:
“Ahorita llegamos aquí, pues, con la esperanza y tal vez con la confianza en que la Presidenta Claudia Sheinbaum va a dar una respuesta, porque ella fue caminando buena parte de nuestra lucha. […] Ella sabe perfectamente cuál es la lucha, quiénes estuvimos, conoció muy bien a mamá, la quiso mucho, se quisieron mucho. Entonces eso es lo que nosotros estamos esperando, nosotros, los familiares, eso es lo que estamos esperando: saber qué pasó con ellos”, planteó.
No obstante, Piedra Ibarra destacó que tampoco se trata sólo de buenas voluntades, sino que realmente se requiere esclarecer los hechos.
“Y pensamos que mientras no se esclarezca cómo está todo, va a seguir pasando esto, no va a haber garantía de la no repetición del delito. Tiene que terminar todo para que se garantice que no se vuelva a repetir. Por eso se tiene que llegar hasta lo último en la investigación. Eso es lo que pensamos nosotros”, dijo.
Para la familia Ibarra, la desaparición de Jesús no fue un hecho aislado ni meramente local, sino que es la muestra de una práctica sistemática que contó con múltiples responsables.
“Sabemos que esta práctica de la desaparición tuvo muchos involucrados, no nada más las policías, no nada más el Ejército, no nada más el Gobierno federal. Sabemos también que hubo agentes que participan no nada más del Gobierno de México, sino del Gobierno de Estados Unidos, con el entrenamiento de las policías”, afirmó
Sin embargo, como ha sido históricamente su postura, Claudia insiste en que la labor de señalar responsables y proceder legalmente no es tarea de las víctimas: “Nosotros no nos vamos a meter a decir ‘fueron estos’, ‘fueron los otros’, ‘hay que hacer esto’. No nos vamos a meter porque eso le corresponde al Gobierno”.
Lo que demandan las familias, expuso la entrevistada, es claridad, voluntad y una investigación con todos los elementos necesarios. Y es que Claudia Piedra resaltó que la gestión de la Comisión de la Verdad durante el sexenio pasado no cumplió con lo que esperaban las familias.
“El año pasado no pasó —el sexenio pasado, perdón—. Se formó la Comisión de la Verdad, esa comisión que fue, pues, realmente para sacar datos de archivos y ponerlos en un libro o un informe y quererlo presentar como que ya era una investigación, y pues en realidad no fue eso”, destacó.
Además denunció el uso indebido de la información recopilada por dicha comisión:
“Y quienes la llevaron a cabo, pues ahorita lo están haciendo utilizando eso mal hecho, porque es ilegal hacer eso, utilizando toda esa información que recopilaron, la están dando a conocer como si fuera un trabajo personal y como si esa información les perteneciera. Y eso pensamos nosotros que debería ser sancionado por el Gobierno actual, porque eso es incorrecto”.
En el camino actual, la familia mantiene la atención puesta en el seguimiento de la recomendación 98VG de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH):
“Hubo una reunión en Gobernación con los grupos de organizaciones que tienen que ver con ese periodo, que nosotros no le llamamos la guerra sucia porque es un mote que le puso el gobierno criminal y ellos, pues, presentaron ahí su informe. Están siguiendo los pasos de la recomendación de la CNDH, la 98VG, y ojalá que se cumpla con eso, que se empiece a dar seguimiento a esa recomendación. Ojalá que sigan adelante con la investigación. La Fiscalía [General de la República (FGR)] todavía le falta”.
El fenómeno que no desaparece
Al medio siglo de la desaparición, el fenómeno que vive México no es ajeno. Hoy vivimos un momento en que la desaparición ha crecido en forma alarmante y, aunque no responde a una política de Estado tan estructurada como la de la Guerra Sucia, sigue contando con la complicidad de autoridades de todos los niveles, destaca por su parte el investigador Daniel Vázquez.
“Llegamos a estos 50 años no muy bien. Lo más grave es que, en términos de la reacción estatal, seguimos más o menos igual: negación, simulación, impunidad”, destacó el académico.
Daniel Vázquez explicó en entrevista con SinEmbargo que durante los años 60, 70 y parte de los 80 del siglo pasado, las desapariciones respondían a una política sistemática del Estado mexicano para eliminar a sus opositores:
“El objetivo era claro: desaparecer a quien representara una amenaza política, ya fuera parte de grupos guerrilleros o simplemente opositores relevantes. Se trataba de una política de arriba hacia abajo, implementada por agentes del Estado con directrices específicas”, dijo.
Hoy, las desapariciones tienen otro rostro, expuso, pero una raíz común: la impunidad.
“Ya no se trata de una política explícita del Estado, sino de un fenómeno generalizado que involucra a redes de macrocriminalidad donde participan agentes estatales, directa o indirectamente. Eso las convierte también en desapariciones forzadas”, afirmó el investigador.
Para Claudia Piedra Ibarra se trata de una situación compleja en torno a las investigaciones por desaparición ya que, dijo, se intenta presentar como desapariciones forzadas hechos que, para ella, no se ajustan al marco definido originalmente por la comunidad internacional:
“Hay ahorita mucha situación por esto de la investigación y que se quiere hacer aparecer como que las desapariciones por particulares, pues, son desapariciones forzadas”, dijo.
La hermana de Jesús Piedra explicó que la Convención Internacional sobre la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tuvo su origen en el trabajo y la exigencia de las organizaciones de familiares de desaparecidos de toda América Latina:
“Esta dice que la desaparición forzada es cometida por agentes del gobierno, de los gobiernos, y contra la disidencia política. Esa era la especificación”, explicó.
Además destacó que si bien ese marco internacional ha experimentado cambios, y las circunstancias en las que se utiliza la desaparición también han variado con el tiempo, la práctica, en sexenios anteriores, siempre estuvo ligada directamente a la acción estatal:
“Se ha ido cambiando, y fueron cambiando también las circunstancias de la utilización de la desaparición forzada, pero siempre fue, en los años pasados, los sexenios pasados, siempre fue ordenada por el gobierno”.
No obstante, la hija de Rosario Ibarra reconoció que en la actualidad aún hay corrupción en las corporaciones de seguridad y vínculos con el crimen organizado, pero insistió en que el contexto ha cambiado de manera fundamental:
“Claro que ahorita todavía hay mucha corrupción en la policía y puede haber esa colusión, pero ya cambiaron las circunstancias, ya no es ordenada, ya no es una política de Estado. Ahorita no es una política de Estado”.
Por su parte, en su análisis sobre la evolución de la desaparición en México, Daniel Vázquez explicó que en el contexto actual, las desapariciones se han transformado en un fenómeno generalizado, en el que no existe una política estatal explícita, sino que el fenómeno es impulsado por distintos actores, tanto de grupos criminales como, en ocasiones, con la complicidad u omisión de autoridades:
"Lo que tenemos ahora es un fenómeno de desaparición generalizada, que no responde a una política pública, sino a una fragmentación muy importante de los distintos actores que detienen personas de forma arbitraria", describió.
Para Vázquez hay tres características clave que definen las desapariciones actuales en México. La primera es la "masividad", pues no se trata de casos aislados, sino de miles de personas desaparecidas; la segunda es la "distribución geográfica", ya que las desapariciones ocurren en todo el territorio nacional y no se limitan a una región específica, y la tercera es que la impunidad agrava aún más la situación. La falta de justicia y la nula investigación de estos casos generan un ambiente propicio para que tanto grupos criminales como autoridades continúen con esta práctica sin consecuencias: "Eso es lo que lo hace generalizado: la impunidad", destacó.
Una de las características más peligrosas de las desapariciones actuales, según Vázquez, es la existencia de redes de macrocriminalidad, que incluyen tanto a actores fuera del Estado como a funcionarios y agentes estatales:
"Cuando hablamos de redes de macrocriminalidad, estamos hablando de estructuras políticas dentro de ellas: policías municipales, presidentes municipales, fiscales, secretarios de seguridad e incluso regimientos militares", explica. De este modo, muchas de las desapariciones cometidas por grupos criminales son, en realidad, desapariciones forzadas, debido a la participación activa o pasiva de actores estatales.
En este sentido, Piedra Ibarra puso énfasis en que si la desaparición ha cambiado, fue gracias a los gobiernos anteriores, que fueron los que se convirtieron en escuelas de criminales:
“Nosotros siempre lo dijimos: la escuela del crimen fueron los gobiernos priistas y panistas. Ellos fueron las escuelas del crimen. Si los criminales actuales siguen utilizando esta práctica es porque la aprendieron de ellos”, afirmó.
En tanto, Daniel Vázquez sostiene que el principal problema radica en que el Gobierno federal no ha reconocido la existencia de estas redes de macrocriminalidad con estructuras políticas dentro, lo cual ha generado una grave falta de justicia. Los gobiernos anteriores, desde Felipe Calderón Hinojosa hasta Enrique Peña Nieto, así como la administración actual de Claudia Sheinbaum, no han querido aceptar que las desapariciones no son únicamente responsabilidad de los criminales, sino también del Estado, que mediante la omisión y la complicidad permite que continúen ocurriendo.
A su vez, el análisis recalcó que, aunque el contexto y las formas de las desapariciones en México han cambiado, hay un común denominador que no ha cambiado: la gravedad de este fenómeno, la falta de respuestas y la negación por parte del Estado.
“Entonces, tenemos esos dos fenómenos diferentes: las desapariciones sistemáticas del pasado, las desapariciones generalizadas del presente, y en ambos casos el gran problema que tenemos es un proceso de negación por parte del Estado, una falta de verdad, una falta de investigación —esto que comentaba yo hace un rato—, un grave problema de impunidad. Y entonces estamos más o menos en las mismas en términos de reacción estatal: negación, simulación, impunidad. Ese es el gran problema que tenemos en ambos procesos”, concluyó.