Melvin Cantarell Gamboa
23/04/2025 - 12:05 am
¿Paz perpetua o estado de guerra permanente? Primera parte: Trump, el político
Trump debiera entender que la tradición bélica e imperialista de su país es hoy irrealizable.
“La guerra es la madre
de todas las cosas”.
Heráclito
“Si vis pacem bellum” (Si quieres la paz prepárate para la guerra)
Frase romana
En mi artículo anterior inquirimos la personalidad de Donald Trump; pero ¿qué representa este personaje en el actual contexto político? Esto es lo que aquí trataré de analizar. Desde mi perspectiva, Trump es un síntoma del declive del imperio americano ya que sus decisiones han desatado una nueva crisis en el curso cíclico del capitalismo que seguramente provocará cambios irreversibles al sistema; puedo afirmar con certeza clara, y los hechos lo confirman, que el mundo actual no será el mismo después de Trump, sufrirá transformaciones y modificaciones que pondrán en entredicho el universalismo del sistema capitalista, se probará el carácter fallido de sus valores, categorías filosóficas, económicas, políticas, morales, éticas y, se constatará, el uso tramposo que históricamente Occidente, en esencia los Estados Unidos de América, ha hecho de estos “paradigmas” en la solución de los grandes problemas humanos. Conceptos como humanismo, democracia, libertad, libertad de comercio, conciencia, expresión pública, educación, derechos humanos, economía liberal, libertad de comercio, etc., que no serán más los principios rectores del mundo globalizado; lo que estamos viviendo muestran lo que son: meras palabras y representaciones mentales vacías que operan exclusivamente en favor de la idea de beneficio; criterio con que el sistema capitalista pretende invisibilizar la explotación del trabajo y de los trabajadores.
Desde el pasado 2 de abril, Trump ha actualizado una estratagema de dominación que parecía ya superada: la imposición de aranceles y la amenaza de mayores represalias a quienes no se sometan a su equivocada visión del comercio mundial; basta observar la oposición con que han encontrado y sus efectos. En el pasado este recurso tuvo éxito y le funcionó a las potencias colonialistas e imperialistas en sus conquistas; en aquel entonces su empleo no tuvo respuestas contundentes porque fue aplicada a territorios y naciones débiles e impuestos (los aranceles) mediante la guerra, valiéndose de armas más avanzadas, la conquista violenta, el intervencionismo, el autoritarismo, castigos y sometiendo a la población, métodos que ya no operan.
Las parapraxias de Trump, sus actos fallidos acompañados de deslices en la memoria histórica y la ausencia de planes y acciones previamente calculados sólo son exitosos en los delirios que le bullen en la cabeza; no tienen el efecto esperado porque parte de la falsa idea de que aún es posible una dominación estadounidense militar, económica, cultural e ideológica, algo en los tiempos que corren totalmente fuera de su alcance.
Es cierto, Estados Unidos es la mayor economía del mundo (PIB y recursos financieros), cuenta con el mayor poderío militar de la historia (800 bases militares alrededor del mundo y poderosas flotas en todos los mares), tiene el mayor desarrollo tecnológico y la mayor influencia cultural y política entre los países, pero también tiene el más negro historial en intervenciones extranjeras, en violaciones a la soberanía de estados independientes, en su afán de forzar con medidas distintas a su visión particular de lo que debe ser un Gobierno o para apropiarse de los recursos naturales de otros pueblos ha estado presente en conflictos bélicos en sus 249 años de independencia y siempre ha estado en guerra con algún país; antecedentes que lo hacen también el Estado menos confiable sobre la tierra.
Trump debiera entender que la tradición bélica e imperialista de su país es hoy irrealizable, primero, porque responde a una visión anacrónica de las relaciones entre los pueblos y las naciones; segundo, porque ignora que las nuevas relaciones internacionales se basan en acuerdos, tratados, equilibrios y en el respeto al derecho ajeno y su postura tiene efectos disolventes en esta reciente normatividad basada en una inteligencia compartida, es decir, en el entendimiento, el diálogo, el establecimiento de vínculos y haber aprendido de la historia y de la vida; también debiera estar informado que los recursos mencionados son las únicas herramientas con que se puede construir una sociedad planetaria más equitativa, más justa y satisfactoria para todos sin distingos. Cómo hacerle entender que no es posible “hacer grande a América de nuevo” a cualquier costo. En los hechos sus delirantes desmesuras (en griego hybris) son producto de sus perturbados delirios: amenazar con apropiarse de Groenlandia, convertir a Canadá en el estado 51 de la Unión Americana, recuperar el Canal de Panamá por la fuerza, apoya a Israel en su guerra criminal en Gaza, Jordania, Líbano y Siria hasta el exterminio o expulsión de su hogar de los palestinos, desatar una competición bélica mundial tomando como pretexto la guerra en Ucrania y otros etcéteras; el mayor peligro de su llamado a armarse todos hasta los dientes son las consecuencias económicas y sociales para la población mundial; por ejemplo, Canadá invertía en 2022 el 1.2 por ciento de su gasto público en defensa (menos de 600 euros por habitante), elevar este gasto hasta el cinco por ciento lesionaría gravemente la educación, la sanidad y el gasto público per cápita; sin embargo, Trump, en una decisión sin precedente, está obligando a sus aliados, entre ellos Canadá, a invertir mínimo el cinco por ciento o hasta al 10 por ciento de su PIB en armas; destruyendo con esto los fundamentos pacifistas que podrían hacer posible esa paz perpetua (el concepto más civilizado que se le ha ocurrido al mundo Occidental), que en el siglo XVIII desarrolló el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804).
En 1795, Kant publicó un opúsculo con el título de "Por la paz perpetua" (Forjadores de la libertad. Ediciones Brontes, S.L. 2011); el filósofo atribuye a la palabra paz (pax, pacis) cuatro importantes significados: 1) Estado psíquico de tranquilidad y sosiego de ánimo; 2) tranquilidad pública, 3) estado de una reunión de personas en que no hay riñas, disensiones, pleitos, agresiones ni violencia, sino un estado de armonía civil, propia de una nación que no se halla en guerra con ninguna otra. La paz, pues, abarca la ausencia de conflicto, pero, cuando se aplica a los breves plazos entre conflicto y conflicto sólo podemos hablar de paz si estos se resuelven sin violencia mediante el diálogo y el acuerdo. Ahora bien, “si todos los conflictos se resolvieran de esta manera, dice Kant, estaríamos hablando de paz perpetua y habríamos llegado al concepto de paz global, mientras tanto toda paz será una utopía”. El gran obstáculo para alcanzar ese estado de paz son los jefes de Estado que nunca están ahítos de ambiciones, olvidan “que la honradez es la mejor política y su práctica está por encima de cualquier objeción” (pág. 74).
Kant propone también las siguientes condiciones para alcanzar la paz perpetua: 1.- “No puede tenerse como válido ningún tratado de paz que haya tenido lugar con la reserva secreta sobre algún motivo de guerra en el futuro. 2.- Ningún Estado independiente (grande o pequeño por igual) podrá ser comprado por otra a través de herencia, permuta, compra o donación. El Estado es una sociedad de hombres sobre la que nadie más que ella misma debe mandar y decidir… ningún otro Estado puede pensarse con ningún derecho sobre ese pueblo. 3.- Los ejércitos permanentes deben desaparecer por completo; todos los ejércitos permanentes son una amenaza de guerra, su sola presencia hace lejana la paz y cercana la guerra con otros Estados… 6.- Ningún Estado en guerra con otro debe escoger un tipo de hostilidades que haga imposible la confianza mutua en la paz futura, como la utilización de asesinos, envenenadores, el quebrantamiento de treguas, capitulaciones, traiciones, etc.”. Ilustra este sexto punto de la sección primera de "Por la paz perpetua" de Kant, la vergonzosa guerra de exterminio de Israel contra los palestinos en Gaza y Jordania donde un Estado asesino deja caer de modo impune su fuerza contra un pueblo prácticamente indefenso en un juego tan perverso que obliga a sus víctimas a soportar todos los sufrimientos inimaginables, los más humillantes y execrables, ante un mundo indiferente e insensible que no reacciona ante la protervia maldad. Sin embargo, en mi fuero interno, aún con los actuales antagonismo y conflicto, si el mundo entero rechaza las arbitrarias estupideces de Trump, la armonía y la paz podrían surgir de su derrota.
Más adelante, en el suplemento primero del texto citado Kant afirma que la razón prescribe que la paz perpetua sólo se alcanza con fines éticos; su propuesta se basa en la teoría ética que el filósofo expuso en su libro Crítica de la Razón Práctica en el que establece la idea del deber como fundamento de la dignidad humana y el imperativo categórico (un principio ético kantiano que establece que debemos actuar de acuerdo con reglas que podamos querer, sin condiciones, que sean leyes universales), que para el caso que nos ocupa, sería la resolución del conflicto entre moral y política. El concepto del deber, por otro lado, define en Kant la ley moral que, a su vez, se encuentra relacionada con la buena voluntad; en este sentido la ley moral cumple su universalidad cuando los seres humanos son vistos como un fin y no como un medio; en consecuencia, “el propósito de la paz perpetua se fundamenta en lo que la raza humana hace en relación con los fines y que se impone mediante el deber, pues éste determina la finalidad moral de nuestros actos. “Es obligación de la razón humana universal (en tanto legisladora moral) conceder prioridad a este principio aun por encima del legislador”.
Más adelante, en el Apéndice I, del citado texto, Kant dice: “La moral es en sí misma una práctica en sentido objetivo, un conjunto de leyes obligatorias sin discusión, según las que debemos proceder… no puede existir, por lo tanto, ninguna querella entre política y la moral, entendida esta, la moral, como teoría general de la prudencia, es decir, una teoría general de las máximas para escoger los medios más idóneos para resolver los conflictos entre los seres humanos y los países”. Desafortunadamente, en un país como EU, dada la diversidad de intereses y de voluntades particulares, es imposible llegar a una causa unificadora para conseguir una voluntad común, por que quien ostenta el poder del Estado, por su dañada personalidad, no se dejará imponer leyes por el pueblo; para él, son el ciudadano y las instituciones las que han de someterse a su voluntad; acto de prepotencia que destruye los 225 años ininterrumpidos de régimen democrático en ese país y el derecho del pueblo norteamericano a poder límites al poder gubernamental.
Según Kant, la política es sabiduría práctica y la habilidad política de un pueblo radica en su capacidad para distinguir entre un político moral de un moralista político. El hombre moral es un ser autónomo que se guía por la razón y la libertad, que se dicta a sí mismo sus propias normas morales, actúa con respeto a la ley moral, respeta los valores, las reglas y costumbre sociales y somete sus acciones al imperativo categórico, principio que, como ya expliqué, considera la moral como un elemento racional que actúa en la persona como un deber para sí misma y busca la felicidad ajena, sacrificando incluso su egoísmo. El moralista político, como Trump, en contrario, considera a la moral como un asunto carente de validez, mera retórica, desprecia la transparencia, se inclina por la corrupción, la mentira, el engaño en los asuntos públicos y elogia su pragmatismo político. Escribe Kant: Siempre puede pasar que los moralistas partidarios del despotismo y el autoritarismo choquen de diferente manera con la moderación política, en circunstancias parecidas, sólo la experiencia puede inducir a los individuos a tomar un cauce mejor; si por el contrario, desechan los principios del derecho y rechazan las ideas que prescribe la razón con el pretexto de una naturaleza humana incapaz del bien, sólo harán imposible la mejora moral de la política y eternizarán la violación del sistema normativo y jurídico y los derechos que protegen a las personas.
Lo anterior lo escribió el filósofo en 1795, sin imaginar los negocios políticos de Mr. Trump que se vanagloria de sacrificar entera la estabilidad global con tal de imponer su absoluta voluntad bajo la apariencia de apoyar a las clases más débiles de su país, cuando sabe que su propósito real es acrecentar el poder de la oligarquía norteamericana.
De lo anterior podemos concluir que, desde la visión política que desarrolló la ética de la conciencia moral ilustrada de la que Kant es el mayor exponente, el Presidente de los Estados Unidos no califica de forma adecuada. Pero, si extendemos nuestros juicios a la teoría moral de Occidente, su capacidad de percibir el entorno moral mediante la razón rompe incluso con la teoría metafísica de la naturaleza humana que establece como ámbito moral el conjunto de normas, costumbres, creencias y valores que rigen la conducta de las personas, principalmente en el cómo debemos actuar, al mismo tiempo que pone al deber como el principio regulador de las relaciones humanas y sociales; Trump, en oposición a estos principios reduce su esfera moral a los intereses de Estados Unidos, de él mismo y del grupo de super ricos que lo acompañan; es obvio que los problemas humanos concretos son más complejos y van más allá del individualismo moral, político y crudamente pragmático de estos depredadores cuyas pautas de comportamiento evitaría cualquier persona honrada, justa y honesta. Trump al reducir las relaciones entre países y personas a códigos en desuso y legitimar sus decretos ejecutivos sin otra autoridad que esas normas y su caprichosa voluntad es no sólo irregular, chocante, extravagante, opuesto a la razón y al deber, sino absurdo; va, para mencionar sólo un ejemplo, contra el derecho de los ciudadanos a la desobediencia civil, como lo demostraron Étienne de la Boétie en su "Discurso Sobre la Servidumbre Humana" y Henry David Thoreau a quien condenaron a prisión en los Estados Unidos por negarse a pagar impuestos destinados a costear la guerra contra México, la más injusta que registra la historia; en su ensayo "La Desobediencia Civil" (La Desobediencia Civil y Otros Escritos. Colección Ciencia política. Alianza editorial), escribió: “Una norma, pese a la obligación de su cumplimiento, puede desobedecerse si el ciudadano percibe que sus actos son ilegales, de posible ilegalidad o si afecta su libertad de disentir. La desobediencia es un derecho de los seres humanos independientes y autónomos cuando la orden o decreto proviene de un mentiroso, criminal o genocida; de ninguna manera podemos ser instrumento de un dictador absolutista autoritario” (La desobediencia civil.
En la segunda entrega de este artículo abordaremos el caso Trump desde la perspectiva de la realpolitik y plantaré lo que pudiera ser el punto de vista de los países en vía de desarrollo; los “grandes” economistas y premios Nobel normalmente observan las crisis del capitalismo bajo la óptica de los problemas y sus posibles soluciones para los países poderosos, no se ocupan de los daños colaterales, en los que estamos incluidos (continuará).
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