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Melvin Cantarell Gamboa

21/05/2025 - 12:05 am

Trump economista político II

Las normas de producción del Norte Global han sido formateadas por el capitalismo e impuestas al resto del mundo, cuya manifestación más sombría se manifiesta en el Sur global y los países subdesarrollados.

Trump economista político
Donald Trump, Presidente de Estados Unidos. Foto: Xinhua

Antes de continuar la lectura de esta segunda parte del presente artículo, invito al lector al siguiente ejercicio reflexivo: analizar y cuestionar de manera crítica tanto los conceptos, las ideas y los acontecimientos que actualmente se viven hasta que la propia experiencia existencial provoque en uno mismo el estímulo necesario que obligue al individuo a pensar la realidad en su contexto global y las circunstancias que la afectan, con la intención de entender y comprender el significado y las implicaciones de las cosas; esto con el sano propósito, en tanto personas, de hacernos de una herramienta poderosa para adquirir saberes reales sobre lo que ocurre en nuestro entorno. ¿Por qué? Porque la posibilidad de alcanzar la verdad nos ha sido negada debido a que en el proceso de aprendizaje y formación educativa se nos imbuyó de teorías y saberes sometidos a contenidos y dogmas dominados y legitimados por el poder de quienes nos colonizaron y sus herederos nativos. La historia que aprendimos en la escuela, por ejemplo, se escribió bajo principios eurocentristas aparentemente verdaderos, a los debíamos someternos porque descansan sobre fundamentos universales, objetivos y eternos: universalidad, evolucionismo, progreso, historia-científica, etc.; por eso, cuando nos expresamos, tomamos, queramos o no, esos conceptos, categorías y valores sin preguntarnos sobre su contenido de verdad; el predominio es tan abrumador que  nos impide ver la realidad, los acontecimientos y las acciones humanas con nuestros propios ojos; por este motivo te pido amable lector no dejarte provincializar y haz el esfuerzo de pensar por ti mismo, pues si asumes esta disposición desarrollarás una subjetividad crítica y reflexiva  capaz de dudar, poner en entredicho, debatir, polemizar, objetar y opinar por cuenta propia.

Volvamos a lo nuestro, la primera gran crisis capitalista de la era moderna ocurrió en 1873. La economía capitalista en Estados Unidos entró en recesión debido a la masiva construcción de vías férreas que llevaron a la sobreproducción de acero y carbón; los precios cayeron, se redujeron los beneficios del capital, disminuyó la oferta monetaria (deflación) y, prácticamente, durante los siguientes 30 años, se paralizó la economía de Estados Unidos y Europa. Las acciones más significativas para superar la crisis fueron la expulsión de grandes grupos de población obrera hacia el exterior y el incrementó del saqueo imperialista de los recursos naturales en los territorios coloniales, con la complicidad de gobiernos locales que crearon las condiciones para   entregar las riquezas de sus países al capital extranjero.

Lentamente, nuevas tecnologías propiciaron un aumento importante de la productividad, los precios bajaron, la población creció y aumentó la demanda interna; sin embargo, la expansión de la producción fue insuficiente, un remanente de la población, cuyo poder de compra estaba muy por debajo de la oferta padecía hambre, el obstáculo se eliminó con la aplicación de la ya conocida medida del desterramiento hacia la periferia del mundo. El éxodo se dirigió principalmente hacia Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Canadá, Estados Unidos y otros lugares. En Australia, más de la mitad de sus habitantes actuales son descendientes de decenas de miles de niños huérfanos ingleses, escoceses e irlandeses que sobrevivieron al destierro y fueron entregados a conventos establecidos en lugares inhóspitos del territorio donde fueron martirizados, esclavizados, explotados y violados por sacerdotes.

Durante el siglo XX y principio del actual sacudieron al sistema tres grandes crisis: la Gran Depresión (1929-1939), la Crisis del petróleo (1973) y la crisis financiera de 2008. La Gran Depresión estalló con el colapso de la bolsa de valores de Nueva York y se extendió rápidamente por todo el mundo afectando principalmente a los países industrializados; los principales efectos fueron la disminución drástica del comercio internacional, altas tasas de desempleo y una profunda recesión económica. El capitalismo aplicó la misma receta: externalizar la crisis: emigración forzada, expoliación de los países periféricos, despojamiento de sus recursos, implantación de empresas extranjeras en esos territorios, adjudicación o usurpación de grandes extensiones de tierras de cultivo, de territoriales ricos en minerales y apropiación indebida de las energías no renovables (gas y petróleo); todo con la complicidad de felones gobiernos locales.

La crisis de 1973 tuvo por detonante políticas energéticas y geopolíticas. Después de un periodo de combustibles baratos (de 1950 a 1972) que llevó al capitalismo a su mayor esplendor e impulsó las economías del sureste asiático, al mismo tiempo generaba en Latinoamérica la “crisis de la deuda externa”; en el periodo, los beneficios del capital se dispararon en proporciones sin precedentes provocando un auge manufacturero, empresarial y técnico no conocido; la sociedad de consumo y la urbanización crecieron, la ocupación laboral alcanzó su punto máximo durante dos décadas y la civilización occidental se expande por el mundo entero; el momento tuvo por basamento al petróleo como recurso clave; los mayores beneficiadas y las que obtuvieron las mayores ganancia fueron las llamadas Siete Hermanas (Estándar Oil, Shell, British Petroleum, Chevron, Gulf Oil, Texaco y Soconey) en detrimento de los países productores de Medio Oriente Y Venezuela que decidieron formar un bloque de contención al que denominaron Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que les echó a perder la fiesta, pues la decisión de organizarse en bloque para defender sus recursos frenó en parte la acumulación capitalista, se suma a esto la Guerra del Yom Kippur, el Presidente Nixon de los Estados Unidos pone fin al patrón oro, acción que provoca una devaluación sin precedente de la moneda norteamericana con graves consecuencias: erosión del poder adquisitivo de las masas, aumento de los precios, reducción de la oferta petrolera, nacionalización parcial de reservas petroleras de los países de la OPEP con graves consecuencias, Occidente y parte importante de otros países cae en estanflación por años; la crisis se supera lentamente impulsada principalmente por el crecimiento de la industria automotriz, en especial la japonesa y la aparición de las llamadas industrias blancas preocupadas por las deterioradas condiciones ambientales; sin embargo, los efectos  destructivos del ambiente fueron transferidas al exterior.

La crisis de 2008 fue consecuencia del “sueño americano” que tanto ilusiones provoca en los ingenuos, las imágenes engañosas que la mente forja acerca de lo real y que la gente interpreta erróneamente produce percepciones que solo existen en la imaginación; se creyó que el auge del capitalismo y la acumulación excesiva de dinero en los bancos hizo pensar que todos los norteamericanos deberían tener vivienda propia y echaron a andar, con ambición desbocada y salvaje, el proyecto de financiar la propiedad de una residencia a 40 000 familias pobres con tasas de interés del uno por ciento anual. La burbuja financiera empezó a crecer en 2001, después del ataque a las Torres Gemelas que marcaría el inicio de un periodo recesivo. Pero fue la disponibilidad de dinero  barato lo que animó a 8000 bancos norteamericanos a lanzar agresivos programas de créditos familiares a personas sin bienes sin trabajo y sin ingresos asegurados; algunas familias adquirieron no una, sino una segunda, tercera y cuarta vivienda, hecho que desató una crisis bursátil; los principales bancos empezaron a acumular grandes pérdidas, algunos como  Lehman Brothers se declararon en quiebra con pasivos hasta de 600 000 millones de dólares, millones de trabajadores perdieron sus empleos. Norteamérica entra en recesión y el fenómeno se extiende a otros países desarrollados España, Grecia e Italia que solicitan rescates financieros de emergencia al FMI y al Banco Central Europeo. En Estados Unidos, el Presidente Obama pide la intervención de la Reserva Federal que lanza un plan de rescate para los grandes bancos (los préstamos concedidos terminan siendo pagados por los contribuyentes). La emergencia se superó, pero el peligro continúa latente, pende, sobre la cabeza del sistema como la espada de Damocles, es decir, como una amenaza cercana e inminente que en algún momento habrá que enfrentar. Y nosotros ¿Qué papel jugamos en esta urdimbre?

Como apuntamos en su momento, las crisis periódicas que acompañan históricamente al capitalismo nunca fueron resueltas internamente, fueron transferidas al exterior donde continúan provocando enormes daños y distorsiones en las economías periféricas; en esta ocasión, la crisis inducida por Donald Trump seguirá el mismo guion, los países más poderosos, Estados Unidos y China, dispondrán a su antojo de las naciones más pequeñas y débiles, continuarán con el despojo de sus recursos naturales y mineros, saquearán sus economías y explotarán su capital humano (mano de obra barata, fuerza laboral productiva y talentosa); para dar atole con el dedo, los pueblos seguirán siendo  bombardeados con información engañosa, abusiva y tendenciosa para politizar las consciencias de sus víctimas que, enajenadas, continuaran sufriendo su despedazamiento observando y mirando su entorno sin ver, sin pizca de patriotismo y solidaridad humana con los suyos; con esta infalible estrategia, los países centrales  proseguirán socializando  los efectos negativos de la política imperial, opresiva y depredadora, para vendérnosla como pacifista y no amenazante, cuando en los hechos se trata de una máquina de guerra que aplasta a miles de millones de seres humanos que habitamos el Sur Global. En suma, nuestra situación proseguirá agravándose y ellos, con la complicidad de las clases privilegiadas de nuestros países mantendrán intacto su modo de vida imperial, ampliaran su existencia de confort y seguridad en un entorno de miseria en el resto del mundo; lo más grave es que quienes cínicamente disfrutan de esa existencia confortable continuarán rechazando toda iniciativa que vindique nuestro derecho a vivir bien en este mundo injusto. El modo de vida opulento es, a escala planetaria, una inmoralidad abierta ¿Cuántas veces en nombre de promesas de liberación de las necesidades hemos sido engañados? Es lamentable que por siglos no hayamos comprendido que el capitalismo está basado en relaciones de dominación-sumisión ¿Es deseable continuar soportando este modo de relaciones entre países del Norte ricos y el Sur empobrecido por la sobreexplotación de sus habitantes y sus territorios? Entiéndalo: el sistema se nutre y auto conserva gracias a que descubrió que el beneficio capitalista y el crecimiento continuado de la economía se mantiene a costa de las naciones de la periferia; eso lo saben Trump, China y Europa, por experiencia histórica saben también que es condición irrenunciable para su prosperidad, que las cosas se mantengan así, sin importar que vaya contra la paz y la ética.  Desafortunadamente, somos el patio trasero donde deponen todos sus males, quienes no lo hemos entendido somos nosotros.

Como lo he expuesto, nosotros, los condenados de la tierra hemos hecho posible la recuperación del capitalismo en todas sus caídas, nosotros les entregamos nuestros territorios y sus recursos: petróleo, gas, metales preciosos, los mejores campos de cultivo, pero también la fuerza de trabajo de nuestros campesinos, obreros, su ingenio y habilidades a precio de ganga; le entregamos países enteros a cambio de ilusiones. Cómo quisiera que estas palabras, mexicanos, nos las metiéramos en la cabeza: La vida prospera de los países desarrollados es una sucesión de desgracias para las naciones pobres, socaba sus economías, las relaciones sociales entre su gente y la existencia misma de la humanidad; por cada nuevo millonario en Europa y Estados Unidos, por ejemplo, 500 mil seres humanos caen en la pobreza en el resto del planeta (con excepción de China y Japón). De ahí, la necesidad de entender que el capitalismo y la globalización neoliberal está saturada de víctimas y destruye al planeta mismo. Falso que la destrucción de la tierra es responsabilidad de personas como nosotros, el único responsable es el sistema capitalista. Las normas de producción del Norte Global han sido formateadas por el capitalismo e impuestas al resto del mundo, cuya manifestación más sombría se manifiesta en el Sur global y los países subdesarrollados.

La globalización está, pues, saturada de los excesos de un sistema que pretende ser moralmente justo, pero que en los hechos solo buscó el beneficio propio. De ahí mi urgencia de poner a la vista aquello que durante siglos han encubierto y disimulado la mayoría de los ideólogos de la economía política burguesa, propulsada por el insaciable imperativo de obtener riquezas. Entonces ¿Qué hacer? ¿Es posible una vía diferente? ¿Y si optamos por el decrecimiento? Pudiera ser. Por lo pronto, adelanto que por nuestra bien tenemos la obligación de pensar peligrosamente.

Melvin Cantarell Gamboa
Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.

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