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Susan Crowley

14/06/2025 - 12:03 am

Salvar un árbol, ¿es salvar al mundo?

Hoy, delante de los acontecimientos mundiales, salvar un árbol puede sonar estúpido, inútil o hasta frívolo, pero justo es el momento de hacerlo. Es un antídoto en contra del egoísmo, es querer creer que existe algo más allá de los intereses mezquinos. Si Laureano sobrevive será la prueba de que debemos seguir intentando un mundo mejor. Aunque suene light. 

Mi hermana Sharon se caracteriza por su empeño para llevar a cabo tareas a las que casi todos les sacamos la vuelta. Cuidó a mi abuela con una paciencia y ternura admirables. Tal vez por eso Josefina murió a los 104 años con una sonrisa dibujada en el rostro. También fue la compañera de los últimos desvelos de mi madre. Nadie como ella para ayudarla a sentarse, a bañarse, para comer y aplicarle esa pomada que le quitaría el dolor por un rato o, en esas últimas noches en las que el malestar general no la dejaba conciliar el sueño, simplemente compartir una película.

Hoy Sharon se ha puesto como tarea salvar la vida de Laureano que cumplirá dentro de poco 150 años. El viejo laurel ubicado en la calle de Miguel Laurent en la colonia del Valle, que ha dado sombra y frescura al entorno, está en peligro de morir talado como parte de uno de los deleznables y altamente cuestionables proyectos de una empresa inmobiliaria. Construir un edificio supone tumbar árboles sin ningún miramiento. Sharon es parte del colectivo que se ha registrado en change.org como Detengan la tala del árbol Laureano en Miguel Laurent 48, que ha tenido tal respuesta que hasta en el noticiero de la mañana se hizo un breve comentario sobre la urgencia de atender el caso.

Estoy en Berlín. Una de las más amplias retrospectivas de la artista Yoko Ono, se lleva a cabo en dos museos: La Gropius-Bau y la Neue Nationalgallerie. Sentimientos encontrados con Ono siempre estarán en el inconsciente de los fans de los Beatles, es decir, de todos. Que si por su culpa se destruyó el legendario grupo; que si embrujó a John y lo hizo incursionar en sus extrañas prácticas; que si cantaba horroroso. Luego, años en los que prácticamente se borró su trayectoria y empezaron las críticas sobre su trabajo artístico. Lo tacharon de light, de bien intencionado, de usar a Lennon para promoverse. Sin embargo, exhibir su obra en dos museos tan importantes no deja duda, Ono merece una oportunidad. Como la merece Laureano.

No me equivoqué. Las exposiciones son una inmersión en el trabajo de una mujer artista de la que hay mucho que aprender. Nacida en 1933, Ono sufrió los estragos de la guerra y el hambre desde muy pequeña. Los bombardeos de Tokio la marcaron para siempre. Con su hermano trepaba al tejado de su casa para observar la luminosidad de las detonaciones. Varias veces ha declarado que puede ser una razón para convertirse en artista. Pero, para ella, lejos quedaría la tradicional forma de exponer.

Afincada en Nueva York desde muy joven, fue precursora del arte feminista y practicante del conceptualismo. Miembro del grupo Fluxus, amiga de John Cage y colaboradora de La Monte Young. Su aportación a las prácticas sonoras y la música experimental es relevante. Y luego, su encuentro histórico con Lennon que generaría años de colaboración, discutible o no, siempre en el centro de la escena mundial y que terminaría de forma atroz con el asesinato del músico.

Más de 200 obras se van desplegando a lo largo de los dos edificios: instrucciones, partituras, instalaciones, películas, música y fotografía, dan cuenta del enfoque radical dirigido hacia el lenguaje y la participación, actualizando las ideas de la artista que hoy lucen frescas, divertidas, pero también evocadoras y punto de partida para la reflexión actual.

Dentro de las exhibiciones estremece la emblemática Cut Piece de 1966 en la que, hincada e indefensa, Ono se somete al público que destroza su vestido a tijeretazos mostrando la violencia de algunos participantes. Me llamó la atención un grupo de hombres, con aspecto de machos alfa, absortos ante el viejo video que, cuando se sintieron vistos por las mujeres que los rodeábamos, retrocedieron con expresión avergonzada; como ofreciendo disculpas por su propio género.

Los criticados proyectos de protesta que Ono realizó al lado de Lennon, hoy cobran sentido, Give Peace a chance es un llamado desde la cama a acabar con la guerra. Habrá sido ingenuo y se dirá que explotaba la fama o el morbo, pero, ¿por qué no usar los medios al alcance para lanzar un grito de paz?

Las ya conocidas instrucciones que Yoko propone, transforman cada sala en un espacio interactivo, en el que adultos y niños se aplican en manualidades. Repara el plato roto; enciende un cerillo y observa hasta que se apague, haz figuras de papel. Shadow piece (dibuja tu sombra sobre una pared) o las tres sillas cuyo título es striptease para tres, salvo que, por el hecho de estar vacías, son un escenario en espera de sus actores. Mesas de ajedrez en la que todas las piezas son blancas, obligando al jugador a confiar en los movimientos de su adversario que, en el fondo, deja de serlo porque ambos juegan con el mismo color. Dos obras asombrosas, una habitación que en su inicio es blanca, impoluta. Se vuelve azul a partir de la libre intervención del público. La instrucción, un mensaje de paz. A lo largo de las semanas de exhibición se ha tornado completamente azul, ya no se distinguen las frases; solo resalta la palabra Gaza como un susurro en coro que nos hace estallar el alma. Y otra habitación cubierta de posits en la que Ono celebra el amor maternal. La frase, Mi mamá es hermosa ha de completarse con lo que el espectador desee. Sinceramente aquí no pude más y lloré. Mi sorpresa fue que no era la única. Antes de terminar la exposición, como un golpe de ironía y reflexión sobre Eros y Thanatos, la vida y la muerte, Fly un video en el que moscas vuelan y se posan en un cuerpo desnudo confundiendo la atracción con el espanto de la muerte.

Al salir de la exposición la pieza El árbol de los deseos que me permite retomar y por qué no, celebrar la totémica labor de mi hermana y los vecinos de la Del Valle:  salvar un árbol es algo que dejó de importarnos hace mucho. Aquí, una enorme cantidad de olivos parecen querer salvar al mundo. Suena light. Para nada lo es. A estas alturas de la exposición los árboles lucen blancos por la cantidad de deseos de paz que sostienen. La pieza no sólo es activa en un sentido, poner en acción al espectador: al leer algunos de los miles de mensajes, la atmósfera ha cambiado. Imposible dejar de pensar en la espantosa situación que atraviesa el mundo. Ucrania, Gaza y nuestros congéneres mexicanos exigiendo sus justas demandas, siendo cazados y provocando una imagen de desobediencia que merece la intervención de la guardia nacional y hasta de los marines.

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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