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Alejandro De la Garza

21/06/2025 - 12:02 am

Entre gobernadores te veas...

No sabemos si los gobernadores morenistas llegados del 2018 para acá son una suerte de “neovirreyes” que no rinden cuentas a nadie.

Entre gobernadores te veas
Las y los gobernadores de México junto a la Presidenta Claudia Sheinbaum. Foto: Presidencia

El sino del escorpión atestiguó aquel tiempo en que los gobernadores eran considerados “Virreyes”. Durante los prolongados años del priismo, los gobernadores se sometían al Presidente en turno y le garantizaban votos mediante arreglos con los cacicazgos locales y el control legislativo; a cambio, en sus estados hacían lo que les venía en gana sin rendir cuentas ni responder a nadie. Apenas con la alternancia del 2000, los gobernadores y los congresos locales comenzaron a ganar cierta autonomía.

A la llegada de AMLO al poder en 2018, había 12 gubernaturas en manos del PRI, nueve eran del PAN, dos del PRD y una en manos de un “independiente” (El Bronco); además, MC ganó en esa elección la gubernatura de Jalisco con Alfaro. Por su parte, Morena gobernaba en seis estados del país. De inmediato los gobernadores panistas se organizaron en la Asamblea de Gobernadores de Acción Nacional, con ánimo colaborativo, y luego en una Asociación de Gobiernos Estatales del PAN.

Pero poco duró esta disposición a la buena relación con el Ejecutivo, pues a raíz de la pandemia, diez gobernadores se organizaron en la Alianza Federalista (del PAN, PRI, PRD y MC), para oponerse a las políticas económicas y de salud que la Administración obradorista aplicaba para enfrentar la emergencia sanitaria. Acaso ese fue el momento más álgido de la relación de López Obrador con los gobernadores de la oposición, nos dice Javier Rosiles Salas, coordinador del libro Cuarta Transformación: Significados, Contexto y Trazos de Políticas (Bonilla Artigas, México 2024), porque para las elecciones de 2021, continúa el investigador, de 15 gubernaturas en disputa, 10 pasaron a manos de Morena.

Luego de las elecciones a gobernadores de 2022 y las presidenciales de 2024, el panorama actual se ve así: Morena gobierna 22 estados del país. El PAN en cinco (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Querétaro, Yucatán); el PRI en dos (Coahuila y Durango); Movimiento Ciudadano también en dos (Jalisco y Nuevo León), y el PVEM en San Luis Potosí.

Hay otra estadística reveladora: de los dos mil 477 municipios existentes en el país, Morena gobierna 721 (29.1 por ciento), si sumamos a sus aliados, el PVEM gobierna en 217 municipios y el PT en 187. Es decir que la coalición de la 4T controla mil 125 municipios (45.4 por ciento). A su vez, los partidos de oposición controlan 926 municipios del país. El PRI 265 (10.7 por ciento), el PAN 226 (9.1 por ciento), MC 163 (6.6 por ciento), otros partidos locales 258 municipios (10.4 por ciento) y 14 municipios gobernados de manera independiente (0.6 por ciento). Es extraordinario, además, resaltar que los 426 municipios restantes se rigen por usos y costumbres, por lo que no participan en elecciones partidistas tradicionales.

Si bien, como dice Rosiles Salas, la figura presidencial de López Obrador eclipsó en su momento a los gobernadores opositores, posteriormente, y sobre todo a partir de 2024, la 4T es la fuerza casi hegemónica en las gubernaturas de los estados del país. Habría que agregar, recuerda el alacrán con cierto bochorno, que varios gobernadores de la oposición (PRIAN), ante la inminente victoria de Morena en 2024 “mutaron” sus preferencias ideológicas y aployaron a los morenistas. Varios de ellos recibieron a cambio premios diplomáticos: Quirino Ordaz (Sinaloa), Embajador en España; Carlos Aysa (Campeche), Embajador en República Dominicana, y Claudia Pavlovich (Sonora), Cónsul en Barcelona. También hubo premios burocráticos o partidarios: por ejemplo, la integración al PVEM de Eruviel Ávila (exgobernador del Estado de México) y otros ex priistas.

La paradoja de todos estos cambios, destaca el escorpión, es que a estas alturas no sabemos si los gobernadores morenistas llegados del 2018 para acá son una suerte de “neovirreyes” que no rinden cuentas a nadie, más en los casos en que los congresos locales son también de mayoría morenista. El venenoso sabe de la poca tradición democrática de los poderes estatales, su renuencia a ser cuestionados e incluso su enojo y sus regaños cuando los ciudadanos demandan soluciones a sus problemas al “Señor Gobernador”. El escorpión ha visto a varios de estos nuevos gobernadores comportarse como auténticos “neovirreyes” que se sienten por encima de sus gobernados.

Llegaron al poder montados en la ola obradorista y al impulso de la campaña presidencial de Sheinbaum, pero ahora, ya en el poder, recurren a la Presidenta para justificarse y jurar lealtad a los principios de la 4T, pero en sus estados mandan como viejos caciques: violentos, incapaces, iracundos. Lo curioso es que la mayoría de ellos viene del priisimo, y como se sabe, lo difícil no es salirse del PRI, sino sacarse al PRI que llevan dentro.

Qué decir entonces de casos como el de la licenciada en psicología y Gobernadora de Campeche Layda Sansores (quien por cierto ganó la gubernatura por menos de seis mil votos de diferencia contra su contrincante de MC) y sus afanes irrefrenables no sólo por censurar la crítica, sino por perseguirla y criminalizarla. O del economista Gobernador de Puebla, Pablo Armenta, gritándole a un periodista que lo inquiría sobre las propias contradicciones del discurso de su Gobierno. O del médico, exrector de la UAS y Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, abrumado y rebasado por la violencia del crimen organizado, por su incapacidad hasta para armar una narrativa creíble de los que sucede en su estado. O del exgobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, señalado por la nueva Gobernadora en una denuncia de peculado acallada luego, o de Cuauhtémoc Blanco exgobernador de Morelos señalado por peculado, desvío de fondos, violencia de género y lo que surja esta semana.

La lista podría seguir: Evelyn Salgado Pineda (Guerrero), María del Pilar Ávila (Baja California), Eduardo Ramírez Aguilar (Chiapas), Salomón Jara Cruz (Oaxaca), Javier May Rodríguez (Tabasco), Davis Monreal Ávila y sucesores (Zacatecas), Miguel Ángel Navarro Quintero (Nayarit), Alfredo Ramírez Bedolla (Michoacán). En fin, todos con gestos autoritarios, muestras de incapacidad y rechazo a cualquier ejercicio de rendición racional de cuentas. Entre gobernadores te veas...

Pero el escorpión no quiere irse sin recordarle al respetable que, si esto pasa en los gobiernos estatales, bien podemos imaginar la situación en los gobiernos municipales, donde al exigir rendición de cuentas, los funcionarios (desde el munícipe hasta el jefe de la policía o el de la ventanilla de licencias), responden “Aquí la autoridad soy yo”.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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