Carla Escoffié se ha desempeñado tanto en el trabajo académico como en el acompañamiento de casos judiciales sobre derechos humanos. En entrevista con SinEmbargo, habló sobre su nuevo libro, una guía crítica sobre cómo el derecho opera en nuestra vida.
Ciudad de México, 27 de junio (SinEmbargo).– “Históricamente el derecho no ha buscado ser accesible para el resto de la población. Por algo, por mucho tiempo, el latín fue utilizado como el idioma de la profesión. Todavía hay muchos abogados que siguen utilizando locuciones latinas y se ha entendido de alguna manera que el lenguaje del abogado hace al abogado”, compartió en entrevista Carla Escoffié.
Carla Escoffié publicó hace unas semanas Anarquismo jurídico (Grijalbo), una guía crítica sobre cómo el derecho opera en nuestra vida, la cual está pensada en acercar a esta disciplina a las personas que no son abogados o que no están relacionadas con los términos del mundo de las leyes.
“El libro fue pensado con esta idea de que normalmente muchas personas están preocupadas por el derecho, están preocupadas por comprender cómo funciona el sistema jurídico, principalmente porque les afecta en su día a día y, segundo, porque también eso determina qué tanto podemos comprender ciertas decisiones o discusiones que tienen que ver con lo público”, planteó la autora.
Carla Escoffié es abogada por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestra en Derechos Humanos y Democratización por la Universidad Externado de Colombia. Se ha desempeñado tanto en el trabajo académico como en el acompañamiento de casos judiciales sobre derechos humanos. Ha litigado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Su experiencia abarca temáticas sobre derechos de los pueblos indígenas, población LGBT+, medio ambiente, no discriminación y género, pero de manera particular se ha enfocado en las problemáticas de vivienda y de ciudad. De hecho, su obra anterior País sin techo (Grijalbo) ahonda en este último tema.
En Anarquismo jurídico, sostiene que uno de los problemas que tiene la formación jurídica es que “no solo en el proceso se aprenden las leyes, la teoría y algunas cosas de la práctica, sino que también la educación en derecho está enfocada en instruir una forma de comunicación que se entiende que es la propia de abogadas y abogados, que se entiende que es la que va a dar de alguna manera presencia, estatus o reconocimiento de que formas parte de ese gremio, pero que no es accesible para la población”.
“Entonces, cuando tratas de explicar un fenómeno o un concepto jurídico a través de palabras coloquiales, pero que son palabras que encajan en el significado técnico, es visto como con malos ojos por muchas personas abogadas, porque de alguna manera pareciera que estás banalizando o de alguna manera dejando mal a la profesión, obviamente yo no considero eso”, ahondó al respecto.
Carla Escoffié indicó que todos esos estigmas y lógicas parten mucho del ego y del hecho de que gran parte del gremio jurídico no se esfuerza realmente en comunicar. “Es un problema porque creo que la labor de comunicación requiere también un ejercicio de empatía. Todas las personas cuando buscamos comunicarnos, seamos periodistas, seamos personas que difundimos contenido, personas que hacen literatura, etcétera, siempre que comunicas de alguna manera tienes que tener la empatía de pensar desde dónde te está escuchando la otra persona”.
—¿Consideras que esta falta de empatía haya sido un elemento determinante o qué peso tuvo en la falta de respaldo de la ciudadanía al Poder Judicial en las movilizaciones que protagonizaron contra la reforma? —se le preguntó a Escoffié.
—El 2024 fue un año que nos va a dar para analizar por muchos años más en torno a esta reforma. Evidentemente seguimos tratando de comprender qué pasó en cada momento. Creo que todo es multifactorial y precisamente no se puede decir que hay una causa o una explicación única. Sin embargo, sí creo y estoy muy convencida de que un factor muy importante y que fue un error tanto del gremio de la abogacía, las barras de abogados, litigantes, etcétera y los poderes judiciales, particularmente el poder judicial federal, fue que no solo no supieron comunicar, sino que no supieron escuchar.
“De alguna manera me parece que incluso la Ministra Piña terminó creyendo que el círculo en el que se rodeaba y se asesoraba de abogados, de barras de abogados, de ciertos académicos y de otros colegas del Poder Judicial reflejaban lo que era la discusión pública y la opinión popular. Creo que a veces los abogados confunden las discusiones de su gremio con la discusión pública. Sí creo que no es ninguna extrañeza que gran parte de la población cree que el sistema de justicia no funciona, es fallido o que tiene problemas mayúsculos, que no son solo problemitas o cosas a mejorar o áreas de oportunidad. Y de alguna manera ese no entender me parece que se vio reflejado en una respuesta del Poder Judicial que apelaba a los mismos abogados”, ahondó.