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Juan Carlos Monedero

03/07/2025 - 12:03 am

Robar en España, robar en México, robar en el mundo

Cuando hay dinero de sobra, los ricos dejan en paz a los pueblos. A veces hasta te dejan que gobierne la izquierda. Pero si no hay dinero de sobra, y siempre hay crisis en el capitalismo, los ricos empiezan a mover fichas en su ajedrez diabólico.

Aunque Donald Trump le quite el encanto a la lucha de clases, no nos engañemos: todo lo que ha pasado en la Cumbre de la OTAN, en la Cumbre de Desarrollo de Sevilla, lo que ocurre con las deportaciones brutales en Estados Unidos (EU), el despliegue del fentanilo y otras drogas zombies o la inauguración de la prisión llamada, para hacerlo todo más cinematográfico, el "Alcatraz de los caimanes", tiene que ver, como casi siempre, con quién se queda la plata de quién.

Cuando hay dinero de sobra, los ricos dejan en paz a los pueblos. A veces hasta te dejan que gobierne la izquierda. Pero si no hay dinero de sobra, y siempre hay crisis en el capitalismo, los ricos empiezan a mover fichas en su ajedrez diabólico. Y si está gobernando la izquierda, empiezan a desestabilizarla con todo lo que tengan a mano. Por eso, para ser un experto en política casi con una frase basta: ¿cómo está la correlación de fuerzas entre los de arriba y los de abajo?

Cuando la correlación de fuerzas no está a favor de los de arriba, necesitan convencer a unos cuantos de los de abajo. Es esa imagen triste de los pobres votando a sus verdugos. Como si a un millonario, o a alguien que trabaja para los millonarios, le importara la suerte de los humildes. A lo mejor como bolsa de votos en un momento dado. Pero ya se ha demostrado que prefieren convencerles con los medios de comunicación, las redes, el miedo, las calumnias a los líderes progresistas. En Netflix van a estrenar una serie, Gringo hunters, sobre policías mexicanos que persiguen a los malos gringos que se esconden en México. La verdad es que va dar igual el tratamiento que hagan de la serie: la conclusión será como cuando en la tercera temporada de la serie favorita de Obama, Homeland, el enemigo de los EU se esconde, como no podía ser de otra manera, en Caracas. Con esta serie, la lectura será que México es un refugio de los que hacen el mal a los EU. En tiempos anteriores, antes de una invasión te hacían denuncias falsas en los medios de comunicación: hoy te hacen una serie de Netflix.

Hay dos politólogos, Acemoglou y Robinson, que llevan tiempo queriendo demostrar por qué son tan prósperos los EU, Inglaterra o Alemania y por qué le va tan mal a tantos países en el mundo. O por qué le va mejor a Santo Domingo que a Haití. O porque las cosas son un poco menos duras en El Paso que en Ciudad Juárez. Su argumento es que en algunos países hay “instituciones inclusivas”, así las llaman, que fomentan la participación amplia en la actividad económica, protegen los derechos de propiedad, el imperio de la ley y permiten cierta redistribución. Estas instituciones generan innovación, inversión y crecimiento sostenido. No te cuentan que a Haití la castigaron porque los negros se levantaron en 1791 cantando la Marsellesa y reclamando ser ciudadanos, y que en 1804 declaró su independencia, convirtiéndose en la primera república negra libre del mundo.

Luego estarían las instituciones extractivas, que están concentradas en élites que bloquean el desarrollo y que buscan mantener su poder. Esto excluyen a amplias capas de la población y suelen perpetuar pobreza y desigualdad. Pero no nos dicen por qué la hacen. ¿No tendrá que ver con la lucha de clases?

El éxito o fracaso de un país, según ellos, depende de si logra establecer instituciones políticas inclusivas, que a su vez permiten el desarrollo de instituciones económicas inclusivas. Es decir, sin democracia no hay desarrollo sostenido.

Pero esto sólo es una parte del cuento. ¿No será al revés? ¿No será que cuando te enriqueces, cuando hay más gente que ha salido de la miseria, cuando hay más propietarios de lo que sea, aunque tengan un poquito, es más fácil que prospere la democracia?

El problema de esta academia gringa sigue fallando el disparo. Igual que ha tardado como 50 años en darse cuenta de que sus teorías sobre la democracia estaban equivocadas y que han tenido que esperar a que entre en el Capitolio un loquito con una cabeza de bisonte en la cabeza para darse cuenta de que sus teorías eran falsas, ahora se empeña en ignorar algo tan evidente como el capitalismo global, que impone condiciones desfavorables a países periféricos y ahora, incluso, a los países centrales como Europa, Japón o Corea del Sur.

Las instituciones reflejan y perpetúan relaciones de producción económica. Es importante cambiar leyes y procedimientos, y cambiar a los jueces, pero si no se transforman las bases materiales del poder, la cosa no funciona. Es decir, la lucha de clases tiene lugar en el ámbito nacional y en el internacional. Con el problema de que hay élites nacionales que para quedarse con las migajas que caen de la mesa de las élites internacionales, necesitan tener arrodillados a sus propios pueblos.

Siempre que EU ha promovido un golpe, había élites nacionales impulsándolo. Las instituciones "extractivas" existen y están conectadas con ese “extractivismo” internacional. Ahí están en México los gobiernos ladrones del PRI y del PAN, el uribismo en Colombia, los Lasso y Noboa en Ecuador, Milei en Argentina regalando los bienes del país o en España los gobiernos ladrones del PSOE o del PP, siempre bajo la atenta mirada del rey de España.

Esos gobiernos que van contra los pueblos no son sólo una cuestión de malas decisiones internas, sino de una estructura internacional desigual impuesta con la guerra, los golpes de Estado, los asesinatos de los líderes de la izquierda, el lawfare o guerra judicial, el control de los medios de comunicación o las presiones con el riesgo país, la calificación de la deuda o las dificultades para encontrar préstamos. Si no quieres hablar de colonialismo, de deuda externa, de términos de intercambio, de control financiero internacional, de bases norteamericanas y de golpes de Estado, no me hables de democracia.

Si un Gobierno respeta la explotación capitalista, si aplican la acumulación por desposesión -es decir, que roban o pagan casi gratis las riquezas a otros países más débiles- si extraen la plusvalía a sus trabajadores sin remilgos, esos países ayudan a construir ese mundo desigual y su justificación. No tienen problemas. Ahora  bien, si en tu país deciden redistribuir la renta, frenar las ganancias del capital, dar prioridad al  bienestar de la gente o recuperar para la nación empresas privatizadas, entonces eres un peligro, porque estás dando ejemplo para otros sitios: te van a acosar, van a ponerte palos en las ruedas, van a hacer lo imposible para que caigas. Y si terminas cayendo, te dirán: ya te decía que ibas por mal camino.

Hemos visto esta semana que EU quiere imponer sus reglas tecnológicas al mundo, su Inteligencia Artificial, sus contratos, sus regulaciones y desregulaciones y exige ser el único mercado. Y, por supuesto, dice que lo hace “en nombre de la libertad tecnológica”. Al final se creen las propias películas que hacen.

El problema es que su capacidad de convencer a las víctimas es muy elevada. Cada país tiene su historia y las élites usan sus argumentos. Fabrizio Mejía ha explicado magistralmente cómo el canon priista de México lo presentaba como un pueblo lejos de sí mismo, desconectado emocionalmente, escondido bajo una máscara de silencio”. Octavio Paz aceptaba finalmente la resignación como defensa cultural. Así, el ideal del mexicano era aguantar en silencio, sin expresar inconformidad pública. ¿Para qué si se venía de la derrota histórica? “El que se mueve no sale en la foto” o “el que se enoja, pierde”. Hasta que llegó López Obrador con un pueblo que no compró ese canon, que no se resignaba y mandó a callar a las élites.

En España, robar siempre ha sido un deporte nacional, más arraigado que la tauromaquia. Viene de más lejos. Los reyes siempre han robado y los reyes son los que construyeron la nación con ayuda de caciques y oligarcas. En España, el mayor negocio siempre ha sido robar. Por eso Franco dijo en 1936 que si tenía que fusilar a media España, la fusilaría.

En España, robar es una salida normalizada porque nunca ha tenido una nación popular, una esfera pública que te dijera que robar a lo que era de todos y todas estaba feo. Hasta hace quince días, la derecha se jactaba en los bares de que no pagaba impuestos, es decir, que robaba. Ahí están grandes españoles de la pulserita debiendo dinero a hacienda, es decir, robando, igual que están en la cárcel grandes ministros y empresarios, también de la pulserita, que robaban a esa España a la que tanto decían querer. Son los mismos españoles que dicen que pedir perdón a México por la Conquista es una humillación. Su patria es su bolsillo.

La nación española siempre la han hecho los ricos con la sombrilla goyesca de la monarquía. La nación no nos daba nada y siempre nos exigía. Incluso la vida en aventuras imperiales. Es el Buscón, Rinconete y Cortadillo, el lazarillo de Tormes. La picaresca es la respuesta popular a ese país que te exigía hasta la vida y luego te abandonaba. Pero no nos equivoquemos: los mayores pícaros siempre han sido los reyes, los banqueros y los latifundistas. También los dictadores. Todos dejaban que se robaran las migajas los generales corruptos y los obispos rijosos.

Cuando ha habido un intento de construir una nación diferente a la de los reyes, a la de los oligarcas, los latifundistas, los banqueros y los capataces, ha sido una España republicana, popular, federal y laica que defendía los valores cívicos, lo público, la defensa de la virtud. Es el México de Lázaro Cárdenas que recibió a los republicanos españoles.

A esa España de la dignidad siempre la derrotaron los reyes, aliados con ejércitos que se iban con los nobles y traicionaban al pueblo financiados por los banqueros. Fueron las germanías levantinas, los comuneros de Castilla, Fray Bartolomé de las Casas, el pueblo en armas contra Napoleón, la Constitución de Cádiz, los liberales contra Fernando VII, los héroes de la independencia ejecutados vilmente por la monarquía, los mineros asturianos, y los republicanos contra Alfonso XIII y Franco. Fueron los demócratas que pedían la ruptura contra la reforma en la Transición, frenada por el golpe del 23F, y fue el 15M contra Juan Carlos I, aunque ahí ya el golpe fue blando con policías patrióticas y jueces corruptos.

En España, el mayor negocio siempre ha sido robar. Y con la consolidación del Estado en el siglo XIX, robar era un negociado dentro del Palacio de Gobierno. Robaban liberales, conservadores, moderados y progresistas. Robaron el 100 por ciento de los borbones. Se robó en el Gobierno de Arias Navarro, de Suárez, de Felipe González -mucho-, de José María Aznar -muchísimo-, de Zapatero, de Rajoy -lo indecible- y también de Pedro Sánchez. Para que no robes, has de tener en la cabeza una idea diferente de España. Por eso los pobres roban menos que los ricos.

Ese modelo se extendió a las colonias. ¿Quién resiste un cañonazo de 50 mil pesos?, se preguntaba Álvaro Obregón. Otro Presidente mexicano dijo que la moral es un árbol que da moras. El México corrupto ha sido un espejo de la España de la oligarquía y el caciquismo.

Si los ricos roban, en las películas se espera que los pobres no lo hagan. Pero hay de todo. Si no hay nación, si saquean los borbones, roban los partidos, delinquen los curas, y se enriquecen los empresarios sinvergüenzas y los familiares de los corruptos, ¿por qué han de ser honestos los pobres? Por eso, la austeridad en política es revolucionaria. Repito: en política, en el Gobierno, la austeridad es republicana.

Los ricos roban organizado, con su tanto por ciento fijo como si fuera un sueldo. Los pobres, cuando lo hacen, roban de golpe, porque no saben si tendrán otra oportunidad. Los ricos y los pobres se gastan lo que roban en la familia, en ostentación y en putas, unos en señoras caras de alto standing, otros en señoras más baratas igualmente prostituidas. Otras se buscan novios ladrones. Los ricos corrompen a los pobres, porque son los que ofrecen mordidas, comisiones y atajos.

En España se roba porque desde hace trescientos años gobiernan los mismos, tutelados por la figura de la monarquía. En Portugal hay más decencia porque hicieron la revolución de los Claveles en 1974. En España, a la muerte de Franco, restauramos al rey Juan Carlos.

Si quieres que en tu país se deje de robar, tienes que construir un país diferente, con un canon diferente. Y si lo haces, vas a tener problemas con el gendarme mundial. Trump ha vuelto a arrodillar a Europa haciéndola firmar que van a gastar el cinco por ciento en armas que le comprarán a EU. Pedro Sánchez en España también ha firmado. Europa ha escogido armas en vez de bienestar. Y eso abrirá el paso al fascismo. Y EU no tendrá ningún problema con tratar con una Europa fascista igual que no tuvo problema en tratar con el México infectado por el narco de Felipe Calderón o de Peña Nieto.

Para ser otro país, hay que nombrar otro país. Es lo que busca un nuevo México que se llama Cuarta Transformación. Es la Colombia como “país de la belleza” de Petro. Es la España republicana que necesita cambiar la monarquía, y con ella, su corte de ladrones, adulones, falsos beatos, nobles, cacerías, palcos y constructoras. Y no nos vendría mal volver a recuperar, en tiempos donde lo territorial vuelve a ser tan fuerte, el internacionalismo.

Juan Carlos Monedero
Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

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