Ciudad de México, 30 de mayo (SinEmbargo).- Un caso de corrupción en la empresa pública que proveía calefacción a la ciudad europea de Sofía fue utilizado anoche por la politóloga búlgara Nadege Ragaru como ejemplo de las limitaciones que tiene en el mundo la lucha anticorrupción.
Invitada por una red de agrupaciones en favor de la rendición de cuentas, Ragaru expuso ayer ante medios de comunicación y público interesado el escándalo de la compañía Toplofikacija, cuyo gerente fue detenido en 2006 luego de que una investigación austriaca le encontró diferentes cuentas bancarias presuntamente nutridas con recursos públicos.
El caso, contó Ragaru, acaparó los dos años siguientes la atención de los medios búlgaros que, casi a diario, cubrían el cruce de acusaciones y revelaciones que hacían los funcionarios que iban apareciendo involucrados.
Para 2007, agregó, el escándalo le había costado el cargo a varios ministros y jueces, y había expuesto ante la ciudadanía búlgara la red de complicidades entre el sector político y la élite económica.
En 2008, sin embargo, el gerente detenido fue sentenciado por un cargo no relacionado con el desfalco a la empresa pública, sino por no declarar al Banco Central diversas transferencias millonarias.
Así, el caso que se consideraba podría ser el primero en mostrar que la corrupción no sería más tolerada en aquel país de Europa del éste terminó en una sentencia de sólo cinco años.
Al analizar las lecciones del caso, Ragaru mencionó que, sobre todo, el escándalo había sido utilizado políticamente por el gobierno que había ordenado el arresto con el fin de presumir que combatía la corrupción y así acelerar su ingreso en la Unión Europea.
Y los partidos políticos búlgaros, agregó, usaron también el caso para emitir pronunciamientos en favor y en contra de la privatización energética que se discutía en ese momento y ganar posiciones electorales.
Interrogada al final de la ponencia sobre el camino que debe tomar la lucha contra la corrupción, Ragaru explicó que ésta debe iniciar, precisamente, por dejar de ser una divisa política.
Lo mejor, agregó, no es tener un programa anticorrupción, sino contar con una serie de prácticas y medidas que la impidan en cada dependencia y procedimiento de gobierno.
Ragaru tiene doctorado en Ciencia Política y maestría en estudios de Europa del Este y anoche fue la invitada a una “tertulia” organizada por la Red por la Rendición de Cuentas, que aglutina a más de 60 organizaciones –académicas, públicas y civiles- en favor del combate a la corrupción.