Buenos Aires, 7 Oct (Notimex).- El vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, quien sustituirá a partir de hoy y durante un mes a Cristina Fernández, es un personaje incómodo para el gobierno y uno de los políticos con peor imagen de este país.
En diciembre de 2011, el entonces carismático y joven economista de 48 años asumió como vicepresidente y se convirtió en la nueva "estrella" de la política argentina, tanto que hasta se llegó a hablar de él como candidato presidencial del oficialismo para el 2015.
La popularidad le duró muy poco, ya que en marzo de 2012 un programa de televisión denunció que Boudou había cometido el delito de tráfico de influencias al ayudar a la empresa Ciccone Calcográfica.
Dicha firma, representada por Alejandro Vanderbroele, un supuesto amigo de Boudou, estaba en la quiebra y adeudaba 20 millones de dólares al fisco, pero fue rescatada en 2010 gracias a la intervención del vicepresidente, quien entonces era ministro de Economía.
Más tarde, la firma logró un contrato por parte del Estado, con Boudou ya como vicepresidente, para la impresión de billetes, lo que le redituaría ganancias por 50 millones de dólares.
En uno de los puntos culminantes de la investigación, en abril del año pasado, se realizó un allanamiento judicial en un departamento del vicepresidente, quien después se lanzó al contraataque.
Boudou denunció entonces al despacho de la familia del procurador general de Argentina, Esteban Righi, al presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, por supuestas presiones en su contra y al juez de la causa, Daniel Rafecas.
Las declaraciones atizaron aun más el escándalo, ya que Righi renunció a su cargo y Rafecas fue apartado de la investigación, por lo que se convirtieron en las primeras víctimas de la crisis política que desataron las denuncias en contra del vicepresidente.
Desde entonces, su imagen fue en declive, y pese a que la justicia no lo ha condenado y a que Fernández lo mantuvo en su puesto, perdió protagonismo en el gabinete y su futuro político es más que sombrío.
Pese a la debacle, Boudou advirtió una y otra vez que no iba a renunciar, pero su ostracismo dentro del gabinete terminará a partir de este lunes porque tendrá que sustituir a la presidenta en todos los actos oficiales.
Fernández sufrió el sábado fuertes dolores de cabeza, por lo que se internó de emergencia durante nueve horas, y después sus médicos confirmaron que padece una "colección subdural crónica", es decir, un hematoma craneal producto de un golpe.
El parte médico oficial advirtió que la presidenta tendría que hacer reposo durante 30 días, así que Boudou tuvo que regresar de emergencia de una gira oficial que realizaba en Brasil para hacerse cargo del gobierno.
Sin embargo, hay muchas dudas sobre el verdadero rol que tendrá un personaje tan desprestigiado sobre el que pesa el descrédito de la opinión pública y con nula confianza por parte de los miembros del gabinete.