Por Olga Borobio
Berlín, 14 Nov (Notimex).- El expresidente de Alemania, Christian Wulff, compareció hoy frente al tribunal de Hannover, donde enfrenta cargos de presunta corrupción por aceptar que un productor cinematográfico amigo le pagara una habitación de hotel.
Wulff fue obligado a dimitir el 17 de febrero de 2012. Años antes de ser presidente, en el cargo de gobernador de Baja Sajonia, acudió al Oktoberfest, la fiesta de la cerveza de Múnich, y obtuvo los gastos pagados por el productor de cine David Groenewold, por un valor total de 719 mil 40 euros.
La posición de presidente de Alemania tiene una gran dimensión moral, la persona que ocupa ese puesto debe ser intachable porque representa al país en el extranjero y a cada uno de los ciudadanos, al margen de sus credos políticos.
La sospecha de corrupción surgió a raíz de una investigación a finales de 2011, según la cual Groenwold habría sacado provecho de su amistad con Wulff, cuyo gobierno regional le financió un proyecto cinematográfico.
Tampoco en Alemania, un país muy atento a la gestión del dinero público, se le escapó que la cantidad de dinero en cuestión es mínima y quizás no justifica el enorme escándalo desatado.
Wulff pudo haber pactado en el juicio, con lo cual no habría ido a la cárcel, hasta pudo haber salido de problemas pagando una multa. Pero enfrentarse a la justicia hasta el final era para él "una cuestión de honor".
"Mi comportamiento al frente de la Presidencia de Alemania fue correcto en todo momento", se defendió esta mañana nada más entrar en la sala 127 del tribunal regional de Hannover. "No es un día fácil para mí", añadió.
Es la primera vez que un presidente de Alemania se enfrenta a un juicio y por lo tanto la atención mediática es muy alta. Además porque fue justamente un problema de los medios que llevó a Wulff hasta este punto.
A finales de 2011, el grupo editorial Springer empezó a publicar investigaciones en su diarios Bild y Die Welt acerca de las vacaciones de la pareja Wulff y de un préstamo de dinero recibido por parte de amigos bajo condiciones favorables.
La causa política de su caída fue una llamada telefónica donde el presidente intentó disuadir al editor de seguir publicando dichas investigaciones. La llamada con amenazas encubiertas quedó registrada. Desde entonces quedó claro que Wulff no podía seguir en su cargo.
Aún así, de las varias acusaciones que se filtraron a la prensa, un año más tarde, quedaban solo dos noches de hotel en Múnich pagadas por un amigo. Se dispararon entonces las teorías de conspiración: ¿quién tenía interés político en deshacerse de Wulff? La pregunta no encontró respuesta todavía.
Wulff tiene ahora 22 días de juicio donde se escucharán a 46 testigos para probar su inocencia, de lograrlo, sus abogados pedirán indemnizaciones para su cliente.
Las dimisiones del presidente de la República fueron acompañadas por una dura crisis matrimonial en su casa y por la separación de la pareja que no soportó la presión psicológica de aquellos momentos.
Por lo tanto, amigos y compañeros del partido Cristiano Demócrata le desearon hoy un "proceso justo", en palabras del actual vicepresidente del Parlamento, Peter Hintze (CDU). "Lo que sufrió hasta ahora no se le puede devolver ni siquiera con el juicio", agregó.
Wulff cometió dos errores: sacar ventaja de su posición política, aunque fuera pequeña, y tratar de acallar a la prensa. Dos errores que no cometieron todos los anteriores presidentes, y que en su caso le costaron la carrera política.