Ciudad de México, 16 enero (SinEmbargo).- Genealogía de la soberbia intelectual, editado por Taurus a principios de año, es el libro del que todos hablan en las redes sociales.
Se trata del nuevo ensayo, provocador y polémico, del escritor mexicano Enrique Serna (Ciudad de México, 1959), quien en 2013 integró casi todas las listas de los mejores del año por su colección de cuentos La ternura caníbal, editado por española Páginas de Espuma.
“La manera más primitiva de acaparar el conocimiento es negarse a compartirlo”; “El menosprecio de la inteligencia plebeya por parte de las élites espirituales o culturales encubre un mezquino temor a su capacidad de aprendizaje, que surge cuando una minoría siente amenazados sus privilegios”.
“Si el intruso es idiota por naturaleza, ¿por qué los sabios toman tantas precauciones para ahuyentarlo?”.
Algunas de las poderosas ideas que recorren este verdadero manual que da pistas reales y muy identificables de cómo se construye el poder cultural en nuestras sociedades.
“Sentía desde hace tiempo la tentación de tratar el tema en un ensayo extenso y por fin pude hacerlo”, dice Enrique Serna en entrevista con SinEmbargo.
– Es muy poderoso darnos cuenta con tu libro que al final no somos tan idiotas, que cuando nos niegan el conocimiento es porque en el fondo piensan que algo podemos hacer con él…
– Por supuesto, estoy convencido de que la literatura y la filosofía deben estar expuestas a la fiscalización de la sociedad y del lector común, porque de lo contrario, los escritores y los pensadores se van encerrando cada vez más en cotos inaccesibles. Esto permite que los intelectuales obsesionados con la idea de reafirmar su superioridad oculten con ello la falta de ideas, de modo de que no sólo hay élite de genios, sino también élites de charlatanes.
– Parece ser que en la Antigüedad era bueno ser escritor, era aconsejable…
– Lo que pasaba en tiempos de los griegos es que la literatura no se disociaba de una función educativa. Los grandes escritores de tragedia, los poetas, eran al mismo tiempo pedagogos; en aquel tiempo, sin embargo, también nació la literatura de minorías, la que usaba un lenguaje impenetrable como el de Heráclito, un filósofo despechado por el maltrato que había recibido por parte de la gente que no lo comprendía. Empecé a rastrear esa disputa, esa pugna, entre el talento ofendido por la indiferencia o la hostilidad y el talento que trata de acercarse al público y establecer un diálogo con él.
– La literatura, entonces, es conocimiento para ti, no entretenimiento…
– Bueno, creo que la literatura es las dos cosas. Cuando la literatura no logra conmover o no logra divertir, tampoco cumple su función de conocimiento.
– ¿Todo está en los libros para ti?
– No necesariamente. Creo que es vital la experiencia, incluso para escribir buena literatura.
– Genealogía de la soberbia intelectual está editado en una empresa grande, supongo que por tu interés deliberado de que esté a la mano de todos, no sólo de los expertos…
– Por supuesto, porque el ensayo tiene una intención polémica y divulgadora al mismo tiempo. Creo que ni siquiera los estudios especializados de los académicos deberían ir dirigidos a un público de especialistas. Uno de los grandes pecados de los académicos es darle la espalda a la opinión pública. Yo, por el contrario, trato de acercarme a cualquier lector que esté dispuesto a hacer un esfuerzo imaginativo.
– ¿Es un libro que tiene también una aspiración ética?
– No me interesa erigirme en ninguna autoridad moral y de hecho me generan bastante antipatía los escritores que asumen esa postura. Lo que me parece también es que la soberbia es particularmente nociva en el mundo intelectual porque amplía el abismo que existe entre la cultura popular y la alta cultura. Creo que ese abismo no debería existir porque ambas culturas se fecundan mutuamente. Cuando un intelectual pretende imponer su supuesta superioridad sobre el vulgo, se produce un divorcio entre las élites y el público.
– Es curioso que tu libro salga ahora cuando merced al gobierno del PRI han comenzado a cobrar nuevo auge las becas y los subsidios a la cultura…bueno, no sé si es tan así, al menos me parece que hay un nuevo aire para los apoyos del Estado…
– Creo que tu apreciación es acertada. Desgraciadamente tenemos en México un medio intelectual muy burocratizado, donde se produce una paradoja que expuse desde mi novela El miedo a los animales: tener una élite mimada que disfruta de una política cultural del Primer Mundo, al lado de una política educativa del cuarto mundo. Es un tema que trato en el capítulo “Los privilegios de casta”, que se refiere a la relación tortuosa que siempre ha existido entre las élites intelectuales y el poder político y económico.
– ¿Te tentó el poder alguna vez?
– Durante el gobierno de Fox me ofrecieron ser Agregado Cultural en Argentina. Y aunque la hubiera pasado muy bien allá, no se puede ser diplomático y francotirador al mismo tiempo.
– ¿Cómo vives el éxito de La ternura caníbal?
– Me da mucho gusto que un género que en apariencia tiene pocos lectores como el cuento, esté cobrando auge, al punto de que el Premio Nobel haya sido para la extraordinaria cuentista Alice Munro. De modo que creo que la pereza que existe en algunos lectores para acercarse a los cuentos, porque los obliga a renovar el esfuerzo imaginativo al principio de cada historia, se vaya diluyendo. Es bueno que los lectores se den cuenta de que si no leen cuentos se pierden uno de los grandes banquetes de la literatura.
– En tu libro también hay espacio para defender la novela y pensar en su futuro
– Sí, porque en los últimos tiempos ha habido muchos enterradores de la novela, que han vaticinado su muerte. Creo que están equivocados, porque la novela es un género que tiene todavía mucha penetración y no creo que vaya a desaparecer. Hay cierto tipo de entender la condición humana que sólo se puede expresar a través de la novela.