El 1 de diciembre de 1994, Ernesto Zedillo Ponce de León recibió la Presidencia de México de manos de Carlos Salinas de Gortari.
Los días felices de la administración salinista terminaron 11 meses antes, el 1 de enero de 1994, con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas. Aunque, para entonces, los inversionistas y los propios mexicanos aún veían a México como la nueva joya del desarrollo en el mundo y las reservas y las tasas de interés se mantuvieron intactas, el fantasma de la desconfianza comenzaba a rondar entre los analistas internacionales.
Uno de los avisos más graves se produjo el 23 de marzo de ese mismo año, cuando se produjo el asesinato del candidato presidencial priísta, Luis Donaldo Colosio. Desde los tiempos de la Revolución Mexicana, el país no registraba un magnicidio. Los problemas para CSG crecían y el país se le iba de las manos.
Por si fuera poco, el 28 de septiembre de 1994, fue asesinado José Francisco Ruiz Massieu, entonces secretario del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, y entonces ex cuñado del propio Salinas de Gortari. Su muerte provocó uno de los mayores escándalos en la historia reciente de México, pues se involucró como actor intelectual del homicidio a Raúl Salinas de Gortari, hermano del Presidente.
Poco a poco, desde marzo incluso, las reservas del país –que en aquél entonces no se daban a conocer cada semana como ahora– fueron aminorando al temor de los inversionistas de cartera, que ayudaban a financiar el déficit en la cuenta corriente a través de bonos, denominados Tesobonos, a corto plazo, y cuyo valor se había sido fijado en base al dólar estadounidense, para así atraer también inversionistas extranjeros.
En ese contexto de crisis política y de desconfianza, Zedillo tomó el poder. Desde el primer día de su gobierno se aprestó a tomar medidas para detener la fuga de capitales, pero la devastadora crisis estalló el 20 de diciembre de 1994 –hace 17 años–, cuando tuvo que devaluar el peso mediante la ampliación de la banda de flotación en un 15.2 por ciento.
Durante varios años el gobierno de Carlos Salinas de Gortari mantuvo al peso dentro de un rango específico, 3.5 pesos por dólar, dejándolo flotar sólo dentro de dicho rango, permitiendo así importaciones baratas y una inflación controlada. A consecuencia de esto México tenía un peso muy fuerte que no se justificaba en su poder adquisitivo ni en el déficit en la balanza comercial .
Los problemas políticos suscitados en el país durante 1994 y el futuro cambio de gobierno generó un clima de alto riesgo para los inversionistas, más aún cuando los países industrializados, especialmente Estados Unidos, empezaron a aumentar sus tasas de interés . Antes del 20 de diciembre de 1994 los inversionistas ya habían sacado del país millones de dólares.
Cuando el dólar dejó de ser controlado por el gobierno, el peso perdió la mitad de su valor y las deudas en dólares no pudieron ser pagadas. Las decisiones de Zedillo, principalmente la de anunciar la devaluación a los inversionistas, y el establecer el sistema de libre flotación, fueron calificadas como el “error de diciembre”, por el ex presidente Salinas de Gortari. Una manera de lavarse las manos y no asumir sus propios errores.
Bill Clinton, al rescate
La dimensión y el impacto negativo de la crisis mexicana en los primeros días de 1995 sobre otros mercados internacionales fue llamada “El efecto Tequila”.
Ante esa amenaza, el gobierno del presidente Bill Clinton intervino al comprar pesos del mercado para evitar una mayor depreciación de la moneda, pero su insuficiente. Clinton solicitó al Congreso enviar un paquete de rescate a México, pero diversos representantes del Congreso que se habían opuesto incluso al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, culpaban a ese proyecto de la crisis mexicana.
El Congreso de EU votó en contra de la aprobación de fondos de rescate. Sin embargo, en el Tesoro estadounidense se encontró una vía legal para enviar el rescate por medio del Fondo de Estabilización de Divisas, que no requería la aprobación del Congreso.
Estados Unidos envió, entonces, 20 mil millones de dólares, a los que se ñadieron casi 30 mil millones más: 17 mil millones del Fondo Monetario Internacional, 10 mil millones del Bank for International Settlement, mil millones del Banco de Canadá en forma de swaps de corto plazo y mil millones más provenientes de diversos países latinoamericanos (entre ellas Argentina y Brasil cuyas economías eran severamente afectadas por los efectos de la crisis mexicana).
El dólar se estabilizó a un precio de 6 pesos, y por los siguientes dos años, antes de ser afectado por la crisis financiera asiática de 1998 –también conocida como la crisis del Fondo Monetario Internacional–, se mantuvo entre 7 y 7.7 pesos.
Ajustes dolorosos
Con la llegada de recursos, de inmediato el gobierno zedillista introdujo controles estrictos en la política fiscal, continuó con su política de libre comercio y libre flotación.
El crecimiento acelerado de las exportaciones amortiguó la recesión, y en menos de 10 meses, la tasa de crecimiento mensual del PIB ya era positiva. Para 1996, la economía estaba creciendo y, producto del “rebote, en 1999 llegó a un máximo de 7%; en 1997 México pagó, por adelantado, todos los préstamos de Estados Unidos. Pero los efectos de la crisis, causados por las altísimas tasas de interés durante los días de la devaluación (que llegaron hasta el 100%), provocaron que millones de familias no pudieran pagar sus préstamos e hipotecas, y perdieron sus propiedades.
Al mismo tiempo, el gobierno federal hacia un rescate financiero a Bancos Mexicanos conocido por FOBAPROA, que sigue siendo cuestionado por los analistas y opositores a las políticas neoliberalistas, pues la medida no fue acompañada de un proceso de reevaluación de la deuda de los morosos, que podría haber salvado de la ruina miles de PyMES y personas físicas, sino se concentró en el rescate de los empresarios bancarios. Esa deuda, aún en 2011, se sigue pagando.
2012: ¿se repetirá la historia?
Cada que México se acerca a una transición sexenal surgen las dudas sobre una posible devaluación.
Este 20 de diciembre se cumplen 17 años de aquel doloroso “error de diciembre” y ante una economía mundial endeble la pregunta en el aire es: ¿Es posible que un escenario como el de 2004 se repita en México?
Para funcionarios como el vicegobernador del Banco de México, Manuel Sánchez, “no ha existido algo particular en la economía mexicana que pudiera representar una señal de preocupación desde el punto de vista financiero”.
El doctor en Economía por la Universidad de Chicago considera que una de las grandes fortalezas que en estos momentos muestra la economía mexicana es su sistema bancario, “muy capitalizado, líquido, con manejo de riesgo mucho más prudente que en el pasado”.
También destacó que la economía mexicana está en una situación muy diferente a la que prevalecía a mediados de los 90, particularmente en 1994.
Una de las diferencias con el pasado, dijo, es el tipo de cambio flexible que ahora se tiene en México –decretado por Ernesto Zedillo, por cierto–, lo que ha permitido un equilibrio en la balanza de pagos.
“De hecho, el banco central ha estado acumulando reservas internacionales de tal manera que esto da un precedente y una base para pensar que la situación que se enfrentó en 1994 es muy diferente a la que vivimos ahora”, dijo el vicegobernador del Banco de México, en una visita reciente a Los Ángeles, donde participó en la conferencia anual de la Cámara de Comercio México-Estados Unidos.
–¿Entonces no hay riesgo de que nos salgan con otro “error de diciembre”?, le preguntó un reportero.
“Con los riesgos nunca hay que subestimar. Toda autoridad debe estar vigilante ante posibles riesgo de estabilidad financiera, porque los riesgos van cambiando. Pero en este momento sentimos que la economía mexicana tiene fundamentos financieros muy sólidos para sentir confianza de que continuará la estabilidad financiera”.
El riesgo del peso
Como cada seis años, 2012 será un año electoral en el que estarán en disputa la Presidencia de México y la de Estados Unidos. Un año que se antoja turbulento, además por los propios problemas de la crisis económica de EU y los conflictos por las enormes deudas de los países de la Unión Europea, que causaron severos estragos en los mercados internacionales durante 2011.
Para los analistas, sin embargo, las últimas elecciones en el terreno internacional muestran que cada vez más la política afecta menos a la economía.
Sin descartar que sean temas asociados, analistas del Grupo Financiero Bancomer, por ejemplo, destacan que ya no se tienen los ciclos donde cada fin de sexenio México padecía por problemas financieros.
“No se visualiza algo diferente respecto a lo que ocurrió en las últimas transmisiones de poder, de manera que yo esperaría que la economía siguiera funcionando de manera normal”, consideran.
Estas opiniones son compartidas por la Junta de Gobierno del Banco de México, que en su más reciente reunión –al iniciar diciembre– confirmó que los datos no parecen indicar que la depreciación del peso mexicano, registrada en las últimas semanas, haya afectado los precios y otros indicadores.
El Banco de México consideró que una mayor volatilidad externa podría desordenar más el tipo de cambio, por lo que acordó estar alerta ante esta posibilidad. En este caso, la acumulación de reservas, la línea de crédito flexible y las recientes medidas de la Comisión de Cambios ayudarán a estabilizar la dinámica del tipo de cambio, planteó el banco central.
A su vez, el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, consideró poco probable que se presente una devaluación debido a los vaivenes e incertidumbre en los mercados financieros mundiales, porque la moneda mexicana ha demostrado que es robusta.
Pero, pese a ello, consideró que es necesario estar atentos y conducir la economía de manera responsable, ante la volatilidad y los problemas en las economías de otros países.