Sandra Lorenzano

Los sueños de Patanjali

"La sombra, los sueños, allí donde el sentimiento oceánico nos permite apenas atisbar el misterio, solemos hablar de casualidad, porque lo desconocido también puede ser aterrador. A-terrador, sin tierra bajo los pies, ¿de dónde tomarnos entonces para no perdernos? Los sueños de Patanjali es una guía para volver a encontrar esa tierra".

Sandra Lorenzano

07/12/2025 - 12:02 am

La vida nos da sorpresas  (y eso lo sabemos -claro- no sólo por la canción de Rubén Blades), y esas sorpresas pueden ser maravillosos regalos que, para quienes amamos las palabras, vienen muchas veces en forma de libro. De uno de esos regalos me gustaría hablarles hoy; de una obra escrita por un demiurgo generoso que responde al nombre de José Gordon. Quienes vivimos en México, solemos ver a Pepe en televisión (su programa La oveja eléctrica cumple este 2025 diecinueve años al aire, por mencionar sólo una de sus creaciones; pero cómo olvidar la bellísima serie llamada Imaginantes, por ejemplo). También lo escuchamos en charlas y conferencias, o leemos sus publicaciones. 

Desde hace décadas comparte con todos nosotros su pasión por explorar los límites del conocimiento en el cruce entre la ciencia, el arte y el misterio de la mente. Su obra más reciente cobra forma de novela para invitarnos a un nuevo viaje por esos caminos; se trata de Los sueños de Patanjali (Grijalbo, Penguin Random House, 2025). Pero quién fue Patanjali, se preguntarán ustedes. Siguiendo su amor por las culturas de la India, Pepe toma esta vez la figura de un místico estudioso del sánscrito, que vivió en el siglo II antes de Cristo, y que escribió unos textos misteriosos llamados Yoga Sutras. A partir de esta figura escribe un libro que conmueve, que sacude, que seduce, que nos invita a escuchar una voz que parece venir de las profundidades del ser: sonido ancestral, canto primigenio que nos lleva a los orígenes de lo que somos, que nos sumerge en la más maravillosa experiencia a la que nos puede llevar la lectura: a las fronteras del misterio.

Como en las cajas chinas, aquí cada historia contiene otra y esa a su vez otra más hasta constituirse en una suerte de Aleph borgeano que abarca el universo todo.

El relato empieza con un neuropsiquiatra llamado Juan José Marina que ¿por casualidad? llega a una plática sobre los secretos del lenguaje impartida por un tal Dr. Muket Shastri. Ahí escucha por primera vez hablar de Patanjali, de la presencia de la serpiente, y de los sueños en los que aparece una mujer que sufre. 

Permítanme compartir esta cita:

La más hermosa experiencia que podemos tener es el sentido del misterio. Es la emoción fundamental, la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. Quien no lo sabe y no puede ya maravillarse está como muerto, sus ojos están ofuscados. 

La frase es nada menos que de Albert Einstein. Los sueños de Patanjali, como el verdadero arte y la verdadera ciencia, nos conduce por esa senda. ¿Cómo no maravillarnos? La cita es uno de los epígrafes con que el físico italiano Carlo Rovelli abre su libro Los agujeros blancos. Allí Rovelli, desde la reflexión científica, hace lo mismo que hace Pepe desde la palabra literaria: parte de lo conocido -en su caso los agujeros negros- para darle espacio a lo desconocido. "Au fond de l'inconnu, pour trouver du nouveau!" escribió Baudelaire. 

La ciencia y la poesía rozan siempre el misterio. Vuelvo a preguntar: ¿cómo no maravillarnos? ¿O acaso están nuestro ojos ofuscados?

Por cierto: el diccionario de la Real Academia señala para el término “ofuscar” dos significados; el primero es “deslumbrar, turbar la vista”, y el segundo “oscurecer y hacer sombra”. El exceso de luz y la falta de luz pueden ofuscar nuestra mirada. Imposible no pensar en Junichiro Tanizaki y su “Elogio de la sombra”. 

La sombra, los sueños, allí donde el sentimiento oceánico nos permite apenas atisbar el misterio, solemos hablar de casualidad, porque lo desconocido también puede ser aterrador. A-terrador, sin tierra bajo los pies, ¿de dónde tomarnos entonces para no perdernos? Los sueños de Patanjali es una guía para volver a encontrar esa tierra.

Es también el viaje al que nos invita el autor, llevándonos de la mano, para que nuestros ojos no estén ofuscados, para que no nos sintamos a-terrados, hacia lo profundo de lo desconocido en busca de los infinitos vínculos entre lo que llamamos realidad y las posibilidades de la mente. 

Pepe Gordon sabe como pocos aquello que decía María Zambrano: que cuando dejamos que la razón se abra a los sentimientos, a las emociones, a las pasiones, a lo irracional, al amor, a los sueños, entonces nos estamos acercando a lo sagrado.

De Sor Juana a Zambrano, de Borges a Gustav Meyrink, de Mircea Eliade a William Butler Yeats, la novela nos recuerda que el universo es poesía en un tiempo eterno. “Sílabas las estrellas compongan”, cantó nuestra monja jerónima y Octavio Paz lo dijo así:

Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea.

Sé que algunos ven este libro como un cubo de Rubik, o que la querida Sabina Berman ha dicho que es una suerte de inquietante thriller metafísico. Quisiera agregar que para mí Los sueños de Patanjali puede leerse también como una novela de iniciación, donde los iniciados en el misterio somos nosotros, los lectores. Una guía para abrir nuestras propias puertas de la percepción -The Doors of Perception es el libro de Aldous Huxley, que le gusta tanto a Pepe recordar, y cuyo título da origen al nombre de la banda “The Doors”. 

Estamos hablando de una novela filosófica que abreva tanto de fuentes contemporáneas como de antiguas enseñanzas transmitidas en hebreo, en pali o en sánscrito. Y es, al mismo tiempo, un bellísimo canto a la amistad o, mejor dicho: al amor a los amigos. Como lectora celebré los lazos que entrelazan a los “Aerolitos”, ese grupo de amigos, cómplices, aliados que protagonizan la novela, y lloré recordando a ese querido amigo que viajaba entre la Cábala y el alcohol. Ari Gerson -tal su nombre en el libro- había intuido los ríos subterráneos que enlazan a Praga con la Ciudad de México, al Gólem de Meyrink con el Chac Mool de Carlos Fuentes, y escuchaba al Lic. Borunda y sus doscientos años de recuerdos en la otrora región más transparente, que le revelaba “uno de los más terribles secretos de la cultura mexicana: en lo sagrado coexisten la gracia y la destrucción. La Coatlicue es la Virgen de Guadalupe desollada, vista desde adentro”. La Virgen del consuelo guarda en su interior a la diosa de la desolación. Ambas caras son también las de nuestro Ari Gerson. “Que no sepa más de penas”, dice una oración judía de duelo, y este libro se vuelve entonces también el espacio para el dolor.

En todo esto que aparece interconectado en la inmensidad del espacio y el tiempo, está nuestro querido Pepe. El sánscrito, el yoga, los dioses de la India, la meditación trascendental conviven con los haikús y los versos de la canción “Cielo rojo”. Platón con los Vedas. La percepción que se expande abarcando el universo. 

Me gustaría detenerme, si el tiempo lo permitiera, en cada una de estas páginas, sumergirme en el mismo mar a la vez límpido y misterioso en que estamos todas y todos. Soñar y ser capaz de descubrir la hospitalidad de otros sueños. Hacer de los sueños que se entrecruzan espacios de revelación. 

Cierro con la última frase de la novela porque sé que ustedes sentirán como yo el maravilloso escalofrío que nos dice que hemos tocado el misterio: “Se escucha un susurro: un soplo, un viento de palabras deja intacta la ola de la Gran Memoria que baña al universo”.

Gracias al querido José Gordon por este generoso regalo que nos ayuda a abrir nuestras propias puertas de la percepción.

Sandra Lorenzano

Sandra Lorenzano

Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, sus libros más recientes son "Herida fecunda" (Premio Málaga de Ensayo, 2023), "Abismos, quise decir" (Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2023), y la novela "El día que no fue" (Alfaguara). Académica de la UNAM, se desempeña como Directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba. Es además, desde 2022, presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). sandralorenzano.net

Lo dice el reportero