
Todo indica que en las próximas semanas el gobierno de Estados Unidos, que preside Donald Trump, propiciará una intervención en Venezuela para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Así lo indica el aumento de la escalada de ataques a embarcaciones en el Caribe y en el Pacífico que supuestamente transportaban drogas al país del norte y en las que han asesinado ilegalmente a 80 personas. A esto se suma el envió del portaviones Gerald Ford, el navío de guerra más grande del mundo, a las aguas del Caribe, específicamente a las costas venezolanas. Más allá de estas acciones y el despliegue de embarcaciones militares de Estados Unidos en aguas del Caribe, altos funcionarios de Estados Unidos han amenazado abiertamente con intervenir en Venezuela o en otras partes de América Latina atribuyéndose la propiedad de todo el continente, con el pretexto de proteger sus seguridad.
En una retórica generada en el siglo XIX y a comienzos del siglo XX, la segunda administración de Donald Trump vuelve a desempolvar la vieja retórica imperialista de la Doctrina Monroe o del Gran Garrote que se atribuye la propiedad de toda América bajo el mano imperial estadounidense.
Lo dijo expresamente el secretario de Estado, Marco Rubio, el pasado miércoles en una reunión de ministros de relaciones Exteriores del G7, en la ciudad canadiense de Niagara-on-the-Lake. A pregunta expresa sobre si los ministros europeos del G7 cuestionaron los ataques de Estados Unidos a embarcaciones en el Caribe, Marco Rubio respondió: "No creo que la Unión Europea pueda determinar lo que es la ley internacional. Desde luego no pueden determinar cómo Estados Unidos defiende su seguridad nacional. Estados Unidos está siendo atacado por organizaciones criminales terroristas en nuestro hemisferio (subrayado mío) y el presidente (Donald Trump) está respondiendo en defensa de nuestro país", añadió.
“Nuestro hemisferio”, dijo Marco Rubio sin ningún rubor y sin respetar que cada una de las naciones del hemisferio occidental, es decir de América, es soberana e independiente y no es propiedad de Estados Unidos o de cualquier otro país.
Pero eso no importa a la administración del presidente de Estados Unidos, como lo reiteró el secretario de Guerra (antes de Defensa) Pete Hegseth anunció el jueves el despliegue de una operación en el Caribe y que se interpreta como una acción previa a una posible invasión territorial en Venezuela.
Así lo publicó el secretario de Guerra de Estados Unidos en sus redes sociales: “El presidente Trump ordenó tomar acciones y el Departamento de Guerra cumple la orden. Hoy estoy anunciando la Operación Lanza del Sur liderada por la Fuerza de Tarea Conjunta Lanza del Sur y el Comando Sur cuya misión es defender nuestra seguridad nacional, remover a los narcoterroristas de nuestro Hemisferio y mantener seguro a nuestro país frente a las drogas que están matando a nuestra gente. El Hemisferio Occidental es vecino de Estados Unidos y nosotros lo vamos a proteger”, escribió Hegseth.
Otra vez aparece la retórica imperialista al hablar de “nuestro Hemisferio” atribuyéndose la propiedad o potestad de actuar, atacar o intervenir en los países de América Latina como si fueran de su propiedad.
A lo largo de la historia Estados Unidos se ha inventado supuestos enemigos para justificar sus intervenciones imperialistas en América Latina. En el siglo XIX, cuando decretaron la doctrina Monroe, el enemigo eran naciones de Europa que pretendían intervenir en este hemisferio y que la naciente clase imperialista proclamó que América era para los americanos, pero no para los mexicanos, argentinos o colombianos, sino para los estadounidenses.
En el siglo XX la supuesta amenaza era el comunismo, la Unión Soviética o las guerrillas guevaristas por lo que se justificaron intervenciones abiertas o encubiertas y se propiciaron una larga serie de golpes de Estado y políticas contrainsurgentes que sembraron a la región de dictaduras militares con un brutal saldo de perseguidos, detenidos, torturados, desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente.
Ahora la supuesta justificación de las intervenciones son las amenazas de las organizaciones criminales del narcotráfico que acechan, según la retórica trumpista, a la sociedad estadounidense. Como lo dijo el halcón del Pentágono Pete Hegseth, se lanzan operativos para a “remover a los narcoterroristas de nuestro Hemisferio”.
Todo esto es ilegal a la luz del derecho internacional, como ya lo declaró la Organización de Naciones Unidas (ONU) en voz del alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, quien señaló que el Gobierno de Estados Unidos viola "el derecho internacional" con sus ataques aéreos contra embarcaciones en el Caribe y el Pacífico. "Estados Unidos debe poner fin a dichos ataques y tomar todas las medidas necesarias para evitar las ejecuciones extrajudiciales de las personas a bordo de esas embarcaciones, más allá del presunto comportamiento delictivo que se les atribuya", agregó Türk.
Lamentablemente las peticiones de funcionarios de la ONU a respetar el derecho internacional son un llamado a misa que son ignorados olímpicamente por el gobierno de Trump, al igual que lo hizo el criminal primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu, en su genocidio contra la población de Gaza, por lo que se prevé que la escalada en América Latina aumente.
Lo que antes se discutía en reuniones privadas de los gabinetes militares, de inteligencia y relaciones exteriores hoy se discute descaradamente en foros públicos. La cadena de televisión CBS dio a conocer que oficiales de alto rango de Estados Unidos presentaron el miércoles pasado distintas opciones para una intervención bélica contra Venezuela al presidente, Donald Trump, pero que aún no se ha tomado una decisión final sobre cuál opción tomar. Al mismo tiempo las opciones de intervención militar en Venezuela se discutieron esta misma semana un foro público organizado por el Atlantic Council, en Washington, mostrando nuevamente la arrogancia imperialista de la clase gobernante y académica de Estados Unidos.
Se puede estar a favor o en contra del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y si su gobierno es legítimo o no, como considera una parte importante de la sociedad venezolana. Pero el derecho de mantener o cambiar de régimen corresponde al pueblo venezolano, no a un país imperialista como Estados Unidos que cree que todo el hemisferio es de su propiedad.
Lo que ocurre en un plano más amplio en el terreno de la geopolítica es que ante el declive de Estados Unidos como potencia dominante del capitalismo global y la emergencia de otras naciones como potencias emergentes, como es el caso de China, el gobierno trumpista pretenda mantener el control y dominio de lo que considera su “patio trasero” a costa de lo que sea, intervenciones armadas incluidas. No debemos permitir que la arrogancia imperialista vuelva a interferir en los asuntos que corresponden a cada país de América Latina.





