Nicko Nogués

¿Cómo hackear a tu macho? Lo primero es entender que serlo afecta a los hombres

Nicko Nogués

¿Cómo hackear a tu macho? Lo primero es entender que serlo afecta a los hombres

Nicko Nogués

¿Cómo hackear a tu macho? Lo primero es entender que serlo afecta a los hombres

23/10/2021 - 10:00 am

En entrevista con SinEmbargo, el activista y autor de Hackea a tu macho, Nicko Nogués expone una serie de acciones para que los hombres se atrevan a desafiar su masculinidad tóxica.

Ciudad de México, 23 de octubre (SinEmbargo).- “No se trata de preguntarme si soy machista o no, sino qué tan machista soy e ir transitando y profundizando de qué manera el ignorar mis emociones me afecta en primer lugar a mí y me puede llevar a un deterioro de mi salud mental y física”, comentó en entrevista el activista Nicko Nogués, autor del libro Hackea a tu macho (Planeta), en el cual plantea una serie de acciones encaminadas a desafiar las conductas tóxicas que replicamos los hombres.

Hackea a tu macho es una herramienta para potenciar masculinidades positivas, masculinidades más sanas. Que cada quien elija la suya, no se trata de que ‘esto ya no es ser un hombre y ahora esta es la nueva moda’, porque no estamos hablando de eso. […]. No estamos hablando de eso. Estamos hablando de que hay otras alternativas para salirnos de esa caja de única masculinidad que hemos comprado de forma inconsciente”, expresó en entrevista con SinEmbargo.

El texto recurre a un formato dinámico en el cual el autor expone ​​10 hacks básicos sobre aquellas conductas con las que los hombres son educados a partir de una serie de estereotipos donde no se vale dudar, llorar, atender labores del hogar y demás comportamientos machistas que van limitando la manera en la que nos desenvolvemos en nuestro entorno.

“Está el tema de no permitirnos sentir, de no permitirnos amar, de no permitirnos llorar, de no permitirnos dudar o de no permitirnos darnos ese espacio para cambiar esos ‘no puedo hacer esto porque soy hombre’. Romper esos no, hackear esos no, hackear ese ambiente patriarcal, ese machismo interno, y poner ahí un ‘sí’ que abra un espacio en ese límite autoimpuesto y que nos permita ir transitando nuestras propias emociones, aprendiendo a gestionarlas y aprendiendo a que es necesario cambiar preguntas”, refirió Nogués, quien ha sido asesor experto en masculinidades positivas para ONU Mujeres México.

Para Nicko el primer paso para aceptar que seguimos perpetuando muchas actitudes machistas en nuestro día a día es “hacer las paces” con nuestra incomodidad al hablar sobre qué tan machistas somos: “Parece que es una ofensa hablar de machismo porque se están metiendo con nosotros. Hay mucha resistencia a hablar de esos temas”.

De igual forma, refirió que una vez que reconozcamos las conductas machistas que seguimos alimentando, el siguiente paso es ser corresponsables con los daños que hemos hecho a los demás. 

“Revertir el daño implica darse cuenta de la capacidad de reparación que tenemos en nuestra propia vivencia como sujetos históricos y que tiene que ver en asumir que lo somos. Reparar implica muchas veces entender desde dónde partimos hoy y que es una posición bien distinta de hace uno, 15 o 20 años. Es una sumatoria de historia de cada uno como sujetos en una historia personal. En el momento en que te das cuenta de eso y vas viendo qué estás transformando y qué te queda por transformar puedes empezar a cuestionar todo eso y repararlo”, compartió.

La portada de Hackea a tu macho. Foto: Cortesía Grupo Planeta.

***

—Haces una crítica interesante en Hackea a tu macho sobre cómo hemos ido entendiendo nuestra masculinidad, y digo interesante por el formato dinámico de tu libro. Uno muchas veces puede rehuir a reconocer su machismo, ¿cuál es el primer paso para aceptar que seguimos perpetuando muchas actitudes machistas en nuestro día a día?

—Hacer las paces con nuestra incomodidad, diría de manera muy simple y muy directa. Seguimos sintiéndonos muy incómodos cuando hablamos de estos temas y no sólo muy incómodos sino incluso temerosos. Parece que es una ofensa hablar de machismo porque se están metiendo con nosotros. Hay mucha resistencia a hablar de esos temas. Por la misma razón me da gusto que estemos hablando de esto porque significa que algo está cambiando para que dos varones estén hablando de este tema y no de temas estereotípicamente masculinos. Tenemos que hacer las paces con esa incomodidad y asumirla como parte de esta transformación social de la cual formamos parte.

No es opcional no ver que las cosas están cambiando porque están cambiando. Hay un horizonte marcado y no hay vuelta atrás. Es largo todavía.  Dos siglos para cerrar las brechas de desigualdad, pero efectivamente hay un horizonte. Una vez que nos damos cuenta de esa incomodidad, démonos cuenta también que es parte de este proceso de deconstrucción, si queremos llamarlo así, y que al mismo tiempo es parte también de entender que el machismo nos afecta como varones. Esto es bien importante comentarlo porque muchos hombres creen que esos temas no van con ellos. Creen que ‘seguro se están metiendo conmigo’, ‘ya no puedo decir nada’, ‘ya no se puede hacer un chiste’, pero probablemente no han indagado en esa incomodidad y no se han parado a pensar de qué forma ese machismo también les está y nos está afectando. 

—Ante los movimientos feministas que piden igualdad y respeto, muchos hombres parecen más ocupados en lo que digan o hagan las mujeres. Comento esto porque no nos hemos cuestionado con seriedad el ponerle un fin al machismo. ¿Cuál es la importancia de construir una masculinidad que no sea tóxica?

—Sobre todo experimentar una vivencia de quienes somos, de nuestras relaciones, y por lo tanto una vivencia dentro del contexto social con las otras personas, mucho más sana, mucho más acorde a los retos que está demandando hoy en día el mundo en el que vivimos. Retos de muchos tipos tanto de justicia social como de justicia medioambiental. Sanar esa masculinidad nos interesa en primer lugar a nosotros. Por ejemplo, si lo abordamos desde uno de los hack que menciono en el libro, está el tema de no permitirnos sentir, de no permitirnos amar, de no permitirnos llorar, de no permitirnos dudar o de no permitirnos darnos ese espacio para cambiar esos ‘no puedo hacer esto porque soy hombre’. Romper esos no, hackear esos no, hackear ese ambiente patriarcal, ese machismo interno, y poner ahí un ‘sí’ que abra un espacio en ese límite autoimpuesto y que nos permita ir transitando nuestras propias emociones, aprendiendo a gestionarlas y aprendiendo a que es necesario cambiar preguntas.

No se trata de preguntarme si soy machista o no, sino qué tan machista soy e ir transitando y profundizando de qué manera el ignorar mis emociones me afecta en primer lugar a mí y me puede llevar a un deterioro de mi salud mental y física. Si lo vemos en términos estadísticos, estamos hablando de 15 millones de hombres con depresión en este país, donde el 81 por ciento de los suicidios los comete hombres, donde 33 de las principales 40 causas relacionadas con la salud física afectan más a los hombres, donde estamos viviendo un 30 por ciento menos que las mujeres y donde, a partir de ahí, ya entendiendo cómo nos deteriora a nosotros, vamos viendo cómo deteriora nuestras relaciones. Cómo entendemos el amor desde esta narrativa romántica donde tendemos a controlar, a someter, a ver nuestros cuerpos como cosas a coleccionar y cómo eso también genera mucha violencia de muchos tipos respecto al otro género. Va afectando las diferentes capas de relación y por eso es necesario entender que es una cosa que debemos de empezar a observar, cuestionar y a partir de ahí transitar hacia otros lados.  

—Me queda claro que nuestra problemática machista surge de la inutilidad de perpetuar una serie de estereotipos de lo que nos han enseñado que es nuestro género, lugares comunes que se siguen esparciendo en las escuelas, familias, medios. ¿Cómo hacer frente a esta vorágine cultural? 

—No hay una respuesta única. Hay más bien varias líneas de actuación, varias maneras de abordar la problemática y todas son necesarias desde múltiples perspectivas. Desde el sector público, la sociedad civil, la iniciativa privada. No me canso de decirlo. Con Hackea tu macho hay un gran trabajo que está dirigido, aunque tenga un lenguaje ilustrado muy fácil de entender, a líderes de hoy y del mañana. Líderes que siguen entendiendo el liderazgo como imponerse a quien tienen delante y no cuidar de ti ni de tus equipos. Va orientado muy a eso porque las empresas del sector privado es uno de los lugares donde más tiempo pasamos y por lo tanto también tenemos que empezar a transformar esa cultura de relación y de liderazgo. Pero también el núcleo familiar, por eso digo que son diferentes secciones de la sociedad. En el núcleo familiar ocurren muchas discriminaciones, muchas desigualdades.

Nos encantaría pensar que es el lugar más inclusivo del mundo, pero no es así cuando lo llevamos a la realidad de la práctica. Vemos que determinadas conversaciones no se están teniendo en la casa, que hay una gran ausencia paterna. El 41 por ciento de los padres aquí en México no está presente ni emocionalmente. Una sobrecarga laboral y doméstica a las madres que la asumen porque no hay nadie más ahí con la que puedan compartir eso. Son varios sectores de la sociedad que tenemos que empezar a conectar para trabajar de forma conjunta, lo que significa desde el núcleo familiar que podría ser el más individual hasta otro tipo de colectivos como la empresa, el espacio público y sociedad civil. 

—El machismo no sólo está matando a las mujeres y al propio hombre, sino además al medio ambiente porque esta lógica de depredación industrial tiene un comportamiento muy machista de imponerse y controlar el entorno. ¿Por qué crees que se hable poco de esto y que no entendamos que esta depredación obedezca a una lógica patriarcal? 

—No se suele ver, conectar ni ver. Estamos todavía en un proceso de entendimiento justo en el paso inicial que empieza con esta incomodidad que comentaba antes. Las conductas machistas violentan, controlan, dominan y tienden a someter no solo a nosotros y nuestras relaciones, es decir, no solo a nuestro primer territorio (nuestro cuerpo), sino a otros territorios corporales, otras personas, y al territorio mayor en el que vivimos, el planeta. La lógica de conducta es la misma: someter, controlar, depredar, violentar especies, deforestar creyéndonos amos y señores del planeta. No entendiendo nuestra interdependencia con ese cuerpo mayor que es el planeta en el que estamos inmersos. Es una lógica depredatoria y depredadora que vive ahí y sigue instaurada.

Es necesario entender que la raíz de esa crisis medioambiental —lo digo bien claro en el libro— es el machismo. Es la misma raíz que la de las injusticias sociales; el machismo. Porque estamos hablando de someter, controlar, violentar, dominar, menospreciar todo aquello que es considerado femenino. Eso tiene un nombre, machismo. Cuando antes lo entendamos como varones, pues mejor. No es que seamos los únicos responsables, pero siendo la mitad de la población sí somos los responsables de más del 90 por ciento de las violencias. En el libro se explica por qué y cómo podemos entender al final para cambiarlo.    

—Quien se pare frente a un espejo y trate de cuestionar todas las conductas machistas a las que ha incurrido a lo largo de su vida puede preguntarse en dado momento. ¿Cómo puedo revertir el daño que he hecho?

—Gran pregunta. Revertir el daño implica darse cuenta de la capacidad de reparación que tenemos en nuestra propia vivencia como sujetos históricos y que tiene que ver en asumir que lo somos. Reparar implica muchas veces entender desde dónde partimos hoy y que es una posición bien distinta de hace uno, 15 o 20 años. Es una sumatoria de historia de cada uno como sujetos en una historia personal. En el momento en que te das cuenta de eso y vas viendo qué estás transformando y qué te queda por transformar puedes empezar a cuestionar todo eso y repararlo. Hacer lo que te toca, lo que te corresponde y ejercer tu corresponsabilidad para que todo aquello que estés accionando como sujeto histórico desde hoy tenga un sentido de responsabilidad, correspondencia y justicia socioambiental. De nada sirve lastimarse, echarse la culpa, hostigarse y pensar que ya no se puede hacer nada, sino reconocer que todos tenemos una historia, pero también un punto de inflexión que tenemos que aprovechar para partir de ahí y generar esta corresponsabilidad en los momentos en que nos toca y eso significa básicamente cada día. 

—Presentas un decálogo de cómo ir rompiendo con este machismo, cómo hackearlo, como expresas tú. En algunos casos me ha tocado escuchar quien asume que ya es muy grande para cambiar o está en un punto sin retorno. ¿Cómo hacer entender que no es una cuestión de edad sino de voluntad?

—En el libro lo abordamos como si fuésemos todos en algún punto personas de 15 años. El libro está dirigido para chavos de 15 años, pero también para adolescentes de 70 años. Porque está instaurado en nosotros esta mentalidad que nos dejó anclados en un punto muy malcriado, en un macho que vive con nosotros. Si no hacemos nada al respecto es que hay un gran problema de autosabotaje. Otra cosa es que no te estés dando cuenta. Aún así, cuando uno no se da cuenta y estos temas le incomodan o sienten resistencia, hay algo dentro de nosotros como varones que claramente nos dice que atendamos eso. No puedes no hacer algo al respecto. Nunca es tarde para empezar, por supuesto que no. Lo que no podemos permitirnos es no dar el primer paso. Que es darle cabida a la incomodidad y llevarla más allá, lo que significa empezar a hackear a nuestros propios machos. 

—Por último, ¿cómo visualizar la masculinidad hacia la que debemos caminar?

–En Hackea a tu macho invito a visualizarla en plural, como masculinidades, una gama amplísima de posibilidades diversas. Que cada quien elija qué tipo de varón quiere ser y donde se invita a que en esa pluralidad haya un sentido alejado de violencia, sexismo, clasismo, racismo, homofobia y todo aquello que nos está poniendo limitantes para dejarnos avanzar como personas y como sociedades. Una pluralidad que tiende a alejarse de la violencia son masculinidades positivas. Hackea a tu macho es una herramienta para potenciar masculinidades positivas, masculinidades más sanas. Que cada quien elija la suya, no se trata de que ‘esto ya no es ser un hombre y ahora esta es la nueva moda’, porque no estamos hablando de eso. Si alguien entiende esto así, no me estoy explicando bien o no se está generando bien el mensaje. No estamos hablando de eso. Estamos hablando de que hay otras alternativas para salirnos de esa caja de única masculinidad que hemos comprado de forma inconsciente. Que cada quien elija la suya y la invitación es alejarnos de esos mandatos que nos acercan a la violencia, sexismo, racismo, clasismo y por eso les denomino masculinidades positivas.