Author image

Susan Crowley

26/04/2025 - 12:03 am

Los abismos luminosos de Sara Tonatiuh

Es una guía cuyo camino por terapias, por psiquiátricos, incluso por haber recibido terapias electroconvulsivas, le ha permitido atisbar algo que a nosotros se nos ha negado; un camino que ofrece luz, armonía y equilibrio, un territorio con salidas inimaginables.

Su taller es un espacio mental. El ámbito en el que la artista mexicana Sara Tonatiuh deja entrar a los seres que hormiguean por su mente, por su alma. Ahí cobran forma y se desplazan en libertad. Son espontáneos, como lo es la manera en la que la artista logra atraparlos y otorgarles un cuerpo. Llenos de vida, duendes, pequeños monstruos, arlequines, animales fantásticos, plantas que hablan, ríen y bailan. La mente de Sara los invoca para que, de una vez y por todas, se expresen y nos invadan de manera amistosa. Igual, la artista los urge a que pongan orden en el caos. Ellos se resisten y emprenden una danza de indefinibles formas; se transforman y escapan. Haciendo acopio de paciencia, Sara corre detrás de ellos surcando lo imaginario sin descanso. Tal vez por ello, al hablar, su cuerpo establece giros inexplicables, como si estuviera lista para emprender alguna cacería en el extenso territorio de su mundo interior.

A Tonatiuh podríamos intentar definirla como una artista Brutoutsidergrassroot art, marginalvisionary artprimitiva o todos los anteriores. Como muchos otros artistas ajenos a la academia, considerados independientes, radicales y valorados por su capacidad para plasmar mundos desconocidos. Desde hace algún tiempo, son presa de los mercados del arte, que encontraron en ellos una mina de oro. Más explotados que comprendidos, fue gracias a los esfuerzos de un grupo reducido de psiquiatras e investigadores, pero especialmente debido a la curiosidad del artista francés Jean Dubuffet, que los conoció el gran público. Mentes irreverentes, sagaces y relegadas por la cultura oficial, han creado universos inconmensurables. Imposible definirlos o, tal vez, la única manera de abordarlos sea apelando a su indefinición. ¿Quién pone los límites entre el arte y la locura?

Habitantes de hospitales psiquiátricos, de hospicios, callejeros sin hogar, autodidactas, ancianos, personas con algún tipo de capacidad diferente; simplemente inadaptados navegan por estados de consciencia alternativos. Sin atender al mundo de afuera ni observar reglas, pintando por necesidad, casi como respirar, sorprendieron a Dubuffet que por años los coleccionó dándoles un espacio fundamental en la Historia del Arte. Refiriéndose a sus artistas brut dijo: “Me encanta la locura, estoy muy enamorado de la locura. Siento la necesidad de que una obra de arte se acerque por sorpresa, que asuma un aspecto nunca visto, que desoriente mucho y transporte a un ámbito absolutamente imprevisto”.

Subversión de la forma con una profunda esencia emocional, con la obra de Sara Tonatiuh vienen a la mente aquellos artistas libres, irreverentes, inclasificables, asombrosos: Henry Darger, encerrado en el cuartucho de servicio en un internado de niñas, donde pintaba hadas demoníacas que esclavizaban hombres; Adolf Wölff, conocido por su obra prolífica y de complejos códigos realizada durante su internamiento en un psiquiátrico; Alöise Corbaz, diagnosticada con esquizofrenia fue encerrada en un manicomio hasta su muerte; Martín Ramírez, mexicano migrante que por depresión terminó recluido en un psiquiátrico, su producción artística en diversos materiales como cartoncillo, hojas de papel que le regalaba su terapeuta, residuos que encontraba a su paso, hoy es parte de colecciones y museos.

Como ellos, Sara Tonatiuh ha recibido un don: poner un rostro a nuestras pulsiones y a las emociones soterradas que nos empeñamos en ocultar, a todo aquello que reprimimos para habitar la normalidad. Su sensibilidad y arrojo es la de una chamana que atrae a los ángeles y demonios. Con sabiduría los domestica, los hace sonreír, a veces carcajear. Nunca es banal. La ironía es un poder que se modela lentamente, como las esculturas de piedras, las muñecas o las fotografías intervenidas que la autora decanta eliminando cualquier discurso o lugar común. El cerebro de Sara funciona en su propia órbita, es tan rápido que no podría detenerse en impostaciones. Sugerencias silenciosas, guiños al espectador, delicadas ironías, momentos de inquietud, fortalezas, debilidades quedan expresadas en vivos colores.

Su claridad mental ha sido puesta a prueba en más de una ocasión. Ella responde con arte. Momentos de incertidumbre, de crisis, desdoblamientos, túneles y laberintos en los que su psique se empeña en vagar. Del caos al orden, parece gritar su obra. El trabajo de Sara es singular, es de una irregularidad que hace pensar en la libertad con la que ella fluye, una necesidad perentoria al hacer, al ser. En cierta forma autodidacta, aunque no es ajena a la observación técnica, sus referentes son estados de conciencia al margen del arte oficial y sus convenciones.

A la variedad y amplitud de los soportes y materiales que Tonatiuh utiliza: papel, cartoncillo, lienzo, tablas de madera, hay que agregar las piedras, en las que la artista parece atender a la energía telúrica dotándolas de rostros con carácter. La fotografía intervenida le sirve para crear diarios de vida, pasajes de sus anhelos, tristezas y angustias. También queda memoria de los amores, los no correspondidos, los que duelen y el abandono cuando una historia ha llegado a su fin. Algo que todos hemos sentido y que ella sabe plasmar.

El universo de la artista está plagado de objetos encontrados. Nimios, pasan inadvertidos y ella los vuelve especiales. Materiales reciclados, entre ellos muñecas que forman una familia femenina de personajes inadaptados. Son bellas en su deterioro, con sus brazos quebrados, con sus cabezas arrancadas, con su desnudez, sirven como vigilantes del alma, son las hadas maliciosas que necesita para conjurar.

Sara Tonatiuh es mucho más que una creadora de formas, lo suyo es traspasar las capas duras de la conciencia para sumergirse en abismos insondables. Abordar el misterio y ahí tomar la materia y las formas desconocidas para dar a luz y mostrarse. Su obra es un espejo profundo en el que nos miramos, pero también nos sirve como amuleto para adentramos en nuestros propios abismos, en nuestros bosques, en los paraísos e infiernos que llevamos dentro.

Tan conmovedores e ilustrativos son los títulos de sus obras como Parálisis, depresión, Hipomanía, Cerebro loco, Parsimonia, El caracol que se salió de su caparazón mutando en jirafa, Navegando en soles, Duendes locos en la fiesta, Las tres conexiones del mapa de brujas, Hoy la vi y los ojos se me iluminaron, Sumergirse en el aire y muchos otros. Sugerentes, hacen sonreír, pero también nos producen un temblor; despliegue de sensaciones, de percepciones, de la crudeza de los sentimientos que, sin poner un filtro, Sara nos ofrece. En su obra podemos mirarnos y explorar nuestra oscuridad, el caos del que emana nuestra fuerza con escenas entrañables, con miradas inocentes, con personajes lúdicos que son nuestra cura a la falta de imaginación.

Es una guía cuyo camino por terapias, por psiquiátricos, incluso por haber recibido terapias electroconvulsivas, le ha permitido atisbar algo que a nosotros se nos ha negado; un camino que ofrece luz, armonía y equilibrio, un territorio con salidas inimaginables. Por eso, cada día, en su taller, en ese espacio mental, Sara espera a sus musas, sabe que pintar es una forma de asirse a sus alas y poder volar.

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video