Author image

Jaime García Chávez

30/06/2025 - 12:02 am

Jesús Zambrano en su propio balance

El PRD del que Zambrano fue de los protagonistas principales, representó en su momento un viraje en favor del sistema democrático para México, para liquidar el viejo sistema presidencialista.

El PRD del que Zambrano fue de los protagonistas principales, representó en su momento un viraje en favor del sistema democrático para México.
El PRD del que Zambrano fue de los protagonistas principales, representó en su momento un viraje en favor del sistema democrático para México. Foto: Graciela López, Cuartoscuro

Va quedando en el pasado la opinión de don Daniel Cosío Villegas de que las memorias “no han sido propiamente un género literario nacional”. El historiador y crítico les pone algunas taxativas: que estén bien escritas, que se refieran a hechos singulares con repercusiones colectivas y que no sean exclusivamente emociones personales del memorioso, que difícilmente provocarán a los lectores a seguir un texto de esta especie.

El reciente libro publicado por Jesús Zambrano Grijalva, La verdad invicta. De la guerrilla al compromiso democrático, pasa bien por estas aduanas, sin ser por ello una obra notable en su género; y sí un acercamiento a los no pocos apartados en los que somete a crítica y autorecriminación un tramo grande de la izquierda mexicana en la que ha participado desde principios de 1970 hasta la pasada elección presidencial de Claudia Sheinbaum.

El trabajo que comento con estas notas, apresuradas por cierto, será una importante pieza del rompecabezas que es el país en estos momentos en que se levanta una autocracia, la responsabilidad de la izquierda en este resultado, que llegó a un destino diferente del proyecto democrático, largamente abanderado por las izquierdas mexicanas de diverso signo.

En el prólogo de José Woldenberg a la obra atinadamente se le cataloga como un “testimonio que ilumina una época, y una época que ayuda a explicar una biografía”. Precisamente la de Zambrano Grijalva.

Al igual que muchísimos testimonios de esta generación, está en presencia un político que empezó como un joven rebelde en un México autoritario, estudiante, activista, dotado de un utillaje político libresco, sin recursos económicos, seducido por la toma de las armas para cambiar por ese medio al país, y apoyado en la lectura de tres o cuatro obras de Marx o Lenin, durante la embriaguez de la experiencia de la Revolución cubana y la leyenda de los doce sobrevivientes del desembarco del Granma en Cuba con el que se glorificó a la guerrilla como un instrumento. Conjeturo que esto último lo leyó en síntesis, luego de haber hojeado los fraudes del escritor Régis Debray.

Ese es un aspecto. El otro que está presente en la obra, es que esa vía de inaugurarse en la vida política de México podía costar la vida, y Zambrano estuvo a menos de un paso cuando, para aprehenderlo extrajudicialmente, le dispararon a la cabeza, lesionando su boca, dentadura y maxilar. No murió, pero tuvo que pasar por una larga estancia en hospitales, y también en la cárcel, sufriendo el asedio policiaco, para posteriormente reintegrarse a la vida clandestina en la Liga Comunista 23 de Septiembre. Eran los tiempos del apotegma “patria o muerte”, y de la certidumbre de que ineluctablemente se vencería al “enemigo burgués” para instaurar la “dictadura del proletariado”, según fórmula ineludible de asumir el dogma marxista.

A muchos nos pasó igual y además estuvimos en diversas organizaciones marxistas-leninistas. Lo terrible es que muchos jóvenes perdieron la vida en una lucha desigual en la que militarmente no hubo, nunca, posibilidades de triunfo.

Cuando Zambrano descubrió las limitaciones de la Liga, el doctrinarismo estéril, la infiltración, las ejecuciones internas, y saber que se trataba de una lucha sin destino, emprendió la ruta que lo llevaría a un cambio sustancial: adoptar el compromiso de la lucha abierta por la democracia, no exenta tampoco de riesgos fatales.

El libro describe un cambio de rumbo que pasa por la creación de un partido, llamado “Patriótico”, y la confluencia de éste, finalmente, en el esfuerzo unificador de la izquierda mexicana que representó el Partido Mexicano Socialista (PMS) y, después del 6 de julio de 1988, la gran experiencia del Frente Democrático Nacional, primero, y luego, un año después, en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde navegó hasta la derrota del mismo y la pérdida de su registro –herencia del viejo PCM– en las elecciones de 2024. Su saldo más negativo fue como dirigente, en ese momento, de un partido que había alcanzado altos niveles de actuación política y triunfos electorales de todos conocidos.

Hay otro aspecto que sólo se observa a trasluz: el PRD, del que Zambrano fue de los protagonistas principales, representó en su momento un viraje en favor del sistema democrático para México, para liquidar el viejo sistema presidencialista. Pero es inocultable que ese PRD fue la sumatoria de dos culturas autoritarias. La primera provino del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con el desprendimiento de su corriente democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez. La segunda fue encarnada por los comunistas, principalmente los que surgieron en el PMS y los que provenían de la lucha armada, como es el caso de Zambrano. Con todo y esto, se abrió una gran compuerta ciudadana en favor de la democracia en el país.

Hay en el libro un repaso de la reforma política impulsada por Jesús Reyes Heroles y un catálogo completo de todas las reformas que se hicieron para fortalecer la participación ciudadana democrática.

Al inicio del PRD no se tuvo cabal y preciso planteamiento para una transición democrática. Este concepto se fue decantando con el tiempo y jugó un papel importante para su adopción en los trabajos del Instituto para la Transición Democrática fundado, entre otros, por José Woldenberg. De ahí se nutrió, a partir de 1992, un compromiso más cercano con esa concepción, con todas las variables, como sería luchar –al costo del sacrificio de vidas humanas– en medio de la incertidumbre que toda transición plantea; es decir, que puede lograr sus metas o fracasar en el intento, como está sucediendo actualmente en el país.

Quiero cerrar este texto aludiendo a tres o cuatro aspectos que me parecen importantes y que ayudan a comprender la historia reciente de la izquierda mexicana. En primer lugar, subrayar que el autor del libro, junto con su compañero Jesús Ortega y Carlos Navarrete, a lo largo de un periodo de más de veinte años solaparon, y así contribuyeron, a ir generando el caprichoso y necio liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, con el que siempre, y al final, cerraron filas. En esto, buena parte del espectro de personalidades perredistas emularon el mismo rol, sin hacerse cargo de que se cernía el riesgo, que luego llegó, del culto a la personalidad del líder y dejarlo actuar sin contrapesos ni críticas puntuales. Recuerdo la frecuente frase de López Obrador al interior del PRD y se convirtió en toda una muletilla: “Ese problema véanlo con Chucho Ortega”. Obvio que se trataba de problemas menores, mientras el tabasqueño, en paralelo, construía su propia organización alterna, que a la postre terminó por carcomer al PRD.

Luego viene la ausencia de una autocrítica insoslayable. En qué medida la corriente Nueva Izquierda, coloquialmente conocida como los Chuchos, contribuyó al ocaso del PRD en una serie de alianzas con el Partido Acción Nacional (PAN), que finalmente desembocaron en coaliciones con el PRI de Peña Nieto, y la firma del Pacto por México, punto en el cual Zambrano hace un mea culpa y reconoce que se equivocaron, con el resultado electoral de 2024 y la pérdida del registro del PRD, su naufragio como partido nacional y su quiebre como dirigente.

Al final, pero no menos importante, está el balance que hace Zambrano en su libro. Señala enfático que López Obrador, ya en ruta hacia la Presidencia en 2018, firmó un pacto con el Presidente Peña Nieto, con el resultado de convertirse en un intocable por la Cuatroté, incluyendo a personajes como Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón y César Duarte. El remolino que destruyó a Peña Nieto, al Pacto por México, al PRI, al PRD y al PAN, fue el caldo de cultivo para el crecimiento del lopezobradorismo con el que siempre se transigía, fuera cual fuera la circunstancia. López Obrador exprimió al PRD hasta devorarlo para formar su propio partido, del que es el único dirigente.

“Nos equivocamos" –afirma categórico Zambrano–. Ahora nos encontramos en severo riesgo de una autocracia. La llama “democradura”, una dictadura disfrazada de democracia mayoritaria.

En los tiempos que corren, la corrección política permite que se puedan emitir estos juicios. Tengo mis dudas, y en ocasiones certidumbres, de que este ramillete de políticos en los que han estado el autor del libro, Jesús Ortega, y otros, acostumbrados a hacer política en cercanía directa con quienes están al frente del nuevo régimen, continúen por la misma senda y con las mismas prácticas. En otras palabras, que no hay voluntad invicta.

Cuando terminé de leer el testimonio del exguerrillero convertido en político, me convencí un poco más de una reflexión de Hanna Arendt: “Los unicornios y las hadas son, al parecer, más reales que el tesoro perdido de las revoluciones”.

____________________

ZAMBRANO GRIJALVA, Jesús. La voluntad invicta. De la guerrilla al compromiso democrático. Prólogo de José Woldenberg. Ediciones Cal y Arena. México, 2025.

Jaime García Chávez
Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.

en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video