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Periodismo digital con rigor
27-12-2025 - 12:05 am
Se trata de construir un estado de bienestar para todos los mexicanos que representa un gran avance histórico porque en la medida que se siga avanzando por ese camino los trabajadores mexicanos van a lograr vivir en condiciones que corresponden con el sistema capitalista abandonando definitivamente la situación de semiesclavitud a que fueron sometidos por 36 años.

Hoy coincidimos en Morena, múltiples ideologías. Que coincidimos en buscar una transformación de la vida cotidiana, porque 36 años con un salario mínimo de cinco a siete dólares diarios, había establecido un modelo de producción de bienes y servicios, cuasi esclavista, no exagero.
Durante el esclavismo, en la enorme mayoría de las familias, los esclavos eran sirvientes propiedad del pater-familia, y salvo en muy pocas familias que tenían una importante cantidad de esclavos, la mayoría de los esclavos pertenecían a una sola como lo describe Aristóteles en La política la familia "es la primera asociación natural, y se constituye por El Padre, la mujer, el esclavo, [los hijos] y el buey arador", y describe la esclavitud como una relación entre dueño y esclavo que viven en la cotidianidad y estos últimos deben ser tratados con respeto, porque la diferencia entre unos y otros, sólo estriba en las capacidades individuales de ellos, los esclavos son la fuerza, los dueños la capacidad de mando, porque unos nacieron para mandar y otros nacieron para obedecer, el esclavo es un trabajador para la actividad física, junto con la mujer y los hijos.
Todos los que vivimos nuestra infancia en pueblos campesinos, vimos como la familia cuida y alimenta a los animales de tiro, les ofrecían todo los indispensable, para que pudieran levantarse a trabajar al día siguiente con fuerza y energía.
Autores que han estudiado y escrito sobre la vida cotidiana de la sociedad romana, además de Aristóteles, describen a los esclavos como una parte integrante añadida a la familia, a quien no le pagaban salario, así como durante diez mil años no le pagaron salarios a la mujer ama de casa, ni a los hijos jornaleros, pero se alimentaban y vestían en condiciones ordinarias, similares de los campesinos y trabajadores de aquellos años, sólo los nobles o los altos jefes militares, que eran una minoría vivían y vestían lujosamente.
Con esa información y mucha más que se queda en el tintero, pudiéramos decir que a los esclavos se les hacía trabajar sin pagarles salario, pero se les proporcionaba lo mínimo indispensable para que se mantuvieran en condiciones de poder realizar las tareas indispensables para cumplir sus funciones dentro del proceso de producción agrícola, y que el responsable de administrar la familia y los recursos, ingresos y egresos eran los dueños, o amos.
Sin embargo, los esclavos no podían adquirir propiedades porque no tenían suficientes recursos, ni tenían derechos políticos y civiles. Ciertamente hablamos de la esclavitud en el modelo de producción esclavista clásico antes del cuarto siglo de nuestra era.
Otra cosa fue el esclavismo en el modelo de producción capitalista que se utilizó en el sur de Estados Unidos o en el África colonizada, caracterizados por su crueldad, y que merecen un análisis mucho más profundo que unas cuantas líneas de un artículo de opinión periodística.
En el México de 1983 a 2018, decimos que fue un modelo de semiesclavitud, porque encontramos varias similitudes que pudieran ser equivalentes. Lo que yo vi personalmente y por lo tanto soy testigo idóneo, fue la evolución de la vida de los trabajadores en Ciudad Juárez, incluso mi tesis de licenciatura da cuenta de las condiciones de trabajo en la industria maquiladora en 1979.
En 1981, habíamos negociado con las empresas maquiladoras salarios equivalentes a 11 dólares diarios por 45 horas de trabajo semanales. con la devaluación de López Portillo, en automático, el valor del salario se redujo a seis dólares por día, y a partir de ahí, los trabajadores no volvieron a recuperar el valor de su salario en su equivalencia a 1981, porque les siguieron pagando entre cinco y siete dólares, pero el dólar se fue devaluando.
Por eso lo qué estamos logrando a partir del 2018 es tratar de recuperar parte del valor perdido y compensar a los ancianos con un poco de lo que dieron en sus primeros años de vida laboral antes de que los desecharan alrededor de los 40 o 50 años.
Se trata de construir un estado de bienestar para todos los mexicanos que representa un gran avance histórico porque en la medida que se siga avanzando por ese camino los trabajadores mexicanos van a lograr vivir en condiciones que corresponden con el sistema capitalista abandonando definitivamente la situación de semiesclavitud a que fueron sometidos por 36 años.
Sin embargo una vez conseguido el estatus indispensable para qué los trabajadores y sus familias vivan con las comodidades de plena satisfacción de los siete necesidades fundamentales para la vida moderna: Ingreso económico justo, vivienda apropiada, educación, salud, servicios modernos, equidad de género y progresividad generacional; sólo se estará cumpliendo con la obligación del sistema capitalista manteniendo la división de clases sociales, apenas estaremos en el ahora, y debemos ir avanzando hacia el mañana. Y para las familias trabajadoras el mañana es el socialismo donde deben desaparecer las motivaciones del enriquecimiento individual desmedido y generarse una economía que satisfaga las necesidades plenas de todos los seres humanos que vivirán entonces sobre la tierra.
Por eso es apropiado desearles FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO A LOS TRABAJADORES DE MEXICO.
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27-12-2025 - 12:05 am
Podemos preguntarnos: ¿han sabido estas empresas los daños a la salud que provoca el consumo de sus productos como en su momento lo sabía la industria del tabaco y lo negaba?
La ciudad de San Francisco, a través de su Fiscal General, tomó la decisión de demandar por daños a la salud de su población a las mayores corporaciones de ultraprocesados en los Estados Unidos y el mundo: Coca-Cola, PepsiCo, Kraft Heinz, Nestle, General Mills, Mars Inc., Mondelez International, ConAgra Brands, Post Holdings y WK Kellogg. La demanda es por comercializar, de manera, alimentos ultraprocesados vinculados a la crisis de salud pública de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de enfermedad y muerte. La demanda señala, en base a evidencia, que estos productos están diseñados intencionalmente para ser adictivos, para comerse de más, llenos de aditivos químicos, con grandes cantidades de azúcares, edulcorantes, grasas y sal, y con nulo o muy bajo valor nutricional. La demanda exige rendición de cuentas a estas corporaciones, la restitución por los costos multimillonarios de atención médica que han generado a los sistemas de salud poniéndolos en crisis.
Podemos preguntarnos: ¿han sabido estas empresas los daños a la salud que provoca el consumo de sus productos como en su momento lo sabía la industria del tabaco y lo negaba?
En la propia Universidad de California, San Francisco, se encuentra la biblioteca que reúne decenas de miles de documentos internos de la industria del tabaco con los cuales se demostró que las corporaciones tabacaleras sabían el daño que generaba en tabaquismo y que negaron públicamente por más de 20 años. Se considera que ese ocultamiento, hace responsable a las corporaciones tabacaleras de cientos de miles de vidas y enfermedades que pudieron haberse evitado. Junto a este acervo enorme de documentos internos de la industria del tabaco se ha ido formando otro acervo con miles de documentos internos e investigaciones que se han realizado sobre la industria de los productos ultraprocesados y las bebidas endulzadas que demuestran cómo éstas también conocen los daños que han venido provocando y que vienen negando públicamente durante más de 20 años. Entre estos documentos destacan los que muestran las estrategias que ha utilizado la industria de ultraprocesados y bebidas para bloquear las políticas públicas, crear grupos fachada de académicos, instituciones y organizaciones civiles, que defienden sus intereses, así como sus maniobras para poner a su servicio a medios de comunicación, articulistas, influencers, etc.
Las demandas contra las corporaciones por daños a la salud han sido históricas en los Estados Unidos, sustentadas en el ocultamiento que estas empresas han realizado sobre sus daños. Las más conocidas son, justamente, las presentadas contra las tabacaleras. En 1994 iniciaron demandas multimillonarias de prácticamente todos los Estados de la Unión Americana contra las tabacaleras, en 1998 se estableció el Acuerdo Marco de Transacción firmado por 54 fiscales que llevó al compromiso de las tabacaleras de pagar 265 mil millones de dólares por daños a los estados. Muchas otras demandas se han sumado contra las tabacaleras al demostrarse que conocían bien los daños que generaba el tabaquismo y, sin embargo, lo ocultaron, incluso bajo juramento en el propio Congreso de ese país.
Más recientemente, las demandas contra los fabricantes y comercializadores de opioides en los Estados Unidos han llevado a multas por decenas de miles de millones de dólares, contra farmacéuticas, cadenas de farmacias y médicos, por la comercialización indiscriminada de medicamentos que provocaron la adicción a esta sustancia por parte de millones de estadounidenses. Una adicción sin la cual no se estaría enfrentando actualmente la crisis sanitaria por consumo de fentanilo en ese país. Entre las corporaciones responsables están Puerdue Pharma, Johnson and JohnsonTeva, McKesson, Cardinal Health, CVS, Walgreens, Walmart, entre otras. El gobierno de la ciudad de San Francisco ha jugado un papel fundamental en estas demandas contra los fabricantes y distribuidores de opioides al llevar el caso contra Mc Kinsey and Co.
San Francisco ha sido, sin duda, una ciudad en la vanguardia política, tecnológica, cultural. Fue la cuna de los derechos LGBTQ+, uno de los centros de innovación en tecnología verde, además de haber sido sede de eventos históricos para el orden mundial, como la creación de la ONU (1945) y el Tratado de Paz de San Francisco (1951). Fue en la región de la bahía con Berkeley, Oakland y San Francisco que se estableció, por primera vez el impuesto a las bebidas azucaradas en los Estados Unidos.
¿A cuánto ascenderían los daños causados a la salud por corporaciones como Coca Cola y PepsiCo en México? ¿Cuántas veces no hemos escuchado a estas empresas y a las asociaciones que les representan que no puede atribuírseles daños a la salud por el consumo de sus productos? ¿Cuántas veces repiten que la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, las enfermedades renales son de causa multifactorial? La evidencia de que han negado daños a la salud es abundante.
¿Cuál sería el costo de 230 mil nuevos casos anuales de diabetes y enfermedades cardiovasculares en México por el consumo de bebidas azucaradas? ¿Cuánto les correspondería a cada una de estas empresas?
Laura Schmidt, investigadora de la Universidad de California, San Francisco y una de las iniciadoras de la biblioteca con documentos de las corporaciones de ultraprocesados declaró a un medio: “Hasta ahora, se ha sentido como ver un accidente de tren en cámara lenta. Llevo un par de décadas hablando sobre la diabetes infantil. Las tasas han seguido aumentando. La enfermedad del hígado graso infantil, la obesidad infantil… desde hace mucho tiempo sabemos que hay algo muy mal en esta parte del suministro alimentario”. Schmidt compara la demanda de la ciudad de San Francisco contra las corporaciones de ultraprocesados, con las que se presentaron décadas atrás contra las tabacaleras.
Como lo hemos señalado anteriormente, estas corporaciones tienen el único objetivo de incrementar sus ganancias y para ello deben lograr que los consumidores consuman más sus productos, si pueden ser adictivos mejor, y buscando ingredientes cada vez más baratos. Cuando esta lógica mercantil se apropia de los alimentos, lo que se produce es, en gran parte, basura, que ingerida es una amenaza a la salud.
San Francisco ya dio el primer paso y esto no se para.
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27-12-2025 - 12:04 am
La Navidad es la prórroga que se ofrece para ser felices. Bailar, comer, gastar, olvidar los problemas, dejar a un lado las deudas, las tristezas y las pérdidas. La carga de recuerdos queda a un lado entre tanta excitación o vienen a cuento después del ponche con piquete.

En la era más polarizada de la historia, viene la Navidad a confirmarnos que por más que intentemos matizar y encontrar los grises y claroscuros, nos manifestamos binariamente. Hay dos bandos muy claros: los que aman y los que odiamos la Navidad. Mi mamá era de las que la amaban, yo me pasaba contradiciendo su efervescencia navideña desde noviembre.
No hablaré mucho del bando de los odiadores, más bien sirva esta columna para describir a los que la aman y así poder entender por qué existimos odiadores profesionales. Pero hoy que extraño a mi madre encuentro una razón por la que esta fiesta puede ser un momento de posible redención. Mientras llego a la conclusión, suplico que no por esta legítima fobia se me relacione con el estereotipado y antipático Grinch. Agradeceré que en todo caso se me compare con Scrooge, un adorable, avaro y amargado personaje creado por el genial escritor Charles Dickens. Ambos, autor y personaje, tenían muchas razones para no ser felices durante la Navidad.
La alegría inusitada que lleva deseos, esperanzas y anhelos es como un archivo de frases de Hallmark, una incansable tendencia a poetizar que se da vuelo en esta época. Los gozosos suelen vestir prendas temáticas que salen del clóset y que han sido acumuladas por años; la navidad es una moda definida y atemporal. Se manifiesta básicamente en sudaderas y suéteres que lucen atiborrados de blancos copos de nieve sobre fondos rojos. Hay cualquier diversidad de apliques de pinos con esferitas y renos de narices rojas. El tan popular muñeco de nieve que, conforme se acumulan los eventos, cócteles de oficina y reuniones familiares, hasta la cena del 24, va creciendo desmedidamente a la par que el diámetro de la cintura. Como una variante e innovación inesperada, me topé con un modelo de suéter negro con copos blancos. Me pareció hasta cierto punto discreto. Cuando el portador giró hacia mí, pude ver en su pecho a Darth Vader navideño con gorro de Santa Claus. Sincretismo, le dicen.
Hay quienes no satisfechos con el derroche de imaginación de sus atuendos, agregan gorros tipo Papa Noel en rojo y verde, colocados coquetamente de lado. Las diversas y cada vez más ostentosas diademas se han vuelto unisex. Ellos cuidando el perfecto engominado y ellas sobre el fleco redondeado a lo Lucerito ochentero. Las hay de estrellitas, de escarchas multicolores con forma de nochebuenas. La más atrevida es la de cuernos de alce que, a pesar de prestarse a todo tipo de suspicacias y bromas acerca de la cornucopia del portador y su compadre, son llevadas con gracia y dignidad. No olvidemos los pijamas navideños, la ropa interior de señora Close erótica, las trusas con venado o Santa en la abertura frontal. También se pueden adquirir condones festivos por sí la sexy lencería llega a provocar. La felicidad navideña incluso llega a los autos con cuernos gigantes que transitan ufanos por las calles.
Es cierto que en cada caja embodegada, entre las esferas, adornos y nochebuenas empolvadas existen también los recuerdos; el recuento de los años crece conforme se adquieren manteles, centros de mesa, series de luces. Las tapaderas para el escusado son la muestra de que en esta fiesta no hay descuido.
Si se ama la Navidad y nada derrota ese sentimiento, es obligatoria la acostumbrada sobredosis lacrimógena de películas, casi todas gringas, donde los personajes se someten a las más diversas pruebas de “otredad”, fórmula más que probada para desahogar nostalgias. Cuesta trabajo encontrar un sitio en el que no se escuchen los villancicos, una especie de playlist obligada. Desde Frank Sinatra hasta Tatiana, con acompañamiento de cascabeles y orquesta sinfónica. Son las mismas y se repiten hasta la saciedad. Especialmente en los elevadores el volumen aumenta para incrementar la emoción. No falla quien canta y baila al ritmo de jingle bell rock.
La Navidad es la prórroga que se ofrece para ser felices. Bailar, comer, gastar, olvidar los problemas, dejar a un lado las deudas, las tristezas y las pérdidas. La carga de recuerdos queda a un lado entre tanta excitación o vienen a cuento después del ponche con piquete.
Es el momento de agradecer, de proponer y también de posponer. Es el tiempo adecuado para amar y desear el bien al otro. Es desde el principio de la era cristiana, el ritual que une a las familias, es tribal y es la oportunidad de mostrar la pertenencia y, como lo indica la fe, la oportunidad de perdonar los errores del otro. Es una especie de gracia; los valores trascendentes se imponen por encima de los intereses mezquinos. El hogar, nuestra casa, es el sitio en el que se establece la posibilidad de celebrar ese vínculo. Los códigos de identidad son una razón para festejar; son símbolos que se transmiten por generaciones. ¿En qué se relaciona esto con el consumismo y el suéter con esferitas?
Traté mil veces de convencer a mi madre de que la Navidad es un invento comercial que chantajea y manipula los sentimientos con el único objetivo de vender. Ella siempre me miró con compasión y continuaba con los preparativos del pavo que era una verdadera faena. La confección implicaba por lo menos dos semanas de encierro en la cocina más la puesta del árbol, la compra de regalos y envolverlos que no era poca cosa. Siendo una familia grande que se multiplicó con los matrimonios, los divorcios y los nietos y ahora sus parejas e hijos, también nos dispersamos. Una buena razón para reunirse fue la fiesta navideña y mi mamá constituyó el centro. Hoy, que no está, me hace reflexionar sobre dónde colocar el acento de las cosas importantes; esas manifestaciones, para mí de mal gusto, eran para ella simplemente la dicha de vivir y encontrar los motivos.
A Susana le encantaba la Navidad. Sin importar los altibajos económicos, que fueron muchos y se hacían más obvios en estas fechas, un momento de ternura y un abrazo auténtico, ponían las cosas en su sitio, las triviales y las importantes. Hoy la extraño y le agradezco que, a pesar de su ausencia y por el enorme amor a ella, lleguemos a la segunda Navidad, en la que sin duda ella sigue siendo el centro, y nos volvamos a reunir. Pienso en todos aquellos que ostentan el espíritu navideño y quiero decirles que para mí, la Navidad es Susana. Juntos, los seis hermanos y sus parejas, los ex y los que vendrán; los nietos y bisnietos, celebramos su legado y su amor, no sólo por esta, para mí, contradictoria fecha; también festejamos por toda una vida con ella. Más allá del consumismo o del dispendio, esta Navidad ha sido una forma de mantener viva a Susana.@Suscrowley
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27-12-2025 - 12:02 am
"Los audiolibros más comerciales son horrendos, pues con frecuencia suenan tan rimbombantes y solemnes, mientras que las mejores lecturas son las más discretas, aquellas lecturas directas, sin exageraciones y muchas veces amateurs, que respetan fielmente el texto".

El sino del escorpión fue salir volando de su refugio tropical en la costa del Pacífico nayarita a consecuencia de una crisis de salud cuya atención, merced a su necedad, había venido procrastinando. Ya por fin en la capirucha, se hizo análisis variados, recibió tratamiento y fue intervenido quirúrgicamente. Pasó algunas noches navideñas en un hospital de la colonia Roma entre estudios, dolor y somnolencia narcótica; no obstante, para su fortuna halló una forma de ocupar la mente y descansar escuchando en YouTube varios relatos de Mariana Enriquez, la novela breve de Roberto Bolaño Estrella distante y las célebres siete conferencias de Borges.
Vale decir que el alacrán nunca fue asiduo a los audiolibros propiamente dichos, aunque hace años llegó a adquirir algunos de los discos de acetato de la colección Voz Viva de México, editada por la UNAM. No obstante, durante los últimos años su vista se ha cansado por la escritura y lectura constantes en la computadora y por la irrenunciable lectura de libros, a lo que se ha añadido la mirada puesta en series en las plataformas de streaming, todo lo que ha orillado al venenoso a tomar largas pausas para descansar los ojos.
Fue en una de esas pausas cuando la compañera del arácnido le regaló una aplicación de Amazon para obtener audiolibros y escucharlos en la célebre bocina digital Alexa. Ahí retomó el alacrán el ejercicio (ancestral sin duda) de escuchar historias. Sin embargo, su primera experiencia no fue venturosa: intentó comprar un par de audiolibros que no encontró en el catálogo; optó entonces por una novela reciente de un autor mexicano que resultó infumable. Algo sobre un personaje que juega al futbol americano y es fanático del heavy metal, además de ser misógino y cometer otras barbaridades peores. El alacrán claudicó en el intento de escuchar esa novela que seguro recorre sin destino la fibra óptica esperando un nuevo llamado vía Alexa.
Fue entonces cuando el escorpión buscó en YouTube libros interesantes o de su gusto para escuchar al atardecer o antes de dormir. Los audiolibros más comerciales son horrendos, pues con frecuencia suenan tan rimbombantes y solemnes como estos calificativos, mientras que en otros casos están dramatizados con tan mal tino que desvirtúan las características inherentes a la escritura original y la vacían de su sentido con intensidades y dramatismos fuera de lugar. Las mejores lecturas son las más discretas, aquellas lecturas directas, sin exageraciones y muchas veces amateurs, que respetan fielmente el texto.
En este espacio más discreto pero creativo de “lectura para ser escuchada” fue que el alacrán se topó con varios de los relatos de la argentina Mariana Enriquez que lo han acompañado en sus noches hospitalarias, aunque a quienes conocen la obra de esta bonaerense nacida en 1973 parecerá acaso tétrico acudir a ella en tales circunstancias clínicas. A Enriquez suele ubicársele a la primera lectura como maestra de la literatura de terror, pero al avanzar en su obra va emergiendo la intención profunda: el espanto funciona aquí como diagnóstico social. En sus relatos lo macabro es una herramienta para nombrar la violencia, la precariedad y la soledad urbana (y desde luego la violencia y crueldad de la dictadura argentina de los años setenta y ochenta); son relatos de una intensidad que conmueve y perturba.
Los relatos de sus libros Los peligros de fumar en la cama (2009), Cuando hablábamos con los muertos (2013) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016) convierten lo sobrenatural en una lente para visibilizar la violencia estructural y la degradación ambiental y social. Una epidemia de mujeres quemadas, la aparición de chicos fantasmas asesinados por la policía, la violenta deconstrucción y destrucción del cuerpo femenino impuesta por las modas, la venganza y el rencor social traducidos en vidas “espantosas y fantasmales” en barrios obreros o pobres o lumpen, la infancia como estado sobrenatural predispuesta a la percepción extraordinaria e incluso al sacrificio, son los temas de Enriquez ubicados en una Buenos Aires descrita con un realismo sucio y visceral.
En otra noche de escucha hospitalaria, el escorpión se volvió a enganchar con Roberto Bolaño, el legendario chileno nacido en 1953, autor de Los detectives salvajes (1998), y quien tras su muerte en Barcelona en 2003 alcanzó una celebridad casi planetaria por la calidad de su obra. Aunque ha leído buena parte de la obra de Bolaño, el alacrán no había caído en su novela breve de 1996 Estrella Distante, cuyos diez capítulos están completos en YouTube. Los temas de Bolaño están ahí: los talleres de poesía, la vida desarrapada y triste de los verdaderos poetas, la lucha por la subsistencia del escritor. Su voz es una voz rota, no es la voz del éxito y la luminosidad, sino de la oscuridad y el fracaso, y aun así, o por eso mismo, su ejercicio fabulístico es seductor, fascinante, inagotable.
Lo sorpresivo y cuestionador de esta novela es que su narrador Arturo Belano (el mismo de Los detectives salvajes) narra la vida paralela de dos poetas, dos maestros de sendos talleres de poesía, sólo que uno de ellos es un asesino al servicio de la dictadura de Pinochet y, aun siendo buen poeta y profesor, abraza el mal con una naturalidad que espanta e interroga las relaciones entre la estética y el mal. El periplo en busca de este poeta asesino llamado Carlos Wieder (en realidad Alberto Ruiz-Tagle) va de Concepción y Santiago en Chile, a las guerrillas nicaragüense, guatemalteca y salvadoreña, y de ahí hasta Alemania, Francia y España, donde finalmente Belano encuentra a Wieder y es casi cómplice del ajuste de cuentas de su asesinato. Bolaño en pleno.
Finalmente, y antes de fatigar este espacio, el alacrán recomienda también las siete conferencias que Borges pronunció en 1977 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires y que además de ser grabadas y filmadas, se publicaron bajo el título Siete noches (el venenoso recuerda melancólico su vendido ejemplar publicado por el FCE en 1998). El titán argentino aborda siete temas de fábula e imaginación literarias: La Divina Comedia; La pesadilla; Las mil y una noches; El budismo; La poesía; La cábala; y La ceguera. Borges convierte la sala de conferencias en un laboratorio del pensamiento y del estilo. Cada charla es un ensayo breve de anécdotas, erudiciones y metáforas. Su voz poética es capaz de hacer de todo tema académico una auténtica magia (la cábala, La Divina Comedia, la ceguera). Son pequeños relatos íntimos y filosóficos en la voz inconfundible del modesto titán argentino, una voz que rehúye la exposición enciclopédica para preferir la asociación libre y la imagen memorable. El resultado es, como decía el mismo Borges, una magia menor.
Todos estos audios están en YouTube y alentaron al escorpión en su cama de hospital a salir del drama y, con Borges, confirmar que la literatura es una forma de la felicidad.
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27-12-2025 - 12:01 am
La pregunta es si en estos procesos de relevó continuará la debacle electoral que se inició prácticamente con el triunfo del outsider Javier Milei en Argentina o si tendremos un alto en lo que parece ya una tragedia para muchos izquierdistas.

La aplastante derrota electoral del PSOE en Extremadura que tradicionalmente ha sido bastión socialista lo explican los escándalos de corrupción en la esfera pública y el acoso sexual de algunos de sus dirigentes.
La derrota de la coalición de izquierda “Unidad por Chile”, conformada por varias organizaciones sociales y políticas la han explicado por la falta de eficacia del gobierno de Gabriel Boric para combatir la inseguridad y la llegada de la migración ilegal.
Y, podríamos continuar hasta tener un cuadro completo, explicativo, de los realineamientos electorales en varios países y el retroceso de la izquierda variopinta iberoamericana.
Pero, no tendríamos la película completa, si no hablamos de la mayor o menor capacidad de la oposición para explotar estas debilidades como un insumo poderoso para estimular las alternancias iberoamericanas.
Y es que hasta ahora el ciudadano de a pie podrá soportar que falle la dotación de los servicios públicos, le afecta el burocratismo en la gestión pública, la ineficiencia y hasta cierta dosis de corrupción; sin embargo, cuando un gobierno no es capaz de garantizar la seguridad o, su sentido de comunidad, alterada por los flujos migratorios legales o ilegales, simplemente, voltea a ver que opción le ofrece la solución sea oportunista o ficticia, lo que quiere, es que por encima de lealtades ideológicas o políticas se vaya, quien, no pudo con el paquete.
Acaso, por poner un ejemplo, ¿López Obrador no lo hizo cuando la corrupción del peñismo fue notoriamente escandalosa? O, Sheinbaum Pardo, siguiendo el relato de la corrupción del pasado ¿no siguió explotando ese filón que le permitió mantener en los primeros meses buenos índices de aprobación, pero, a un año y dos meses de gobierno ineficaz en materia de seguridad existe una baja en las políticas de su gobierno?
Ese oportunismo estratégico está en el ADN de quienes tienen ambiciones de poder, en los dueños de las empresas demoscópicas, los poderosos medios de comunicación y los estrategas políticos que sacan raja política de las debilidades de los opositores y alcanzar o conservar el poder.
Es el ABC del manual de la política democrática posmoderna donde todo se vale y en política autoritaria es otra historia, pero, no tanto, cuando ambas se parecen en algunos ejercicios que buscan vender sueños de bienestar.
Y es muy probable que siga ocurriendo en los procesos electorales presidenciales y legislativos que se celebrarán en varios países latinoamericanos en 2026: Costa Rica (1 de febrero), Perú (2 de abril), Colombia (31 de mayo), Haití (30 de agosto) y Brasil (4 de octubre) con un ingrediente adicional la presencia activa del Presidente Donald Trump opinando sobre partidos y candidatos.
La pregunta es si en estos procesos de relevó continuará la debacle electoral que se inició prácticamente con el triunfo del outsider Javier Milei en Argentina o si tendremos un alto en lo que parece ya una tragedia para muchos izquierdistas.
Soy de la idea de que la tendencia continuará en Costa Rica donde los liberales han gobernado casi siempre y han garantizado estabilidad económica y política. Actualmente gobierna Rodrigo Chávez, un político de centro derecha que tiene un nivel de aprobación del 63 por ciento y esa aprobación busca heredarlo a Laura Fernández, su ex jefa de gabinete. La ultraderecha la representa el Diputado Fabricio Alvarado que buscará la Presidencia por tercera ocasión mientras la izquierda postulará a la ambientalista Claudia Dobles. Hasta hoy, el 55 por ciento de los ticos no ha manifestado su voto, pero la derecha lidera la intención de voto.
Perú, con un serio problema de estabilidad política, ya que en 10 años ha tenido nueve presidentes, irá a elecciones donde la izquierda hasta ahora no tiene figuras relevantes -Pedro Castillo, está en la cárcel acusado de intentar un golpe de Estado y Betsy Chávez, su exministra, está refugiada en la Embajada mexicana acusada del mismo delito esperando un salvoconducto de asilo para viajar a México-.
El nuevo Presidente podría salir de dos candidatos de derecha: Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, o Rafael López Aliaga, Alcalde de Lima, quien es considerado admirador de Donald Trump, o el outsider Carlos Álvarez, un comediante y presentador de televisión que se vende como ajeno a la política tradicional.
En Colombia, la incapacidad del Presidente Gustavo Petro para cumplir con sus ofertas de campaña y los exabruptos que han sido la constante ha provocado que su gobierno tenga un 57 por ciento de desaprobación. Su mandato constitucional ha estado caracterizado por la incapacidad de cumplir su agenda de reformas estructurales, el plan de paz con un repunte de la violencia política. Y un dato no menor, de acuerdo con una encuesta de percepción, el 81 por ciento de los colombianos quieren un Presidente cercano a la administración Trump, lo que favorece a Alberto de la Espriella (18 por ciento) que está en segundo lugar en intención de voto sólo por debajo del Senador de izquierda Iván Cepeda (32 por ciento).
Es importante destacar que en marzo habrá elecciones legislativas y primarias para las presidenciales donde en las primeras encuestas llevan la delantera entre sus promotores: Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín; Miguel Uribe Londoño, conservador y padre del senador y aspirante presidencial asesinado Miguel Uribe Turbay y Claudia López, exalcaldesa progresista de Bogotá.
Haití, después de más de 10 años sin elegir democráticamente a su Presidente constitucional por el asesinato del presidente Jovenel Moïse y el exilio de Ariel Henry, el Primer Ministro interino. No se conocen aspirantes. El nuevo gobierno, tendrá la difícil tarea de enfrentar la crisis de seguridad que conservadoramente ha significado 16 mil personas asesinadas desde enero de 2022 y un gran desplazamiento de haitianos por el mundo.
Finalmente, Brasil, donde el Presidente Lula Da Silva se presentaría por séptima vez y, hasta ahora, la intención de voto le favorece. Además, hasta ahora la macro y microeconomía va bien. Y la inseguridad es la mayor preocupación de los brasileños. Jair Bolsonaro, el expresidente y principal líder de la derecha está en la cárcel por intento de golpe de Estado. Sin embargo, su hijo Flavio, Senador de la República, ha manifestado interés en ser el candidato presidencial de la derecha sólo que se la disputa a Tarcísio de Freitas, actual Gobernador del estado de Rio de Janeiro, un exmilitar, conservador, que cuenta con un 10 por ciento de intención de voto.
En definitiva, las derechas de estos países tienen un nuevo aliento y desde mi punto de vista, hay un elemento en el diseño electoral que las potencia en los cinco países, la segunda vuelta electoral y es que sí hay dos y hasta tres candidatos de derecha, podría suceder lo ocurrido en Chile donde la suma hizo la diferencia en un electorado cada vez más pragmático y estratégico cómo se ve en España.
Al tiempo.
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26-12-2025 - 12:05 am
No se avizoraba la oleada del giro a la izquierda latinoamericano, ese que, desde luego, confirmó que el sistema capitalista no estaba invicto y que había formas, menos o más exitosas, de hacer frente a la organización social de forma alternativa y con estados participativos en la vida económica.
Se cumplen 26 años de la llegada del nuevo milenio de la era moderna en la humanidad. Aquel diciembre de 1999 cerraba con un ambiente de expectativa porque presenciaríamos algo que sólo una generación mil años atrás había logrado: transitar no sólo de una centuria a otra, sino de algo mayor.
Acorde a los tiempos, donde pese a la brecha digital ya el Internet era una plataforma utilizada por muchos, la amenaza de entonces era un famoso error cibernético que, presuntamente, anularía la memoria de las computadoras, confundidas por el cambio de dígitos del 99 al 00, a menos que, claro, adquirieras un disquete que te prevendría de tal contingencia.
El año 2000 abriría otra era, donde en América Latina se consolidaría como espacio del libre mercado luego del decenio posterior a la caída soviética y la preeminencia unipolar de los Estados Unidos en la región. Cuba o el EZLN serían reliquias trasnochadas y no impugnaciones políticas que niegan la eficiencia pregonada del sistema de mercado.
No se avizoraba la oleada del giro a la izquierda latinoamericano, ese que, desde luego, confirmó que el sistema capitalista no estaba invicto y que había formas, menos o más exitosas, de hacer frente a la organización social de forma alternativa y con estados participativos en la vida económica.
Tampoco se anticipaba el cambio del paradigma mundial tras el atentado a las torres gemelas en Nueva York un año y medio después, el 11 de septiembre de 2001, que no sólo reestructuró la geopolítica mundial y el concepto de seguridad nacional, sino también cimbraría raíces ideológicas centenarias, como que las ultraderechas mundiales dejarían en segundo término su centenaria judeofobia para que su nuevo odio se centrara contra el mundo árabe, pulsión racista que hoy, 25 años después, usufructúa el criminal Benjamin Mileikowski para que las derechas radicales hoy vean con beneplácito el genocidio que el estado de Israel perpetra contra Palestina.
En México, el año 2000 en puerta tenía un debate intenso sobre cómo la democracia avanzaba poco a poco en el país, pese a 70 años de priismo, sobre todo tras la histórica elección de 1997 (que quitó por primera vez la mayoría al PRI en la cámara de diputados), y que sólo nos faltaba la alternancia, a la par de algunas reformas económicas más, para que ahora sí mudásemos al primer mundo, y a la prosperidad. Los estudiantes de la UNAM se exponían en medios como una anomalía de fósiles, y no como los jóvenes movilizados para oponerse a una privatización abierta de la máxima casa de estudios, cuyos promotores amenazaban (como lo harían 10 años después los agoreros de la privatización petrolera) con que si no ocurría tal privatización la institución estallaría.
Poco después llegó a México la alternancia, pero no el cambio. El aumento de la pobreza era una constante en la era neoliberal y el primer Gobierno no priista no sólo mantuvo inercias económicas librecambistas, sino que mantuvo a su modo el autoritarismo, cuando intentó meter a la cárcel a un inocente por el delito de ir arriba en las encuestas.
El año 2000 se anunciaba como promisorio contra la pobreza. Pero tal combate sólo se logró un cuarto de siglo después, cuando el inocente que el foxismo iba a meter a la cárcel llegó a la Presidencia luego de casi dos décadas de brega, inició un cambio económico que sacó de la pobreza a 13 millones de personas.
Si algo se desea para este año es que esa inercia prosiga, a la par de que se reduzca la violencia en el país, para que más o menos se pueda empezar a asentar una promesa incumplida que nos hacía prometedor el nuevo milenio. Hoy, casi tres décadas después, la promesa sigue vigente, pero hay menos nubarrones en el horizonte.
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26-12-2025 - 12:05 am
Privilegiar el modelo extractivo obedece a intereses y el sector petrolero resulta muy poderoso. Ello se evidenció en la presión ejercida por Arabia Saudita en la COP30, que terminó luchando por todos los medios para que no se emitiera una declaración para dejar atrás el petróleo.

Por Leonardo E. Stanley
Brasil y Uruguay llevan adelante apuestas petroleras al tiempo que sus gobiernos plantean ganar protagonismo en la lucha contra el cambio climático. Estas estrategias, sintetizan las contradicciones que surgen en el seno, tanto del progresismo como del neodesarrollismo en tiempos de urgencia climática. Y es que la crisis climática nos obliga a modificar el patrón de producción y consumo, a optar por inversiones en sectores más dinámicos y a apostar por la transición.
Obviamente dicha transformación no resulta sencilla, ni rápida, ni puede esperarse que sea el mercado quien la lidere. Es necesario un planeamiento estratégico que imponga una nueva visión del Estado, incluida una mediación en el flujo de las inversiones extranjeras para impedir que lleguen nuevos capitales para nuevos proyectos petroleros. Para ello se deben redefinir instituciones y rediseñar políticas.
Una publicación reciente analiza los diversos actores intervinientes en la toma de decisiones de gobierno, donde la prevalencia de los “petroleros" evidencia las contradicciones que presenta el discurso de Lula, explica la ambivalencia en el plan de transición energética de Brasil. En los días previos al inicio de la COP30, el gobierno autorizó la licencia de exploración petrolera en el bloque FZA-M-59, ubicado en la desembocadura del Amazonas. La cuenca generaría 14 mil millones de barriles, lo cual liberaría un cinco por ciento del volumen restante para sobrepasar el 1.5 °C de la temperatura preindustrial.
A pesar de las críticas que generó dicha medida entre las comunidades indígenas del Amazonas y las organizaciones no gubernamentales, la administración Lula ha proseguido con la apuesta ya que la considera necesaria para avanzar con la transición. Aunque Petrobras reinvierte 95 por ciento de los ingresos en nuevos proyectos fósiles, el relato se condice tras el crecimiento espectacular que evidenció la actividad petrolera tras el descubrimiento del Pre-Sal, lo que colocó al Brasil entre los principales productores del mundo.
Los fondos para financiar la transición siguen siendo escasos, al tiempo que aumentan los subsidios al sector petrolero. Esto debido a que la rentabilidad de corto plazo que imponen los accionistas bloquea cualquier tipo de estrategia de cambio. Tampoco los inversores están interesados en reducir los subsidios que benefician al sector y mucho menos transferirlos a aquellos que brindan alternativas limpias. Según un estudio del Instituto de Estudios Socioeconómico (INESC), la mayor parte de los subsidios energéticos otorgados por el gobierno en 2022-2023 beneficiaron desproporcionadamente a las fuentes fósiles respecto a las renovables.
Lo mismo sucede con la política industrial. Aunque aumentan las energías renovables, el programa de aceleración del crecimiento lanzado en 2023 sigue privilegiando a las empresas del sector petrolero. El gobierno esgrime cuestiones de seguridad energética, desconociendo los desafíos de largo plazo que significa invertir capitales en un sector donde los activos pueden quedar varados.
La dirigencia de Petrobras sigue encapsulada en el tiempo, donde la soberanía pasaba por la autosuficiencia energética, asociada a la producción de petróleo. Aunque la idea de “o petróleo e nosso” siga entusiasmando a muchos, la dirigencia de Brasil también debería entender que “o petróleo não e progresso”, tanto como considerar la responsabilidad que le corresponde al país en la crisis climática que evidencia la humanidad – recordando que el gigante de Sudamérica se encuentra en el selecto club de las 10 primeras economías del mundo. De avanzar con la explotación en el bloque 59, Brasil se convertiría en el quinto productor mundial de petróleo.
A días del inicio de la reunión en Belem, la gerencia de transición energética de la empresa petrolera uruguaya, ANCAP, exponía las bondades del proyecto de exploración offshore ante inversores reunidos en Río de Janeiro. De momento el gobierno ha licitado siete áreas de exploración, con varias empresas globales (Shell, YPF, ENI, CGG) ya comprometidas en su desarrollo. Para la dirigencia de la petrolera de propiedad estatal, el éxito de la iniciativa se asienta en la similitud geológica que ofrece la plataforma uruguaya con la de Namibia.
Como en el caso brasileño, la empresa uruguaya espera monetizar los recursos para el desarrollo, en una región plagada de experiencias fracasadas. Esto, a pesar de la amenaza ambiental ya que las operaciones tendrían lugar en una zona de alta biodiversidad, y al turismo teniendo en cuenta que la zona licitada se encuentra frente a las costas de Punta del Este.
Cabe recordar que la transformación de su matriz energética le valió a Uruguay el reconocimiento internacional. Casi la totalidad de la electricidad es originada por fuentes renovables, mientras que su plan de movilidad eléctrica ya muestra signos de transformación considerando la proporción de autos eléctricos en las ventas totales.
Uruguay ha sido también pionero en el campo del financiamiento sostenible, tal como lo prueba el lanzamiento del bono indexado a indicadores climáticos, emisiones y superficie de bosque nativo. Lo paradójico del caso surge al observar que el mencionado cambio logró reducir drásticamente las importaciones petroleras, lo cual implicó reducir la sangría de divisas que representaba dicha dependencia. Todo ello le permitió ganarse el respeto y construir reputación en materia ambiental. Por lo tanto, avanzar con la exploración petrolera implica un retroceso, una eventual pérdida de reputación ante los inversores “verdes” y un costo moral para un país que supo abanderarse con la transición.
Privilegiar el modelo extractivo obedece a intereses y el sector petrolero resulta muy poderoso. Ello se evidenció en la presión ejercida por Arabia Saudita en la COP30, que terminó luchando por todos los medios para que no se emitiera una declaración para dejar atrás el petróleo. Esta disputa plantea una nueva faceta con la ambivalencia de Lula que busca ir a la próxima cumbre del G20 en nombre de quienes pujan por avanzar hacia un mundo libre de petróleo y con el gobierno uruguayo cuyo ministerio de ambiente plantea que la exploración offshore no resulta incompatible con el proceso de descarbonización del país.
Los gobiernos no deben olvidar lo que la comunidad científica no para de advertir: traspasar la barrera de los 1.5 °C es una amenaza para la humanidad. Debemos relanzar el debate respecto a la economía del futuro, reemplazar las narrativas del desarrollo permanente que aún predominan en nuestra dirigencia y bregar para que la opinión de la ciudadanía sea respetada, particularmente la de aquellos cuyas comunidades resultan más afectadas. Para cumplir con dicho cometido, los líderes mundiales deberían impedir el accionar del lobby petrolero en la próxima reunión y priorizar el debate científico en las deliberaciones de la COP.
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26-12-2025 - 12:04 am
Si el desafuero de “Alito” no prospera, a Morena sí le convendría que Moreno Cárdenas fuera el candidato presidencial del PRI en el 2030. Nadie le debe negar el privilegio de consumar su obra destructiva.
Ha hecho los méritos suficientes. Su tenacidad no conoce límites. Su apasionada tarea de demolición ha rendido frutos. Ha sido eficaz en su afán de encontrar la ruta más segura y directa hacia las profundidades del abismo. Se ha ganado a pulso un derecho que nadie le puede regatear: el de convertirse en el sepulturero del histórico PRI, en los comicios presidenciales del 2030, cuando todas las proyecciones estadísticas anticipan que la mayoría de los mexicanos le dirán adiós al partido que en alguna etapa se autonombró heredero de la Revolución Mexicana y terminó aliado con su enemigo histórico, el conservador y derechista Partido Acción Nacional.
Son, juntos, PRI y PAN (y en alguna etapa con el sometimiento del PRD), el mejor ejemplo de partidos que compartieron el mismo proyecto político y económico: un gobierno entregado a las minorías privilegiadas y a los poderes fácticos, incluyendo a la alta jerarquía de la iglesia católica, que durante el periodo que comprende los gobiernos de 1982 a 2018, se esmeraron en desmantelar la estructura del Estado socialmente responsable, para entregar las riquezas de la nación a grupos empresariales nacionales y extranjeros, protegidos y estimulados por sus corruptos cómplices en el máximo poder de la República.
El mejor aliado de Morena en la contienda político electoral es Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, quien lleva buen paso y buen ritmo para conducir hasta las profundidades del abismo al Revolucionario Institucional, para hacer más crítica la amarga situación de una oposición que, incluyendo al PAN y Movimiento Ciudadano, sólo alcanzó a sumar en los más recientes comicios presidenciales el 35.90 por ciento de los votos, contra el 59.76 por ciento de la coalición encabezada por Morena.
Por separado, en los comicios del 2024, el PRI alcanzó el 9.54 por ciento de la votación, cinco millones 736 mil 759 sufragios. El PAN tuvo el 16.04 por ciento, con nueve millones 644 mil 918 votos. Y la cuota para Movimiento Ciudadano fue de seis millones 204 mil 710 sufragios, el 10.32 por ciento. Morena y sus aliados del PT y PVEM sumaron 35 millones 924 mil 519 votos, para un porcentaje del 59.76 por ciento.
La más reciente encuesta publicada por la consultora Enkoll, el pasado jueves 4 de diciembre del 2025, le atribuye al PRI una magra preferencia electoral de apenas el cinco por ciento; la aceptación del PAN llega al 11 por ciento y Movimiento Ciudadano registra un siete por ciento. Suman apenas 23 por ciento, contra una tendencia de voto del 42 por ciento que se inclina por Morena, en forma individual.
Por eso deberían considerarse como asunto serio y formal, desde ahora, la aspiración que expresó el Senador y presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, en la más reciente ceremonia de toma de protesta del nuevo Consejo Político Nacional del tricolor, realizada el lunes 22 de diciembre del 2025, cuando advirtió que su perfil era inobjetable como potencial candidato presidencial de su partido en el 2030.
Señaló “Alito” que en el 2030 su partido no debería elegir a un aspirante presidencial ciudadano, para no sufrir otras fuertes derrotas como en 2018 y 2024. “La gente lo que quiere hoy es quien resuelva los problemas del país. Esto no es de buenas personas, no porque nosotros no lo seamos, lo somos, tenemos principios y valores, pero esto no es así. Ya nos pasó dos veces […] En el 18 nos dieron una chinga y en el 24 una supermadriza”, dijo enfático “Alito”, al argumentar que, pese a ello, millones de mexicanos votaron por el PRI aun sin tener un candidato presidencial emanado del partido.
Y luego “Alito” alardeó: “No tengan duda, yo he sido 12 veces candidato en distintos espacios de mi vida desde la juvenil, la universitaria, los cargos de elección y todos en los que he competido los he ganado, que me digan a mí que otros que están ahí son mejores que yo y a las pruebas me remito”.
El demoledor
El sepulturero Alejandro Moreno Cárdenas llegó a la presidencia nacional del PRI el 18 de agosto del 2019. En los últimos cinco años el tricolor ha avanzado con paso firme hacia el abismo, al perder 11 gubernaturas. En 2021, bajo la conducción de “Alito”, el PRI fue derrotado en su propio estado, Campeche, además de Colima, San Luis Potosí, Guerrero, Sinaloa, Sonora, Zacatecas y Tlaxcala. En el 2022 el PRI entregó a sus rivales políticos las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca.
Y finalmente, en el 2023 el PRI perdió la joya de la corona, la gubernatura del Estado de México, la entidad con más habitantes, más votantes potenciales y más presupuesto de toda la República, que en 2025 fue de 388 mil 550 millones de pesos. Aunque en 2022 el PRI perdió dos gubernaturas, ganó Durango, con una pequeña ayuda de sus amigos del PAN y PRD; y en el 2023, cuando perdió la gubernatura del Estado de México, logró salvar Coahuila, con los votos de respaldo de PAN y PRD.
Cuando “Alito” llegó a la dirigencia del PRI el tricolor sumaba, oficialmente, seis millones 368 mil 763 afiliados reconocidos por el Instituto Nacional Electoral. En agosto del 2023 ya sólo tenía, oficialmente, un millón 411 mil 889 afiliados reconocidos. Una caída de cuatro millones 956 mil 874 ciudadanos que abandonaron sus filas en sólo cuatro años, el 77.83 por ciento de su membresía.
En 2018 el PRI sólo ganó por Mayoría Relativa la diputación federal en el Distrito 5 con cabecera en Monterrey, Nuevo León. Un triunfo de 300 posibles. En los comicios intermedios del 2021 el PRI sólo ganó, en forma individual, 11 de las 300 diputaciones de Mayoría Relativa disputadas en el país. Pero en 2024 la debacle fue total, pues el Revolucionario Institucional no ganó ninguna diputación federal de Mayoría Relativa en toda la República.
Su suerte en la disputa del Senado de la República no ha sido mejor y su declinación ha sido brutal. La única entidad en donde el PRI ganó por Mayoría Relativa en la contienda por el Senado de la República en 2018 fue en Yucatán, aliado con el Partido Verde y con Nueva Alianza. En 2024 el PRI no ganó ninguna Senaduría de Mayoría Relativa.
Alejandro Moreno Cárdenas, actual Senador de la República, y antes Diputado federal entre 2021 y 2024, tiene cuentas pendientes con la justicia. Desde 2022 le fue solicitada a la Cámara de Diputados de la Federación la Declaratoria de la Procedencia de la Acción Penal en su contra, para quitarle el fuero y que pueda ser detenido para que sea puesto a disposición de un Juez que podría procesarlo por una buena cantidad de delitos que se presume cometió en su paso por la gubernatura de Campeche entre 2015 y 2019.
El jueves 25 de julio del 2025, la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción del Estado de Campeche publicó en la red social X, un escueto comunicado que informaba que había presentando y ratificado ante la Secretaría General de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión la solicitud de Declaración de Procedencia de la Acción Penal contra “Alito”.
El actual dirigente nacional del tricolor habría cometido los delitos de enriquecimiento ilícito, peculado, uso indebido de facultades, defraudación fiscal y lavado de dinero, durante su gestión como Gobernador de Campeche. El proceso de desafuero de Moreno Cárdenas está congelado en la Sección Instructora, de la Comisión Jurisdiccional de la Cámara de Diputados, que tendría que analizar su caso, a pesar de que Morena tiene los votos suficientes para quitarle la inmunidad constitucional.
Si el desafuero de “Alito” no prospera, a Morena sí le convendría que Moreno Cárdenas fuera el candidato presidencial del PRI en el 2030. Nadie le debe negar el privilegio de consumar su obra destructiva, pues por su muy relevante tenacidad enfocada al mal, podría concluir victorioso y triunfal su muy meritoria encomienda de dinamitar al PRI. Lo está haciendo muy bien y seguramente, en los comicios del 2030, como candidato presidencial del tricolor, consumaría en forma airosa tan loable tarea en beneficio de la patria: escribir el epitafio en la tumba del Partido Revolucionario Institucional. Ese derecho y privilegio nadie se lo debería regatear a “Alito” Moreno.
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26-12-2025 - 12:03 am
Durante décadas, el vecindario funcionó precisamente así: en serie. Había una interdependencia que no estaba escrita en ningún reglamento, sino en el código no verbal de la acera y en el saludo matutino. Si a un vecino le iba mal, el circuito comunitario lo resentía.

Pasada la Nochebuena, cuando el olor a pino y a ponche de frutas aún se cuelan por las ventanas de la ciudad y miramos con más nostalgia que entusiasmo el arbolito con sus luces y sus esferas, un viejo ritual de paciencia vuelve a mi memoria. Hablo de aquellas series de foquitos navideños de antaño, hoy casi en desuso, que tenían una particularidad técnica con profundas implicaciones sociales: estaban conectadas en serie. El mecanismo era tan simple como implacable. Si un solo foquito se fundía, o si apenas se falseaba en su base de plástico quebradizo, toda la guirnalda se apagaba. No había medias tintas; era la fiesta total o la oscuridad absoluta.
Era un sistema de una solidaridad técnica forzosa que hoy, entre tanta modernidad, parece una lección de vida. Para que el árbol brillara en la sala, todos los focos debían estar sanos y en su sitio. Cuando la serie se apagaba de pronto, justo antes de la cena, no quedaba más remedio que armarse de valor y sentarse en el suelo a probar uno por uno hasta encontrar el eslabón roto.
Primero, me acuerdo como si acabara de hacerlo, se recorría el cable centímetro a centímetro, apretando cristales y buscando el filamento quemado. Había que probar foco por foco. Una vez detectada y sustituida la bombilla culpable, la luz volvía mágicamente para todos. El éxito de uno era, por necesidad, la alegría del conjunto.
Esa vieja tecnología es la metáfora perfecta de lo que solía ser la vida de barrio en las zonas de clase media de nuestra Ciudad de México. Me refiero a colonias emblemáticas como la Del Valle, que hoy tomamos como ejemplo, pero también a la Cuauhtémoc, la Nápoles, la Florida o San Pedro de los Pinos.
Durante décadas, el vecindario funcionó precisamente así: en serie. Había una interdependencia que no estaba escrita en ningún reglamento, sino en el código no verbal de la acera y en el saludo matutino. Si a un vecino le iba mal, el circuito comunitario lo resentía. Nos obligábamos a estar atentos al de al lado porque entendíamos que, si un foco se apagaba, la calle entera corría el riesgo de quedarse a oscuras en plena Navidad.
Hoy, sin embargo, la modernidad nos ha impuesto la lógica eficiente pero gélida de los foquitos LED. En estas nuevas series de una blancura quirúrgica, si un foco se funde, a los demás no les importa un rábano. Siguen brillando con su propia luz individual, indiferentes al hueco oscuro que dejó el de junto. Hemos pasado de la solidaridad del circuito en serie al individualismo del circuito independiente, y ese cambio se nota especialmente en la actual vida en condominio que predomina en nuestras colonias.
El condominio moderno, tan presente en la Del Valle, es una paradoja cruel: nos obliga a compartir paredes, techos y cimientos, pero nos separa mediante muros de indiferencia. Aquella fisonomía de casas con jardines abiertos y rejas con barrotes ha sido desplazada por búnkeres verticales con nombres en inglés y casetas de vigilancia que parecen aduanas.
En este nuevo urbanismo de departamentos “Smart” el circuito se ha roto. El habitante del 402 no tiene idea de quién vive en el 401; no sabe si su vecino tiene agua para el ponche o si la nueva torre de veinte pisos que levantan a espaldas de su edificio le ha robado el sol y la tranquilidad.
Esta atomización social es el regalo perfecto para los desarrolladores inmobiliarios depredadores y los políticos que firman permisos bajo la mesa. Saben que en el aislamiento condominal la indignación es un recurso escaso y fragmentado. Saben que pueden "fundir" a un vecino o secuestrar un parque público sin que el resto del barrio parpadee, porque ya no hay quien se siente a revisar la serie para ver dónde está la falla que nos afecta a todos. Preferimos ignorar el apagón ajeno mientras nuestro propio foco LED siga encendido en el balcón.
Incluso los comercios que daban calor al barrio están desapareciendo en favor de franquicias impersonales. El café donde todos están conectados a sus pantallas, pero desconectados de quien tienen sentado a medio metro, ha sustituido a la vieja lonchería donde se compartían los deseos de fin de año y se regalaban calendarios a los clientes asiduos. El circuito está más tecnificado que nunca, pero la luz que emite es fría y no alcanza para calentar el espíritu de comunidad que tanto pregonan los anuncios navideños.
Estos días decembrinos, mientras observamos las luces que adornan nuestras ventanas en esas colonias que alguna vez fueron una gran familia, valdría la pena preguntarnos qué tipo de energía estamos alimentando. La comodidad del aislamiento tiene un costo social altísimo: la vulnerabilidad absoluta frente al abuso. Una colonia donde a nadie le importa el de al lado es una colonia que, en términos reales, ya se apagó, aunque tenga diez mil luces relucientes en su fachada.
Quizá este Año Nuevo, entre el brindis y los abrazos, sea buen momento para añorar un poco aquella vieja tecnología de los foquitos caprichosos. Aquella que nos obligaba a reconocer que el bienestar del vecino es el único fusible que mantiene encendida nuestra propia luz. Si algo nos enseñaron los héroes de barrio que ya se han ido, como don Manuelito Sandoval, es que la única forma de que la ciudad brille de verdad es volviendo a conectarnos en serie. Felicidades a todos, a pesar de los pesares. Válgame.
De la LIBRE-TA
BROCHE DE ORO. Para ponerle digno colofón a un año que entre otras cosas se significó por los derroches en viajes, compras y consumos de distinguidos miembros del gobierno de la autoridad republicana, esta navideña semana fue pillado José Ramón López Beltrán, el hijo mayor, ahora saliendo de la exclusiva tienda Loro Piana en Houston con bolsas de la firma Hermés, mientras trascendía que don Gerardo Fernández Noroña disfruta otra vez unas vacaciones en Europa, que para eso trabaja, y don Adán Augusto encubre con opacidad la compra 17 mil ejemplares del nuevo libro de AMLO pare regalar a sus colegas, con un precio (con descuento, conste) de más de cinco millones de pesos. ¡Felices fiestas!
@fopinchetti
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26-12-2025 - 12:01 am
La criminalización de la prensa tiene efectos devastadores. No sólo vulnera derechos individuales; erosiona el derecho colectivo a la información.

Lo que ocurre hoy con la prensa en México no es una suma de casos aislados, ni errores administrativos, ni excesos corregibles. Es una escalada. Y como toda escalada, marca un punto de no retorno si no se detiene a tiempo. Las imputaciones penales contra periodistas como Rodolfo Ruiz, director de E-Consulta en Puebla, y Rafael León Segovia, conocido como Lafita León en Coatzacoalcos, configuran un nuevo y peligroso capítulo en la criminalización del periodismo.
En ambos casos, el mensaje es que investigar, publicar o narrar la violencia puede convertir al periodista en criminal ante los ojos del Estado. A Ruiz se le acusa de delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita; a León Segovia, de delincuencia organizada y terrorismo. No se trata de faltas administrativas ni de controversias civiles. Se trata de los delitos más graves del sistema penal, aquellos diseñados para perseguir a las estructuras criminales más complejas. Usarlos contra periodistas es una forma de castigo ejemplar.
A Rodolfo Ruiz lo han acosado judicialmente desde el Gobierno de Luis Miguel Barbosa, y el actual mandatario poblano, Alejandro Armenta, lo ha señalado públicamente como “canalla” y “mentiroso”. Es claro el uso del aparato penal para amedrentarlo. En el caso de Rafael León, sus coberturas en materia de seguridad resultan incómodas para las fuerzas de seguridad, grupos criminales y la Fiscalía de Veracruz.
Este salto cualitativo en el uso del derecho penal debe encender todas las alertas. No sólo por la gravedad de los cargos, sino por el precedente que sienta. Cuando el periodismo se equipara jurídicamente con el crimen organizado, el Estado cruza una línea peligrosa. Estamos siendo testigos del uso del poder punitivo para silenciar, intimidar y disciplinar a quienes informan sobre asuntos de interés público.
Artículo 19 ha documentado el crecimiento del acoso judicial contra la prensa. Demandas civiles, carpetas de investigación, medidas cautelares abusivas, uso faccioso de figuras como la violencia política en razón de género o la difamación encubierta. Pero lo que hoy vemos va más allá.
Estos casos ocurren en contextos de alta violencia, captura institucional y connivencia entre autoridades y redes criminales. En Puebla, las investigaciones periodísticas de Rodolfo Ruiz han incomodado a actores políticos locales, incluido el Gobernador y a fiscales presuntamente implicados en redes de extorsión. En Coatzacoalcos, ejercer la nota roja implica narrar el horror cotidiano que muchos prefieren ocultar. Al momento de publicarse estás líneas Rafael León se encuentra en prisión preventiva. En ambos escenarios, el poder parece haber encontrado una vía expedita, no para refutar la información, sino anular al mensajero
Esta estrategia no busca justicia, busca miedo. Porque, aunque los procesos no lleguen a sentencia, el castigo ya está en marcha: detenciones, estigmatización pública, desgaste económico, aislamiento social y un mensaje inequívoco al resto del gremio. La pregunta implícita es clara: “¿quieres ser el siguiente?”.
Lo más preocupante es que estas acciones se insertan en un contexto más amplio de regresión democrática. Reformas que capturan al Poder Judicial y debilitan el amparo, ampliación de la prisión preventiva oficiosa, vigilancia masiva y una narrativa oficial que insiste en que México vive “la mayor libertad de expresión de su historia”, mientras los periodistas enfrentan juzgados, fiscalías y, ahora, cárcel.
La criminalización de la prensa tiene efectos devastadores. No sólo vulnera derechos individuales; erosiona el derecho colectivo a la información. En zonas donde el silencio ya es impuesto por el crimen organizado, que sea el Estado quien profundice ese silencio es una traición a su función más básica de proteger a quienes ejercen derechos.
Además, estos casos colocan a México en una posición insostenible frente a la comunidad internacional. En un país que ya es uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo, acusar a reporteros de lavado de dinero, terrorismo y delincuencia organizada no puede leerse sino como una señal de autoritarismo en expansión.
Resulta llamativo, por decir lo menos, que sean las mismas imputaciones que usa Bukele en El Salvador para perseguir a periodistas críticos.
Por eso, esta escalada debe ser denunciada con contundencia. A nivel nacional, para exigir a fiscalías y jueces que actúen conforme a derecho y no como brazos ejecutores de venganzas políticas. Y a nivel internacional, porque cuando el Estado persigue a periodistas como criminales, la observación externa se convierte en una necesidad apremiante.
Criminalizar a la prensa traerá más silencio, más miedo y más impunidad. Y cuando el periodismo es tratado como enemigo interno, lo que está en riesgo no es un gremio: es la democracia misma.
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