Ciudad de México, 19 de septiembre (SinEmbargo).- La esquizofrenia, un trastorno mental crónico que afecta a más de 26 millones de personas en el mundo, podría no ser no una sola enfermedad, sino ocho trastornos diferentes.
Científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington revisaron los datos genéticos de más de 4 mil personas con esquizofrenia y 3 mil 800 sanas, con base en lo que diseñaron un algoritmo para predecir si alguien padecería tal trastorno únicamente guiándose por sus genes.
De ahí concluyeron que además de compartir síntomas, los esquizofrénicos tenían un perfil genético similar, “hay un grupo de genes que trabajan juntos como una combinación de ganar o perder, como las cartas en el poker”, de acuerdo con lo publicado en USA Today.
Esta “baraja” de genes, son también los que determinan qué síntomas padecerá cada quien, si la esquizofrenia se expresará a través de alucinaciones, escuchar voces, paranoia o dificultades para hablar.
Entre sus conclusiones encontraron por ejemplo, que una mujer que mostró signos del desorden desde los cinco años, cuando tapaba la boca de sus muñecas con el fin de acallar las voces que susurraban su nombre, tendría 95 por ciento de probabilidad de desarrollar la enfermedad.
Otro de los pacientes, con el 71 por ciento de riesgo, experimentó una enfermedad “más típica”, al comenzar a escuchar voces hasta los 17 años. Asimismo, hallaron que una persona promedio, tiene menos del 1 por ciento de posibilidad de desarrollar esquizofrenia.
El objetivo de los investigadores es aportar datos para que el diagnóstico de este desorden, que se basa sólo en los síntomas, deje de ser tan “primitivo”, como lo llamaron en el diario estadounidense, y se pueda establecer eventualmente un método para curarlo.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de dos terceras partes de la población con trastornos esquizofrénicos en los países en desarrollo carecen de acceso a cuidados médicos especializados, por falta de psiquiatras y enfermeros en las clínicas de salud mental, además de que un 89 por ciento de los enfermos en países pobres no recibe tratamiento.
