LECTURAS | “El monarca de las sombras”, por Javier Cercas

25/03/2017 - 12:03 am

Más de quince años después de la publicación de Soldados de Salamina, Javier Cercas regresa a la Guerra Civil con una novela más íntima y personal, que indaga en el pasado más incómodo de su familia.

Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).- El monarca de las sombras narra la búsqueda del rastro perdido de un muchacho casi anónimo que peleó por una causa injusta y murió en el lado equivocado de la historia. Se llamaba Manuel Mena y en 1936, al estallar la guerra civil, se incorporó al ejército de Franco; dos años después murió combatiendo en la batalla del Ebro, y durante décadas se convirtió en el héroe oficial de su familia. Era tío abuelo de Javier Cercas, quien siempre se negó a indagar en su historia, hasta que se sintió obligado a hacerlo.

El resultado de esa indagación es una novela absorbente, pletórica de acción, de humor y de emoción, que nos enfrenta a algunos de los temas esenciales de la narrativa de Cercas: la naturaleza radiante, poliédrica y misteriosa del heroísmo, la terca pervivencia de los muertos y la dificultad de hacerse cargo del pasado más incómodo.

Exploración a la vez local y universal, personal y colectiva, novela belicosamente antibelicista, El monarca de las sombras da una vuelta de tuerca inesperada y deslumbrante a la pregunta sobre la herencia de la guerra que Cercas abrió años atrás con Soldados de Salamina.

Javier Cercas vuelve a hablar en su nueva novela, “El monarca de las sombras”, de la Guerra Civil y su herencia, un asunto que no tiene fin en la literatura porque “es como decir que el amor y la muerte se agotan como tema”, aunque esta vez la historia es más cercana a él: es la de su propia familia.

En una entrevista con Efe, Cercas explica que esta novela, publicada por Literatura Random House, dialoga con la que escribió hace quince años sobre la Guerra Civil, “Soldados de Salamina”, pero sobre todo con “El impostor”, el nonagenario Enric Marco que se hizo pasar por superviviente de un campo de concentración nazi.

Aunque su nueva obra parece tener como protagonista a un tío abuelo suyo, Manuel Mena, un “chaval” que a los 17 años se alistó en “el bando equivocado” de la Guerra Civil, con el ejército de Franco, y murió a los 19 en la batalla del Ebro “en el lado equivocado de la Historia”, en realidad está protagonizada por su propia madre, explica.

Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) daba vueltas a esta novela, que califica de “belicosamente antibelicista”, desde hace años y por eso considera que el libro ha sido muy importante para él pues ha asumido de dónde viene.

“Cuando se tratan cosas desagradables del pasado personal y colectivo todos tendemos a intentar ocultarlo o edulcorarlo”, indica el escritor, que ha querido ser preciso y mirar su historia “de frente”.

El libro, que pensó que nunca iba a escribir, partió de una pregunta que se hacía Cercas sobre la razón por la que Mena, un joven con inquietudes intelectuales, el primero de la familia que iba a estudiar, murió en la guerra del lado de Franco cuando su pueblo era de gente humilde que se dividía entre los que podían comer y los que no.

Cercas reconoce que ese pasado le avergonzaba, pues era “símbolo de lo peor de nuestro país”: “Me avergonzaba de él y de que mi madre estuviera orgullosa de él, pero comprendí que lo de ella no era admiración política sino moral”.

Esa pregunta, “un interrogante personal y colectivo sobre la herencia de la guerra”, ha tenido una respuesta compleja en este libro, en cuya elaboración, que se relata en la novela, descubrió que su abuelo fue el primer alcalde franquista de Ibahernando: “Ni mi padre ni mi madre lo sabían”, recuerda.

A través de dos narradores, uno como historiador y otro el propio Cercas, ha ido reconstruyendo el itinerario vital de Manuel Mena y su intervención en las batallas más duras: “Vivió el horror total de la guerra”.

El escritor contrapone dos visiones de la guerra: la de Velázquez, una mirada idealizada que ha perdurado durante siglos, y la de Goya, donde la guerra es un espanto absoluto, señala el autor.

Y los niños, como lo era Manuel Mena, “han ido a la guerra, desde que el mundo es mundo, no por dinero ni por poder sino por una visión idealizada que creyeron “.

Así lo piensa el propio Cercas en la novela cuando asegura que su tío abuelo “no murió por la patria, sino por culpa de una panda de hijos de puta que envenenaban el cerebro de los niños y los mandaban al matadero”.

Y la épica de los discursos como los de José Antonio Primo de Rivera, que enardecieron a niños como Manuel Mena, se oyen de nuevo en Europa y en otras partes del mundo porque ha vuelto “ese sentimentalismo en la política”.

Por eso en todos sus libros hay una especie de lucha contra “la dictadura del presente creada por el poder omnímodo de los medios de comunicación” para los que lo de ayer es casi “prehistoria”, aunque explica que sus novelas hablan de un “presente ensanchado que abarca también el pasado”.

Para el autor, ha habido un mal uso por parte de algunos políticos y medios de comunicación de la memoria histórica que, en su opinión, es absolutamente indispensable aunque no puede sacralizarse y debe ser también sometida a crítica.

Por cortesía de Literatura Random House transcribimos un fragmento de El monarca de las sombras

La nueva novela de Javier Cercas. Foto: Especial

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Se llamaba Manuel Mena y murió a los diecinueve años en la batalla del Ebro. Fue el 21 de septiembre de 1938, hacia el final de la guerra civil, en un pueblo catalán llamado Bot. Era un franquista entusiasta, o por lo menos un entusiasta falangista, o por lo menos lo fue al principio de la guerra: en esa época se alistó en la 3.ª Bandera de Falange de Cáceres, y al año siguiente, recién obtenido el grado de alférez provisional, lo destinaron al Primer Tabor de Tiradores de Ifni, una unidad de choque perteneciente al cuerpo de Regulares. Doce meses más tarde murió en combate, y durante años fue el héroe oficial de mi familia.

Era tío paterno de mi madre, que desde niño me ha contado innumerables veces su historia, o más bien su historia y su leyenda, de tal manera que antes de ser escritor yo pensaba que alguna vez tendría que escribir un libro sobre él. Lo descarté precisamente en cuanto me hice escritor; la razón es que sentía que Manuel Mena era la cifra exacta de la herencia más onerosa de mi familia, y que contar su historia no sólo equivalía a hacerme cargo de su pasado político sino también del pasado político de toda mi familia, que era el pasado que más me abochornaba; no quería hacerme cargo de eso, no veía ninguna necesidad de hacerlo, y mucho menos de airearlo en un libro: bastante tenía con aprender a vivir con ello. Por lo demás, ni siquiera hubiese sabido cómo ponerme a contar esa historia: ¿hubiera debido atenerme a la realidad estricta, a la verdad de los hechos, suponiendo que tal cosa fuese posible y el paso del tiempo no hubiese abierto en la historia de Manuel Mena vacíos imposibles de colmar? ¿Hubiera debido mezclar la realidad y la ficción, para rellenar con ésta los huecos dejados por aquélla? ¿O hubiera debido inventar una ficción a partir de la realidad, aunque todo el mundo creyese que era veraz, o para que todo el mundo lo creyese? No tenía ni idea, y esta ignorancia de forma me parecía la ratificación de mi acierto de fondo: no debía escribir la historia de Manuel Mena.

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