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Redacción/SinEmbargo

25/09/2017 - 6:26 am

Terremoto ¿Ayuda u oportunismo?

El sismo de 7.1 grados que dejó graves daños en distintos estados del centro del país, ha dejado de manifiesto, por un lado la solidaridad de la ciudadanía que ha acudido a prestar su servicio para remover escombros y salvar vidas, así como donando víveres para los damnificados; por el otro, el oportunismo también se ha hecho presente a través de aquellos que ajenos a la tragedia han encontrado en ella la ocasión para para obtener un beneficio de ella

¿Ayuda u oportunismo?
El sismo de 7.1 grados que dejó graves daños en distintos estados del centro del país, ha dejado de manifiesto, por un lado la solidaridad de la ciudadanía que ha acudido a prestar su servicio para remover escombros y salvar vidas, así como donando víveres para los damnificados; por el otro, el oportunismo también se ha hecho presente a través de aquellos que ajenos a la tragedia han encontrado en ella la ocasión para para obtener un beneficio de ella. Al respectoen El Universal, su Editorial, asegura que: “la respuesta de la sociedad en situaciones de emergencia no se compara con la reacción que tiene la clase política.Instantes después del sismo del pasado martes 19, emergieron con rapidez voluntarios que acudieron a edificios derrumbados a tratar de rescatar a víctimas, jóvenes comenzaron a dirigir el intensó tráfico vehicular que ya se había formado, automovilistas se ofrecían a trasladar gratuitamente a personas que sufrían las consecuencias de la parálisis del transporte público, la ayuda con herramienta para iniciar la remoción de escombros se dio a los pocos minutos y momentos después eran largas cadenas humanas las que colaboraban. No hubo confrontación por saber quién apoyaba más que otro. Cada quien lo hacía en la medida de sus posibilidades, pero con la idea de ayudar a quien estaba atrapado o a quien había perdido su vivienda o algún ser querido. La organización social tomó forma en minutos, sin la necesidad de alguna autoridad. Los partidos políticos, en cambio, han reaccionado lento […]. En medio de la tragedia, bien harían en tomar banderas que aboguen directamente por los afectados y las víctimas mortales. Se requiere conocer en qué casos hubo responsabilidad de alguna autoridad por avalar la construcción de mayores pisos de los permitidos o por ser omisos a la hora de evaluar las construcciones que se multiplicaban en varias zonas de la Ciudad de México. Varios de los edificios dañados son inmuebles de apenas unos 10 años de construcción. No hay mejor manera de recordar a los caídos que castigando a los eventuales responsables de su muerte. Entre la sociedad y la clase política la diferencia es clara: la primera actúa por solidaridad, por el deseo desinteresado de ayudar, mientras todos los actos de la segunda obedecen a fríos cálculos y a estimaciones costo-beneficio. No hay comparación”.

Quien también destaca la fortaleza y solidaridad de los mexicanos y exige castigo a las constructoras y autoridades responsables de los edificios derrumbados por el terremoto es en el Reforma, la politóloga y catedrática, Denise Dresser, quien escribe: “querido México, mi país. Veo los escombros y las losas apiladas y las varillas torcidas que son tu cara y la de tantos. Te veo roto, adolorido, vulnerable, pero también aguerrido, luminoso, solidario […]. Veo a los autores de la devastación -los políticos corruptos, las constructoras rapaces, los inspectores que nunca fueron- y habrá que llamarlos así porque aquí hay culpables e inocentes. Aquí hay criminales y habrá que exhibirlos cuando se asiente el polvo. Ya llegará ese momento, cuando dejemos de temblar; cuando paremos de escarbar; cuando nos limpiemos las lágrimas. En este instante solo basta saber que nos amamos y por eso hemos sobrevivido. Sobrevivimos por el brigadista que llegó, el voluntario que se presentó, el joven que participó, la perra Frida que olfateó, el equipo de Horizontal que verificó. Sobrevivimos por el puño alzado y el silencio de cientos, parados, entre los restos de hogares que ya no lo son […]. Vi nacer a hombres y mujeres libres en cada pasillo polvoso, agrietado, en cada albergue ruidoso, en cada letrero hecho a mano con los nombres de los sobrevivientes, en cada sitio donde había un edificio herido y alguien agonizando ahí mientras velábamos, rezábamos afuera […]. Porque la palabra ‘desastre’ proviene del latín ‘dis’ que significa falta o ausencia, y ‘astro’ que significa estrella o planeta. Y de pronto en el firmamento nuestro […] se atisban algunas estrellas. Hélas ahí. Mexicanos drenados, exhaustos, pero ahí. Un estudiante tecleando, tuiteando, consiguiendo motocicletas y bicicletas y camiones […]. Médicos y cineastas y taxistas y ferreteros y restauranteros, iluminando el país que hay debajo del cascajo. Unidos, todos, por la naturaleza de la opresión que hemos padecido: gobierno tras gobierno inerte, ausente, incompetente. Los miembros de esa casta de connivencia a quienes les hemos enseñado en días recientes qué pasa cuando nosotros tenemos el poder. Poder para convocar, organizar, responder, cuidar y cuidarnos. Poder para decir y decirles, basta. Basta de spots publicitarios y carretadas de dinero y elecciones multimillonarias. Basta de mexicanos atrapados, aplastados por su propio país […]. Ojalá, México, que entre tanta muerte nos hayamos ganado finalmente el derecho a la vida […]. Habrá que reconocer lo que el terremoto evidenció junto a cada edificio caído: es enteramente inaceptable que los ciudadanos no tengan voz real y poder real y participación real y reconocimiento real en su propio país”.

Quien también aborda el oportunismo de aquellos ajenos al sismo es en Milenio, el periodista Carlos Marín, quien escribe que: “Tragedias como la que lastima hoy a tanta gente en el país hacen aflorar conductas que sorprenden, como las muchas en que brota lo mejor de la condición humana o las menos, por fortuna, en que sale lo peor de quienes tratan de aprovechar para fines aviesos el dolor propio y ajeno. Entre las primeras caben todos los voluntarios de las brigadas de apoyo y la gratificante solidaridad internacional, coordinadas por las autoridades civiles, policiacas y militares que encauzan los esfuerzos. De las indignantes resalta el ingrato oportunismo de los padres de Los 43 y sus titiriteros con la vandalización de las instalaciones del 27 batallón de Iguala y la agresión a los conductores en autopistas a quienes, por darles ‘paso libre’, privan del seguro de viaje a que tendrían derecho. En el mismo lado de sectores impresentables de la ‘sociedad civil’ también está el obispo de Cuernavaca y sus acólitos golpistas: el rector de la universidad y el líder de los camioneros que se oponen al Morelobús, con la patraña de que el Gobernador y su esposa se pellizcan las latas de sardinas…”.

El sismo del 85 dejó una gran enseñanza a los capitalinos, pues le terremoto no sólo sacudió la tierra, sino también las conciencias de la ciudadanía, que salió a las calles a mostrar unión y apoyo, sorprendiéndose de lo que eran capaces de hacer aún sin el respaldo de las autoridades. Por ello, se espera que lo mismo ocurra tras este sismo del pasado 19 de septiembre, donde el oportunismo de las autoridades no ha pasado desapercibido para los ciudadanos, quienes lo han criticado y señalado en los últimos días, Al respecto en El Universal, el periodista Ricardo Raphael, escribe que: “cuando la tierra tiembla no solo nos agitamos físicamente porque también ocurre un terremoto en nuestra conciencia. Por obra de una relación simbiótica, la energía telúrica provoca transformaciones radicales sobre nuestra manera de percibirnos en el mundo. En México tenemos como antecedente las muchas revoluciones que comenzaron después del terremoto ocurrido el 19 de septiembre de 1985 […]. Y es que aquella violencia geológica tocó demasiadas vidas. Condujo primero a que las calles se poblaran de buena voluntad, porque incontables fueron aquellos que participaron en el rescate, la alimentación, el cobijo y la compasión indispensables. Aquella generación nos vimos sorprendidos por nuestra capacidad, hasta entonces ignorada, para resolver como adultos lo que ni el gobierno ni nadie podía hacer por nosotros. Tomamos control sobre una realidad destruida y nos pusimos de pie […]. Sin ese episodio no habría sido imaginable, por ejemplo, la rebeldía que sucedió en Chihuahua frente al fraude electoral. Tampoco la participación masiva en las elecciones de 1988, que rompió la tediosa lógica del partido único. En fin, la energía telúrica, transformada en intensa conciencia humana, explicaría por qué la década posterior al 85 fue prolífica en transformaciones. Cabe desde ya suponer que esta vez será parecido […]. Como sucedió hace 32 años, este terremoto reciente también otorgó permiso para que las monumentales tensiones sociales […] hicieran erupción. El escenario devastado ha servido para recriminar sin concesiones la corrupción que merodea muchas coordenadas de nuestra vida en sociedad, la faramalla hipócrita a la que se han vuelto adictos algunos personajes públicos, y la manipulación política a la que son sometidos los bienes que supuestamente nos pertenecen a todos. No son anecdóticos los episodios de la falsa niña Frida Sofía, ni el intento por manipular los apoyos que querían llegar a Morelos; tampoco la frivolidad de la señora Anahí, ni los asaltos en la calle y el robo en las tiendas. La pronunciada intolerancia que estos hechos y tantos otros despertaron entre nosotros, es síntoma de una sociedad que no está dispuesta a seguir escondiendo bajo la tierra infamias, injusticias, arbitrariedad, ni inmoralidad. Sucede que la energía de la naturaleza nos amplificó comprensión sobre cuánto ya iba mal antes del terremoto”.

De igual forma este despertar social tras el sismo es abordado en La Jornada, por el periodista Julio Hernández López, quien escribe que: “no hay manera de saber si la salida a las calles de tanta gente  […] habrá de significar un golpe de trascendencia al tambaleante aparato del sistema político mexicano. Nada fuerte y sostenido sucedió […]. Sin embargo, en esta ocasión es visible una determinación crítica de amplio espectro: muchos mexicanos, sobre todo jóvenes, confirmaron la insuficiencia […] de las acciones de los gobiernos y tomaron la decisión de salir a las calles, organizarse por sí mismos, conseguir material de trabajo y ponerse a hacer lo que esos gobiernos […] deberían realizar. Esa movilización social significa una amenaza para el ejercicio político tal como hasta ahora lo hemos conocido. Por ello, la clase política tradicional lo confronta y pretende estigmatizarlo o diluirlo. En Morelos, en una más de las joyas de cinismo del Gobernador Graco Ramírez, ha hablado de una campaña sucia en su contra, cuando él y su esposa han despojado a miles de activistas de la ayuda que de manera particular consiguieron para los damnificados de Morelos. Graco, como muchos otros políticos y gobernantes, ha pretendido robar la ayuda social para convertirla en recurso electoral, en una treta muchas veces realizada por otros políticos, que atiborran de material las bodegas bajo su control, donde luego se deterioran los productos o desde donde se organizan brigadas de reparto de esas ayudas, pero a la clientela electoral del gobernante en turno, a su partido y candidatos. Ante ese evidente robo a particulares, ciudadanos se organizaron para retomar de las bodegas del DIF el material que incautaron los esposos Ramírez, quienes pretenden dejar como sucesor en Morelos al hijo, Rodrigo Gayoso, en nombre del PRD. Es probable que muchas cosas cambien a partir de la toma social de conciencia que se produjo con el pasado sismo. El mapa que suponían definía una ruta electoral con claridad, ha de ser repensado y vuelto a elaborar. De golpe se reveló el gran abismo entre la sociedad civil, sobre todo los jóvenes, y un sistema político anticuado, obsoleto y dañino para esa misma sociedad. Pero Peña Nieto, como la inmensa mayoría de los miembros de la clase política, sean del partido que fueren, sigue creyendo que lee la hora política al asomarse al reloj del pasado”.

Sin duda, el sismo del pasado 19 de septiembre ha dejado tambien un ambiente de caos en la zonas afectadas, los centros de acopio y en el interior de cada de los capitalinos quienes mantienen el temor de un nuevo sismos. Así lo manifiesta en Milenio, el periodista Carlos Puig, quien escribe que: “las redes sociales, los grupos de WhatsApp aún hierven con información de todo tipo. A estas horas es difícil hacer el conteo verificado de cuántos edificios aún podrían tener personas atrapadas, cuántas se han rescatado de dónde. Cuadras enteras en las colonias afectadas están acordonadas y miles de capitalinos viven fuera de sus casas, pero cuando uno pregunta, muchos de esos acordonamientos, muchas opiniones sobre edificios deshabitados fueron hechos por voluntarios. ¿Quién dijo que este edificio era inhabitable? […]. Los centros de acopio instalados por ciudadanos siguen trabajando, pero cada vez es más difícil saber qué falta, a quién le falta, a dónde ir y dónde no. Cada empresa, cada banco, cada corporativo anunció su método de captación y multiplicación de donaciones. ¿Es lo más eficiente? […]. Vivimos en una zona sísmica encima de un lago. Esto va a volver a pasar. Después del 85 la ciudad se concentró en la prevención. Alertas, evacuación, códigos de construcción, primeras respuestas. Tal vez la lección es construir un plan para los días después del temblor que haga que la enorme, ejemplar, solidaridad y la actividad ciudadana sean más eficientes, llegue más rápido y sus efectos sean duraderos. Cómo construir métodos que brinden confianza a ciudadanos y obliguen a autoridades a ser más eficientes. Y que toda esta marea de generosidad sea efectiva para colaborar en la crisis que se nos viene. Una que tiene que ver con vivienda que se ha perdido, infraestructura que se ha dañado, vidas que han sido afectadas para siempre y que hoy abarca estados desde Chiapas hasta Puebla. Y en CdMx, lugares a los que no hemos puesto demasiada atención, como Xochimilco, y que necesitarán de ayuda por mucho tiempo”.

En tanto en El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “la Procuraduría General de la República, por medio de la FEPADE, nos aseguran, tiene ya en la mira a algunos funcionarios de gobiernos como los de Chiapas, Morelos y Oaxaca, y en la Ciudad de México, el de la delegación Coyoacán. Nos dicen que se atienden denuncias por el acaparamiento de despensas y ayuda para los afectados por el sismo. Nos comentan que la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales, al mando de Santiago Nieto Castillo, en cualquier momento podría actuar contra los funcionarios que han lucrado con la ayuda a cambio de apoyar posteriormente en elecciones a los partidos a los que pertenecen”.

El Frente Ciudadano por México, también ha sido señalado como oportunista, pues su iniciativa que propone la eliminación de financiamiento público a partidos políticos para destinar ese dinero a los damnificados y la reconstrucción, es calificada como un acto de simulación, al respecto en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “hoy que se reanuden las labores en San Lázaro, los diputados federales del PAN llegarán con el cuchillo entre los dientes. O al menos eso es lo que dicen. Según esto, traen la instrucción precisa de Ricardo Anaya de hacerle cirugía mayor al Presupuesto 2018, de tal manera que se recorte drásticamente el gasto del gobierno federal, a fin de canalizar una bolsa verdaderamente significativa para la reconstrucción y los damnificados por los sismos. Si se toma en serio la propuesta que hizo el Frente Ciudadano por México, a lo primero que se le metería tijera sería al pago de seguros médicos particulares para funcionarios y legisladores. Otra de sus iniciativas era eliminar el pago de viáticos, celulares y gasolina para los altos mandos de las dependencias federales. Y, claro, la supuesta eliminación del 100 por ciento del subsidio a los partidos políticos. Falta ver si eso se cumple y, sobre todo, si se suman los legisladores del PRD y de Movimiento Ciudadano”.

Figuras políticas han aprovechado la tragedia tras el sismo para hacer apariciones públicas con pretexto de solidarizarse con los damnificados, sin embargo, no es más que una estrategia para mantenerse vigentes en los medios de comunicación. Tal es el caso de la pasarela de presidenciables del PRI, sobre la cual habla en El Universal, el periodista Salvador García Soto, quien escribe que: “días antes del temblor del 19 de septiembre, exactamente el fin de semana anterior, en el CEN del PRI trabajaban a marchas forzadas para dar forma a un mecanismo proselitista con el que buscaban posicionar y promover a sus aspirantes a la Presidencia de la República. Inspirados en la ‘pasarela de presidenciables’ que ideara en 1987 Miguel de la Madrid, el dirigente priísta Enrique Ochoa, con la debida autorización del Presidente Peña Nieto, tenía lista una versión actualizada de esa ‘pasarela’ en la que participarían seis ‘precandidatos’ previamente palomeados por Los Pinos: Miguel Ángel Osorio, José Antonio Meade, José Narro Robles, Aurelio Nuño Mayer, y a esos cuatro ya conocidos, se sumaría a Enrique de la Madrid, Secretario de Turismo, y a José Calzada, de Agricultura. Aunque la tragedia del sismo y la emergencia nacional pospusieron el arranque del desfile de presidenciables, programado originalmente para esta semana, la mecánica ya definida consiste en un calendario de reuniones con los tres sectores y las organizaciones priístas de mujeres y jóvenes, en las que cada uno de los 6 presidenciables tendrían oportunidad de dirigir un discurso con sus principales propuestas sociales, económicas y políticas para la conducción del país, en reuniones en las que se buscaría mostrar ‘el músculo partidista’ y generar una ‘fuerte cobertura mediática’ de cada encuentro […]. El ejercicio duraría varias semanas y se proponía concluirlo en las primeras semanas de noviembre […]. Por ahora, el mecanismo priísta de promoción de sus presidenciables fue pospuesto ‘hasta nuevo aviso’ y se esperará a que pase la emergencia por el temblor antes de anunciarlo y echarlo a andar. De hecho, varios de los aspirantes del PRI a la Presidencia, han aprovechado sus cargos y funciones en el gabinete para hacerse presentes en las labores de apoyo y auxilio a la población necesitada con lo que, sin decirlo, también el desastre que provocó en cuatro estados del país, sumados a los daños del sismo anterior en Oaxaca y Chiapas, se convirtieron en una ‘pasarela’ natural, en la que Nuño, Osorio, Narro y Meade, se hacen presentes de manera comedida y cumpliendo sus ‘responsabilidades’ en apoyo de la población damnificada. Veremos cómo salen los aspirantes priístas del gabinete de su actuación en la emergencia por el sismo, y una vez que pase esta fase, vendrá la otra ‘pasarela de presidenciables del PRI’, ya diseñada y lista, esperando en el cajón de Enrique Ochoa”.

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