Fedosy Santaella

Leonora del viento, una historia sobre cómo conquistar el arte y la libertad

Fedosy Santaella

Leonora del viento, una historia sobre cómo conquistar el arte y la libertad

Fedosy Santaella

Leonora del viento, una historia sobre cómo conquistar el arte y la libertad

27/11/2022 - 12:00 am

El escritor venezolano Fedosy Santaella habló con SinEmbargo sobre su más reciente libro en el que explora la vida de la artista surrealista Leonora Carrington, un viaje en el que expone la determinación de una persona por lograr su libertad.

Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).– Leonora Carrington, la reconocida pintora surrealista y escritora inglesa nacionalizada mexicana, fue una mujer que luchó sobre todas las cosas por ser ella misma y por alcanzar su libertad a través del arte que la hizo famosa, planteó el escritor venezolano de Fedosy Santaella, quien acaba de publicar con Santillana, la novela Leonora del viento, inspirada en vida de esta artista.

El trabajo de Fedosy recorre “el arte y la libertad, la niñez y la juventud de Leonora Carrington” con el acompañamiento que dan las ilustraciones de Valeria Hipocampo. La obra será presentada este domingo 27 de noviembre a las 19 horas en el Salón I del Área Internacional de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

“Es una novela que refleja desde la niñez y la juventud de esta artista cómo estaba en ella en el principio, esa ansia, esa necesidad, en su alma, en su espíritu de ser libre, de buscar sus propios caminos, de ser ella misma”, comentó en entrevista con SinEmbargo el autor.

Fedosy Santaella recordó que en su llegada a México lo acompañó la figura de Leonora, quien —coincide— es todo un personaje literario.

“Cuando yo llegué a México hace ya cinco años estaba caminando por el Paseo de la Reforma, cerca de la zona de los museos y pues lo que me encuentro caminando con mi hijo son justamente las estatuas, las esculturas de Leonora, eran como ocho, nueve, diez esculturas y para mí fue como si Leonora me estuviera dando la bienvenida a México”, compartió.

La historia de Santaella —sustentada en una investigación— inicia con Leonora ya en sus últimos años de vida, instalada en su casa en la colonia Roma, en donde una niña, llamada Lupita —producto de la ficción— la conoce y queda maravillada con su forma de ser, de dibujar y de expresarse.

“Lupita es la hija de esta señora, en algún descuido de la señora Lupita se escapa de la cocina y termina en el estudio de Leonora y se maravilla ante la imagen de Leonora en la ventana y esta niña comienza a hablar con Leonora Carrington y esa conversaciones que tiene Leonora en la calle Chihuahua con Lupita van a 100 porque ella recuerda momentos de su niñez y de su juventud entonces vamos así pendulando entre el presente de la calle Chihuahua y el pasado de Leonora”, comentó.

Portada del libro Leonora del Viento. Foto: FCE

Así, el encuentro da pauta a saltos al pasado para conocer cómo pasó sus primeros años Leonora Carrington, entre los deseos de su padre de casarla con una familia de linaje inglés y el camino que se traza ella a través de los relatos fantásticos que su mamá y su nana le contaban sobre sus orígenes irlandeses.

“Ella desde muy pequeña tenía una necesidad muy profunda de desarrollar su espíritu, de desarrollar su imaginación, de ser artista, de ser escritora, de ser pintora y por allí se fue y se convirtió en un dolor de cabeza para su familia, especialmente para su padre”, señaló.

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—En Leonora del viento, ¿buscas mostrar la madera de la que estaba hecha de Leonora Carrington?

—Sí, esta novela Leonora del viento busca contar, reflejar, utilizar para contar una historia relacionada, digamos así, con el arte y la libertad, la niñez y la juventud de Leonora Carrington. Es una novela que refleja desde la niñez y la juventud de esta artista cómo estaba en ella en el principio, esa ansia, esa necesidad, en su alma, en su espíritu de ser libre, de buscar sus propios caminos, de ser ella misma.

Ella pertenecía a una familia de muchísimo dinero en Lacanshire, su padre Harold Carrington, era un empresario de la industria textil con mucho dinero, digamos que era el más rico de la región, pero era un nuevo rico, por decirlo de esta manera, entre él y su padre habían logrado la fortuna que tenían y pues no era una familia de tradición, de abolengo, de sangre azul y él tenía una gran necesidad de lograr que su hija Leonora, que era su única hija, se casara con una familia de linaje inglés.

Pero Leonora no entró por ese camino, ella desde muy pequeña tenía una necesidad muy profunda de desarrollar su espíritu, de desarrollar su imaginación, de ser artista, de ser escritora, de ser pintora y por allí se fue y se convirtió en un dolor de cabeza para su familia, especialmente para su padre.

—El personaje pareciera incluso que es un personaje hecho totalmente para una cuestión literaria por todos los aspectos que reconstruye a lo largo de su vida…

Sí, ella da la sensación de ser un un personaje creado por un escritor, la realidad siempre trae personas increíbles personas maravillosas. De hecho yo antes de Leonora del viento tengo también con Norma una novela que publique el año pasado que se llama La luz de Tesla y que está inspirada en la vida del gran científico Nikola Tesla que también era sumamente particular parece un personaje, tal como dices, inventado por un escritor pero existieron en la vida real.

Cuando yo llegué a México hace ya cinco años estaba caminando por el Paseo de la Reforma, cerca de la zona de los museos y pues lo que me encuentro caminando con mi hijo son justamente las estatuas, las esculturas de Leonora, eran como ocho, nueve, diez esculturas y para mí fue como si Leonora me estuviera dando la bienvenida a México, así es así es mi relación con Leonora, no solamente su vida es mágica, sino digamos que de algún modo también la magia de ella, está relacionada o se ha relacionado conmigo.

—Cuando uno empieza a leer la historia surgen bastantes reflexiones, una de ellas, pareciera que todas estas ideas que uno ve en sus cuadros que son fantásticos hubieran vivido en su mente desde que ella era pequeña….

—Ella desde muy pequeña estuvo rodeada de historia, su madre era irlandesa, su nana era irlandesa y por supuesto su abuela por parte de su madre y le contaban ellas tres, —eso lo vemos en el libro— historias de la lejana Irlanda, historias de leyendas, mitos de personajes y criaturas fascinantes como las hadas, le hablaban de diosas fascinantes que vivían en los bosques que andaban a caballo.

Leonora amaba a los caballos, montaba caballo y eran diosas y seres que eran de los bosques, criaturas de los bosques, todo ese universo que ella conoció de niña permaneció en ella y ella lo fue ampliando a través del estudio de su significado, de la simbología y fíjate que en sus pinturas aparecen muchos caballos, hay pinturas de ellas muy representativas donde hay caballos, donde hay yeguas. De hecho a ella se le conocía como ‘Nightmare’, mare en inglés es yegua y night es noche, entonces ella era la yegua nocturna, así le decían, pero también es pesadilla.

Ella fue llamada por Max Ernts ‘La novia del viento’. Max Ernts recordemos que era este artistas surrealistas, una superestrella del surrealismo y Max Ernts fue su pareja, se conocieron en Francia y él la llamaba ella ‘La novia del viento’. Incluso hay una pintura de Max Ernts que hay dos caballos, uno un macho y una yegua, que están en el aire y se están encontrando en una especie de tirabuzón entre la batalla y el coste sexual o erótico y este cuadro es una representación de lo que significaba Leonora, incluso es muy particular esa pintura porque es anterior a que él conociera a Leonora, pero una vez que conoció a Leonora esa pintura pasó a significar su relación con Leonora y ella era justamente ‘La novia del viento’.

—Introduces de a poco la historia de su infancia a partir de un encuentro que tiene con una niña, Lupita. ¿Lo introduces así para que el lector tenga este diálogo con ella?

—Necesitaba acercar a Leonora de alguna manera al mundo infantil o juvenil mediante una niña, un personaje, en este caso Lupita, una niña simpática, y por otro lado también necesitaba ubicar a Leonora en México, estoy hablando de estructura narrativa en este caso. Necesitaba ubicar a Leonora en México porque como sabemos ella murió a los 94 años en México, en la calle Chihuahua en la Roma, y al necesitar ubicarla pues la ubicaba en el presente de la historia, en la calle Chihuahua, ya a esta edad e introduje una niña, Lupita, que es la hija pequeña de la señora que trabaja en casa de Leonora que evidentemente tanto Lupita como la señora son imaginadas por mí.

Lupita es la hija de esta señora, en algún descuido de la señora Lupita se escapa de la cocina y termina en el estudio de Leonora y se maravilla ante la imagen de Leonora en la ventana y esta niña comienza a hablar con Leonora Carrington y esa conversaciones que tiene Leonora en la calle Chihuahua con Lupita van a 100 porque ella recuerda momentos de su niñez y de su juventud entonces vamos así pendulando entre el presente de la calle Chihuahua y el pasado de Leonora que se va dando a través de esta conversación con Lupita que es una niña muy despierta, una niña muy astuta y una niña con muchas ganas de aprender y de saber cosas.

—¿Cómo lo fuiste construyendo, a partir de qué bibliografía?

—Leonora tuvo una vida complicada, sin embargo, uno puede aprender mucho de esa determinación de poder estar bien con ella misma. ¿Crees que ese sea uno de los aspectos con el que los lectores se pueden quedar?

—Justamente pues un poco la idea es que ella se buscó a ella misma, la libertad no es una cosa fácil, el ser humano lleva siglos luchando por la libertad, la libertad no es cosa fácil, la libertad busca la paz, hay que luchar. Ella luchó por su libertad y evidentemente ya asentada en México, casada con sus hijos esta mujer llega a un momento de su vida, en que después de luchar tanto por ser ella misma encontró su paz y su líder interior y su libertad. Es una mujer que luchó sobre todas las cosas por ser ella misma y por ser mujer. Hay una anécdota, no sé si sea cierta, pero hay una anécdota donde en París estos señorones en surrealistas, uno de ellos le ordenó que fuera a comprar una caja de cigarrillos porque a ella la veían como musa y no como artista y le dijo ‘no, anda tú porque voy a yo a comprarte una caja de cigarrillos a ti, anda tú, cómprame unos a mí que yo estoy aquí trabajando’. Eso es un reflejo de la seguridad que tenía de ella misma y de quién ella quería hacer.