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Sandra Lorenzano

02/02/2025 - 12:02 am

Liberar una voz

"Cantamos para mitigar un poco el dolor. Seguimos pidiendo apoyo en la búsqueda de nuestros seres queridos, seguimos con ese dolor, y para que todo el mundo lo sepa, cantamos".

Los poemas no perduran como objetos, sino como presencias.

Cuando lees algo que merece recordarse, liberas una voz humana:

devuelves al mundo un espíritu compañero.

Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para hablar a 

aquellos a quienes he escuchado.

Louise Glück.

 

Liberar las voces que encierran los poemas, sentir la presencia de quien dibujó cada letra de esos versos, es alquimia y es juego, magia y desafío. Es aquello que nos sorprende cuando leemos. Hablar con quienes ya no están, pero cuyas voces nos conforman, nos acompañan, nos conmueven, quizás sea uno de los deseos más profundos que tenemos los seres humanos.   

Esas son las voces que llevamos tatuadas en la piel, en los huesos, en el corazón.

La voz a ti debida llamó Pedro Salinas a uno de los más bellos libros de amor de nuestra lengua. Su voz es la voz de la mujer que amaba -Katherine R. Whitmore-, con la que nunca pudo tener una vida en común: ella vivía del otro lado del mar; él estaba casado. Quedan de aquella pasión una trilogía formada por La voz a ti debida (1933) Razón de amor (1936) y Largo lamento (1938), un epistolario formado por 354 cartas, y versos como éstos: 

¡Si me llamaras, sí,

si me llamaras!

Lo dejaría todo,

todo lo tiraría: 

los precios, los catálogos,

el azul del océano en los mapas,

los días y sus noches,

los telegramas viejos

y un amor. 

Tú, que no eres mi amor,

¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:

telescopios abajo,

desde la estrella, 

por espejos, por túneles,

por los años bisiestos

puede venir. No sé por dónde.

Desde el prodigio, siempre.

Porque si tú me llamas 

—¡si me llamaras, sí, si me llamaras!—

será desde un milagro,

incógnito, sin verlo.

Nunca desde los labios que te beso,

nunca

desde la voz que dice: "No te vayas."

 

Pedro Salinas esperaba una llamada -ah, la voz; la voz puede ser todo para quien vive anhelando abrazar a quien está lejos-, esa voz enamorada del poeta español reaparece cuando leemos sus poemas, y tal vez ¿por qué no? aparezca la voz de aquella a quien amó.

También espera una llamada de la persona amada la protagonista de “La voz humana”, un cortometraje de Pedro Almodóvar estrenado en 2020. Una joya de 30 minutos al más puro estilo del director manchego: escenografía y vestuario con los colores que caracterizan sus imágenes -rojos, amarillos, azules, verdes-, un juego metaficcional que muestra la casa de la protagonista dentro de un set de cine, una mujer -la genial Tilda Swinton- que transita diversos estados de ánimo, todos atravesados por la pasión y la desesperación más absolutas, y un guion de lujo, nada menos que la obra de Jean Cocteau del mismo título. Cómo se llenan el vacío y la soledad dejados por la persona amada. Ella espera una llamada; cuando suena el teléfono, comienza la acción.

Grandes actrices y grandes directores han hecho esta obra. Entre otras, Anna Magnani dirigida por Roberto Rossellini, en 1948, con el título “L’Amore”; nuevamente Rossellini, en 1966, con Ingrid Bergman. Una de las últimas es la versión de Sophia Loren, de 2014, con la dirección de su hijo, Edoardo Ponti, y guion realizado por él mismo junto con Erri de Luca, uno de los escritores que más amo.  

Ahora que tuvieron el atrevimiento de dejar fuera de la competencia por los premios Oscar su estupendo film “La habitación de al lado”, basado en la novela de Sigrid Nunez, Cuál es tu tormento, vale la pena recordar este primer ejercicio de Almodóvar en inglés, que me permite hoy volver a pensar en la fuerza de la voz.

Cierro estas líneas con un ejemplo conmovedor: el grupo de cantoras “Esperanza y Paz del Pacífico Nariñense”, creado en marzo de 2019 en el municipio de San Andrés de Tumaco, quienes, con la música y el canto, buscan a sus seres queridos desaparecidos. “Cantamos para mitigar un poco el dolor. Seguimos pidiendo apoyo en la búsqueda de nuestros seres queridos, seguimos con ese dolor, y para que todo el mundo lo sepa, cantamos”, dicen. 

En una zona tan castigada por el conflicto armado colombiano, como el Pacífico, al igual que en otros tantos sitios de nuestra América, de nuestra Abya Yala, los versos de Louise Glück del comienzo -Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado- se transforman: el “yo leo” pasa a ser “yo canto”, pero la profundidad del deseo es la misma: abrazar a aquellos que ya no están, escuchar sus voces siquiera una vez más

Nuris Angulo, integrante del conjunto, en Radio Nacional de Colombia

https://www.radionacional.co/actualidad/paz/las-cantoras-de-tumaco-esperanza-y-paz-presentan-su-nueva-produccion-musical

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, sus libros más recientes son "Herida fecunda" (Premio Málaga de Ensayo, 2023), "Abismos, quise decir" (Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2023), y la novela "El día que no fue" (Alfaguara). Académica de la UNAM, se desempeña como Directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba. Es además, desde 2022, presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). sandralorenzano.net

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