Daniela Barragán
01/03/2025 - 12:04 am
Estudien Náhuatl o Noviazgo I
"Aprender una segunda lengua no es inútil sino todo lo contrario para el cerebro de alguien de entre 11 y 14 años".
Esta semana, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada anunció una medida de la que no se anticipaba una reacción tan virulenta. No, no fueron nuevos impuestos. No, no fueron nuevos trámites. Y no, no fue duro recorte al sistema de salud.
La noticia que generó una fuerte molestia es que los estudiantes de secundaria de la Ciudad de México ahora podrán aprender náhuatl de forma gratuita en sus planteles educativos. Las clases se impartirán en 78 planteles de la Ciudad de México en donde los alumnos podrán acceder a clases optativas. Esto quiere decir, que no son obligatorias estas clases.
No es raro ni descabellado, el náhuatl es la lengua originaria más hablada en la Ciudad de México y en todo el país.
La medida está muy focalizada. La materia optativa estará disponible en los planteles cercanos a pueblos originarios de la Ciudad de México, que son los de las alcaldías de Milpa Alta o Xochimilco.
Sí, eso fue lo que hizo enojar a cientos.
Mucho se dice que la Ciudad de México es diversa. Quizás la palabra que describe la realidad de la capital es que es desigual. Que existan zonas populares por razones turísticas y de entretenimiento como Santa Fe, Roma, Condesa, Polanco no significa en absoluto que representen a toda la Ciudad de México.
Ese tema nos llevaría a hablar de la centralización de la oferta cultural o de los recursos públicos pero será en otra ocasión. En este caso estamos ante un nuevo caso del enojo que genera a un sector de la sociedad el hablar de lo que realmente es México, el lugar que habitan.
Es un hecho: la Ciudad de México no es la Roma. Hasta el clima es abismalmente diferente de una zona a otra. Uno puede desplazarse dos horas de un punto a otro y seguir en la Ciudad de México. ¿Quién se sorprende de que se hable más de un lenguaje en esta Ciudad? Pues alguien muy ignorante y/o alguien sumamente egoísta que vive dentro de una burbuja.
Los comentarios en contra de las clases de náhuatl expresaban que se trata de un aprendizaje inútil en nuestros días y que obedecía a una gran cursilería de la izquierda en el poder.
De nuevo: quien sostenga esos dos puntos, o es muy ignorante y/o alguien sumamente egoísta que vive dentro de una burbuja. Aprender una segunda lengua no es inútil sino todo lo contrario para el cerebro de alguien de entre 11 y 14 años. Y tampoco es una cursilería intentar comunicarse con los suyos, en su comunidad.
Los hablantes de lenguas indígenas no están escondidos ni están en la imaginación de Clara Brugada. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Ciudad de México, de los 8 millones 918 mil 653 personas que aquí habitan, el 8.8 por ciento se auto adscriben como indígenas, es decir alrededor de 785 mil.
De ese total, 129 mil personas hablan alguna lengua indígena, lo que representa el 1.5 por ciento de la población.
Y no solo se habla náhuatl, se hablan 55 de las 68 lenguas indígenas nacionales. Las de mayor presencia son el náhuatl, cuyos hablantes representan casi el 30 por ciento del total; el mixteco con el 12.3 por ciento; otomí 10.6 por ciento; mazateco 8.6 por ciento; zapoteco 8.2 por ciento y mazahua con 6.4 por ciento.
Esos datos son públicos. Todos los que estén preocupados por las materias optativas de las secundarias públicas de la Ciudad de México pueden encontrarlos y resolver sus dudas y respirar tranquilos. No hay sorpresa en que el sistema educativo contemple clases de un idioma que se habla en una localidad.
Ahora, para quienes consideran que se trata de una decadencia que en la Ciudad de México se enseñe el náhuatl, pueden revisar también los planes de estudio de las principales escuelas privadas de México porque se pueden llevar más de una sorpresa.
En La Salle hay materias como “Fe y Desarrollo Espiritual” e “Introducción a la Biblia”. En la Universidad Panamericana, que pertenece al Opus Dei y abiertamente se vende como una escuela con identidad cristiana, hay crucifijos en cada una de las aulas y capilla para orar.
En la Anáhuac, que también es una escuela católica, hay materias como “Jesucristo, la verdadera historia”, “Noviazgo, compromiso y matrimonio”, “Relación de pareja y vida”, “Conciliación de familia y trabajo”… y bueno, de acuerdo con los folletos de la escuela, si cursas dos de esas materias obtienes un diplomado que tiene valor curricular.
Respeto a quienes por sus creencias cursen esas materias y a quienes paguen por esa educación. Lo retomo porque la discusión fue en el sentido de la decadencia de la educación pública frente a todos los beneficios de la educación privada.
Y ante eso siempre hay que alzar la voz. La educación pública no es perfecta y necesita de una vigilancia permanente y de atención integral, ya que el aprendizaje no solo se limita a lo que se pueda enseñar en el aula, pasa por la calidad de los libros de texto, el salario de los profesores, que no tengan sobrecarga de trabajo, la infraestructura escolar y el ambiente en el hogar. Se trata de un todo.
De acuerdo con los datos de Evalúa, órgano de la Ciudad de México, el 42 por ciento del total de habitantes de la capital tiene pobreza por ingresos, porque, de nuevo, la Ciudad de México no es Santa Fe. En la Ciudad hay pobreza y por lo tanto no todos los estudiantes pueden ir a cursar Noviazgo en la Anáhuac.
Es otro caso de clasismo y discriminación. Es una batalla que de nueva cuenta perderá ese grupo que vive sintiéndose superior a los demás.
El reconocimiento a los orígenes de nuestra cultura no debe darse únicamente en días en los que se conmemora, eso debe ocurrir todos los días. Es parte de la gran riqueza del país, una que no se refleja en grandes edificios o bares llenos de extranjeros. Se refleja en los usos y costumbres con los que se mueve la Ciudad, con su alimentación, sus festividades y los valores de esas comunidades y que comparten con el resto de la Ciudad.
Sorprende que aún no se entienda que toda esa cultura debe defenderse. Sorprende que existan quienes optan por sentir vergüenza de todo eso. En defensa de lo que ellos consideran “educación de calidad” no exhiben más que su gigantesca ignorancia y egoísmo. Y quienes creemos en la defensa de los derechos de los pueblos originarios, no debemos callar ante esas ofensivas, ya que no importa la cantidad de pruebas que existen sobre el maltrato y la discriminación de los pueblos indígenas, siempre hay personas que insisten en continuar violentando sus derechos, ahora, hasta su derecho a la lengua.
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