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Sandra Lorenzano

30/03/2025 - 12:02 am

Y Federico fue feliz

Hoy, que sopla una brisa fresca en el malecón y que se adivina ya un atardecer de morados y naranjas, entiendo a Federico y su amor a Cuba.

En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida.
Federico García Lorca, en “Mariana Pineda”

Hoy, que sopla una brisa fresca en el malecón y que se adivina ya un atardecer de morados y naranjas, entiendo a Federico y su amor a Cuba.

¿Cómo no entenderlo si venía de una España aplastada por la dictadura de Primo de Rivera?

¿Cómo no entenderlo si había visto el peor rostro de la modernidad en el dolor de Nueva York y desde ahí había lanzado su famoso “Grito hacia Roma” para reclamarle al Papa su silencio ante la miseria y la violencia?

¿Cómo no entenderlo si llegaba de una ciudad oscura y encontró una Habana luminosa?

¿Cómo no entenderlo si llegó a la isla un 7 de marzo, casi al mismo tiempo que la primavera tibia de 1930?

¿Cómo no entenderlo si la cadencia de la lengua le recordaba a su Granada y lo acompañaban los abrazos generosos de Fernando Ortiz y de Nicolás Guillén?

¿Cómo no entenderlo si lo rodearon amigos y admiradores?

¿Cómo no entender que recién llegado a Cuba escribiera “Habana es una maravilla, tanto la vieja como la moderna. Es una mezcla de Málaga y Cádiz, pero mucho más animada y relajada por el trópico. El ritmo de la ciudad es acariciador, suave, sensualísimo…”?

¿Cómo no entenderlo si tenía treinta y dos años y la pasión a flor de piel?

¿Cómo no entenderlo si deslumbró a un joven de diecinueve años llamado José Lezama Lima?

¿Cómo no entender que sintiera que “el Guadalquivir nace en Cazorla, pero desemboca en La Habana”?

¿Cómo no entender que escribiera Cuando llegue la luna llena / iré a Santiago de Cuba, / iré a Santiago, / en un coche de agua negra. / Iré a Santiago… en su “Son de Negros”?

¿Cómo no entender que se sintiera negro entre negros, como antes se había sentido gitano entre gitanos?

¿Cómo no entenderlo si cada tarde y cada noche eran de amistad, música y versos en casa de los hermanos Loynaz, y allí le puso punto final a "La Zapatera Prodigiosa" y escribió "El Público"?

¿Cómo no entender que planeara estar una semana, para dictar tres conferencias, y se quedara tres meses?

¿Cómo no entenderlo si en el Hotel La Unión de La Habana pudo escribir su obra "Así Pasen Cinco Años"?

¿Cómo no entender que ya en España dijera en los “Sonetos del amor oscuro”: Amor de mis entrañas, viva muerte, / en vano espero tu palabra escrita / y pienso, con la flor que se marchita, / que si vivo sin mí quiero perderte…?

¿Cómo no entenderlo si descubrió soneros y santeros, tambores y danzas?

¿Cómo no entender que, en una conferencia de 1933, hablara así de su sorpresa al salir de Manhattan y dirigirse a la mayor de las Antillas: “Pero el barco se aleja y comienzan a llegar, palma y canela, los perfumes de la América con raíces, la América de Dios, la América española. ¿Pero qué es esto? ¿Otra vez España? ¿Otra vez la Andalucía mundial? Es el amarillo de Cádiz con un grado más, el rosa de Sevilla tirando a carmín y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez”?

¿Cómo no entender que les escribiera a sus padres, “Esta isla es un paraíso. Si me pierdo, que me busquen en Andalucía o en Cuba”?

¿Cómo no entenderlo si en esta isla por primera vez pudo vivir abiertamente su amor por un hombre?

¿Cómo no entenderlo si pudo entonces enarbolar la bandera de su propia libertad?

Hoy, que sopla una brisa fresca en el malecón y que se adivina ya un atardecer de morados y naranjas, ¿cómo no entender que Federico fuera aquí feliz?

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, sus libros más recientes son "Herida fecunda" (Premio Málaga de Ensayo, 2023), "Abismos, quise decir" (Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2023), y la novela "El día que no fue" (Alfaguara). Académica de la UNAM, se desempeña como Directora del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-Cuba. Es además, desde 2022, presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). sandralorenzano.net

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