Gustavo de Hoyos Walther
06/05/2025 - 12:04 am
Una Paideia para todos
En México conviven la educación de calidad y la de mala calidad, que no necesariamente tiene que ver con que las escuelas cuenten con muchos recursos o no, o si ésta es pública o privada.
Un país que no ofrece educación de calidad es un proyecto fallido. En esta formulación hay dos elementos a considerar: el término educación y el término calidad.
No todo lo que parece educación lo es. Por ejemplo, en Cuba, desde hace lustros, lo que se imparte en las "escuelas" es propaganda. Ésta puede ser de calidad o no, pero cometeríamos un grave error si la concibiéramos como educación.
Esta última tiene que ver con un proyecto emancipador de las conciencias y con la promoción de las facultades críticas y artísticas.
El término griego, Paideia, se acerca mucho a lo que quiero decir: implica también la formación de ciudadanos virtuosos y responsables.
Ahora bien, una Nación-Estado puede querer ofrecer un proyecto verdaderamente educativo y no propagandístico, pero carecer, ya sea de los recursos materiales para hacerlo o de una idea de cómo llevarlo a cabo. Hablamos, entonces, de que existe una educación de mala calidad.
En México conviven la educación de calidad y la de mala calidad, que no necesariamente tiene que ver con que las escuelas cuenten con muchos recursos o no, o si ésta es pública o privada.
Con la llegada de una nueva forma de gobernar en 2018 -aunque en cierto sentido desde antes- arribó un intento serio de reemplazar la educación por la propaganda.
Esto se reflejó, por ejemplo, en el contenido de los libros de texto.
Las recientes palabras de la Presidenta, Claudia Sheinbaum, durante la inauguración de la llamada Universidad del Bienestar Benito Juárez "Parque Ecológico Lago de Texcoco" -construida en una parte de lo que iba a ser el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México- expresan una visión de la educación que soslaya el elemento de la calidad y la acerca peligrosamente a la noción de propaganda.
En unas instalaciones que no pueden operar verdaderamente como Universidades, la Presidenta dijo que existían en México 21 mil 202 sedes de esas "universidades", con 85 mil estudiantes, mil 652 docentes y seis mil titulados. En su discurso no se refirió a la manera en que estas sedes educarán con la más alta calidad a los alumnos que ahí estudian. Pareciera existir la idea de que, como se trata supuestamente de sectores humildes, los jóvenes que viven en los lugares donde se han construido estas sedes no merecen instalaciones y educación de calidad.
La Presidenta también señaló que iba a pedirle a las otras Universidades Públicas que aumentaran su matrícula, aunque no parece haberse comprometido a subir sustancialmente el presupuesto a la educación superior. Estamos hablando de la misma Presidenta que creó una Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación -en parte en sustitución del Conacyt- a la que no se le aumentó el presupuesto como debería ser.
Nuestro léxico tiene una palabra para designar este comportamiento: demagogia.
Un verdadero proyecto educativo no trataría como ciudadanos de segunda a quienes habitan en zonas de poca afluencia económica. Por el contrario, concebiría promover proyectos público-privados para construir centros educativos de todo los niveles educativos, desde la educación pre escolar y hasta la universitaria, donde se eduque y forme con excelencia en todas las zonas y regiones del país.
La educación de excelencia debe ser una prioridad absoluta del Estado mexicano. Ningún prejuicio ideológico o tabú propagandístico debe estar por encima del futuro de México, que debe estar cimentado en la educación de calidad.
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